Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, August 31, 2018

The Wife (Björn Runge, 2017) – 8/1


Parece que últimamente los Premios Nobel de literatura les interesan a los cineastas. Ya vimos Elciudadano ilustre de los argentinos Mariano Cohy, Gaston Dupra, (2016). Ahora le toca a un director sueco a partir de una novela gringa y con actores estadounidenses. En ambos casos, el galardonado no es presentado de forma muy favorable.

Ficha IMDb

En 1992, la noche de espera de la gran noticia es una noche de insomnio para Joe Castleman (Jonathan Pryce) y para su esposa Joan (Glenn Close), casados desde hace 40 años. Él se distrae comiendo, y molestando de todas las formas posibles a su buena esposa, que parece ser más calmada. Finalmente suena el teléfono, le hablan de Estocolmo: está hecho, él será el Premio Nobel de literatura del año, por las “aportaciones que aportó al género narrativo “y a la profundidad de sus personajes. A la esposa le dan consejos para facilitarle la vida a su famoso esposo en esos trances que no son fáciles de manejar.

Una fiesta entre amigos nos introduce los dos hijos, Susannah (Alix Wilton Regan), en estado avanzado de embarazo, y David (Max Irons, hijo de Jeremy Irons), escritor debutante que acaba de enseñar un cuento corto a sus padres y espera con ansiedad sus observaciones.

El viaje a Estocolmo es perturbado por la injerencia de Nathanael Bone (Christian Slater), escritor, biógrafo, admirador (¿?), de Joe, muy mal recibido por este que parece a la vez despreciarlo y sentirse molesto por su mera presencia.

En Estocolmo, todo el protocolo nobelistico se pone en marcha, con suite real en el hotel, ensayos, conferencias y fotógrafa personal para el héroe, Linnea (Karin Franz Korlof). La juventud de esta y su efecto sobre Joe no pasan desapercibidos por Joan.

La posesividad, dependencia y manipulación de Joe sobre Joan se hacen en cada paso más evidentes. Cuando una tarde ella decide por fin respirar, salir por su cuenta, tal vez conocer la ciudad, Nathanael Bone la aborda y la invita a tomar un café. Insidiosas preguntas revelan que el futuro biógrafo del Nobel ya entendió que el verdadero autor no es Joe sino Joan y que su biografía no oficial podría ser peligrosa para el hombre famoso. A partir de ese momento, los flashbacks que contaban la vida de Joe y Joan (Annie Starke, hija de Glenn Close) jóvenes, desde el momento de su encuentro como maestro y estudiante, se enfocan más a las actividades de escritura.

En la gran noche, David, a quien su padre ha despreciado en público y en privado, externa todos sus reproches a su padre, y las dudas que Bone le ha soplado, confirmadas por sus propios recuerdos. El discurso de recibimiento de Joe hunde un poco más a su esposa al mencionarla como su musa, su apoyo, la que le garantizó una vida tranquila para poder dedicarse a su obra. Joan abandona la sala en medio de la recepción, seguida por su esposo. Una muy intensa discusión en el cuarto de hotel revela cuán egoísta, manipulador, inconsciente (o consciente) es y ha sido siempre Joe. Al punto de acabar en un infarto, última maniobra inconsciente (o consciente) por obtener de su esposa la promesa de nunca dejarlo.

Un final casi abierto deja entrever el siguiente movimiento de Joan, quien, con la ayuda oficialmente rechazada de Bone, y probablemente el apoyo de sus hijos, no ha dicho, ni escrito, su última palabra.

La novela de Meg Wolitzer, escrita en 2003, cuestiona la institución del Premio Nobel, al menos el de literatura. ¿Qué es un gran autor? Después de ver la designación de varios totalmente desconocidos, de unos con una obra más bien delgada, de un cantante que ni siquiera se molestó en ir a recibir el premio, sabiendo que los intereses políticos en el sentido general son muchas veces más relevantes en la decisión que la obra en sí, y qué escritores inmensos murieron sin obtenerlo o siguen sin obtenerlo, uno puede en realidad dudar del valor de este premio.

