Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, April 4, 2018

Lady Macbeth (William Oldroyd, 2016) – 8/10


Tan aterradora como su nombre, esta joven de apariencia recatada es una nueva Lady Chatterley. Una dirección sobria e implacable para un personaje fascinante de egoísmo y poder, en una Inglaterra digna de las Hermanas Brontë.

Ficha IMDb

En 1865 Katherine (Florence Pugh) tiene 17 años y es muy hermosa, pero pobre. Se la venden a un lord viejo (Christopher Fairbank) para su hijo Alexander (Paul Hilton), en complemento a unas tierras. Llega a una casa fría, desnuda, en medio del campo, no tiene derecho a salir a pasear, debe someterse a las exigencias de un esposo impotente que solo le pide desvestirse y ver hacia la pared mientras él se satisface. No hay contacto con nadie salvo la sirvienta negra, Anna (Naomi Ackie). La joven lady debe hacer acto de presencia, embutida en su amplio vestido azul, cuando el Lord padre recibe a sus amigos para hablar de negocios. Si le dan permiso de retirarse a su cuarto, tendrá que esperar despierta hasta que llegue el esposo.

Cuando padre e hijo se alejan unos días a unos negocios, Katherine revive. Sale a caminar en el páramo, envuelta en su gran chal de casimir, vive a su ritmo, come sola en el gran comedor. Hasta va al establo donde los mozos discuten y hacen bromas. Ahí ve a Sebastián (Cosmo Jarvis) y empieza un juego de seducción dominadora. Cuando el suegro vuelve y se entera de la situación, castiga y encierra al amante. pero Katherine envenena su comida y lo asfixia. Ahora administra la propiedad en toda tranquilidad. Pero en medio de una noche surge el esposo en el cuarto conyugal sonde duerme la pareja ilícita. No les queda otra que matarlo.

Poco después llega Agnes (Golda Rosheuvel) con el pequeño Teddy (Anton Palmer) pretendiendo que este es fruto de la relación entre su hija y Alexandre. Pide asistencia, y Katherine entabla una relación sorprendentemente tierna con el niño. Pero su amante se siente rechazado y juntos asfixian al pequeño. Cuando Sebastián confesa el crimen, Katherine voltea su declaración y, usando de su superioridad de terrateniente, lo responsabiliza de todos los asesinatos y acusa a Anna la sirvienta de complicidad. Esta, encerrada en el mutismo, no dice nada. La última imagen de Katherine la muestra embarazada. ¿Cuál será su siguiente movimiento ahora que ya no puede ocultar su adulterio?

El título es en realidad el principio del título de una novela rusa de Nikolaï Leskov Lady Macbeth del distrito de Mtsenk, escrita en 1865, que cuenta los amoríos criminales de Katerina Lvovna, esposa de un comerciante, devorada por la pasión sexual. La novela, desconocida en este lado del mundo, tuvo en realidad bastante aceptación en Europa: una adaptación en el cine en 1961 por el gran Wajda Lady Macbeth siberiana, y otra por Todorovski en 1994 Katia Ismailía. Y, sobre todo Dimitri Chostakovitch compuso en 1934 una ópera, que tuvo la desgracia de no gustarle para nada a Stalin, lo que le ganó a la obra treinta años de interdicción de representación y al compositor de ser víctima de la gran purga contra los artistas.

¿Porque el titulo? La Lady Macbeth de Shakespeare es el prototipo de la mujer fuerte, dominadora, que somete a todos a sus deseos violentos, sanguinaria, que no se deja doblegar, aunque llegue a los extremos. La Lady Macbeth de la novela es una joven provinciana de orígenes sociales humildes que, al darse cuenta de su poder sobre los hombres, lo utiliza para satisfacer deseos sexuales. Es Emma Bovary, que se aburre en su provincia.

