Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, December 28, 2016

Juste la fin du monde (Xavier Dolan, 2016)- 9/10

Con un reparto excelente, la cinta cuenta una tarde de verano en la casa familiar donde vuelve el hijo prodigo, quien no había regresado desde doce años. Tiene una noticia impactante para su familia pero las reacciones de cada uno le harán muy difícil cumplir con sus intenciones. La cinta obtuvo el Grand Prix en el festival de Cannes.

Ficha IMDb

Louis (Gaspard Ulliel), escritor de teatro en la capital, vuelve a la casa familiar en el pequeño pueblo para anunciar a su madre, su hermano mayor y su hermana, que va a morir. La obra de teatro de la cual se adaptó la cinta fue escrita por Jean-Luc  Lagarce quien murió de sida en 1995.

Louis es recibido por una madre extravertida y distraída ( Nathalie Bayle), una hermanita entusiasta , Suzanne (Léa Seydoux) y un hermano mayor ,Antoine (Vincent Cassel), irascible, sarcástico, agresivo, insoportable. Completa el cuadro familiar Catherine, la esposa de Antoine (Marion Cotillard) , ajena al pasado y los rencores y decepciones escondidos. Ella abre su corazón y su álbum de fotos para Louis, le cuenta, le explica, hace todo para que se sienta de nuevo en casa. 

Desde el principio, antes de que Louis llegue, todos gritan en la casa, de un cuarto a otro. Parece que es el modo de expresión de la familia. Después, cuando pasan momentos a solas con él, en cuartos diferentes, que corresponden a las escenas de la obra de teatro, parece que se llega a un cierto entendimiento, limitado en realidad porque los que reciben no están realmente dispuestos a escuchar lo que Louis podría decir, más bien lo invaden con sus recriminaciones, sus recuerdos. El pobre Louis apenas habla, apenas articula palabras, de una en una.

Esta dificultad de expresión de Louis funciona como un eco a las dificultades de Catherine: ella no puede terminar sus oraciones en presencia de un esposo que se burla de ella, la corrige, la calla. Siempre mantiene un volumen y un ritmo de voz calmados, aun cuando alrededor de ella se eleva una cacofonía de gentes que no se escuchan, que luchan para imponerse. Hasta tiene problemas con las palabras y las expresiones que parecen traicionarla como si no fuera dueña del sentido de lo que pronuncia. La cuñada es en realidad más parecida al recién llegado que su propia madre, su hermana y sobre todo su hermano. 

Y Catherine será la única en intuir el motivo real de la visita de Louis. Está a punto de preguntarle cuanto tiempo todavía le queda. Pero su discreción, su delicadeza le impiden precisar su pregunta y la transforma. Pero, al final, después la gran explosión de odio, de mala fe, de celos tal vez, que estalló en la boca, la cara y todo el cuerpo de Antoine, Louis le pide a Catherine, con el dedo sobre su boca, callar y respectar su secreto. 

Todos los actores son magnificos, desde Nathalie Baye, tan maquillada que es irreconocible, perfecta en madre superficial, hasta Vincent Cassel, odioso, violento, malhablado, vulgar. El desarrollo a puerta cerrada, dentro de una casa, en el lapso de algunas horas, durante una tarde de verano demasiado calurosa concentra las pasiones. Los planos cerrados sobre las caras hacen a veces insoportable el dolor de esos seres que sufren de estar juntos, que no saben cómo decirse que se aman al mismo tiempo que se odian. La cámara no permite a los actores escapar o hacer trampa, como no permite a los espectadores huir del dolor. 

El sufrimiento transpira en todo momento de la cara de Louis, como el sudor perla sobre las pieles. Su paciencia silenciosa, como la violencia explosiva de Antoine son dos fuerzas que se enfrentan. Al final, Antoine no podrá soportar más y tendrá que estallar en gritos, amenazas y obligar su hermano a irse. La escena es terrible. Todos gritan, la histeria se impone .

Lo importante no se dice nunca, el motivo talvez de tanta decepción de parte de los que se quedaron y del que se fue. Y tal vez el motivo de su salido fue eso, el silencio sobre lo importante, su homosexualidad. Se alude a ese tema solo dos veces en la cinta. La primera alusión, visual, es el flash back luminoso que evoca, a partir del colchón de Louis ahora abandonado como todas sus cosas en fondo de un cuarto, los encuentros sensuales de Louis adolescente. La segunda alusión, verbal, es una pequeña oración de Antoine, pronunciada como por azar: “Murió a principio de año”, hablando del que fue amigo de Louis. 

Se puede reprochar a la obra el hecho de ya no ser actual. La homosexualidad y el sida ya no son ahora temas tabús. Se ponen palabras sobre los hechos. La enfermedad ya no asusta como antes y las preferencias sexuales se aceptan más fácilmente. Al menos en las películas. En la vida real, ¿quién sabe? ¿Quién sabe si un joven de 35 años que vuelve a la casa familiar en el campo no se sentiría igual de devastado y solo, abandonado por una familia que lo quiere pero no puede decírselo? 

Der amerikanische Freund (Wim Wenders.1977) – 8.5/10

Adaptada de una novela de Patricia Highsmith de la serie de Ripley, Ripley’s game (1974), esta cinta aparta un poco al personaje principal para centrarse sobre un dilema y compartir un visión particular del mundo urbano de los setentas.

Ficha IMDb

Tom Ripley (Dennis Hopper) vive ahora en Europa y divide su tiempo entre Hamburgo y New York, donde un amigo suyo, el pintor Derwatt (Nicolas Ray) finge estar muerto y pinta “falsos” cuadros suyos que Ripley vende en casas de subasta, pujando él mismo para que suban las ofertas y así ganar un máximo de dinero.

En una de esas ventas, conoce a Jonathan Zimmermann (Bruno Gantz), esposo de una empleada de la casa de subastas, Marianne (Lisa Kreuzer), y fabricante de cuadros. Al saludarse, Jonathan manifiesta abiertamente su desprecio hacia el americano.

Para vengarse, Ripley sugiere un trato a su amigo francés, el gangster  Raul Minot (Gérard Blain): ZImmermann sufre de una grave enfermedad de la sangre, y podría morir dentro de poco tiempo; Minot busca un hombre que pueda ejecutar el crimen perfecto, es decir que la policía no pueda rastrear porque no tiene ninguna relación con la victima (volvemos a encontrar aquí lo que es el tema central de Strangers in a train, escrito por Highsmith en 1950 y adaptado en 1951 por Hitchcock). Minot   necesita deshacerse de un competidor en el tráfico de drogas. 

Mientras Ripley entabla una relación con Zimmermann a quien visita en su tienda de cuadros, Minot contacta a este y le propone el trato: mucho dinero que le permita dejar algo a su esposa y su hijo cuando muera, si aceptar viajar a Paris para asesinar al hombre designado en el metro. Además, le ofrece lo que puede también servir de pretexto: una consulta con un famoso oncólogo, que le dará una segunda opinión sobre su enfermedad.

Sin aceptar todavía, Zimmermann hace el viaje, va a la consulta y finalmente ejecuta el trabajo.

De vuelta a Hamburgo, la amistad con Ripley parece profundizarse, cuando Minot pide un segundo asesinato, esta vez en un tren que sale de Múnich. Pero Ripley aparece y ayuda a Zimmermann a hacer el trabajo.

La relación de amistad se vuelve cada mas cómplice mientras la esposa de Zimmermann empieza a darse cuenta de que algo extraño pasa con su marido.

Todo terminará por un enfrentamiento sangriento donde Ripley y Zimmermann eliminarán a Minot y sus hombres. 

Wim Wenders cambia los personajes y la trama imaginados por Highsmith. Los lleva a todos a Alemania .Ripley es ahora un tipo de cowboy, siempre con su sombrero y sus canciones folk. Pero, sobre todo, no es el carácter dominante de la historia, como lo fue en The Talented Mr. Ripley, adaptado por René Clément (Plein Soleil – 1960) con un Alain Delon joven, guapo y sensual. Tampoco es culto, conocedor de pintura y de ópera. Le queda el dinero de Ripley y el lujo en el cual vive, pero que no usa: en el castillo con vista magnifica sobre el rio, el billar sigue cubierto de plástico.

En El amigo americano, el personaje importante no es el del título, sino el otro amigo, el que parece humilde y débil. Porque en él se sitúa el dilema, la cuestión de los límites de los valores. ¿Qué es lo más grave, traicionar sus principios morales o dejar a su familia sin nada después de su muerte?

Wenders impone también su huella y su estilo muy particulares en el ritmo lento de la narración, con largos momentos de reflexión solitarios para sus personajes. Ripley canta, graba su voz, se saca fotos con un Polaroid; Zimmermann reflexiona, duda, vacila .

La película usa también de locaciones ultramodernas en los 70’s: los grandes cambios que vivió parís con la construcción de las torres del Front de Seine, la estación Défense del reciente RER, las nuevas estaciones de metro en el centro de la ciudad, con sus colores vivos y su plástico que hacia contraste con la cerámica blanca de las estaciones antiguas como Etoile . 

