Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, November 24, 2014

Birdman (Alejandro Gonzalez Iñárritu, 2014) – 9/10

Sorprendente, muy diferente de os primeros trabajos de Iñárritu. Una meditación sobre el trabajo del actor y la capacidad de reinventarse. Una cinta que no suelta al espectador, a pesar de sus dos horas de duración, lo cautiva con la intensa interpretación de sus dos actores protagonistas, su música y su fotografía extraordinarias. 

Ficha IMDb

La primera imagen sorprende: un hombre medita, sentado en el aire, flotando en sus calzoncillos blancos de algodón. Este hombre es Riggan Thompson (Michael Keaton) quien, en sus años pasados, fue el intérprete de una serie de exitosas cintas de superhéroe, Birdman, conocida en el mundo entero. Pero, ahora, quiere reinventarse, ganar, a los ojos del público, de la crítica, de su familia y de sí mismo, una reputación de actor serio. Para eso, se ha metido en un gran proyecto teatral, en Broadway: adaptar, dirigir e interpretar una obra seria, De que se habla cuando se habla del amor, a partir del relato de Raymond Carver. Con eso quiere llegar al sentido escondido de la vida y las relaciones humanas. 

Pero la obra de Carver es para Iñarritu mero pretexto para explorar las motivaciones de un hombre ya avanzado en edad, que ha sembrado y destruido, y que tiene que lidiar con las consecuencias al mismo tiempo que quiere avanzar e inventar. 

Tal vez lo importante en la cita no sea precisamente la historia ya que sigue, cronológicamente, las etapas de la preparaciones de un espectáculo teatral: problemas de financiamiento, relaciones entre actores, choques de egos, vida personal y/ o familiar al margen, papel preponderante de las críticas. 

Como la cámara que sigue en todo momento a Riggan, la historia se centra en él. La voz interna, la capacidad de mover objetos a distancia abren la puerta al mundo interno. ¿Enfermedad mental, esquizofrenia, angustia, depresión? 

Largos planos-secuencia llevan de la mano al espectador, lo obligan a no soltar la vista del personaje o de lo que él contempla, en unos espacios atiborrados de objetos. Uno siente la respiración como suspendida, mientras recorre los angostos pasillos del teatro, metáfora de los recovecos de la mente de Riggan, se desplaza sobre el escenario, o corre casi desnudo en las calles para volver a tiempo a entrar a escena. Afuera del teatro, entregado a las cámaras de los paseantes, y las publicaciones sobre este Facebook que odia, es totalmente frágil, porque pone en peligro la representación , y con eso las futuras críticas y el éxito de la obra, porque se pone en ridículo. Porque ya no tiene la protección de un personaje o un disfraz. 

Las cintas anteriores de Iñarritu, construidas sobre los juegos estructurales de Gonzalo Arriaga, funcionaban en un enfoque frío, precisamente porque los distintos puntos de vista quitaban empatía con cualquiera de los personajes. Aquí, el ritmo es el propio ritmo de Riggan, sus angustias, sus entusiasmos. Y los vivimos con él, casi obligados porque la música, este omnipresente tambor angustiante es él que nos obsede. 

Riggan es quien impone su visión, pero está a punto de perder su poder cuando entra en juego Mike (Edward Norton). La situación se le sale de las manos, en todos los aspectos: Mike, famosa estrella de teatro, pide demasiado dinero, impone su visión del personaje, cambia los diálogos, modifica la puesta en escena. Es arrogante, fascinado por su propio talento. Las escenas de Norton son toda una lección sobre teatro, no solamente por su interpretación intensa del personaje de joven guapo (en oposición a un Riggan viejo y con peluca), sino por lo que vehicula sobre la técnica del Actor’s Studio, sobre la libertad, tan peligrosa, que tiene el actor de modificar la representación y engañar al espectador, sobre la distanciación entre actor y personaje o la posible superposición de los dos. Nos atrae a un vértigo, nos aspira al punto de darnos miedo. ¿Tan grande es el poder del teatro ?! 

Pero el teatro, por ser el arte que no existe sin público, pone en evidencia la importancia de la mirada y del juicio de los demás. Riggan vive en la obsesión de importar, de significar algo. Compañeros actores, familia, publico, críticos. Por eso la selección de la obra de Carver: De que se habla cuando se habla del amor. Él solo existe dentro de la mirada de los otros; por esto tiene que reinterpretarse como actor de Broadway. Para salir de la imagen del actor de cine comercial, como varios actores reales a quienes mencionan. Pero su personaje de superhéroe ya ha tomado posesión de él; del gran poster de su camerino, ha pasado a vivir dentro de él, darle poderes de telekinesia, hablarle como una consciencia negativa, criticona, recriminadora, inmadura. Se vuelve cada vez más presente, hasta ser visible para el espectador, en una escena de caminata en la ciudad, donde los rascacielos (y las tomas en contrapicado) invitan a subir hacia el cielo. Muy cerca de su alter ego, Birdman (Benjamin Kanes) le sopla al oído palabras de poder e inspiración. 