En la cinta de colores fríos, con los grises adentro de la casa, el blanco de las paredes y el azul impresionante del vestido, la libertad del campo aporta naranjas, cafés del campo, rojos del chal en el cual Katherine se envuelve para sus paseos solitarios. La vida entró en la rutina muerta de Katherine y acabará en la sangre de sus víctimas.

Katherine tiene la cara muy joven, casi adolescente de Florence Pugh, una cara lisa, un porte rígido y elegante. Parece sometida, recta, pero deja percibir una terquedad bajo su paciencia que, desde el principio, parece insostenible. Esta fachada perfecta un día a otro tiene que explotar.

La simetría implacable de las imágenes, la cama en medio del cuarto, las ventanas sin cortinas que enmarcan un paisaje prohibido, todas esas líneas que delimitan como rejas el espacio de Katherine, ella las rebasará y la furia de sus deseos fracasará todo y todos de manera irremediable. Contrasta el ambiente minimalista casi nórdico del interior, sin accesorios, sin decoración, de una austeridad de convento, o de prisión, con los grandes espacios ventosos. Salir al paramo romántico lleva a Katherine a las pasiones de Cumbres Borrascosas, cuya heroína se llama también Katherine, y al establo donde encontrará un amante como la Lady Chatterley de D.H. Lawrence.

Al escoger a una amante inferior, Katherine se venga del poder sexual que se ejerció sobre ella, rebaja a su esposo y al odioso suegro dominador. Fue víctima, ahora es verdugo. Todo que vio, sintió, lo saca ahora en contra de los demás. A la sirvienta que ejecutó las ordenes de encierro, primero la toma como confidente para después dominarla y humillarla más, al punto que esta se retrae en un estado de mutismo. Para Sebastián también, esta ama que se ofrece es oportunidad de revertir el poder. El joven lord, humillado por su padre, humilló y sometió a su esposa. Los blancos humillan a los sirvientes negros y la sirvienta parece disfrutar cumplir con las ordenes de dominación de la joven lady. Hay lucha de clases, de géneros, de razas.

Katherine es magnética, en su postura, su mirada, su voz implacable, las pocas veces que habla. Sabe usar los códigos del cuerpo, de la cara, de la vestimenta, para aparentar sumisión y, después, para vivir la dominación. Primero víctima, se vuelve dueña de las reglas.

El principio de la cinta, al meternos con Katherine en la trampa que se va cerrando alrededor de ella, al enseñarnos la pérdida paulatina de todas sus esperanzas, nos hace cómplices empáticos de ella. Sentimos compasión para esta mujer encerrada en el silencio. Estamos de su lado. Cuando saca a Sebastián de su establo, la entendemos. y nos costará aceptar que la joven víctima llevaba un monstruo adentro. Que la verdadera Katherine era una egoísta, sangrienta, dominadora, implacable, diabólica.
Caímos en la trampa de Lady Macbeth.

Tuesday, April 3, 2018

Phantom Thread (Paul Thomas Anderson, 2017) - 7/10


Una cinta elegante como los vestidos creados por el personaje principal. Pero esta belleza exterior disimula un malestar, un juego enfermizo de dominaciones. Deja al espectador a la expectativa, sin saber muy bien adonde lo querían llevar y que le querían mostrar, o contar.

Ficha IMDb

Londres en los años 50’s. En la hermosa casa que le sirve depara vivir, trabar y recibir a sus clientas, Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis), se prepara para un día más de trabajo y creación. Con sumo cuidado, se viste, lustra sus zapatos y anuda su corbata. Desde los primeros momentos se sospecha que este cincuentón alto, guapo todavía, no es fácil de vivir. Su hermana, Cyril (Lesley Manville) quien vive en el mismo edificio y preside el desayuno tiene singulares derechos de decirle lo que opina, pero también tiene la difícil tarea de despedir a las que ya no le sirven, ya no le gustan, o simplemente le impacientan al señor. Despedir, o más bien, desechar.