El uso de los colores fuertes, de moda en esos años, que quisieron eliminar toda huella de los gustos anteriores, es llevado de mano maestra por Robby Müller, camarógrafo predilecto de Wenders : las tomas abiertas sobre Hamburgo o Paris contrastar con los espacios cerrados : departamento de Zimmermann ,con su cuartos pequeños que comunican todos entre sí, largos pasillos entrecruzados, laberinticos de la estación Etoile des metro, sonde se mezclan espacios antiguos del metro de 1900 y grandes halls del nuevo RER . Las escaleras eléctricas interminables son el escenario para la persecución y la ejecución de la victima de Minot. Pero Zimmermann parece ser la primera víctima de su acto, presa del pánico, trata de escapar, se cae, corre, sube, baja en forma desordenada,  mientras las cámaras de vigilancia lo siguen, sin que nadie lo vea. 

Paris se transforma mientras Zimmermann se transforma y pasa de hombre honesto a criminal: el cielo se tiñe de rojo, la tierra se abre para preparar las fundaciones de los nuevos edificios. 

La transformación de Zimmermann acaba en su muerte, después de una última aventura delictiva que lo llevó, en compañía de su esposa, a la orilla del Mar del Norte, en un espacio sonde el cielo azul intenso y sus nubes blancas se reflejan en los charcos sobre la playa y donde su pequeño coche parece nadar en el cielo. 

Ripley logró su venganza sobre el hombre moral que lo despreciaba. Él que vive para y por el dinero encontró la respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el precio de un hombre honesto? Pero, en el transcurso, encontró la amistad. 

Si Dennis Hopper encarna perfectamente el cowboy americano exiliado en Alemania pero viviendo con sus valores gringos, Bruno Gantz atrapa por su interpretación del atormentado y, silencioso y miedoso Zimmermann. La frase que Ripley repite “No hay nada que temer salvo el miedo” es el resumen exacto de la situación del fabricante de cuadros. ¿Pero miedo de que? : ¿Dejar a los suyos? ¿Quedarse a vivir en un barrio abandonado, degradado? ¿Sufrir dolores físicos? ¿Traicionar sus valores? ¿Ganar dinero sucio?

La cinta es también un homenaje al cine .Esta dedicada a Henri Langlois, quien acababa de morir y fue uno de los fundadores de la cinemateca de Paris, y quien fue un gran apoyo a los jóvenes directores de la Nouvelle Vague. Wenders decidió también contratar a directores de cine como Nicholas Ray, Samuel Fuller o Jean Eustache para los papeles secundarios. A Gérard Blain, actor y director de la Nouvelle Vague, le da el papel determinante de Raul Minot. 

Las dos escenas de asesinatos parecen salidas directamente de películas de Hitchcock: la persecución y asesinato en el metro de Paris y toda la secuencia del segundo crimen, en el tren de Múnich, con los efectos de suspenso, de espera, de juego contra el reloj. 

Pero lo que domina la cinta es la actuación de Bruno Gantz quien se convertiría con el tiempo en actor acostumbrado de Wenders, como por ejemplo en Las Alas del deseo (Der Himmel über Berlin -1987). Más recientemente  interpretó un Hitler remarcable en La Caída (Der Untergang - Olivier Hirschbiegel - 2004) - 

Tuesday, December 27, 2016

Escobar: Paradise Lost ( Andrea di Stefano, 2014) - 7.5 /10

No se trata de una biografía del famoso narcotraficante quien regentó a Colombia durante decenas de años. Es más bien un drama sobre un pobre turista canadiense cuya vida y cuya muerte cruzan, para su desgracia la vida del “patrón”.

Ficha IMDb

A finales de la década de 1980, Pablo Escobar era el hombre más rico del mundo. En el apogeo de su poder, se estima que el capo de la droga controlaba el 80 % del mercado mundial de cocaína, ganando alrededor de 60 millones de dólares en un día al exportar 15 toneladas de cocaína. 

El 20 de junio de 1991, Escobar ingresó voluntariamente a prisión, a cambio de no ser extraditado a Estados Unidos, y con la condición de ser encarcelado en una prisión arreglada exclusivamente para él y sus hombres. 

Antes de entregarse, pide a algunos de sus hombres que escondan toda su fortuna en diferentes puntos del país. Ahí empieza la cinta de ficción.

Para mantener el suspenso, este breve episodio se interrumpe para volver atrás, meses antes, cuando el joven Nick (Josh Hutcherson) acaba de llegar a la playa paradisiaca donde empieza poner ,con su hermano Dylan ( Brady Corbet) ) un puesto de comida y clases de surf., a pesar de las amenazas de dos hermanos que se pretenden dueños del lugar. En el pueblo vecino, un grupo de jóvenes están ayudando a la población, en nombre de un cierto Pablo Escobar. Entre ellos, una chica muy linda, Maria (Claudia Traisac) Inmediatamente los dos jóvenes se enamoran .Pero María, convencida de la importancia de los usos familiares, quiere presentar al joven a su tío, Pablo Escobar en persona (Benicio del Toro) .

La introducción del joven novio tendrá lugar en la inmensa mansión del tío, el día de su cumpleaños, en medio de centenas de invitados. Cuando Nick pregunta sorprendido a su novia de donde el tío sacó tanto dinero, la joven le contesta con total inocencia: de la cocaína. 

Después de un interrogatorio de moralidad en plena noche, el canadiense será aceptado por el patriarca quien le proporcionará trabajo en su hacienda y protección para el negocio playero de los hermanos. Protección un poco violenta: los dos amenazadores son colgados de un árbol y quemados vivos.
A pesar de empezar a sentirse un poco mal, el joven Nick sigue fiel a la familia con tal de poner mantenerse en los favores del tío, para conservar el amor de María. 
Y volvemos a la escena final: Nick, quien aparentemente está preparando su huida en compañía de su esposa, esta llamado en medio de la noche por el “patrón”. A él y algunos otros de sus hombres, este les explica en que consiste su misión nocturna: llevar a escondites partes de su fortuna  Nick está ahora totalmente implicado, va a tener que matar para mostrar su lealtad a Pablo, matando al campesino que lo debe ayudar. 

Lo que no sabemos, es que cada uno de los hombres encargados de esconder una parte del tesoro será eliminado después de cumplir con su trabajo. 

La tercera parte de la cinta consiste en el suspenso de la huida de Nick. Acorralado por los hombres de Escobar, en particular Drago (Carlos Bardem, hermano de Javier) quien ha pedido el apoyo de la policía local, trata de salir del pueblo adonde lo mandaron, de volver a Bogotá para reunirse con María y pedir ayuda a la embajada canadiense.

Sobra decir que no podrán escapar, ni él, ni María, ni su hermano Dylan con esposa y bebe. Porque “nadie se le escapa a Pablo Escobar”. 

La película, en tres tiempos no sabe bien a que genero apegarse, pasa de romance paradisiaco a medio documental biográfico, para acabar en suspenso criminal.

Todo eso es mero pretexto, o se percibe como simple marco para una actuación fenomenal, la de Benicio del Toro. Después de ver la cinta, uno se sorprende en recordar solo los momentos en que él estaba en la pantalla, de cerca o de lejos. Porque su presencia es tan fuerte que se llega a creer que sí  fue una biografía. 

El andar, a veces casi danzante de Escobar, la cara redonda invadida por la barba de los últimos años, el carisma de un hombre totalmente entregado a la acción del momento: festejar con su familia, rezar, cantarle a su esposa, leerle El libro de la selva a sus hijos, u ordenar la muerte de algunos indeseables, Del Toro lo actúa todo con la misma tranquilidad segura de su talento. 

Si la cinta narra desde el punto de vista primero incrédulo y después asustado de un joven extranjero, unos meses nada más de actividad de Escobar, lo vuelve tan presente que uno podría pensar que con eso conoce todo del jefe del cartel, de su vida y sus operaciones. 

Pero no se trata para nada de una biografía, no se cuentan los orígenes pobres, muy pobres de la familia Escobar, casi no se ve a su madre y su esposa, ni a sus hermanos y primos que trabajaron con él, a sus aliados y sus enemigos. Si se quiere conocer a Escobar, hay que ver la remarcable serie, de unos 70 episodios, que realizó la televisión colombiana, Escobar, el patrón del mal. Ahí se puede entender el crecimiento, apogeo y decadencia de Escobar, el funcionamiento de su empresa, la lealtad de sus hombres, las complicidades de los poderosos, los crímenes y la onda de violencia que desencadenó sobre Colombia. 

Pero la cinta de Di Stefano, gracias a la interpretación de Benicio del Toro, y de algunos hallazgos de dirección logra transmitir las dos facetas de Escobar .Por un lado, hombre de familia, apegado a los valores religiosos (memorable escena en la noche antes de su entrega, cuando habla por teléfono con su madre para que recen juntos) , amigo fiel, padre y esposo temeroso por la seguridad de los que ama profundamente, hombre rico que da a profusión para ayudar a los pobres de su país, lo que el gobierno no es capaz de hacer, y por lo cual el pueblo lo venera.. Por el otro, un gánster decidido a imponerse, capaz de ordenar y presenciar la muerte de los que lo traicionaron o ya no le sirven.

