Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, June 24, 2015

Le procès de Viviane Amsalem (Ronit y Schlomi Elkabetz, 2014) - 8/10

Dos horas en un cuarto pequeño para un juicio a puertas cerradas. Pero los jueces no tienen ningún poder frente a un esposo decidido a nunca soltar a su esposa.

Ficha IMDb

En Israel, el divorcio esta regido por leyes religiosas. Un tribunal compuesto por tres rabinos disolverá el lazo matrimonial solamente cuando el esposo lo acepte.

Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz, codirectora) lleva años viviendo separada de su esposo Elisha (Simon Abkarian). Nunca lo ha engañado. Él tampoco, ni la ha golpeado. Pero ella ya no puede soportar vivir junto a él. Ya van tres años que se encuentran periódicamente en esta pequeña sala, con el mismo abogado Carmel (Menashe Noy) tratando de hacer escuchar la demanda de su clienta por los mismos tres rabinos.

 Algunos testigos por un lado, hermanos de Viviane con quienes vive ahora, o por el otro, vecinos y conocidos de la pareja, se presentan. En forma casi tenue, casi imperceptible, se siente que los rabinos están más benevolentes con los testigos a favor del esposo. El abogado de Elisha es ahora su hermano, Shimon  (Sasson Gabay), un rabino muy conservador, hasta de mala fe. La mezcla de idiomas, hebreo, francés, árabe, ya que la familia es marroquí de origen, confirman las diferencias de opiniones y puntos de vista, y permiten espacios de comprensión reservados a algunos de los protagonistas, encerrándolos en un mundo inaccesible a los demás, en particular a los jueces. 

Y, regularmente, a la preguntar de si quiere otorgarle el divorcio a Viviane, Elisha contesta que no. 
A veces, se hablan aparte de los abogados y jueces. Y la mala voluntad, la testarudez, la prepotencia del esposo, se vuelven  a la vez palpables y más  sutiles. La incompatibilidad se va desvelando poco apoco, hasta que se entiende que todo se resume a una posesividad enfermiza, para satisfacción de la cual se impondrá LA condición  a la liberación definitiva de Viviane: prometer nunca “pertenecerle” a ningún otro hombre.

Un drama a puertas cerradas, y un ritmo tan justo, en imágenes y diálogos, que las dos horas pasan volando. La dignidad de Viviane, pálida en su vestido negro, y su dolor silencioso y contenido, tratan de imponerse sobre su impaciencia. La fuerza, el poder de inercia del esposo, su convencimiento de tener la razón y ser el amo, lo vuelven odioso, con su seguridad, su tono meloso y suave, su buena educación. Es un ejemplar perfecto de pasivo-agresivo. 

 La impotencia de Viviane y su abogado, y hasta de los rabinos jueces, llevan a pensar que lo único que merece el señor esposo, que la única salida, la única solución para ese proceso absurdo y torturante es que lo maten. 

Aunque en otro ambiente y con otros medios, esta cita no está sin recordar a L’Enfer (Chabrol - 1994), o como un esposo puede imponer la ley de su locura dominadora. 

Les invincibles (Frédéric Berthe,2013) - 6/10

Se trata de una comedia sencilla, muy sencilla, demasiado sencilla tal vez. Con actores conocidos. Sobre el deporte favorito de los franceses del sur. Parece inocua pero se puede ver como una sátira del mundo del deporte profesional.

Ficha IMDb

La petanca, juego de bolos sobre un suelo de tierra o gravilla, es un deporte-juego que se puede practicar en toda inocencia e ignorancia de las reglas, en familia, con niños, o con un profesionalismo agudo. Un poco como el futbol.

Jacky Camboulaze (Gérard Depardieu) , Moktar Boudali, apodado Momo (Atmen Kelif)y Zézé (Bruno Lochet) han montado una estafa perfecta. Se presentan como un equipo malísimo, siempre vencido. Inducen al equipo adverso a confiar en su superioridad y a apostar. Cuanto el monto de dinero llega a su máximo, el trio fantástico arrasa con las ganancias. 