Porque Reynolds Woodcock es el amo y dueño, el creador y verdugo, poseído por la costura, por la belleza, y por el recuerdo de su madre. Es el sastre de las ricas, las famosas, las poderosas, hermosas o feas, de Londres, e Inglaterra, de Europa. Pero es un tirano misántropo y misógino que no soporta el menor ruido, el menor error, el menor cambio a su rutina.

Y al mismo tiempo es un hijo que nunca superó la muerte de su madre, siguiendo el camino y el talento que ella le ensenó. Como ella lo hacía, tiene la costumbre de coser mensajes secretos, hilos fantasmas, en sus prendas, para proteger y acompañar a las que los visten.

Bajo sus órdenes, todo tiene que ser perfecto al milímetro, todo que ser dominado. La tensión de la vida y del oficio es tan precisa como la tensión de los hilos y las costuras. Al punto de ser extenuante. Por lo que. Después de un desfile particularmente exitoso, su hermana le aconseja a Reynolds adelantarse a la casa de campo donde lo alcanzará después.

Y ahí pasa algo totalmente imprevisible, Reynolds se fija en la mesera del restaurante, Alma Elsen (Vicky Krieps). Él, que parecía homosexual, presta atención a una mujer. El cincuentón se fija en un veinteañera. El hombre culto y delicado se fija en una pueblerina. De ahí seguirá una relación de Pigmalión con una Galatea que primero se deja, fascinada de fascinar a tal artista. Pero, poco a poco se rebela. Bajo la supervisión y el ojo clínico de una hermana mayor posesiva, protectora, celosa. No solo de su hermano, sino de las reglas del oficio y de la familia.

Alma aporta la belleza, es el modelo perfecto que Woodcock ha estado buscando desde siempre. Pero también aporta la discordia porque no se somete al egoísmo del amo, o porque quiere someterlo a su propio egoísmo, a su propia imagen de lo que debe ser una relación amorosa.

Por odio o por amor, intenta envenenarlo con hongos. Por miedo o por remordimiento, lo cuida. Y él, por amor o por miedo, por debilidad o por perversión, entra en el juego de ella. ¿Seguirán así eternamente despreciándose, sometiéndose, jugando al amor-odio?

La cinta acaba sobre una impresión de fracaso, de falla. ¿Tanto para tan poco? ¿Tanta belleza visual para tan poca profundidad en el análisis? ¿Se trata solo de una serie de momentos, de frases hirientes?

La belleza de los vestidos, de las telas, la elegancia de los 50’s, sobre todo a ese nivel (el creador vistió a la futura reina de Bélgica), la magia de los dedos que cosen, cortan, bordan, construyen un estuche refinado para una historia y unos personajes que finalmente muestran poco.

La interpretación de las mujeres es muy previsible, en el papel de la hermana que conoce a su hermano al pie de la letra, y de la amante que no pertenece a ese mundo, que no sabe las reglas. En cuanto a Daniel Day-Lewis, quien dijo que este seria su ultimo papel en cine, actúa demasiado, sus silencios artificiales, sus respiraciones demasiados largas antes de hablar, sus miradas demasiado insistentes, construyen en personaje falso, artificial, casi insoportable a veces. Lleno de orgullo, de auto-admiración. Su interpretación molesta porque a veces provoca simpatía, pero mas frecuentemente produce rechazo y exasperación.

¿Es romance, es sátira, es sadomasoquismo, es acoso, es manipulación? En todo caso es enfermedad.
Y uno se deja llevar a pensar en lo que Bergman o Hitchcock hubieran hecho con esta historia refinada de perversión. Una historia que se parece mucho, demasiado a Rebecca , la cinta que Hitchcock adaptó en 1940 de la novela de Daphne du Maurier , con Joan Fontaine y Laurence Olivier.