Algunas escenas son en ese aspecto bastante bien logradas: Escobar en su coche mirando el dibujo que le dio su hija mientras en segundo plano, desenfocado, matan a uno de sus hombres antes de dejar la casa. O Nick oyendo por teléfono como matan a su cunada y su bebé, después de probablemente matar a su hermano, mientras en televisión se oyen las ovaciones del pueblo que recibe a Pablo en el campo de futbol donde se va a entregar. Parecen aplausos para un hombre político, o a un ídolo de la canción. 

EL director explicó que veía a Nick como un moderno Ícaro que se acercó demasiado al sol de un hombre fascinante, de un sueño paradisíaco de amor y exotismo, y acaba destruido por su sueño. La interpretación muy torpe de Josh Hutcherson no logra expresar tal fascinación, no sale del embelesamiento por su novia morena y de la sorpresa cada vez más asustada frente al actuar de Escobar y sus hombres. Ver en él a un mito griego es mucho pedir. 

Fantastic Beasts and Where To Find Them (David Yates, 2016) – 7.5/10

Vuelve el universo de Harry Potter, sin Harry Potter, pero con la misma fantasía y las mismas criaturas. Las humanas igual de buenas o malvadas, y las fantásticas, mucho más variadas, impresionantes o tiernas. El nuevo héroe llega  a la ciudad de Nueva York desde su lejana Europa, Tiene la misma candidez que Harry Potter en sus años tiernos, aunque sea un poco más viejo y haya estudiado más. Pero como buen científico y extranjero, cae en todas las trampas de la ciudad de todos los males. 

Fantástica Ficha IMDb

1926, Newt Scamander (Eddie Redmayne) llega a Nueva York desde su lejana Europa, camino a Arizona para conseguir una variedad especial de animal fantástico. Después de algunos sobresaltos al pasar los controles de Ellis Island, ya que su maleta muestra extrañas señales de vida, se encuentra libre en la gran ciudad, y dispuesto a cumplir con su misión. Pero se produce un error de maleta, y la suya va a dar a las manos de un panadero gordito simpático y talentoso, Jacob Kowalski (Dan Fogler) quien vino a la ciudad solicitar un préstamo bancario para abrir su propio negocio. La recuperación de la maleta da lugar a una secuencia muy accidentada donde la rapidez de las imágenes, los efectos especiales y un magnífico edificio se unen para conquistar al espectador.

Paralelamente, en el mundo de los brujos, el Congreso Magico de los USA (MACUSA) con su centro de decisiones en los múltiples sótanos de un edificio sombrío, y su jerarquía burocrática, se está a punto de emitir reglas intransigentes sobre los no-magos. La llegada del mago-zoologista va a desencadenar una caza ya que desobedeció la regla de no convivencia. 

Ademas, uno de los jefes mayores, Percival Graves (Colin Farrel), elegante cual aristócrata de las grandes fortunas neoyorquinas, vigila de cerca de una extraña familia en el seno de la cual sabe que vive una persona que podrá serle muy útil. La madre, Mary Lou Barebone (Samantha Morton) dirige la Sociedad Filantrópica de Nuevo Salem y pronuncia discursos de odio contra brujos y brujas. Maltrata a su hijo adoptivo Credence (Ezra Miller), cuyo comportamiento parece definitivamente angustiante. Las alusiones, en los caracteres y los eventos, a Salem y sus brujas, permiten al espectador adulto sentirse culto mientras que las apariencias pálidas orillan la cinta al género del terror. Al mismo tiempo, la ambientación en el Nueva York en construcción del principio de siglo acentúa el realismo que se vio en la escena del banco.

Newt es detenido por la ex-Aurora Porpentina Goldstein (Katherine Waterston ) por haber causado un desastre general, pero, al enfrentarse con la intransigencia conservadora de las altas cúpulas mágicas, y  después de encontrar al pobre Jacob, ella los lleva con su hermana Queenie (Alison Sudol), capaz de leer la mente , quien se sentirá inmediatamente atraída por el panadero.

Así se van juntando y desjuntando varias familias: Scamander y sus criaturas, Porpentina, su hermana y el panadero enamorado, la familia Salem y el dominante Graves.

La historia es en sí bastante sencilla y sigue una estructura tradicional de cuento. El héroe  persigue su meta, encontrar criaturas fantásticas para su catálogo, las hermanas y el panadero lo ayudan mientras el brujo malo lo persigue. Aparecen otros ayudantes como el duende gánster y dueño de bar clandestino Gnarlack (Ron Perlman) .Al final, después de una última lucha de dimensiones apocalípticas, el jefe supremo hace su reaparición, bajo la apariencia de Gellert Grindelwald (Johnny Depp), de un carisma malvado que antoja ver las cintas que vendrán. 

Los buenos, salvados de todo peligro podrán llevar a cabo sus proyectos: Jacob abrirá su panadería, donde un día llegará la clienta Queenie, Scamander volverá a su país natal para escribir su libro, prometiendo a Porpentina regresar  en persona para presentárselo. Lo que no sabe todavía es que ese libro, que describe 75 animales extraordinarios, será lectura obligatoria para Harry, Hermione y Ron en su materia Cuidado de Criaturas mágicas en Hogwarts, ya que describe y clasifica plantas y animales según su grado de peligrosidad y/o interés 

Todos los personajes tienen algo de raro, empezando por Scamander, cuyo cuello torcido y cabeza inclinada pueden ser vistos como tic del actor o como señal de inteligencia e intereses intelectuales distintos. Las dos hermanas se ven un poco locas pero lindas. Y el panadero es tan tierno que el espectador ansia la apertura de la tienda porque seguramente sus panes van a ser igual de deliciosos que su carácter. 

La trama es tal vez demasiado sencilla pero uno la acepta al saber que entra en un mundo diferente, donde adultos y niños deben compartir. Hay que reconocer que los Harry Potter tenían muchas veces demasiados personajes. Esta vez, al menos, uno no se pierde en una lista demasiado extensa 

Hay momentos tiernos (sobre todo con las criaturas fantásticas), otros cómicos (con los humanos), mucha poesía en los espacios inventados. Un universo nuevo se está creando, con un equilibro entre magia y realidad, mucho más balanceado que en las historias de Harry Potter. Los dos mundos se cruzan, se mezclan y hacen casi más verosímil la presencia mágica en el mundo real. Lo que permite a la mente adulta evadirse con más facilidad y a la mente infantil creer más en las aventuras que le cuentan. 

El uso de edificios reales para ambientar los episodios como el Edificio Woolworth para el Congreso de los magos, el magnífico banco o el metro, realza esa sensación de vida real creada por la cinta. 
Hay en la cinta un ambiente casi Mary Poppins, de inocencia natural, de bondad. Los personajes son tan agradables que uno no puede creer que van a ser vencidos por las fuerzas del mal. Tienen que ganar.

Y, obviamente, las criaturas fantásticas son realmente fantásticas, variadas, en tamaños, formas y colores, inventivas, de un acabado y movimientos perfectos (180 millones de dólares para realizar la cinta)  El impacto visual es extraordinario. 

El espíritu Potter esta presente, se mencionan algunos personajes, en particular para validar el nuevo héroe, Scamander, al mencionar la buena opinión que Dumblemore tenía de él. Pero se trata claramente de una nueva serie de historias con su ambiente propio, neoyorquino y un poco más antiguo que la serie Potter. Y el espectador está listo para entrar en una nueva dependencia. 

David Yates ya había realizado Harry Potter y la orden del Fénix (2007) , Harry Potter y el misterio del príncipe (2009) y las dos partes de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010-2011). Parece que se va a quedar al frente de las adaptaciones de la pentalogia que la autora anunció. Así que tenemos Animales y magizoologo para rato. 

Sunday, December 25, 2016

Café Society (Woody Allen, 2016) – 6.5/10

Linda película que entretiene, un poco mejor que algunas de las ultimas cintas del gran maestro, pero sin recuperar el nivel de las verdaderamente buenas. 

Ficha IMDb

Una historia de familia, judía, por cierto, donde los jóvenes necesitan de los más viejos para avanzar, sin saber que también van a ocupar su lugar en el aspecto sentimental. 

Bobby (Jesse Eisenberg) no tienen trabajo, Karen, su mama (Sheryl Lee) pide a su hermano Phil Stern (Steve Carrell ), quien parece ser famoso e importante en el star system de la Edad de Oro de Hollywood le dé un empujoncito. Desde su cocina en el Bronx, la mama judía presiona repetidamente al distante Phil para que obedezca a sus obligaciones familiares. Después de horas y días de espera en el sofá de la antesala, Bobby tendrá su entrada. Pero, sobre todo, tendrá una muy bonita amistad que se volverá amor con Vonnie (Kristen Stewart), la secretaria del tío-jefe. Sin saber que este es el amante instalado de la joven aparentemente tan inocente, al mismo tiempo que tiene esposa e hijos, y que promete dejarlos para casarse con la joven. Y la joven va y viene, acepta y se rebela, durante bastante tiempo.