Este poder, Riggan decidirá explotarlo al máximo (en los dos sentidos de la palabra, ya que se dispara en la cabeza) cuando decidirá volver real la ficción. El intento fracasa a medias, y lleva en forma natural a la última escena. Como en el realismo mágico, la ficción, o el símbolo, se torna real. La fuerza del superhéroe volvió, el hombre esta poseído por el personaje quien ahora no se limita a hablarle al oído, pero le da su propia energía. El hombre es el superhéroe. El deseo se vuelve realidad. 

La fotografía está a cargo de Emmanuel Lubezki, quien ya brilló en The Tree of life ( Malick-2011) y Gravity (Cuarón - 2013) y la música es hipnotizante y perturbadora. 

Saturday, November 22, 2014

La fille du puisatier (Daniel Auteuil, 2011) – 7/10

En 1940, Marcel Pagnol saca una novela, mitad novela, mitad guion, de la película que realizó el año anterior. De esta novela, Daniel Auteuil saca su película actual, la que, obviamente, no puede hacer caso omiso de la anterior. Las grandes sombras de Raimu, Fernandel y Charpin se transparentan atrás de los intérpretes actuales. 

Ficha IMDb

La historia depende mucho de su época. En los años treinta y en el campo, el honor de las chicas era asunto sagrado. Patricia (Astrid Bergès-Frisbey) es la hija del “puisatier”, este hombre indispensable a la vida de los campesinos, ya que de él depende la construcción y manteniendo de los pozos. Sin él, no hay agua. Sin agua no hay cultivos, no hay vida. Este tema es tratado en varias ocasiones por los escritores provenzales, en esta zona del sur de Francia que llegar a ser sumamente caliente y árida en el verano. Pagnol mismo tocó el tema en su cinta Manón des sources (1952), con su esposa Jacqueline en el papel protagónico, y de la cual sacó una novela, que fue más recientemente adaptada por Claude Berri (1986), con Daniel Auteuil en el papel del feo enamorado, Ugolin. 

El "puisatier", Pascal Amoretti (Daniel Auteuil), es un hombre, sencillo, trabajador, honesto y orgulloso de su oficio. Desde que murió su esposa, vive solo con sus cinco hijas, a quienes educa con rectitud. La mayor, Patricia, fue “prestada" muy chiquita a una señora de Paris que no podía tener hijos, y porque Pascal decepcionado de tener tantas hijas, menos valiosas en comparación con un hijo varo, pensó que no tenía ninguna importancia. Patricia se educó en la capital, en una escuela religiosa, hasta tomó el acento de allá.Al volver a los dieciséis años, se encargó de la casa y de las hermanas menores. Ahora Pascal la quiere como a un hijo. Es su princesa.

No le disgustaría darla en matrimonio a su asistente, Felipe ( Kad Merad), un hombre serio, tranquilo, no muy guapo, pero que vive cerca y que dueño de un dinerito ahorrado. 

Pero la princesa Patricia encuentra a su príncipe, Jacques Mazel ( Nicolas Duvauchelle), hijo de un rico comerciante de la ciudad ( Jean-Pierre Darroussin), aviador, guapo y que sabe deducir a las mujeres. 

Una cita, una carta destruida por una madre celosa (Sabine Azéma), una salida repentina a una misión, un embarazo. Cuando los padres Mazel se niegan a escuchar la demanda de Pascal en nombre de su hija, este se ve obligado a mandarla a casa de su hermana Nathalie ( Anne-Marie Chazel), que también hizo “errores” en su juventud y a olvidarla. 

Finalmente todo acabará bien y las familias encontraran armonía y entendimiento. Porque, en el mundo de Pagnol, la gente es esencialmente buena y merece vivir feliz. 

La adaptación de Daniel Auteuil es fiel al espiritual de Pagnol. Logra transmitir el amor al campo de Provenza, a los olivos, a las carreteras en la sombra de grandes árboles (plátanos, pero no los de la fruta). Aunque se esperaba más espacios abiertos, más lavanda y más cigarras. Él mismo es fiel a la interpretación del gran Raimu. Tiene el acento, la fealdad bondadosa, los silencios, la mirada y la tosquedad de esos padres que aman demasiado y saben que no tienen derecho a expresarlo. Su emoción, contenida y profunda, se transmite. Junto a él, Kad Merad como Felipe, es también muy justo en su interpretación. Es el heredero perfecto de Fernandel, Feo, bondadoso, honesto, que puede inspirar admiración y hasta amor, un amor sencillo y tranquilo. 