The Killing of a Sacred Deer (Yorgos Lanthimos, 2016) – 9/10


De Lanthimos vimos Alps (2011), sobre jóvenes que sustituían a los difuntos para ayudar a sus familias a pasar el duelo. Esta nueva cinta remonta a mitos trágicos e implacables. Filmada con la lentitud de una ceremonia, asusta al dejar entrever la profundidad de la maldad humana, de una locura mágica …

Ficha IMDb

Steven Murphy (Colin Farrell) es un cirujano del corazón muy afamado, trabaja en un hospital de lujo, muy moderno y blanco. Su anestesista acostumbrado es Matthew Williams (Bill Camp), su amigo. Pero sus platicas son siempre triviales, sobre objetos, como por ejemplo el nuevo reloj de Matthew.

Después de su trabajo, Steven se encuentra frecuentemente en una cafetería con un adolescente, Martín Lang (Barry Keoghan), Después, van junto al puente y siguen platicando, de asuntos más íntimos o más profundos. Aparentemente, Martin no tiene problemas de dinero, se siente bien en su vida. Sin embargo, Steven se preocupa, le hace regalos. Entonces, ¿Cuál es la relación entre ellos? ¿Es Martín el ahijado de Steven, su hijo adultero, un vecino sin padres? ¿Se tratará de algún tipo de chantaje?

De vuelta a casa, la vida de Steven se ve muy ordenada, casi fría. Las tareas están perfectamente repartidas entre la hija Kim de 14 años (Raffey Cassidy) y el hijo de 12, Bob (Sunny Suljic) para ayudar a la madre Anna (Nicole Kidman) quien lleva la responsabilidad de una clínica oftalmológica. Todos tienen un comportamiento perfecto alrededor de la mesa de la cena, platican con calma de sus experiencias del día, en frases perfectamente construidas y perfectamente frías e impersonales. Como un manual para estudiar idiomas. El tono monocorde, los diálogos artificiales y extraños serán una constante en la cinta , acercando al espectador a un ambiente de pesadilla en un mundo familiar. En el dormitorio, Anna le pregunta a su esposo si quiere una “anestesia general”. se trata de la forma en que ella tiene que actuar para que él pueda llevar a cabo el encuentro sexual.

Después de esta presentación del ambiente, los lugares y los personajes, la acción puede empezar: Martin va cada vez mas seguido al hospital de Steven, lo que no parece satisfacer a este último., quien, sin embargo, invita al joven a comer a su casa y le presenta su familia. Acto seguido, Martín devuelve la invitación y deja a Stephen en presencia de su madre con todas las intenciones de que pase algo entre los dos adultos. En cada encuentro se comparten intimidades en particular sobre el desarrollo sexual de los jóvenes, sobre las preferencias sexuales de los adultos. Comportamientos y palabras, siempre con la misma frialdad, parecen siempre fuera de lugar y de tiempo.

Martin y Kim empiezan a verse, a escondidas de los padres, mientras Steven trata de detener al joven en sus intentos cada vez mas claros de entrar a sus vidas.

La tensión se vuelve insoportable cuando una mañana Bob despierta paralizado de las piernas. Como no se encuentra ninguna explicación médica, Steven lo amenaza, lo obliga. Sin resultado. El niño ya no come. Unos días después, es el turno de Kim, quien cae durante un ensayo del choro escolar. Extrañamente, Martin llega al hospital antes de los padres.

Las condiciones están dispuestas para que pueda poner el trato sobre la mesa: primero Bob pierde el uso de las piernas; segundo pierde el apetito; tercero y casi el final, sus ojos van a sangrar; cuarto, va a morir. Y después pasará lo mismo con Kim. Y después con Anna. Para detener el destino, hay que hacer un sacrificio. Martin tiene la generosidad de dejar a Steven la opción de escoger a quien va a sacrificar para salvar a los otros. Porque la sangre pide sangre. Porque la muerte del padre de Martin no fue en un accidente automovilístico. Ni siquiera fue en el quirófano, por culpa del anestesista, como Steven le explica a Anna al compartir el dilema con ella. La verdad es que fue un error de Stephen quien opero en estado de ebriedad. Martin quiere vengarse, quiere en una comunión espiritual o mágica, pagar la muerte de su padre con la muerte de un familiar del responsable.