Hasta que se toma una decisión: dinero y fama ganan.  Bobby vuelve a Nueva York y empieza a trabajar con otro miembro dela familia: el hermano mayor, Ben (Corey Stoll) muy bien colocado en negocios mafiosos quien lanza un club nocturno, el Café Society del título, que se vuelve rápidamente un lugar digno de una cinta de Scorcese. 

Unos diálogos que se quieren finos y profundos, sacan una sonrisa. Unas escenas tiernas arrancan un suspiro. Eisenberg se parece, trata de parecerse a Woody Allen en sus tiempos de juventud, y eso resulta bastante divertido. Nos hace sentir que conocemos al tío Woody desde hace mucho, que lo hemos acompañado a lo largo de tantas y tantas películas que ya sabemos todo de él. Es como ver a un amigo a lo largo de sus distintos matrimonios. En cada encuentro, nos presenta a su nueva esposa y contabilizamos. Vivimos las épocas de Woody Allen con sus actores fetiches del momento. Y el momento es ahora de Eisenberg , Kirsten Stewart y Steve Carrell. 

Allen ha trabajado con actores definitivamente más talentosos; sin volver a los tiempos antiguos de Diana Keaton y Mia Farrow, vimos a Scarlett Johansson y Colin Firth integrarse maravillosamente al universo Allen. Esta nueva pareja en realidad no funciona muy bien, no hay química entre ellos, y medimos el talento de Eisenberg a su parecido con el maestro. Aunque, hay que reconocerlo, se ve bastante mejor que en sus anteriores cintas, un poco menos tonto e inexpresivo. Kirsten Stewart trata desesperadamente de parecer a las grandes actrices del tiempo en que pasa la historia: los años treinta. Una sola escena le permite mostrar algo de talento, su gran declaración esnobista sobre su vida con su esposo en el Hollywood adinerado. 

En realidad, lo que más deleita en esta cinta es el trabajo de producción. Claro que va con la moda actual de lo vintage : edificios de los 30’, vestimenta. Una excelente fotografía de Vittorio Storaro , quien trabajó con Coppola en Apocalypse Now y con Bertolucci en El último emperador, entre otros grandes.

Y como en todas las películas de Allen, una banda sonora maravillosa complementa este entretenimiento delicado, elegante, sofisticado. Nostalgia de una época de vida glamorosa, y de una época de Allen el grande, cuando su sentido del humor nos sorprendía a cada minuto, con su desesperanza sobre la condición humana, o sus eternos discursos sobre si mismo.

La voz en off del el propio Allen, conforta la impresión de estar viendo en Eisenberg a una sustitución del director que ya no puede prestar su paraciencia a personajes jóvenes y garantiza su participación con una narración aburrida que trata de tapar los hoyos debidos a  las escenas que , tal vez , el director no tuvo ganas de escribir.

Y se ve la repetición de temas que han hecho grandes momentos de Allen: la relación entre el arte y la mafia, como en Disparos sobre Broadway (1994); la eterna cuestión del amor, la felicidad y el desamor, los caracteres femeninos indecisos como en Alice (1990) las dudas sobre las motivaciones y decisiones masculinas y las idas y vueltas entre la costa Este y la California, los dos polos intelectuales entre los cuales no existe ninguna tierra significante para Allen. También está la fuerza de la familia judía, las infidelidades y la importancia implícita del dinero. 

Así, Café Society es una más de Allen, con quien ya tenemos una relación adictiva. Pero, entre las recientes, no llega ni a la pantorrilla de Blue Jasmine (2013), tal vez porque estaba más concentrada, sobre un personaje y servido por una actriz excepcional, Cate Blanchett .

Tuesday, December 20, 2016

Forushande ( Asghar Farhani, 2016 ) – 7/10

En la sociedad iraní actual, una joven pareja se ve dividida por las consecuencias de un ataque a la mujer. La necesidad de venganza del esposo lo lleva a una crueldad ciega que podría destruir a los que lo rodean.

Ficha IMDb

Emad Etesami ( Shahab Hosseini) es maestro de literatura en una preparatoria masculina, y director de teatro. Su pequeña compañía está ensayando La muerte de un viajante de Arthur Miller (1949), y su esposa Rana (Taraneh Alidoosti) actúa con él.

Pero la vida personal de la pareja se ve perturbada, y es el punto de partida de la historia, cuando, en plena noche, el edificio donde viven empieza a temblar sobre sus bases. Todos los vecinos salen, se llaman, se ayudan. Pero no se trata de un sismo: el edificio está en demolición y todos tienen que encontrar rápidamente donde alojarse.

El departamento que Emad y Rana consiguen, gracias a un miembro de la compañía, estaba ocupado antes por una mujer, quien se fue sin explicación, pero dejó unas cosas en un cuarto cerrado con llave. Después de una mudanza expedita, y de unos días con muebles en la azotea, expuestos a la lluvia, los jóvenes deciden vaciar el cuarto .El misterio en cuanto a la mujer subsiste, aunque el dueño parece saber más de lo que dice.

Una noche, volviendo del teatro, Rana es agredida en el departamento. ¿Molestada, herida, violada? No se sabe exactamente. Pero ahora tiene miedo y le cuesta volver a una vida normal. Su esposo tampoco puede vivir como antes. Encontró unas llaves de coche olvidadas por el agresor. A partir de ahí, empieza una investigación que lo llevará a un “cliente” de la anterior inquilina, panadero de mediana edad, padre de familia.

La cinta muestra con delicadeza y discreción las contradicciones de una sociedad iraní actual, en la cual los personajes, modernos por su cultura occidental, siguen atados a prejuicios de vestimenta (Rana, actriz, lleva la cabeza tapada), de comportamientos machistas, de tabúes sobre el rol de la mujer. Rana sufre, no solo por lo que vivió, sino por la mirada de los vecinos, de los compañeros del teatro. Siente que su esposo no logra aceptar lo que pasó. Ya no la puede aceptar, no puede entender ni apoyar. Su orgullo y la violencia que anida en su interior, por frustraciones profesionales, económicas o creativas, lo llevan a limpiar su honor, en una búsqueda obsesiva. Él que se siente víctima necesita su víctima. 

El desenlace es la destrucción de un hombre viejo que había logrado mantener las apariencias de una vida honesta. Al hacer trizas su respetabilidad frente a su familia, la victoria de Emad es clara. Pero su satisfacción es amarga. Y, si la representación teatral es un éxito, algo, tal vez algo se rompió en la harmonía de la pareja, y del trabajo creativo.

The Accountant (Gavin O’Connor, 2016) - 6/10

Un contador autista, al servicio de grandes fortunas ilegales, perseguido por el departamento del tesoro, ayudado por una contadora casi igual de dotada que él, pero amenazado por un asesino a sueldo , con quien puede luchar, porque es igual de bueno en las artes marciales y en el manejo de armas sofisticadas. Y porque tienen algo más en común, que permitirá reconstituir el rompecabezas de la narración.

Ficha IMDb

Christian Wolff (Ben Affleck) es casi autista, tiene síndrome de Asperger, le cuesta trabajo entablar relaciones personales, se angustia cuando no puede terminar una tarea, pero es sobredotado para las matemáticas. Los numerosos flash backs permiten entender la relación con su hermano, con su padre (Robert C. Treveiler), militar autoritario, y su madre que los dejó a todos cuando el padre se obstinó en tratar a los hijos según sus propios códigos de educación: mejor atacar que ser atacado. 

La vida de Wolff es sencilla, depurada, su alimentación sana, y es sumamente eficiente y preciso en el manejo de las armas, y en las artes marciales.

Cuando no lleva la contabilidad de grandes organizaciones criminales, que lo pagan con obras de arte, Wolff trabaja como cualquier contador eficiente, ayuda gente indefensa con su declaración de impuestos, o grandes firmas que tienen dudas sobre el uso de su dinero.

Dos historias se desarrollan al mismo tiempo y acaban por unirse. Por un lado, Wolff, para garantizar su cobertura, acepta un trabajo perfectamente legal en la gran empresa de prótesis robóticas Living Robotics, cuyo director Lamar Black (John Lithgow) necesita investigar un robo de fondos antes de cotizar la compañía en la Bolsa.  El problema ha sido revelado por una talentosa joven contadora, Dana Cummings (Anna Kendrick), quien va a trabajar arduamente con Wolff, hasta llegar casi a una amistad, en los límites permitidos por Asperger, obviamente.

A medida que la investigación avanza, Wolff se ve perseguido, cada vez de más cerca, por un misterioso asesino , Braxton ( Jon Bernthal) y sus hombres.

Paralelamente, Ray King ( J.K. Simmons), jefe de la división de lucha anti-fraude del departamento de tesoro, encarga a una de sus agentes, Marybeth Medina ( Cynthia Addai- Robinson) investigar a Wolff para encontrar los criminales que lo contratan. 