La otra pregunta es la de la autenticidad de la escritura y de los escritores fantasma, ghost writer, negros, esos que hacen el trabajo al final del cual los famosos ponen su firma.

Finalmente, se plantea, pero más rápidamente, la cuestión del talento, y del trabajo de escritura. Joe tenía las ideas, Joan hacia el trabajo detallista, difícil, demandante, de encontrar palabras, ritmos, matices, al ritmo de 8 horas diarias.

A estos temas profesionales de la creación escrita, se suman los de la familia y del matrimonio: un hombre centrado sobre sí mismo, casado tres veces, que no soporta que alguien le haga sombra, ni su esposa ni su hijo, y que se las ingenia para mantenerla ocupada, escribiendo, sufriendo por sus engaños, y atenta a todas sus necesidades, Estas necesidades aumentan con la edad y la pareja ya anciana tiene que lidiar con detalles cotidianos a veces poco glamorosos.

Joe es confortado en sus posiciones por las instituciones. Es notable la recepción en el hotel: Para Joe, las conferencias, entrevistas, sesiones de fotos; para su esposa, y las otras esposas, se organizó un programa de paseos y shopping. En 1992, es todavía, y seguramente lo es todavía en 2018, una posición que considera a la esposa como mera acompañante de su hombre, sombra del genio, interesada en asuntos triviales. Parece que hubo poca evolución desde los 50’s o 60’s, cuando la joven Joan, ya talentosa, se dio cuenta que, siendo mujer, nunca tendría la oportunidad de ser publicada por las casas editoriales dominadas por hombres. Por eso, y por amor, aceptó el papel de escritora fantasma para su esposo, papel del cual ya no pudo, o no quiso salir.

La cinta logra muy bien llevar a cabo esos diferentes temas en paralelo. Las interpretaciones de Pryce y Close dejan aflorar las luchas de poder, guardando y dejando crecer poco a poco el volcán interno. Es remarcable la escena de la gran recepción y del discurso, cuando la ira va apoderándose de la cara de la buena esposa. Una Glenn Close ligeramente subida de peso, cuyo pelo muy corto revela más la edad, es la expresión perfecta de la acumulación de trabajo, de desprecio y humillación. Bajo la luz intensa del proyector es fea, horrible, en contraste con la soltura, la ligereza durante el encuentro con el periodista, casi a igualdad de edad y casi coqueta y coqueteada. La escena final, paralela al viaje de ida a Estocolmo la muestra radiante, maliciosa, su piel es más joven, sus ojos brillan.

Glenn Close, muy bien dirigida, tiene a lo largo de la historia, momentos de silencio, de morosidad, de enojo silencioso, que, al principio, parecen no tener ningún motivo. Pero se va entendiendo que son los resentimientos que se están amontonando, la contrariedad por la justicia Ella sabe, y lo grita en la ultima pelea, que ella es el Premio Nobel de Literatura. Su colaboración matrimonial, familiar y literaria ha funcionado durante cuarenta años a base de silencios. Llega el momento en que pesan demasiado, porque el mundo entero se hace ahora cómplice de la injusticia, y la explotación. Ya no puede ser cómplice de tan enorme mentira.

El protocolo del Nobel, con sus elegancias, joyas, discursos y reverencias puso en relieve lo sórdido de la vida de ancianos. El héroe recompensado por el rey es en realidad un viejo que se levanta a medianoche para comer, que tiene migajas en la barba, que debe tomar sus pastillas para el corazón y las olvida, que se arrastra atrás de todas las faldas jóvenes. Lo glamorosa es para el Nobel, lo sórdido es para Joan.