El jefe y cabeza es Jacky, imponente por su silueta y su experiencia. Pero su vida personal es un caos: está a punto de perder a su esposa Isa  (Carole Franck) cansada de tanta irresponsabilidad) , y talvez su vida, o al menos su casa al borde de la salina, porque tiene una deuda de 50 000 euros con  el terrible Nino Lorcy (Simon Abkarian).

Por eso, el anuncia espectacular que hace el businessman Stephane Darcy (Édouard Baer) en televisión de un gran concurso de petanca, con un premio de 500 000 euros, lo llena de ilusiones. Entrena a su pupila Momo, con el mismo esmero que un samurái, o un deportista olímpico.

En el camino, se encontrarán con la linda organizadora Caroline (Virginie Efira), un presidente de la federación (Daniel Prévost) racista y nepotista, y unos cuantos obstáculos usuales en una comedia, para que al final, los buenos ganen, los malos estén ridiculizados, y el espectador contento. 

Atmen Kelif es muy natural en su papel de tontito con buenas intenciones y mucho talento artístico-deportivo. Galabru ya no  se parece a Galabru. Hasta perdió su acento. Y  Daniel Prévost , ofrece su  cara acartonada a las cachetadas. Pero en los papeles secundarios, Simón Abkarian  brilla como Gino el malvado. Lo vimos hace poco en un papel muy serio, el esposo celoso y tiránico de Viviane Amsalem (Ronit y Shlomi Elkabetz – 2014).  Aquí es algo como un gitano agresivo malhablado, con una expresividad corporal y un vocabulario totalmente relajados, casi vulgares Es un placer verlo.

Gérard Depardieu es ahora un monstruo físicamente hablando, y un actor sin chiste. Parece demasiado pesado para soñar con cualquier papel mínimamente sutil. Es irónico ver a su personaje cambiar de nacionalidad por motivos nobles, cuando él mismo lo hizo en la vida real por motivos mucho más materiales. 

Se puede criticar que estas actividades anticuadas y populares (en el mal sentido de la palabra) ya no son las que interesan a una Francia moderna, conectado, internetizada. ¿Pero qué familia no lleva en la cajuela del coche la caja de los bolos cuando se va de vacaciones, o simplemente de día de campo?  Es cierto que los niños sueñan con ser Robocop, pero también con ser Zidane. Porque la gente adopta los héroes que le dan. Y punto. 

Pero esta cinta dice algunas verdades. Unas feas, unas buenas: el racismo sigue y seguirá. Las madres de los hijos son pesadas, pero su comida no tiene igual y su amor es incondicional. Los machistas ya no tienen el poder. Y la amistad perdurará mientras el ser humano exista.

Y tal vez se deba ver la cinta al segundo nivel (aunque el director y el productor no lo hayan querido): esta locura televisiva y financiera, este emir  patrocinador (Abdelhafid Metalsi), tan culto, educado y guapo, y rico, que impone sus reglas y a quien todos obedecen, se parece mucho a la realidad actual de las finanzas de los deportes más vistos, más amados, y más manipulados. ¿Toda relación con una celebración mundial de balón en un pequeño país árabe será pura casualidad?

Tuesday, June 16, 2015

5 Flights Up (Richard Loncraine, 2014) – 5.5/10

Una película muy poco interesante de no ser por sus intérpretes. Con, además, un título absurdo ya que la historia no tiene nada que ver con Manhattan. ¿Será una alusión a Woody Allen? ¿Porque no respetar el título el inglés: Cinco pisos arriba? Ya que esto es la raíz del problema: la dificultad de subir cinco pisos cuando uno se va haciendo viejo. 

Ficha IMDb

Tienen algo como setenta años y un perro tan viejo, en años perrunos, como ellos. En sus jóvenes años fueron rebeldes. Su matrimonio no fue muy bien aceptado por la familia de ella, porque él era un artista, y negro. Ser una pareja interracial en los setentas requería bastante valor. 

