Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, January 29, 2020

The Two Popes (Fernando Meirelles , 2019) – 7. 5/10


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Son famosos como estrellas del cine o del deporte, cada movimiento o palabra de ellos le da la vuelta al mundo, no hay personaje más mediatizado que ellos : los papas están en el centro de la actualidad. Siempre. Y cuando se tiene la suerte de tener dos al mismo tiempo, no se puede desaprovechar la oportunidad, sobre todo si parecen tan opuestos, en comportamientos y pensamientos. La cinta iba directo al éxito. Sin embargo, su simplicidad glamorosa no alcanza a cautivar la atención. Afortunadamente, los dos interpretes levantan el nivel.

Ficha IMDb

Varios ejes temporales organizan la cinta, cosa rara para una adaptación de una obra de teatro. Un eje es él de las elecciones papales, de 2005 y 2013, con todo su ritual : televisiones, encierro del conclave en la Capilla Sixtina, votos, humos. Sigue una línea cronológica, desde la elección de Ratzinger en 2005, llegando Bergoglio en secundo lugar.  

Otro eje está en la época actual, con Francisco (Jonathan Pryce) ya en el puesto, tratando de hacer una reservación de avión para ir a Lampedusa, lugar de arribo de emigrantes .

Otro es el mero tema de la cinta , el encuentro de los dos papas, en  Castel Gandolfo, cuando Joseph Ratzinger, papa Benedicto XVI (Anthony Hopkins) todavía ejercía, pero ya estaba pensando en retirarse, por motivos de salud y tal vez por el exceso de escándalos en el vaticano.

Todo eso se complica con los flashbacks en la vida de Bergoglio (Juan Minujin ) en Argentina, su juventud, el llamado sacerdotal, la vida de jesuita, las decisiones como jefe superior de la Orden durante la dictadura militar de Videla entre 1976 y 1983, el retiro hacia una vida humilde de ayuda al pueblo, hasta llevarlo a la decisión de retirarse a los 76 años como cardenal para trabajar como simple cura. Envía una carta, por el correo normal, al papa en turno, para pedir la autorización. Sin respuesta, decide ir a Roma. Por coincidencia, el papa esta justamente llamándolo. Pasará dos días en compañía de Su Santidad, en su residencia de verano, una magnifica casa en media de un jardín paradisiaco.

Es en esa parte donde se ve claramente el origen teatral de la cinta : se trata de un largo dialogo entre dos personajes opuestos por sus gustos, sus referencias culturales, sus orígenes, sus trayectorias intelectuales y activistas, sus opiniones sobre los grandes problemas de la sociedad actual y de la Iglesia. La simplicidad y el humor de Bergoglio se oponen a la seriedad de Ratzinger. Un argentino y un alemán, un intelectual y un trabajador social. La meta de la obra es obviamente encontrar el punto común entre los dos, para dar una visión pacificadora de la Iglesia, como si los temas sociales fueran meros puntos de detalle. Los dos hombres, como simples mortales, logran entenderse, visitan juntos la Capilla Sixtina antes de que lleguen los turistas, comparten pizza y Fanta viendo la final Alemaña argentina del mundial de futbol 2014. Uno de los temas centrales, los casos de pedofilia con las posiciones oficiales de Juan Pablo II y Benedicto XVI , se ve casi callada, en el momento que Bergoglio se distrae de la conversación y deja de escuchar lo que dice Ratzinger de Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo en México, y personalmente abusador de unos sesenta menores, mientras gozaba de la simpatía, y del dinero, de las clases altas mexicana, y hasta recibió las felicitaciones de Juan Pablo II.