Pero los demás dejan mucho que desear. Jean-Pierre Daroussin es muy tieso para el bueno de Mazel, rebasado por su estatuto de comerciante, por el libertinaje de su hijo, de quien admira las proezas aéreas, y sobre todo por su esposa, madre posesiva antes que todo. Sabine Azema actúa cono en un circo, es un payaso histérico y despeinado. Uno no sabe si llorar o reír al verla patalear y sacudirse. Y la del título, la hija del puisatier, se ve bastante tonta y sin profundidad, cuando en la novela, es una joven orgullosa de sus sentimientos, de su maternidad al mismo tiempo que llena de un amor y sumisión ejemplares a su padre. El aviador Jacques es igual de inconsistente que ella, lo que corresponde perfectamente al papel, en la novela y en la película anterior.  

Pero lo más criticable en la cinta es la decisión de Auteuil de suprimir las alusiones precisas a la época. Aunque se vea a los jóvenes irse a la guerra, y se les vea después en uniforme, hasta cuando no deberían porque están de permiso, se omite el anuncio por el Maréchal Pétain de la aceptación de la derrota. Es una lástima porque es eso lo que explica la salida, la desaparición y la nueva situación de Jacques a su regreso. 

Estas circunstancias particulares en las que vivía Francia en los años 40, con el culto al campo y a los trabajadores manuales instaurado en la Revolución nacional de Pétain, ayudan a entender la oposición entre Pascal, el hombre cercano a la tierra, y los Mazel, comerciantes de la ciudad.

La cinta omite también algunos detalles que complementan el retrato de los personajes: el humor de Felipe, los orígenes italianos de Pascal, sus bromas ….

Pero lo que queda después de verla es la emoción delicadamente transmitida por Daniel Auteuil, el sentido de la familia, y el inmenso amor por el nieto, “Amoretti chico”, por cierto “interpretado” por el propio hijo de Daniel Auteuil .    

Sunday, November 9, 2014

The Equalizer ( Antoine Fuqua, 2014) – 7.5/10

Adaptado de una serie televisiva de los años 80’, pertenece a la serie de los solitarios, taciturnos, estilo Melville o samuráis de todo tipo y país. De una hechura muy bien cuidada, imágenes y música, mantienen la atención, aunque la historia no sea muy original. 

Ficha IMDb


Robert Mc Call (Denzel Washington) es un hombre solitario, callado, ordenado, al mismo tiempo que preocupado por los que lo rodean. Siempre dispuesto a ayudar, lleva sin embargo una vida aislada. Tiene un empleo de lo más modesto en una tienda Homemart. Llama la atención la pulcritud y desnudez de su departamento, la obsesión por la limpieza y el orden. Pero el hombre no puede dormir y va cada noche a una cafetería donde, simplemente, se sienta a leer. Ahí encuentra regularmente  a una chica, muy joven y bonita, la cual es visiblemente una prostituta. 

Algunas injusticias llevan a Mc Call a salir de su tranquilidad: el joven a quien prepara para un examen de vigilante,Ralphie (Johnny Skourtis) no se presenta el día de la entrevista porque el restaurancito, mexicano, de su mama ha sido destruido por falta de pago de protección. Una cajera de la tienda ha sido atacada. Teri (Chloë Moretz) ,la chica de la cafetería aparece golpeada.

A partir de ese momento, la violencia se vuelve omnipresente, sin piedad: cuerpos degolladlos, desnucados, explosiones de una fuerza inverosímil… la sangre salpica. No hay compasión para los malos que dominan la ciudad de Boston. Mc Call remonta la jerarquía del poder desde los policas corruptos hasta el jefe ruso quien administra a distancia  todo el negocio. Teddy, (Marton Csokas) el emisario que es mandado para “limpiar” el desorden producido por Mc Call es un ser atroz, sumamente inteligente y enfermo. 

La fotografía es impecable, los tomas, encuadres, son tan cuidados que interesan casi más que el desarrollo de la trama, que no es tan original. La música contribuye al suspenso, a la angustia, a la prisa por ver a los malos destruidos. 

Es una obra de arte en la tradición del mejor cine oriental de acción, mezclado con los lentos thrillers de reflexión de Melville. Mc Call es un samurái, depurado, concentrado, como Alain Delon (Le Samourai, J-P. Melville - 1967), Bronson (Death Wish , M. Winner- 1974),  Forest Witaker ( Ghost Dog: The Way of the Samurai, J. Jarmusch – 1999), George Clooney (The American , Anton Corbijn – 2010) . En frente se abre el mundo complejo, barroco y perverso de la mafia rusa, según el modelo presentado por Cronenberg en Eastern Promises (2007) .