Pero ahora, en el siglo veintiuno, están bien instalados y aceptados: Alex (Morgan Freeman)  y Ruth (Diane Keaton) tienen amigos, un departamento en Brooklyn que vale bastante dinero. Los vecinos los conocen y los quieren. Único problema: se están haciendo viejos y los cinco pisos son difíciles de subir, para sus viejas piernas, para las de Dorothée el perro. Hasta para las de Lily (Cynthia Nixon), la sobrina de cuarenta años. Además Brooklyn ya no es el modesto barrio de artistas sin dinero que fue; se ha vuelto zona de moda, para jóvenes ejecutivos con prisa y celulares

Lily ya los ha convencidos de vender y cambiarse a un edificio con elevador. Hay que decir que Lily es agente de bienes raíces. 

Alex no está convencido: las grandes ventanas de su estudio le proporcionan una luz y una vista maravillosas. Ahí ha trabajado durante cuarenta años, y, si no ha alcanzado un éxito que haga de él un pintor a la moda, al menos le ha dado con que vivir bien y, sobre todo, feliz. Pero, como buen esposo y persona pacifica,  se deja arrastrar a la locura de las “open houses”. 

Vivirán un fin de semana loco, sacados de su tranquilidad por la multitud que invade su departamento con una desfachatez  impresionante, y que  vuelven a encontrar cuando pasan a ser ellos mismos buscadores de vivienda. 

Dos asuntos vienen mezclarse a la trama. Uno es familiar: Dorothée la perra necesita operarse. El otro es social y, tal vez político: un joven ha decidido bloquear el puente que une el barrio a Manhattan. Después de inmovilizar el tráfico con su tráiler atravesado, huyo, tomó rehenes…. La televisión, prendida en todos los departamentos, no deja de hablar del incidente, de asustar a la gente y hacer bajar las cotizaciones de los departamentos en venta. 

Cuando acaba el fin de semana, todo está resuelto: Dorothée camina de nuevo, el joven ha sido arrestado, Ruth y Alex han decidido quedarse en su lindo departamento y seguir cultivando sus jitomates en la azotea. 

O sea, toda la cinta fue para nada. Vuelta al principio.

El ritmo es un poco lento. Algunas escenas son pinturas atinadas de la nueva sociedad : el director de la galería que decide exponer a jóvenes pintores en lugar de Alex, el protocolo de las ofertas y cartas de motivación para las ventas, las manías de los visitantes, interesados o no en comprar.

Otras son simplemente clichés: el dueño que se siente extranjero en su propio departamento del cual los visitantes se adueñan. La complicidad con una niña igualmente perdida y resignada. 

Algunas escenas de recuerdos de (pocos) momentos importantes en la vida de la pareja dan un tono “vintage” (con colores apagados) a la historia, pero no logran dar espesar a los caracteres. 

Las tomas del barrio o de los departamentos no son siquiera bonitas.  Estamos lejos de Woody Allen filmando Nueva York. 

Entonces ¿para qué ver esta cinta? Solo por sus dos intérpretes, cuyo natural es tal que parecen haber realmente vivido estos cuarenta años juntos. Porque se conocen, se adivinan, se entienden. Porque están hecho el uno para el otro. Y logran que creamos sinceramente que nada podrá separarlos, y que tendrán durante muchos años más la capacidad física para subir los cinco pisos que les permiten vivir juntos. 

Sunday, June 14, 2015

The Second Best Exotic Marigold Hotel (John Madden, 2015) – 6/10

Los mismos que hace tres años, sin una arruga más, con el mismo encanto,  las mismas manías y el mismo humor. Unos personajes nuevos para tratar de evitar el aburrimiento. Pero la historia no inspira. Afortunadamente, están los maravillosos actores.

Ficha IMDb 

El hotel, The Best Exotic Marigold Hotel for the Elderly and Beautiful ya funciona bien. Tan bien que las cabezas administradoras, Muriel Donnelly (Maggie Smith) y Sonny Kapoor (Dev Patel) piensan en expandirse y comprar el Segundo Exótic Marigold Hotel. Para eso, viajan a San Diego para conseguir el apoyo de une empresa hotelera trasnacional, dirigida por Ty Burley (David Strathairm). Este les avisa que mandará un inspector encubierto. Cuando llega el guapo escritor americano Guy Chambers (Richard Gere) , Sonny se desvive para enseñarle los encantos del país y del hotel. Pero al mismo tiempo, llegó otra nueva clienta, Lavinia ( Tamsin Greig).  ¿Quién es el enviado secreto?     