La fotografía de Los dos Papas es hermosa, favorecida por los colores de la naturaleza italiana, y de la pompa eclesiástica. Los rojos y violetas, el blanco y el oro levantan el animo, y propagan una idea de lujo pacifico, pero convencido de su propia fuerza. La sotana siempre ha sido un traje favorecedor. ¡No olvidemos a Keanu Reeves en Matrix ! Y el listoncito purpura sobre el traje negro de cardenal es de una elegancia pasmosa. Hay que reconocerlo : estos dos papas son muy seductores . Encarnan el poder de atracción de la Iglesia. Los dos interpretes están a la altura de esta misión : jalar la atención, discutir de religión en forma sencilla , introducirnos a la vida intima de seres de un nivel que nos rebasa. Y llegar a una reconciliación.

Claramente, la cinta ostenta una preferencia hacia el papa de los pobres, el sencillo y humilde, él de los zapatos negros viejos , del futbol y la pizza, su falta de respeto hacia las reglas y los protocolos. La interpretación de Pryce, con su eterna sonrisa en los ojos , su paciencia que parece ser bondadosa y comprensiva pero tal vez es superioridad, frente al elitismo abierto interpretado por Anthony Hopkins, casi caricatural a veces, encerrado en su cultura de otros tiempos, pone de manifiesto la diferencia entre dos concepciones de la Iglesia, una conservadora y una progresista, una autoritaria frente a una benevolente. Bergoglio ha demostrado en el ejercicio de su papado su voluntad de hacerlo de ora manera: nada de lujos, hacer él mismo todo lo que un hombre normal hace para organizar su vida. Y sobre cuestiones dolorosas : homosexualidad, prostitución, contracepción, y sobre todo pedofilia sacerdotal, habló claramente, actuó como ninguno de sus antecesores había hecho.

 La cinta trata en forma abiertamente desigual a los dos papas al no mostrar la juventud de Ratzinger, su familia antinazi a pesar de la obligación de entrar a las Juventudes Hitlerianas, en los últimos años del tercer Reich, su voluntad utópica de cambiar la Iglesia. Parece que su personalidad en realidad dulce y más bien tímida haya sido transformada por la interpretación de Hopkins. Todo está hecho para hacer que el espectador ame a Bergoglio y rechace a Ratzinger, el "Rottweiler de la Iglesia”.

Los lujos y ritos del vaticano, y el rechazo que provocan en un humilde cardenal, elegido en contra de su voluntad, lejos de las maniobras complotistas de cardenales ávidos  de poder que habita algunos como en los buenos viejos tiempos de los Borja, recuerdan la ironía de Habemus Papam (Nanni Moretti – 2011) con un Michel Piccoli asustado por el peso que se le viene encima y que prefiere esconderse en el Vaticano antes de huir en las calles de Roma, mientras un psicólogo interpretado por el propio director trata de entretener a los cardinales organizando un torneo de voleibol . Moretti el italiano hizo una cinta mucho mas personal y libre.

A la cinta de Meirelles le sobra seriedad y buenas intenciones. Tratando de construir una estructura narrativa compleja, produce confusiones sobretodo cuando mezcla aparentes documentos de archivo con elementos de ficción interpretados por actores. Mezcla también las tonalidades, usando un humor feroz al sobreponer Dancing Queen a la entrada en conclave, y una solemnidad dramática en otros momentos. Parece que el director no supo qué escoger y qué desechar en su selección de medios para brindar un homenaje al nuevo papa. Se pierde en su camino y pierde fuerza de convicción, al mismo tiempo que cae en simplismos y falta de sutileza. Tuvo que caer en extremos poco verosímiles como una crisis de fe sufrida por Benedicto y aliviada por la presencia de Bergoglio.

Es una lástima porque tenía unos interpretes de primera que podían elevar el duelo a niveles mucho más altos, mas allá de una cinta promocional para el vaticano.


The Laudromat (Steven Soderbergh, 2019 ) – 8.5/10


Divertida a pesar de ser un poco complicada, una explicación de las pistas del lavado de dinero con la invención de cuentas falsas en paraísos fiscales. Con tres actores geniales.