La escena final concretará todos los datos, como las piezas de los rompecabezas que hacia Christian de niño: quien es quien, porque esta aquí, porque hace lo que hace, porque hizo lo que hizo. Ya era tiempo, porque la cinta se alargó, combinó escenas de niñez, de pasado reciente, de presente, de recuerdos de cada personaje. Mezcló todo y el pobre espectador, cansado, ya está perdido frente a tanta dispersión de personajes, de épocas, de situaciones. 

El personaje de Wolff es interesante, como lo son en general los que tienen dificultades de relación con la gente “normal”, por exceso de inteligencia, por comportamientos obsesivos, o por falta de empatía. El problema es que Ben Affleck no es consistente en su interpretación. A veces totalmente desadaptado, a veces solo un poco torpe. Y esa historia de amor que parece empezar entre él y su colega contadora, roza el ridículo.

La puesta en escena es bastante tradicional. Algunas escenas de la niñez del protagonista  con su padre caen casi en lo ridículo por tan estereotipadas. Las secuencias de lucha, rápidas y poco claras, dejan al espectador insatisfecho.

El jueguito de seudónimos basados en nombres de famosos matemáticos se antojaba divertido, pero se acaba muy rápido. 

Y qué decir del final, y del encuentro milagroso de los dos hermanos, que explica mucho del rompecabezas, pero destruye totalmente la coherencia autista del protagonista. Si no se había destruido antes. 

Finalmente, una mezcla de cinta de acción con suspenso financiero y psicología especial, que tenía buenas ideas de principio pero no supo aprovecharlas. 

Magallanes (Salvador del Solar, 2015) – 8.5/10

Basada en la novela La Pasajera del escritor peruano Alonso Cueto, esta cinta deambula a paso lento entre dramatismo, absurdo, ternura, compromiso histórico-político, costumbrismo. Pero, sobre todo, permite admirar un Damián Alcázar, inusual y muy talentoso

Ficha IMDb

Harvey Magallanes (Damián Alcázar), a pesar de su nombre de explorador, es un hombre muy humilde, que trabaja en Lima como chofer y ayudante de un coronel jubilado, paralitico  y enfermo de Alzheimer (Federico Luppi). Cuando queda libre de sus obligaciones, le pega a su parabrisas una etiqueta de taxi, y se dedica a ganar un dinerito extra, que tiene que compartir con el dueño del coche, su amigo Milton (Bruno Odar).

Un día como cualquiera, toma una pasajera que lo sume en un estado extraño: parece asustado, conmovido, perturbado. Se esconde de ella y, cuando la deja en su destino, se baja para seguirla. 

Al volver a su casa, si así se le puede llamar a un sótano reducido y oscuro, busca en sus cajas y encuentra una vieja fotografía de una adolescente desnuda con un anciano. 

A partir de ese momento, y con la complicidad de su hermana Hermelinda (Tatiana Espinoza), decide sacarle dinero a la familia del anciano, primero con la amenaza de revelar la verdad sobre lo que pasó unos veinte años atrás en Ayacucho, cuando el ejército regular del Perú luchaba contra los militantes de Sendero Luminoso, grupo de obediencia maoísta. Cuando su plan fracasa, pasa a secuestrar al hijo del militar.

La meta de Magallanes es simplemente recabar dinero para ayudar a la joven Celina (Magaly Solier) quien lucha para mantener su peluquería, agobiada por la deuda abusiva de una vieja usurera.

Mientras trata de llevar a cabo sus planos delictivos, Magallanes se acerca paulatinamente a Celina. La observa, la sigue y acaba por hacerse reconocer y proponerle abiertamente su ayuda. 

Pero ella ha decido olvidar, construir su vida, para ella y su hijo, con las fuerzas de su ira, de su voluntad, de sus orígenes indígenas.

Poco a poco, Magallanes deja ver sus verdaderos motivos, el papel que jugó en esos años, sus motivaciones de antes y de ahora. 

El contexto de la narración incomoda seguramente más a los peruanos que a los espectadores de otros países. Se percibe todo un implícito, un pasado del cual no se quiere hablar pero que pesa sobre todas las conciencias. La cinta no explica mucho, el nombre “Ayacucho” se repite sin que haya una clara explicación del papel que jugó el ejército regular en la sierra. Se sabe que Sendero Luminoso fue muy activo, se conocen sus métodos de acción. De ahí se puede suponer en qué términos los militares se hicieron presentes. Pero todo eso, el espectador lo sabe más por su propia cultura, por otras lecturas, como la novela de Vargas Llosa, “Lituma en los Andes”, publicada en 1993, o por recuerdos de noticieros de los años ochenta. 

Tal vez esa falta de claridad en la explicación de los hechos vividos por los tres protagonistas se pueda reprochar al guionista. Sin embargo, lo importante es la forma en que Magallanes revive, resiente lo que pasó veinte años antes. Estaba del lado de los abusadores, tuvo que obedecer órdenes. Y, al mismo tiempo, sintió compasión por las víctimas. Y, con una en particular, la niña Celina, sintió algo más. El joven soldado solitario se enamoró. La ayudó a huir, pero cobró por su ayuda, un momento de placer, que, para él, era un momento de amor. Él también abusó de su poder. La culpa que siente es culpa personal, es culpa de clase, la clase militar. Pero también es nostalgia. Trata de recomponer lo que los militares descompusieron, al mismo tiempo que trata de explicar su honestidad pasada, su honestidad actual, su buena voluntad. Trata de volver a vivir su amor. La escena del corte de pelo es una maravilla de emoción, Damián Alcazar transmite esa intensa felicidad, física, mental, ese fervor del hombre que espera que finalmente, Celina entienda quien es, quien fue, y porque.

Pero Celina se le escapa, porque su rabia es tan grande que ninguna expiación ajena , ninguna autocompasión , cabe en su fuerza de mujer , de ex víctima de los militares, de victima actual de un sistema político y económico que la pone en las capas más bajas de la sociedad, eterna abusada a quien le queda solo su orgullo. Su soledad es lo único con que quiere defenderse. Sea frente a una usurera desalmada, a un grupo de ayuda ridículo, o a la generosidad del hijo de su abusador. Su ira desgarradora se expresa en una caminada nocturna, vista en contraluz sobre la gran ciudad de Lima, subiendo un cerro interminable como un calvario, y en una escena de protesta en quecha, frente a tres hombres que no entienden nada, sino que esta mujer lleva adentro un peso tal que nadie, ni la legalidad policiaca, ni el dinero del empresario, ni el amor del humilde Magallán, podrá agotar.

Magallanes busca el perdón de Celina, busca facilitarle la vida, pero en realidad trabaja para si mismo, busca sacarse la culpa de encima. Y la que fue víctima de todos, acaba siendo verdugo, porque no acepta colaborar en la gran empresa de reconciliación. 

La cinta sabe enseñar los barrios pobres de Lima, tan parecidos a todos los barrios pobres de todas las capitales de Latino-América, los comportamientos de los ricos, de los pobres que trabajan de sol a sol y se emborrachan para olvidar.

Pero también sabe utilizar maravillosamente el talento de sus actores, desde el viejo militar tieso en su silla de ruedas, erguido y mudo, con físico de viejo alemán, que evoca ,tal vez sin quererlo, a esos ex nazis que buscaron refugio en el sur de América . La energía y el ímpetu de Magaly Solier hacen un contrapeso vital a la interioridad de Damián Alcázar quien encuentra aquí, por fin, un papel que le permite demostrar que no es solamente el payaso al que lo limitan las cintas mexicanas. Aquí es timido, miedoso, concentrado sobre su dolor, su amor y sus torpes buenas intenciones. Su mirada sabe traducir una ansiedad, un dolor intensos, al mismo tiempo que un amor y una esperanza irrisorios.

Esta obra prima de Salvador del Solar vale mucho la pena y nos hace esperar mucho de este joven director y del cine peruano, poco conocido hasta ahora. 

Sunday, December 11, 2016

Adieu l’ami (Jean Herman, 1968) – 6.5/10

Protagonizado por la estrella seductora del momento, esta cinta es un ejemplo bastante bien logrado del nuevo cine de acción y suspenso de los 60 s que no se interesa demasiado en psicologías. Claro, eficiente, con efectos sencillos. Pero hoy nos parece un poco antiguado en sus intentos de modernidad. 

Ficha IMDb

Marsella, en algún año de los sesentas, cuando la guerra de Argel acaba de terminar, los soldados franceses vuelven al país para ser liberados de sus obligaciones e reintegrar la vida civil. 

Entre ellos, el doctor Dino Barran (Alain Delon), bastante, desanimado, se apresura en perder su último sueldo jugando cartas. Un mercenario, mitad alemán, mitad gringo, y completamente sin principios ni honor, Franz Pratt (Charles Bronson) se le pega para llevárselo a una extraña y claramente poco honesta expedición a Congo. Pero una seductora mujer, Isabelle Moreau (Olga Georges-Picot) le pide como favor entrar a trabajar por unos días a una gran empresa parisina. El trabajo iba a ser para el doctor Mozart, quien servía en Argel pero que Barran pretende no conocer. En realidad, la ex novia de Mozart quiere que Barran se quede encerrado en el edificio durante el fin de semana largo de Navidad para abrir la caja fuerte y regresar un paquete de acciones que ella sustrajo. 