Por su lado, Evelyn Greenslade (Judi Dench) sigue en su trabajo de consejera de estilo y se ve contratada por une empresa. Duda si aceptar, al mismo tiempo que duda en lanzarse de nuevo al amor, con el tímido y olvidadizo Douglas Ainslie (Bill Nighy), quien guía turistas en los hermosos edificios de la ciudad, con memoria asistida en el oído, por las artes de la tecnología y de un niño quien a veces lo abandona para patear una pelota con sus amigos. 

Madge Hardcastle (Celia Imrie) balancea en entre dos indios maduros y ricos, sin poder decidirse. Norman Cousins (Ronald Pickup) sigue peleándose con Carol (Diana Hardcastle), entre celos y deseos de libertad.

La mama de Sonny (Lillete Dubey) y Sunania (Tina Desai) la novia siguen igual de decididas y firmes, mientras él se agita demasiado. Sobre todo que un viejo amigo, Kushal (Shazad Latif)  ha vuelto y actúa con decisión, seducción y dinero. 

Claro, el final de la cinta aportará todas las solucione y decisiones. El amor para todos, menos  Muriel, quien, lo entendimos muy rápido, recibió un pronóstico muy malo para su cadera. 

Pero esta cinta se siente más artificial que la primera. Todo es predecible. ¿Por ser una secuela con obvias repeticiones? ¿Por caer demasiado en lo Bollywood? ¿Porque les exageraciones de Sonny tenían encanto solo para una cinta y nos cansamos ya de ellas? 

Se recibe con mucho gusto a Richard Gere, su encanto y su pelo canoso. Su “juventud” le da el empleo perfecto junto a la mama de Sonny. Suena artificial. Madge entiende finalmente que la felicidad estaba junto a ella, en la persona de un hombre humilde y bueno. Suena artificial. Sonny se reconcilia con su novia y acepta bailar Bollywood. En un día, baila como experto. Suena artificial.

En resumen, todo se soluciona en pares. De dos en dos. Como lo muestra claramente el final, donde las parejas maduras van en moto (otro cliché de la libertad reconquistada en años mayores) acompañar a la  pareja joven a la estación. 

Tal vez sea eso lo que molesta, lo que se perdió en la secundo cinta fue el espíritu del grupo y su dinámica particular.

Pero no nos hagamos demasiado difíciles. La cinta es un encanto. Por el placer de disfrutar estos extraordinarios actores y pensar que la vida no acaba a los cuarenta, como tratan de decirnos en todos lados. 

Friday, June 12, 2015

Les choses de la vie (Claude Sautet, 1970) – 7.5/10

Un hombre entre dos mujeres. Una decisión que se toma y se cambia. Pero, sobre todo, un accidente automovilístico que acaba con todo.

Ficha IMDb

De una novela que parecía imposible de adaptar, escrita por Paul Guimard, Sautet saca una cinta para dos grandes actores. La película fue un éxito cuando salió, recibió premios (el Louis Delluc) y reconocimientos. Encantó. Fascinó.

Pero en realidad, la trama es bastante obvia y previsible. Pierre Bérard (Michel Piccoli) vive ahora con Hélène Haitig  (Romy Schneider). Ella es más joven que él, trabaja como traductora. Tienen el proyecto de irse juntos a otro país. 