Ficha IMDb

Aparentemente, todo empieza cuando la pareja de pensionados, Joe (James Cromwell) y Ellen Martin (Meryl Streep) tienen la buena idea de hacer un paseo en barco con una pareja amiga. Desgraciadamente, una ola gigantesca, totalmente inesperada en las calmas aguas del lago, sumerge el barco, provocando la muerte de varias personas.  Ellen, ahora viuda, trata de recuperar algo de la compañía de seguros que, se supone, amparaba la naviera. Pero resulta que el administrador Matthew Quirk (David Schwimmer), para ahorrar unos cuantos dólares, cambió a otra compañía, que subcontrató a otra, que…. etc, hasta llegar a una desconocida empresa localizada en la isla de Nieves.

Ellen, indemnizada, no se entiende bien si es el seguro de vida de su esposo o el seguro de la compañia naviera, trata de invertir su dinero en la compra de un departamento en las Vegas, lugar de recuerdos felices. Ahí se topa con la primera manifestación de la corrupción financiera: alguien ofreció más y el departamento de sus sueños se le escapa de las manos. Hannah (Sharon Stone), la agente inmobiliaria, parece tener argumentos solidos para darle la preferencia a su comprador ruso cuya anonimidad tiene que proteger, según dice. Pero Ellen la sorprende en platicas muy animadas e interesadas que la lanzan sobre una pista. Se lanza a un viaje complicado que la llevara hasta Panamá, obviamente.

Conforme se desarrollan las aventuras de la viuda vengativa, los geniales fundadores del fraude explican el funcionamiento de este tipo de cuentas. El panameño Ramon Fonseca (Antonio Banderas) y el alemán Jürgen Mossack (Gary Oldman) son un par de felices vividores, que se la pasan en trajes blancos entre palmeras y coloridos cocteles con sombrillitas de papel. Tienen bajo sus ordenes unos oscuros contadores, abogados, o simples secretarias, que sirven de prestanombres, firman papeles, y hacen como que existen las empresas fantasmas.

La explicación es casi entendible para un tema de lo más complicado, que juega con los limites entre legalidad, relaciones internacionales, leyes, finanzas. Puesto en evidencia en 2016 cuando una fuente secreta filtró documentos a un periódico alemán, el asunto de los llamados Panama Papers dio a conocer los caminos retorcidos para distraer fondos, a veces muy considerables, de los ojos de los servicios de impuestos de las naciones. Estas revelaciones se sumaron a las del caso Oderbrecht, empresa que ayudaba con un dinerito extra a los empresarios que la ayudaban a conseguir buenos contratos.  

Vivimos en una época en que es posible saber, un día u otro, casi todo sobre la vida intima o financiera de cada individuo, oscuro o famoso, cada empresa nacional o internacional. La eficiencia de los hackers, de los lanzadores de alertas, inclusive de los Fake News, pone al alcance de cualquier consumidor de redes sociales una cantidad de revelaciones que siembran la indignación. A veces, se revelan vacías, muchas veces mezclan verdades con falsedades, tildando a todos de ser ladrones en cuellos blancos. Muchas veces se trata simplemente de gente que quiso proteger un dinero honestamente adquirido, por su trabajo o por una herencia, de reglas tributarias que consideran injustas, o de gente como el contador de la película que trató de ahorrarle unos cuantos dólares a su empresa. Pero el sistema ha sido utilizado también con fines deshonestas, lavado de dinero mal adquirido, drogas, malversación de fondos, financiamientos de ayudas a licitaciones como el caso de la constructora brasileña Oderbrecht que distribuyó unos 3000 millones de dólares a altos funcionarios alrededor del mundo.  Aunque siempre se supo que, para ayudar a la firma de contratos millonarios, se usaba un sistema de “estímulos” en regalos, viajes, ayudas o dinero, en una practica tan vieja como el comercio en si.

Este enfoque es él que siguen los dos comparsas : desde la primera secuencia de la cinta, donde se les facilita la vida a los hombres prehistóricos dándole esta maravillosa herramienta de intercambio que es la moneda, nos explican las bondades de las prácticas bancarias, oficiales, offshore, legales o no. Sus intervenciones puntúan la cinta, dándoles sentido a las diversas anécdotas, que son como sendos ejemplos.