No es un thriller cualquiera, es inteligente. Y, al final de cuentas, plantea la oposición entre un mundo de orden y control, desde la vida personal de cada uno, y un mundo de excesos, delirios, los que solamente pueden llevar al crimen organizado y la violencia. 

Sunday, November 2, 2014

Pelle Erobreren (Billie August, 1987) - 8.5/10

Un gran fresco sobre los deseos de libertad de un niño. Un retrato de la vida en el campo a fines del siglo diecinueve, cuando los pobres de Europa soñaban con la tierra prometida en América. Más que una narración seguida, se trata de anécdotas vividas por un padre y su hijo que buscan construirse una nueva vida. Dominada por un Max von Sydow extraordinario.

Ficha IMDb

Pelle Carlson (Pelle Hvenegaard ) , de unos doce años, llega con su padre Lassefer (Max von Sydow) a Dinamarca. Vienen de un pueblo sueco, Tomomila, donde vivían con la madre de Pelle, quien acaba de morir. Desde el desembarco, se topan con las dificultades para encontrar trabajo. Finalmente, Kongstrup (Axel Ströbye), dueño de una rica granja, le ofrece a  Lassefer cuidar sus vacas. Vivirá con su hijo en el establo. 

Los días pasan, uno después del otro, con las tareas propias a cada estación, con las actividades y los dramas de los dueños, de los trabajadores. Fiestas, trabajo arduo, comida, bromas, divertidas o crueles. Pelle va a la escuela. En todos partes padre e hijo, viven con esta sensación de ser extranjeros. El padre conserva la nostalgia de las fresas de Suecia para el cumpleaños, del café del domingo en la cama, de los cuidados de una esposa. En la escuela, Pelle experimenta la camaradería y el rechazo, pero aprende a leer. 

Pero sobre todo, observa. Y entiende lo que puede. Pero todo gira sobre las relaciones de poder. El dueño quien engaña a su esposa con todas las sirvientas, tiene hijos bastardos y se niega a reconocerlos; la linda sobrina, que viene de Copenhague a pasar un verano y le trae algo de alegría a su tía, la señora Konstrup (Astrid Villaume) hasta que el tío la viola. El castigo impuesto por la esposa es sangriento.

 La descripción del funcionamiento de esta comunidad provinciana, inmóvil en sus valores venidos de los siglos anteriores, es implacable. Mientras el terrateniente tiene derecho a engañar y acostarse con quien quiera, dos jóvenes que se aman no pueden hablarse si el padre de ella se opone. Cuando un niño nace de este amor clandestino, ella tiene que dar a luz sola, en el campo. La historia acaba en tragedia.

Tragedia también el naufragio de un barco frente a la costa. Y tragedia la muerte de un niño ahogado bajo el hielo que se quebró. 

Mientras el padre sueña con volver a tener la comodidad de su vida anterior con una nueva esposa,y empieza una relación con la Señora Olsen (Karen Wegener), cuyo marido no ha vuelto desde hace un año,  Pelle es fascinado por la personalidad de Erik (Björn Granath) , el empleado rebelde, él que toca el acordeón para alegrar las fiestas, él que protesta por la falta de puerco en la cena de Navidad, él que ahorra para irse en busca de libertad, a Estados Unidos. Si el padre de Pelle, en su deseo de quedarse, de adaptarse, acepta, se disculpa, trata de no hacerse notar, de dar satisfacción, Erik, él, tiene código de honor y lo defiende. Eso le costará caro. Golpeado por el balancín del pozo, pierde toda capacidad mental e intelectual. 

Cuando la mente de Erik cae en un estado infantil, Pelle decide irse a cumplir el sueño de los dos. Se va caminando a lo largo de la playa, después de despedirse sin drama de su padre. 

No hay grandes explosiones de alegría o de violencia en esta cinta. Todo está atenuado, como sumido en una suerte de bruma. El mar está siempre presente, marcando las estaciones, trayendo la muerte, pero permitiendo la salida hacia la libertad. Los países son amplios, bajo la nieve o en el viento. Y la música de Stean Nilsson se armoniza con la lentitud del tiempo. La cinta es a la vez emotiva y dura. Es sobre ilusiones y realidades. Ilusiones de libertad o de comodidad, realidades de opresión e injusticias. 

El niño Pelle es muy callado, todo en miradas, y sus observaciones silenciosas lo llevan a tomar decisiones y actuar.Mientras Max von Sydow habla, se preocupa, expresa con efusión sus sentimientos. Pero no progresa. Pelle es el conquistador, pero es Max von Sydow cuya presencia se impone.