Él dejó a su esposa Catherine (Lea Massari) y su hijo Bertrand (Gérard Lartigau) , inventivo joven adulto, pero sigue trabajando en la empresa familiar de construcción, con Catherine  y con  François (Jean Bouise), su amigo de la infancia. Con ellos, tiene muchos recuerdos de los años de su matrimonio, de las vacaciones en la casa de la isla de Ré, y de las expediciones en el velero. Cuando su hijo le propone ir a pasar las vacaciones juntos en la isla, Pierre acepta sin vacilar. Pero eso pospone el viaje con Hélène. Ella de da cuenta que en realidad    no logra separarse de su vida pasada, de los lugares y de las personas que estaban en ella, para dedicarse a une nueva vida. Se pelean y después de una cena en casa de los padres de Hélène, se separan enojados. Él decide viajar inmediatamente hacia  Rennes donde tiene una cita de trabajo el día siguiente.

Aprovecha el descanso para desayunar en un pueblo para escribirle a su amante una carta  de ruptura. Pero, al momento de depositarla en la oficina de correos, cambia de idea, le habla por teléfono y deja al servicio de recados el mensaje que ella lo alcance en la noche en Rennes. (¡Como los teléfonos celulares nos han cambiado la vida!)

Y Pierre sigue su camino, el sol brilla, suena música en la radio del coche, una boda se está celebrando junto a la carretera. Es feliz. Tomó la decisión: pasará el resto de su vida con Hélène. Se venderá la casa. Empezará una vida nueva.

Pero el peligro acecha, bajo la forma de una camioneta que transporta puercos en una carretera transversal, y de un tráiler en sentido contrario. El motor de la camioneta se apaga al cruzar la carretera principal, Pierre maneja demasiado rápido, no puede evitar los dos vehículos. En realidad, los evita pero su coche va a dar al campo, a los manzanos, a la muerte.

Esta parte es la que corresponde a la novela de Guimard. A estos escasos minutos en que  Pierre está muriendo, cuando sigue consiente pero incapaz de moverse y establecer cualquier comunicación con el entorno. No siente ningún dolor, pero percibe lo que pasa alrededor, oye conversaciones, huele los olores del campo, piensa en su elegante traje maltratado, piensa en la carta en su bolsillo y que Hélène  no debe recibirla. Los conductores discuten, la gente se detiene y opina, el sacerdote le administra los últimos sacramentos, el policía organiza, el medico no dice nada. Pierre, en voz off, habla dentro de su cabeza.

Recuerda su matrimonio y su juventud con Catherine, François y Bertrand, imagina una nueva vida, asiste a su propia boda con Hélène, mezcla lo real con lo imaginario, se ve en el velero familiar, se ve ahogándose . 

Cuando Hélène, quien recibió el mensaje, pasa por el lugar del accidente, le indican el hospital. Cuando llega, Catherine ya leyó la carta. Y tomó su decisión. 

Un final sentimental. Como toda la cinta. 

Es una lástima que Sautet hay convertido un relato profundo, reflexivo en una historia bastante convencional. La recapitulación de un hombre sobre su existencia, en el espacio de algunos minutos entre vida y muerte se convierte en un drama sentimental, con un personaje de esposa totalmente inventado. El estilo de la novela es perfecto, alterna la voz del narrador-personaje, quien ve, siente, piensa, reflexiona, al mismo tiempo que no siente el dolor físico de las terribles heridas que le han destrozado el cuerpo, con un narrador externo, frío, quien se encarga del relato del accidente, con una precisión técnica terrorífica. 

El lector queda prendido, angustiado, al mismo tiempo que ya sabe lo que va a pasar, y que recibe una lección de vida.

Para hacer su historia más cinematográfica, y tal vez más comercial, Sautet agregó una esposa muy presente, unos amigos y familiares demasiado reales, visibles y objetivos, cuando en la novela existían solamente en los sentimientos y recuerdos de  Pierre . Agregó una cronología de unos días de vida normal. Dio demasiada consistencia a lo que era pura subjetividad. 

Si la historia contada por Sautet no tiene mucho interés, lo fascinante es la presencia actoral. Romy Schneider tiene una profundidad de expresión impresionante. La escena del restaurante en la que Pierre le avisa que va a ir de vacaciones con su hijo, es un drama conmovedor.  Se descompone poco a poco, pierde su seguridad, su felicidad, hasta su belleza, se hunde en la tristeza, la decepción. En cosa de minutos ya no es la misma., se derrumba, ya no tiene consistencia.