La enfermedad de los niños avanza, Steven trata de someter a Martín, lo encierra, lo tortura. Pero Anna al encontrar la verdad de la responsabilidad de su esposo, lo libera.

Los niños son ahora reducidos a reptar como animales, hacen todo para demostrar su amor a su padre, para que este los salve. Pero el día final llega, Los ojos de Bob sangran. Hay que llevar a cabo el sacrificio.

En una lógica de cuento, de magia, de religiosidad, Steven sacrifica a su hijo. La vida vuelve a la normalidad. Hasta pueden encontrarse con Martin en la cafetería, desafiarse con la mirada. Han perdido a un miembro de la familia, pero han ganado su sobrevivencia.

El titulo hace referencia a un mito fundador de la literatura y la tragedia griega, el mito de Ifigenia. Al irse a la guerra de Troya, Agamenón tuvo que hacer un sacrificio a los dioses para que le otorguen unos vientos favorables para cruzar el mar. Para tranquilizar a la diosa Artemis había que sacrificar a la hija Ifigenia. Agamenón, presionado por Ulises y Ménelas, acepto en contra de su esposa Clitemnestra. Una versión del mito cuenta que Artemis decidió finalmente sustraer a la niña a la muerte al reemplazarla por un venado. De ahí la lleva a uno de sus templos en Táurida para apartarla de la maldad de los hombres.

Cuando Steven va a la escuela a preguntarle al director cual de sus hijos es el mejor, este le habla de los talentos de sus hijos y señala los talentos artísticos y literarios de Kim, quien acaba de escribir un remarcable ensayo sobre Ifigenia.

Los mitos hablan de la vida, de las pulsiones, los deseos, las pasiones humanas. Las tragedias que los cuentan permiten la expiación a través del horror sagrado. El castigo divino le llega a Steven, más terrible que el castigo humano, que él de un sistema judicial. Mas implacable, mas frío. El desafío al destino al jugar con la vida de un hombre en el quirófano. Tiene que pagar, porque los dioses nunca olvidan.

Esta distancia simbólica con la vida real se transmite en la cinta no solo por la historia contada, que pierde, o parece perder el contacto con la realidad, sino también por el ambiente frio, por las líneas rectas, por los diálogos sin emoción, por las tomas cuadradas, fijas, a veces desde arriba como vistas por un ojo superior, el ojo de arriba, del más allá. De una consciencia superior y fuera del mundo. De la eternidad, tal vez. La música, estridente, anticipa y prepara el terror que las imágenes provocarán unos segundos después. Es como si supiera, antes, lo que va a pasar.

Esta consciencia inhumana y sobre humana, este ojo al cual no se puede escapar. Recuerdan a las cintas de Michael Haneke, como Caché (2005) donde una responsabilidad desconocida persigue a un hombre, la responsabilidad por los actos de sus padres, y de toda una sociedad políticamente cómplice.También de Haneke, Funny Games (2007) tuvo esa capacidad de hacernos anticipar lo peor en cada escena aparentemente anodina.

The killing of a Sacred Deer es la transposición en la sociedad moderna y rica de la tragedia arcaica, dura, seca como el paisaje griego. Atridas de los tiempos modernos, Steven y su familia encontraron sus Erinias.

Algunos ven en la cinta otra metáfora: una Grecia moderna obligada por el contexto político y económico europeo a sacrificar la felicidad material de sus hijos. Es una explicación muy plausible, pero le quita mucha profundidad al mensaje y rebaja personajes y narración a un nivel muy prosaico. Seria mucho humor negro, mucha fascinación y disgusto, atracción y repulsión, en breve mucha sofisticación para expresar asuntos cotidianos.