Barran finalmente acepta y pasa tres días en el sótano, probando todas las combinaciones de la caja fuerte en base a los únicos tres cifras que Isabelle pudo proporcionarle. Pero el inevitable Propp, atraído por la posibilidad de dinero y husmeando alguna aventura, se metió antes que él. 

Durante tres días se va llevar a cabo un duelo entre cómplices-adversarios, que harán lucha de astucia, paciencia, músculos, en una rivalidad a golpes, interrumpida por momentos de solidaridad y confidencias. 

Pero la caja fuerte contiene una sorpresa y el escape será seguido de una confrontación con la policía, igual de entretenida, ya que el inspector Meloutis (Bernard Fresson) no tiene ni un pelo de tonto.

El guion está escrito por Sébastien Japrisot, a quien se le debe también el guion de Le passager de la pluie, y las novelas Un long dimanche de fiançailles y L’été meurtrier, ambas muy elaborabas en sus estructuras narrativas y sus personajes y que fueron también adaptadas al cine, la primera por Jean-Pierre Jeunet (2004), la secunda por Jean Becker (1983) La firma de Japrisot es garantía de eficiencia en la construcción de la intriga. 

La cinta usar al máximo de las posibilidades de confrontación de los dos actores, jóvenes en ese tiempo: dos cuerpos musculosos, fuertes, cada quien en su estilo propio; dos caras opuestas, la hermosamente perfecta y fría de Delon y la curtida , arrugada, casi felina de Bronson, que contiene una eterna ironía en el ojo.

Oposición también entre las dos mujeres, la seductora agresiva Isabelle y la pasiva seducida  Dominique Austerliz ( Brigitte Fossey) , quien lleva en su nombre la solución de todos los misterios. 

Si todo el ambiente, desde los coches, hasta los abrigos de piel y los peinados nos hace viajar a tiempos que nos parecen ahora muy lejanos y lentos, cuando se hablaba por teléfono desde una caseta en la calle, se peleaba a golpe de puño y se tomaba el avión en Orly, lo más anticuado es la forma de filmar. La búsqueda de la línea recta, de la frialdad de los pasillos unicolores y todos parecidos, los uniformes corporativos (cuando todavía no se usaba la palabra), el andar lento, compasado y mudo de los guardias, anuncian la estética que sería la de las películas de ciencia ficción, sobre un mundo deshumanizado, tipo 2001 de Kubrick (1968)

Todo eso hace de Adieu l’ami, además de la temática casi western de la fidelidad entre amigos, una cinta interesante de ver por ser testigo de una cierta época del cine, de una cierta época de actores famosos, y, hay que decirlo, por ser todo menos aburrida en sus tres actos: los tres días separados de Propp y Barran, los tres días juntos en el sótano, y los tres días de confrontación policíaca. 

Monday, October 31, 2016

Au nom de ma fille (Vincent Garenq, 2016) – 6/10

Inspirada por la historia real de un padre que dedicó treinta años a la persecución del asesino de su hija adolescente, esta cinta, apasionante por el fondo, no logra mantener la pasión que anima a su personaje principal. Tal vez porque se centra demasiado en las confrontaciones de este con un sistema judicial lento y poco eficaz.

Ficha IMDb

Todo empieza en Maruecos, donde André Bamberski (Daniel Auteuil) lleva una vida tranquila y bien organizada con su esposa Dany (Marie-Josée Croze) y sus dos hijos. Pero su carácter tal vez demasiado serio, demasiado dedicado a su trabajo, hace que su esposa se deje seducir por un amigo de la pareja, bastante insistente y seguro de sus encantos, el doctor alemán Dieter Krombach (Sebastian Koch). 

Cuando la pareja Bamberski vuelve a Francia, el doctor también, y la relación sigue, hasta llevar a un divorcio. Bamberski lo vive bastante mal, sobre todo porque debe compartir la custodia de  Kalinka y Pierre. Pero encuentra un nuevo equilibrio es su relación con Cécile (Christelle Cornil), una compañera de trabajo.

Cuando por fin logra salir de viaje con su nueva pareja, en el verano de 1982, mientras los niños se van a Alemaña con su madre y su padrastro, sucede lo abominable: Kalinka, ahora de quince años, muere en circunstancias extremas.Y más extrañas todavía son las condiciones y los resultados de la autopsia, a la cual asiste el padrastro. 

A partir de ese momento, el padre se lanza en una lucha agotadora para encontrar la verdad y, sobre todo, convencido que el padrastro es culpable, para llevarlo ante la justicia. Pero las leyes y los procedimientos de los diferentes países europeos se contradicen y Krombach logra escapar, astuto y bien apoyado por sus abogados. Bamberski se vuelve un experto, los policías se cansan, todo mundo lo odia. Ya es totalmente obsesionado. Y salen las revelaciones, los testimonios de varias mujeres que dicen haber sido abusados por Krombach, con métodos extrañamente parecidos a los que usó con su hijastra. 

Su tenacidad encontrará su recompensa y el culpable será condenado. Pero, en el transcurso de la cinta, el espectador queda exhausto, un poco aburrido de esta historia finalmente muy repetitiva, y que no logra decidirse entre ser un documental o ser una película dramática. 

Daniel Auteuil es muy intenso, es cierto, pero queda finalmente inexpresivo al interpretar a un hombre tan metido en su propia historia, tan cerrado y convencido de tener la razón que no deja espacio para sutilezas. Es cierto que el final es la condenación esperada. Pero, ¿no será también la venganza personal? ¿Los motivos de este padre eran realmente buscar justicia por su hija, víctima inocente de un predador? Queda la duda de una vieja venganza, de unos celos de esposo engañado, de un padre desplazado por un hombre más atractivo, más seguro de sí. Este hombre provoca algo de miedo, un cierto malestar. 

La forma de la cinta es muy clásica, muy impersonal. Es cierto que resumir treinta años en hora y media es difícil, pero se podían tomar otras decisiones y no caer en esa narración algo tediosa, aunque no el falté ritmo, aunque interese. Pero lo que mantiene la atención es más el hecho que se trate de un caso real y no un interés cinematográfico. Otra vez, es más lo documental que lo artístico, o el análisis de los personajes,  lo que retiene la atención. Se cuentan hechos, no se buscan explicaciones, no se analizan carácteres. Todos son imágenes planas, adultos o niños. 

Estamos muy lejos de la profundidad de análisis de L’adversaire (2002) de Nicole Garcia, basado es cierto sobre un libro absolutamente extraordinario de Emmanuel Carrère, y con una interpretación fascinante de Daniel Auteuil.

Sunday, October 30, 2016

Taxi (Jafar Panahi, 2015) - 8.5/10

Con medios técnicos muy limitados, Panahi logra burlar las interdicciones y transmitir información fundamental de forma divertida. Acusado de "actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el estado", condenado a arresto domiciliario –y por supuesto a no poder salir de Irán- , y a 20 años sin dirigir una película, logra ganar el Oso de Oro en Berlín con esa pequeña joya. 

Fiche IMDb

Muchas cosas pasan en los taxis todos los días. Así sucede en el taxi, clandestino por cierto, del señor Panahi. A lo largo de unos 80 minutos, tiempo real de la cinta sin cortes, pasajeros suben, pasajeros bajan, y familiares, y amigos. Hablan, lloran, cuentan, discuten, tienen compromisos. La pequeña cámara colocada  en el tablero registra todo. Y nos enseña todo.

El director en persona maneja el coche y la situación. Uno nunca sabe claramente si se trata de cine-vérité al estilo Godart, o si es ficción, puesta en escena o improvisada. Pero en forma indirecta dice mucho de las condiciones de vida de un pueblo: una mujer y un hombre discuten de la eficiencia de la pena de muerte para disuadir los criminales; un esposo herido debe redactar su testamento antes de llegar al hospital para que sus bienes le queden a su esposa. Una niña, entrañable sobrina impertinente que se parece mucho a la Marjane Satrapi de Persepolis, expone las consignas para realizar un vídeo escolar: las mujeres con velo, hombre y mujeres no se tocan, tema moralmente correcto. “en clase quieren que hagamos una película sobre la realidad, pero debamos evitar que la realidad sea demasiado sórdida”

Una amiga abogada (la militante de derechos humanos Nasrin Sotoudeh, a quien se le prohibió desde 2011 ejercer su profesión) sube con flores, va a visitar alguien a la prisión, y hace claras alusiones a lo que ella y el conductor y director vivieron en carne propia.

El encierro del taxi , metáfora del encierro político y creativo impuesto por los regímenes totalitarios, metáfora de la propia vida de Panahi, condenado a prisión y después a arresto domiciliario, , es también lugar de todas las libertades de expresión por la palabra y la imagen. 

El conductor maneja clandestinamente su taxi, el director filma clandestinamente su cinta. Somos testigos de eso, cómplices, nos volvemos parte con ansiedad. ¿Y si lo descubren?