Otro elemento magistral es el accidente en sí. No solo la forma en que se filmó: sesenta  tomas fueron necesaria, diez días de filmación. Capta la atención sobre todo su inserción en la narración “familiar”, en imágenes muy breves al principio como flashes, casi subliminales, que van a ocupar poco a poco más tiempo: como se anuncia en la toma de la carretera que se va muy lejos a pescar la camioneta con sus puercos, y después el tráiler. Y como finalmente explota, usando de diferentes velocidades, lenta, acelerada. Como cambian los enfoques, según lo que Pierre alcanza a ver. Es una pieza de música, de danza. Es realmente una obra de arte. 

Así que Sautet ha sido muy fiel a la novela en el espíritu que supo alcanzar gracias a los recursos cinematográficos que son la interpretación y el montaje de las  imágenes, sin olvidar la extraordinaria música de Philippe Sarde , mientras la arte de guion y diálogos han sido muy decepcionantes.  

La cinta es también un lindo testimonio sobre los años  70’: coches, decoración interior (tradicional y oscura en casa de Catherine, blanca y moderna, de líneas rectas en casa de Hélène) y los hermosos vestidos de Courrèges, son sus cortes sencillos y sus colores enteros. Y toda esa gente que fuma cigarro tras cigarro. 

La cinta fue objeto de un remake realizado por Mark Rydell en 1994, con Richard Gere, y Sharon Stone, Intersection

Spy (Paul Feig , 2015) – 5/10

Divertida comedia de acción, que se burla abiertamente de los James Bond. Un buen momento de distracción, que no necesita activar demasiado las neuronas. 

Ficha IMDb

En un sótano invadido por las ratas y sus excrementos, unos empleados de la CIA hacen posibles las misiones de los agentes enviados a los cuatro puntos cardinales. Gracias a su alta tecnología, les pueden avisar de lo que los espera, mandarles una oportuna bomba que aplaste a sus enemigos, cortar la electricidad o producir cualquier tipo de diversión.

Así, Susan Cooper (Melissa McCarthy)  es la encargada de darle todo el apoyo al  super-agente  Bradley Fine (Jude Law), guapo y altamente convencido de sus talentos. Obviamente  Susan  esta secretamente enamorada de su hermoso agente. El tamaño de su eficiencia es proporcional al tamaño de su cuerpo, y la belleza de su héroe es igual de falsa que sus talentos. Sin ella, él nos sería nada.    

Cuando  Fine desaparece, ejecutado en directo por  Rayna Boyanov (Rose Byrne)   , hija y sucesora de su padre en los negocios, Susan se ofrece para una misión de reconocimiento en Europa. Lo que ofusca al agente  Rick Ford (Jason Statham) lleno de ideas más descabelladas la una que la otra.

Apoyada por su amiga  Nancy (Miranda Hart),Susan se lanza a la acción encubierta. Pero las  circunstancias, al mismo tiempo que le presentarán en los momentos menos deseados al odioso, vanidoso e incapaz Rick, la pondrán en primer plano para intervenir en contra de la terrible Rayna. 

El humor es directo, muchas veces vulgar, sobre todo en palabras. La cinta juega con los contrastes, entre Susan gordita, y su amiga del alma Susan , alta y flaca, y dotada de un acento divertidísimo.  Otro contraste entre la torpe pero eficiente Susan y la delgada y elegante Rayna , con diez kilos de cabello sobre la cabeza, odiosa de arrogancia. 

La cinta se burla claramente del glamour de los James Bond, de las traiciones de los agentes dobles, o triples, o tal vez leales. Los créditos de inicio son una delicia. Las locaciones, de Paris a Budapest, pasando por Roma y una hermosa casa de campo en Bulgaria, están muy bien aprovechadas, para escenas de persecuciones, peleas que juegan con la velocidad, de los vehículos o de la cámara. 

Uno se divierte, siente ganas de viajar, olvida sus kilos de más. Todo para sentirse bien.