El efecto sobre el espectador es de un nivel aterrador. Esa lentitud hipnótica, subrayada por el cuidado en las imágenes y la música, esta construcción de una pesadilla sirve claramente para llevar a una reflexión sobre el sentido de las elecciones humanas. De estimulación intelectual. De filosofía.

Monday, April 2, 2018

Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (Martin McDonagh , 2018) – 9/10


Una madre enojada en un pueblo donde nadie se preocupa. unos policías mas atentos a sus propias necesidades, manías, amores u odios. Y tres espacios publicitarios abandonados. A partir de esos elementos relativamente triviales, Mc Donagh logra una sarcástica y a la vez humana pintura de una humanidad tan normal que asusta.

Ficha IMDb

Cuando Mildred Hayes (Frances McDormand) descubre una noche tres anuncios espectaculares vacíos, en una carretera que ya casi nadie frecuenta, le llega una idea genial: rentarlos para despertar la atención de los que ya no s e preocupan. Hace ya meses que su hija Angela (Kathryn Newton) ha sido violada y asesinada. La policía de Ebbing Missouri empezó una investigación bajo la dirección del sheriff Bill Willoughby (Woody Harrelson) pero, al no obtener ningún resultado, renunciaron muy rápidamente. Pero una madre nunca renuncia. Mildred, de carácter un poco difícil y vocabulario a veces disonante, entra en acción. Y con ella, todo empieza a moverse.  El policía racista, Jason Dixon (Sam Rockwell), Charlie el esposo infiel y abusivo (John Hawkes) con su muy  joven novia Penelope ( Samara Weaving), Robbie el hijo ( Lucas Hedges) , el gerente de la agencia dueña de los anuncios Red Wilby ( Caleb Landry jones) , hasta el dentista Geoffrey ( Jerry Winsett) y el sacerdote del pueblo el padre Montgomery ( Nick Searcy) , todos ven su vida perturbada. Janet lanzó una piedra al agua y la ciudad ya no puede hacer como que todo es normal.

La investigación no progresa más que antes, salvo una esperanza con la llegada de un forastero que se jacta de haber violado a una chica. Pero la vida personal de cada uno de esos seres que parecían torpes, superficiales, estancados, se ve revelada en su intimidad y sus motivaciones.

En ningún momento hay perdón o disculpas porque todos tienen un comportamiento egoísta, a veces estúpido. Pero el furor maternal y vengativo los saca de su zona de confort, los expone.

La historia avanza a golpe de incidentes, a veces accidentes, que parecen enormes, desproporcionados, y, sobre todo, sorpresivos. Sin embargo, todos son perfectamente coherentes dentro de la lógica de cada personaje. Cada uno tiene su propia complejidad, desde la culpabilidad de la madre que se despidió enojada de su hija y, en palabras, la mandó directo a hacerse violar. El policía racista vive con una madre posesiva y vulgar, pero el amor entre ellos es innegable. El jefe de policía se está muriendo y organiza su ultimo día para que sea un inolvidable momento de felicidad para su esposa y sus hijas.

Cada uno, a pesar de comportarse o hablar como un patán, lleva muy dentro de sí un reflejo de luz, una sombra de bondad. Esta bondad se perdió por varias circunstancias de la vida, por obligaciones, por estupidez. El más remarcable es ciertamente el policía interpretado por Sam Rockwell, racista, homofóbico, violento, quien sigue viviendo con su madre feo, casi alcohólica. Totalmente odioso. La cinta se acerca a el con una cierta ternura que puede ser curiosidad y lastima al principio: ¿cómo puede uno ser tan limitado, tan bruto ¿¡es casi un fenómeno de feria! Sin embargo, busca, a su manera la justicia. Su entereza lo lleva a actuar con valor para identificar un posible sospechoso del crimen. Y su testarudez lo asocia con Mildred, a quien odia, para obtener justicia. Al hablar, se dan cuenta que buscan lo mismo y que, tal vez, hay otras formas de solucionar los problemas.