Y, sin embargo, ella es siempre más paciente, más diplomática, con su David, con Bone, con las azafatas, con el personal del hotel. ¡Qué paradoja, cuando Joe es en realidad un don nadie, que no tiene nada para justificar sus sentimientos de superioridad! Nada, salvo una percepción totalmente ciega de si mismo y de ella, lo que lo lleva a afirma con autoridad: “Mi esposa no es una escritora”

El final satisface al espectador; se va a hacer justicia. El apogeo inmerecido del esposo permite la liberación de la esposa.

Monday, August 20, 2018

El lugar sin límites (Arturo Ripstein, 1978) - 9.5/10


En un pueblo perdido, se afrontan poseedores y poseídos, explotadores y explotados. El machismo oprime a todos, en particular a los que se saben diferentes. El tema de la identidad sexualmente el revelador de deseos y miedos profundos. La dirección impecable de Ripstein y la interpretación absolutamente fascinante de Roberto Cobo hacen de esta cinta una gran obra de arte.

Ficha IMDb

El pueblito de El Olivo es despertado por el ruido de un motor de camión. El miedo toma posesión de la Manuela quien se acerca a la ventana. Al darse cuenta de que este ruido significa el regreso de pancho, es presa de una gran excitación: es miedo, impaciencia, deseo. Pero en el cuarto obscuro y en mal estado, la situación es inusual. La Manuela, quien habla en femenino, vuelve a su cama donde está acostada una mujer joven … está mujer le dice “papá”. ¿Esta Manuela será hombre o mujer? ¿Qué tipo de relación tiene con su hija?

Desde esta alba de angustia y de preguntas, la acción se desarrollará en un solo y larguísimo día. Con unos flashbacks, pero sobre todo por los diálogos, aprenderemos los motivos y los hechos que han traído a todos a este preciso punto culminante, que no puede desembocar en otra cosa que una tragedia.

La Manuela (Roberto Cobo) es en efecto un hombre travesti, Manuel Gonzalez  Llegó a El Olivo años antes, para bailar en una fiesta organizada para Don Alejo (Fernando Soler), el hombre fuerte del lugar, bajo la organización de la Japonesa (Lucha Villa). Las burlas de los machos asistentes tornaron a hostilidad y brutalidad pura, al punto de perseguir a la Manuela, desvestirla, casi ahogarla. Y todo terminó en una apuesta de la Japonesa Grande con Don Alejo que podría quitarle su feminidad a Manuela y forzarla a copular como hombre, bajo los ojos de todos. La Japonesa ganó su apuesta, le pagó a Manuela con la mitad del prostíbulo, y nació una niña, la Japonesita (Ana Martín).

Por su lado, Don Alejo, dueño de la hacienda, y del pueblo entero, tenía bajo su protección Pancho, hijo de uno de sus empleados, o tal vez su propio hijo. Lo obligaba a jugar con su hija  retrasada mental . Cuando Pancho (Gonzalo Vega) se hizo hombre le presto para comprar un camión y trabajar por su cuenta, pero con un calendario estricto de reembolsos que Pancho no ha respetado. Esa mañana viene a negociar con un Don Alejo implacable.

Por otra parte, Alejo tiene intención de comprar todas las casas del pueblo que todavía no le pertenecen, para poder el terreno a un muy alto precio a constructores. Para eso, quita la luz. Así la gente prefiere irse y malvender.

La Manuela sabe que Pancho vendrá al prostíbulo en la noche, sabe que Pancho la odia y la desprecia. Pero intuye que ese odio esconde otra cosa. Decidido a seducir al joven que la atrae. prepara su vestido rojo de flamenco.

En la noche, después de una secunda confrontación con Don Alejo, Pancho llega al prostíbulo, se embriaga, y poco a poco se deja dominar por el deseo homosexual que lo encadena a la Manuela. Y que le da asco.