La historia tiene, por una parte, un principio y un fin: es la historia de Ellen. Pero la cinta tiene también la forma de film en sketches. La mezcla de los dos estilos narrativos permite hacerla mas ágil. Cómo no divertirse con las vidas complicadas de Malchus Boncamper  (Jeffrey Wright), director de unas 40 empresas de Mossack Fonsecca, siendo una de ellas la que afectó a Ellen, y titular de una doble vida, en Panamá y Miami ; la de la familia china con  Maywood (Matthias Schonnaerts) que cae en las manos amenazadoras de Gu Kailai (Rosalind Chao), la de Charles (Nonso Anozie) el millonario infiel, que compra el silencio de su hija con acciones de una sociedad en las Seychelles, que acaban valiendo solamente  37 dólares, después de valer 20 millones.

Estas historias, muy divertidas, parecen totalmente extrañas a la narración central de Ellen y, hay que decirlo, a veces poco claras, la anécdota china en particular, a no ser que sirva para enseñarnos que China, país comunista, funciona como cualquier país capitalista con todos sus defectos: chantajes y corrupciones. Pero la relación con el tema central no se ve muy bien.

Sin embargo, la artificialidad de la estructura cinematográfica, las sustituciones de papeles entre personajes funcionan como una metáfora formal de la artificialidad y la complejidad de los montajes financieros. En los dos casos, se trata de una construcción complicada escondida bajo una apariencia glamorosa.

Los dos presentadores son como animadores de un show de variedades : con ropa llamativa, smocking, cocteles y voz seductora, explican. Y las diferentes anécdotas son ejemplos de victimas de las maquinaciones. A veces no se entiende bien cada anécdota puntual como la historia del padre millonario que engaña a su esposa y su hija con la amiga de la hija, o el funcionario en negociaciones con una dama china muy potente. Ellen resulta ser una más de las victimas anecdóticas. Pero al mismo tiempo, ella es la historia de ficción que conduce el hilo narrativo ficcional principal. Y, otro juego de teatro en el teatro es la interprete de un personaje del montaje fraudulento, y, al final es la traductora que revela la verdad histórica de los hechos. Todo eso da una estructura bastante complicada e interesante que nos lleva al maestro de los maestros en cuestión de educación política para el pueblo en forma de diversión : Bertold Brecht. El final de la cinta es claramente de inspiración brechtiana : Meryl Streep se deshace de su caracterización de secretaria panameña gorda, camina hacia adentro del set de televisión, imita a la estatua de la Libertad se sienta delante de un fondo verde, y habla en su propio nombre para denunciar los paraísos fiscales que se esconden sobre territorio estadounidense. Con esa escena final se aclara la estructura complicada y la intensión del filme , para que no olvidemos que la ficción basada en hechos reales no es más que el reflejo de un conflicto existente, con consecuencias sobre el funcionamiento social, y por ende político. Enseñar a través de la diversión, la risa, la espectacularidad y la irreverencia, usando de técnicas variadas, música, baile, animación, es la perfecta herencia de Brecht.   

Lo que queda después de ver The laundromat, es una impresión de diversión complicada, de colores y de viajes. El aspecto pedagógico que anunciaba la primera secuencia ,con los dos genios panameños introduciendo los hombres a los placeres de la moneda, no se consigue. Uno no sale de ahí entendiendo mejor el funcionamiento de las sociedades -pantalla, de la evasión fiscal. Finalmente, la lección probablemente sea esta : es cosa de ricos, como lo dicen claramente los dos compinches, los ricos son el 1% de la población mundial. El espectador promedio no lo es, no tiene dinero que mandar a Nieves, o Panamá, o Bahamas. Así que lo único que le queda es divertirse de las complicaciones de los que si pueden ganar algo en estas maquinaciones.