Como en sus cintas anteriores, en particular la genial In Bruges (2008) con Colin Farrell, Mc Donagh mezcla el humor negro y la irreverencia total, con una influencia de los Coen. Una acción incorrecta, de la cual nadie es realmente responsable, al menos en la historia contada, lleva a consecuencias asumidas, decididas, todavía peores, y finalmente absurdas: ¡darle una paliza en pleno día a un homosexual, incendiar la estación de policía…. ¡La violencia es, en algunas escenas, insoportable, trayendo recuerdos de pogromos, de agresiones en Europa de los 30’s. La cinta no se deja detener por unos códigos de lo soportable, lo aceptable, lo mostrable, no acepta lo política o visualmente correcto.

El pueblo de Ebbing está perdido en Missouri, Missouri está perdido en Estados Unidos. Una micro sociedad funciona sobre sus códigos, sus costumbres. Todo mundo conoce a todo mundo, pero en realidad nadie conoce realmente a nadie. La decisión de Mildred de hablar, por anuncios interpuestos, lleva a quitar los velos, a denunciar los silencios, a renunciar a los tabús: ¿se tiene compasión al enfermo de cáncer y no se la pide hacer correctamente su trabajo? ¿No se reclama al esposo que engaña con una jovencita? ¿No se castiga al policía violento? Mildred sacude los pretextos, habla con la verdad. Es, un poco, el niño que dice que le emperador va desnudo. Pero la genialidad de McDonagh es que Mildred no es exenta de pecados. Es egoísta, mal hablada, violenta, poco compasiva. Siente que no ha sido buena madre, ni buena esposa.  

La cinta tiene todo para enojar, para inquietar, para admirar. Tiene un guion sorpresivo, un tono irreverente. Tiene unas actuaciones estupendas. Además, como las cintas de los Coen, tiene una excelente recopilación de música en particular al estilo western, estilo que va perfectamente con el ambiente y con la personalidad y actuación de Mildred /Frances McDormand.

Es una cinta que no deja indiferente. Seguramente una de las mejores del año.

Hidden Figures (Thedore Melfi, 2016) - 7 / 10


En los años de la supremacía blanca, masculina y gringa, tres mujeres negras se vuelven indispensables para el progreso de la conquista espacial. Lo interesante es que estas mujeres existieron de verdad, hicieron lo que se cuenta en la cinta y no fueron reconocidas.

Ficha IMDb

En el estado de Virginia, en los años 60’s, tres amigas trabajan juntas en las oficinas de cálculos de la NASA, en el centro de investigación de Langley. La competencia es sin piedad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, llegar el primero al espacio es casi ganar la guarra fría. Los soviéticos ya lanzaron naves, un chimpancé y una perra, Laica. El 12 de abril de 1961, lanzan al primer hombre Yuri Gagarin. Mientras tanto, los gringos siguen en sus cálculos, en sus pruebas para el mejor diño de nave, para la mejor resistencia de materiales, para la mejor trayectoria. Para eso se necesitan cantidades de cálculos, los cuales hacen mujeres, las calculadoras, las “computers”. Muchas son negras y trabajan en una parte aislada de las instalaciones de la NASA. Cada semana reciben de Vivian Mitchell (Kirsten Dunst), la coordinadora, blanca, sus asignaciones.

A Katherine Goble (Taraji P. Henson) la llaman a la oficina de Space Task Group, donde se hacen los cálculos de las trayectorias. A Mary Jackson (Janelle Monàe) la mandan a las pruebas dirigidas por Kazimierz Czarnecki, un refugiado polaco. Mientras tanto, Dorothy Vaughan (Olivia Spencer) se queda en la oficina de calculadoras trabajando con jefa y cobrando como empleada.

Cada una tendrá que enfrentar las dificultadas de su doble inferioridad: mujer y negra.