Embarcados en una expedición búsqueda para devolverles su cartera a dos mujeres que llevan un pez en su acuario a la Fuente de Mahoma, tío y sobrina parecen ser víctima del sistema y de su policía, cuando asistimos al atraco del taxi y al robo de la cámara. Pero, ni modo, lo vimos todo en directo y en tiempo real. El mensaje de Tahani ya se divulgó. Nos hizo reír, pensar. Se llevan la cámara, todo se vuelve negro, pero sabemos que quedó una rosa en el tablero. 

Sin ser pretencioso, sin ser ostentoso, el director condenado al silencio, hace decir a sus personajes en forma aparentemente espontanea, lo esencial de un mensaje contra la dictadura. Es una obra de valentía, de energía, de insolencia, casi de testarudez. Y muy divertida. 

Genius (Michael Grandage, 2016) – 7.5/10

El trabajo meticuloso de la edición de un nuevo autor, con todo el cuidado y las consecuencias sobre el texto pero también sobre los individuos: autor, editor y los que lo rodean no pueden salir inmunes de tal aventura. Con dos grandes actores. Alrededor de una cuestión fundamental: ¿cuál debe ser el papel del editor?

Ficha IMDb

New York, 1929. En medio de la crisis, de la lluvia, de los que buscan trabajo, y de las empresas en quiebra, un hombre espera el veredicto sobre su manuscrito. Después de ser rechazado por varias editoriales, el enorme paquete de hojas llegó al escritorio de Max Perkins (Colin Firth). Este queda fascinado, atrapado por el estilo tan diferente del hasta ahora desconocido Thomas Wolfe (Jude Law). 

Después de unas horas de lectura más que atenta, casi mágica, Perkins, quien ha publicado a gigantes de la literatura estadounidense, como Hemingway y Fitzgerald, decide aceptar al joven, a pesar de lo interminable de su texto, y de las modificaciones sin fin. 

El trabajo de reescritura va a llevar meses, de discusiones, de peleas, de descubrimiento mutuo, de confrontaciones. Las vidas familiares se van a mezclar. De eso saldrá una obra de arte, “El ángel que nos mira”. Otras seguirán, mientras dos temperamentos tratan de trabajar juntos, de encontrar el equilibrio necesario para que el texto que resulte sea lo más cercano a lo que el autor buscaba. 

En una producción impecable, que parece ser en blanco y negro, en espacios cerrados, con los únicos escapes de los domicilios y las familias de cada uno, y los pleitos que la presencia cada vez más invasora del “otro hombre” provoca. 

Es la historia no solo de una colaboración pero también de la transformación progresiva de cada uno bajo la influencia del otro. Porque todo los opone, y las interpretaciones de Law y Firth son impecables para transmitirlo. Dos estilos de vida, dos sistemas de valores, dos concepciones de la literatura, lograrán confluir para que el joven romántico, destinado a una vida breve y fulgurante logre la consolidación de su talento, un lugar entre los grandes escritores, y, tal vez, algo de educación y de respeto por los demás. La selección de los actores es perfecta: al estilo distinguido, reservado de Firth se contrapone un Jude Law explosivo como raras veces se le ha visto. Excesos de palabras, de páginas, de movimientos y expresividad, enfrente  una economía de expresión reflejada en un sombrero inamovible, en la oficina, en el tren, a la mesa familiar, incluso en piyama.

La oficina de Perkins, con sus paredes de vidrio, es el alambique donde se transforma el metal bruto en oro, a golpe de lápiz, borrando, tachando, quitando, depurando. 

Y la cuestión central es si el editor tiene en realidad el derecho de hacer que el escritor modifique su texto. De verdad es para mejorar, o es simplemente para adaptar a los gustos del público. ¿Cómo puede un editor respectar la originalidad y el talento si impone modificaciones? ¿Corregir estilo es transformar, es perfeccionar, es servir el texto? Conocemos los nombres de los autores, pocas veces los nombres de los editores. Tal vez solo los nombres de los que cometieron enormes errores de juicio, como Gide, lector de Gallimard quien rechazó a Proust. 

¿Quién es el genio del título? ¿El que tiene las palabras, y saca de sí mismo parte de sus tripas para exponerlas en el papel lo mejor que puede? O el que sabe canalizarlas y tal vez adaptarlas al gusto del público, al gusto de una época, tal vez a una moda. El editor debe  destacar sin castrar. 

La película es muy sobria, sea en su desarrollo, simplemente cronológico, sin efectos de colores o de fotografía, con una gran discreción en la vestimenta, conforme, es cierto, con la época. 

Es también la historia de personajes secundarios muy bien descritos, cuya fuerza se muestra aun si se trata, en el caso de  Louise (Laura Linney), esposa del editor, de una fuerza muy discreta. Mucho más visible, extravertida, en el caso de Aline Bernstein (Nicole Kidman ) la compañera del autor,  quien tiene una vida personal, publica, de creadora reconocida, pero un carácter mucho más intolerante, porque más apasionado, al igual que su pareja. Sin embargo, se puede dudar de la adecuación de la actriz escogida ya que tal vez no tenga la edad que conviene. 

La cinta trabaja más sobre la profundidad que sobre la dispersión. Dos encuentros simbólicos: y significativos parecen salir un poco de la tonalidad contenida: la velada en un club de jazz cuando se conjugan tradición y modernidad sobre un tema de canción conocida.La transformación aportada por el talento de improvisación de los jazzmen es la metáfora de la riqueza de la riqueza, de la frondosidad que pueden tener ciertos autores a partir de hechos vividos que son, a final de cuentas, idénticos para todos los humanos.

Otra escena es la azotea del edificio: frente a un cielo lleno del infinito de los posibles, los dos hombres finalmente comulgan en su amor por la vida. Ya que finalmente el gran tema entre los dos, tema de encarnizadas oposiciones es eso: vivir. ¿Quién sabe vivir, el hombre de familia reservado o el artista libre y desordenado? 

Las elegidas (David Pablos, 2015) – 5/10

Pretenciosamente lenta y contemplativa, esta cinta padece de un estilo que no corresponde a su contenido. Eso hace que un tema candente se vuelve aburrido. 

Ficha IMDb

Norte de México, frontera con Estados Unidos. Zona de todos los tráficos, todas las corrupciones, todos los crímenes, todas las maldades. 

En un medio social más bien bajo, una chica de catorce años se enamora de un chico. Este la lleva con su familia. El papa la recibe, le presenta al resto de la familia. Todo parece normal. Pero resulta que el papa y el hermano mayor lideran una red de prostitución, y que el hermano menor se encarga de atraer las presas.

Pero esta vez, Ulises (Oscar Torres) se enamora de Sofía (Nancy Talamantes), y quiere que sus jefes hagan una excepción. Marcos, el padre (Edward Coward ) y Hector ,el hermano ( José Santillán Cabuto ) acceden con la condición que Ulises provee una sustituta de Sofía.  El chico emprende la caza, Marta (Leidi Gutierrez) cae en la trampa de la seducción y vuelven las mismas etapas: seduce, introduce a la familia, misma comida familiar, mismas palabras amistosas. 

Por su lado, Sofía  vive su introducción y capacitación para la prostitución: como maquillarse, presentarse, como hablar y comportarse con los clientes. Le explican los requisitos, el ritmo de trabajo, la cuota diaria que debe aportar. Conoce a sus compañeras, sus situaciones personales, familiares. 

La cinta avanza lentamente, se hacen largos momentos de silencio, con imágenes planas, fijas, pero que buscan un estilo tipo Almodovar o Iñarritu. Colores fuertes de paredes vacías con un sola personaje sobrepuesto, inmóvil durante largos minutos. La realidad, horrible, las situaciones, psicológicamente y físicamente extremadamente duras, se vuelven motivo de meditación, de espera inexpresiva. 

Los actores, adolescentes no profesionales, poco ayudan a darle significado a la cinta. Les falta vida y expresividad. La cinta carece de ritmo, carece de compromiso, de pasión. 

Se yuxtaponen una falta de discreción en la forma, con una excesiva discreción en los caracteres y las acciones. Lo que acaba en una torpeza general, de guion, de narración, de interpretación y de producción. 

Un tema tan candente, por motivos sociales, políticos, psicológicos, no puede ser tratado con tal distancia seudo artística. Es casi una falta de respeto para esas chicas, víctimas de los hombres y del lucro. Nada sobre el sexismo, nada sobre la explotación de menores, sobre la esclavitud sexual. Eso no es cine de denuncia, sin ser tampoco cine de búsqueda, o de arte. 

Inspirada en un relato homónimo del escritor Jorge Volpi, y apadrinada por Canana, la productora de Gael García Bernal y Diego Luna, la realización no está definitivamente  a la altura de lo esperado.

Médecin de campagne (Thomas Lilti, 20169 – 7/10

Filmada de forma muy sencilla y tradicional, la historia día a día de un médico rural en la Francia actual. Sin grandes sentimientos, sin grandes efectos. Para volverla más dramática, se le agrega una particularidad: el estado de salud de dicho médico que lo obliga a aceptar el apoyo de una joven doctora en formación. Las dificultades de la convivencia y del trabajo en común, sobre fondo de provincia.

Ficha IMDb

En una región no tan lejos de París, pero que vive al ritmo del campo, el doctor Jean-Pierre Werner (François Cluzet) vive y trabaja como lo hacen todos los médicos rurales. Pasa las mañanas sobre las carreteras para las consultas a domicilio, con los pacientes que conoce de toda la vida: se sabe tratamientos de memoria y se sienta en la mesa de la cocina para redactar las recetas. Al volver al consultorio, despacha los que se amontonaron en la sala de espera. No tiene asistente o secretaria alguna, no tiene computadora para los expedientes. Todo lo tiene en su memoria. Es sencillo, dedicado al punto que lo puede llamar en la noche, en la lluvia, para cualquier emergencia en cual momento. Todo mundo lo conoce, es figura imprescindible en el panorama de la vida familiar, social, y casi política, ya que pertenece al consejo municipal, que trata de canalizar las grandes ideas innovadoras e inútiles del alcalde  Francis Maroini (Patrick Descamps). 

No se puede vivir sin el médico, como no se puede vivir sin el panadero o sin el cartero, cuya camioneta amarilla  se cruza cada mañana. 

Pero un pretexto narrativo permite cambiar el curso de una historia que podría volverse monótona y demasiado documental. Jean-Pierre tiene un tumor canceroso en el cerebro. Su médico, el doctor Norès (Christophe Odent) le explica que debe descansar y hacer quimioterapia, dos consejos que el nuevo enfermo se niega a seguir. Sin avisarle, Norès le manda una ayudante, Nathalie Delezia (Marianne Denicourt), demasiado vieja para ser una estudiante como los demás. Empezó como enfermera en un hospital de ciudad y decidió seguir como doctora y volver al pueblo de su padre. 
Las primeras semanas van a ser de confrontaciones, de críticas abiertas o solapadas, de desprecio larvado. Sin contar con la falta de confianza de los pacientes, acostumbrados a su doctor. 

La cinta avanza con pequeñas anécdotas, unas intervenciones, programadas o de emergencia que los dos médicos deben atender. Se vislumbran con más o menos detalles casos familiares: un anciano en los últimos días de su vida y que no quiere dejar su casa a pesar de los riegos, una abuela de la comunidad “del viaje” cuya familia acabará en la sala de espera de Nathalie, deseosa que ella y nadie más los atienda. (Porque la problemática de los gitanos y sus campos de remolques representa un problema para muchas municipalidades ), una joven embarazada abusada psicológicamente por su compañero, una depresiva que trata de salir de su estado, un joven ligeramente autista, que vive en la guerra de 1914-18….

La personalidad fuerte de Jean-Pierre, su presencia, su empatía , hacen de él , como de todos los médicos rurales, y de muchos médicos de familia, según el concepto francés, un ser entre psicólogo, sacerdote, negociador familiar, consejero administrativo, hasta un padre o un hijo para quien ya no tiene. Ese quehacer exige una disponibilidad total, lo que conlleva la soledad. Pero, además de este papel tradicional, y viejo como la medicina rural, existe un contexto actual de éxodo rural, de falta de recursos públicos, de burocratización, que obliga a los profesionales de la salud a evolucionar, al mismo tiempo que hace despreciar esa forma , lenta y dedicada de trabajar, y la hace ver como desadaptada en el mundo moderno. 

La cinta plantea caracteres que, juntos, conforman una pequeña sociedad que funciona sobre sí misma, con unos personajes extraños, otros divertidos, unos abusivos. Se puede reprochar a la cinta este aspecto estereotipado. También se le puede reprochar la falta de profundidad de los caracteres, la insuficiente exploración de la historia de cada uno de los protagonistas. De Nathalie no se sabe nada, salvo que fue enfermera y que su padre tenía una casa en el pueblo. De Jean-Pierre, que es divorciado, que tiene cáncer, que su hijo trabaja en Madrid con un famoso arquitecto, que su madre (Isabelle Sadoyan) vive en el pueblo y necesita a veces de su ayuda para asuntos prácticos, 

El director, Thomas Lilti, fue médico rural en la provincia, conoce esta vida y sabe que no tiene nada sensacionalista, que es un trabajo de un día después del otro. Como lo plantea en una extraña escena el Doctor Weber, es una lucha sin remisión, es un combata de cada día, sin ninguna garantía. Se lucha contra la naturaleza y esta es mala. Es un combate condenado a la derrota. Este momento contrasta con el resto de la narración, clásica, fluida, porque de repente el doctor esta solo frente a una cámara inmóvil. Parece que le habla a Nathalie fuera de campo. ¿O le habla al espectador? ¿O se habla a sí mismo? ¿Momento de desesperanza o momento de lucidez casi filosófica?

En su primera cinta, Hippocrate (2014), Lilti exploraba el mundo de los internos en un servicio hospitalario.Un número grande de personaje le permitía mostrar situaciones personales y administrativas variadas. El ritmo era mucho más rápido, aparentemente desordenado, en contraste con lo que puede parecer una cierta placidez de la vida rural. Pero las intenciones eran las mismas: dar a ver la realidad medica en Francia hoy, cuando la entrega y la vocación se enfrentan a una modernización de la sociedad que dificulta el desempeño de los médicos en su total dimensión humana.

Poco importa finalmente la relación entre Jean-Pierre y Nathalie, entre Jean Pierre y su doctor, poco importa que el tumor evolucione positivamente. El alma de la cinta está en la observación, puntual, atenta, benevolenta,  de una profesión fuera de serie. 

Sin olvidar los dos grandes actores que la sirven, François Cluzet, lejos del artificial Intouchables (Olivier Nakache, Eric Toledano – 2011) , y Marianne Denicourt, discretamente pero tenazmente fuerte, atenta y eficiente. 

Monday, October 24, 2016

L’étudiante et Monsieur Henri (Ivan Calbérac, 2015) - 6/10

Una comedia en la línea tradicional de encuentro de dos personajes opuestos y destinados a odiarse y que se vuelven amigos. Pero logra tener algo de originalidad en los caracteres, las situaciones y el desenlace, además de contar una gran actuación de Claude Brasseur.

Ficha IMDb

Monsieur Henri (Claude Brasseur), viudo desde hace varios años, se está haciendo viejo y delicado de salud. Para que gane algo de dinero extra y no este solo en su amplio departamento, su hijo le sugiere buscar un inquilino para uno de sus cuartos. A Monsieur Henri no le gusta mucho la idea porque es un viejo gruñón y asocial, y se somete a regañadientes. La competencia es feroz porque la crisis del alojamiento es dura en Paris. Quien gana el cuarto es Constance (Noémie Schmidt), una joven estudiante provinciana que no dijo a sus padres la verdad sobre su fracaso a su examen de admisión a la universidad. 

Entre pleitos y descortesías, el viejo y la joven logran convivir. Pero la situación se vuelve difícil para Constance cuando su padre descubre la verdad sobre sus fracasos intelectuales y exige su regreso al seno y el trabajo familiar. Sin dinero, Constance no se puede quedar en Paris pero Monsieur Henri le propone un trato: si ella lo ayuda, él la ayudará con la renta. Se trata ni más ni menos que de deshacerse de la nuera que odia, Valerie (Frédérique Bel), católica tradicionalista, poco inteligente, que considera “magnifico” casi todo lo que hacen o dicen los demás. Monsieur Henri la considera indigna de su hijo Paul (Guillaume de Tonquédec), torpe heredero de la agencia contable familiar.

El plan es muy sencillo y pacifico: Constance tiene que seducir a Paul para lograr la separación de la pareja. 

Finalmente todos encontrarán apoyo en los demás. Constance podrá seguir su vocación, Paul y Valérie tendrán familia y Monsieur Henri se humanizará.

Si la narración, cronológica, no es muy original, la cinta, adaptada de la obra de teatro escrita por el propio director, logra sin embargo tener diálogos bastante humorísticos, situaciones y caracteres bien definidos. Claramente, Claude Brasseur, con mal humor y malas intenciones, con palabras crueles o tiernas, con emociones disimuladas, domina a todos con sus años de experiencia, pero los tres más jóvenes se defienden en forma bastante convincente. Las decisiones no son siempre lo que se esperaba y se destilan algunas sorpresas. 

Un punto interesante es que la historia y su progreso se basan en mentiras, que no son nunca desmentidas. Al inverso de muchas cintas gringas, donde decir la verdad y pedir perdón son etapas ineludibles en las relaciones interpersonales, aquí cada quien pasa rápidamente a otra cosa. Los personajes no arrastran necesidades de aclarecer sus sentimientos o intenciones. Dicen, hacen y siguen haciendo y diciendo hasta que las cosas les funcionen y funcionen con los demás. Nada de crisis existenciales o  morales. La vida es como es y las relaciones se viven como se puede.

Una buena lección de sencillez, y un momento agradable de humor.