La cinta se enfoca más en Katherine, tal vez porque trabaja bajo las órdenes de Al Harrison  ( Kevin Kostner) y del ingeniero  Paul Stafford ( Jim Parsons, el de Big Bang Theory) . su genialidad, su amplitud de visión y sur rapidez de calculo molestan bastantea su jefe inmediato, pero se gana la consideración del gran jefe, totalmente dedicado a su trabajo y sobre todo a los plazos exigidos políticamente, cuando Sputnik I se lanzó exitosamente y se teme que los soviéticos logren ponen en órbita una bomba h  Tardará mucho en darse cuanta de las condiciones practicas en las que trabaja su única subalterna mujer: baño para negros al otro extremo del campus, cafetera apartada, miradas inquisitivas.

La lucha de Mary, apoyada en el trabajo por su jefe quien ha vivido en carne propia las imposibilidades ligadas a sus orígenes nacionales y religiosos, se ubica no solo en el trabajo, sino también en el exterior. para poder ingresar a la universidad, por fin abierta a la gente de color, y estudiar para ser ingeniera, debe tomar cursos de ingeniería y la única escuela para eso debe pasar por una escuela para blancos. Ira hasta entablar juicio y tendrá que convencer un juez de que hará historia siendo el primero en darle permiso a una negra de estudiar en una escuela de blancos.

Dorothy sabrá aprovechar la llegada de IBM y sus enormes computadoras para volverse indispensable, al aprender el lenguaje Fortran, y preparar a sus chicas para la nueva era en los cálculos. Se vuelve indispensable cuando los técnicos IBM no saben arrancar las computadoras. Todas las calculadoras humanas se trasladan alas nuevas oficinas y capacitan a empleadas y empleados blancos.

Durante la misión de John Glenn (Glen Powell) en el Friendship 7, a pesar de ya no ser parte del equipo de Harrison, Katherine es requerida para corregir los cálculos que permitirán al astronauta volver a la atmosfera.

La cinta avanza a golpe de anécdotas, de frases memorables: la argumentación de Mary   con el juez, la declaración de Harrison para baños mixtos: “En la Nasa, todos orinamos del mismo color”. Las imágenes son directas, conmovedoras o frustrantes. Sobre todo, en la primera mitad, el coraje se apodera del espectador al ver el trato que recibían la gente de color

Hidden Figures recuerda mucho a The Help (Tate Taylor  - 2011), también con Olivia Spencer, que se desarrollan en el mismo ambiente, mismos años, y mismos estados de USA. Lo que cambia es el nivel intelectual de las chicas. Ya no se trata de sirvientas sino de empleadas intelectuales y de alto nivel dos muy encima de sus compañeros hombres. Además, se trata de casos reales, y el proyecto espacial de la NASA; a pesar de estar actualmente en un descanso, levanta todavía entusiasmos.

Se le puede reprochar a la cinta una tendencia a forzar los ambientes y personalidades, como las de los “blancos buenos”, y a cambiar datos biográficos para lograr escenas espectaculares: la verdadera Katherine Johnson, desde el principio, usó los baños para mujeres blancas, no esperó la autorización de su jefe blanco. Y nunca tuvo el derecho de entrar a la sala de control después de verificar los cálculos para John Glenn. No hubo un blanco bueno para abrirle la puerta. Esas pequeñas libertades que se tomó el guionista modifican ligeramente la imagen de Al Harrison, el jefe.

Pero toda la ambientación está muy bien lograda, con detalles en lo códigos de comportamiento y en particular de vestimenta. La cinta es muy bonita, despierta simpatías por estas tres chicas, jóvenes, dedicadas, convencidas de su valor.

De ahí proviene la fuerza de esta cinta: despierta en cada uno espectador las ganas de progresar, de pasar por encima de los prejuicios. Además de ser unas biografías, es una obra de auto realización, una guía de superación. Lleva el mensaje de que se puede ir mas lejos de lo que se cree posible: la conquista del espacio es también la metáfora de este deseo de superación.