Adaptada de una novela corta del chileno José Donoso (1966), la cinta de Ripstein es absolutamente sublime. El retrato de un pueblito provinciano con sus calles empedradas, sus tiendas oscuras con puertas de maderas, esas ruinas que sirven de lugar de vida a personas ya casi muertas, en la pobreza material, moral y sentimental. Todos, y sobre todo todas, tratan de luchar para mantenerse a flote en una cotidianidad sin esperanza. Los sueños nunca se alcanzaron y nunca se alcanzarán, ya lo saben. Sin embargo, siguen manteniendo el funcionamiento de algo que ya está muerto en la raíz.

La cinta ganó un Ariel de oro como mejor película, un Ariel de plata como mejor actor para Roberto Cobo, quien había sido el actor principal de Los olvidados (Buñuel - 1950). Ripstein obtuvo también el Premio especial del jurado en el Festival de San Sebastián.

Ambientada en un México de los años 60, que podría ser de los 30, o actual, plantea situaciones que, en 1978, eran todavía calladas, sobre todo en un país donde el machismo es la base del funcionamiento social. Pero, en realidad, la homofobia, el odio a lo femenino, cuando se presenta en una mujer o en un hombre, sigue viviendo muy en el fondo de cada uno. La educación trata de cambiar eso, pero la misoginia queda profundamente arraigada.

La Manuela, a pesar de los malos tratos, los insultos y burlas de los de afuera, vive en su casa con la aceptación de las que la rodean. Ahí, las prostitutas aceptan todo tipo de sexualidad, con toda naturalidad. Es el mundo fuera de la casa él que está dominado por los valores masculinos. Ahí se pelean entre sí por el poder. Pancho quiere derrocar a Alonso, pero siguiendo con la misma imposición a las mujeres. Porque ellas son de una naturaleza inferior y Pancho no podría en ningún momento aceptar lo femenino en él, lo débil, lo “anormal”, lo divergente.

La Manuela es fuerte, es orgullosa de su feminidad, de su seducción, materializadas en su vestido rojo. Desde el momento en que oye el camión de Pancho entrar al pueblo, su única obsesión escocerlo, va por hilo rojo en casa de una vecina. Al componer su vestido roto, recompone su feminidad, rota por el desprecio de Pancho. y el vestido será su arma para vencer al macho. el vestido le dar su poder y su audacia para enfrentar su enemigo.  Pancho es no solamente el enemigo personad e la Manuela. Es la encarnación del machismo insulso, estúpido y necio que destruye toda libertad en su presencia y envenena cualquier intento de ser uno mismo.

Pancho, a pesar de su oposición a Don Alejo, es la extensión de la cultura patriarcal. La Manuela vive en un matriarcado. Pero ahí defiende su propia identidad y la vida de su gente con una fiereza muy “macha”. El sexo biológico no es el género, y el género no es el valor o la debilidad. Ese mensaje, en los años de la cinta y de la novela, y además en el lugar donde ubican la historia, era algo totalmente innovador, perturbador, escandaloso. Los últimos años nos han preparado para aceptar, tal vez, para abrirnos a esas consideraciones, a otra forma de ver las relaciones entre personas. 

Ripstein lo hizo de una forma majestuosa, sublime, secundado por un fotógrafo, Miguel Garzón, y sobre todo por grandes actores. Roberto Cobo, por sí solo, es monumental, indescriptible, genial.

Saturday, August 18, 2018

Sandome no satsujin (Hirokazu Koreeda, 2017) – 8/10


Empieza como cualquier cinta de abogado e investigación para preparar un juicio. Pero poco a poco se transforma en una interrogación sobre el bien y el mal y el derecho a vivir que podrían no tener ciertas personas.

Ficha IMDb

Un hombre mata a otro en una zona despoblada de noche. Después, le prende fuego. Es obvio que hubo asesinato. Hasta vemos claramente la cara del criminal. Pero el ambiente irreal y la cámara lejana y temblorosa dejan al espectador en la incertidumbre.

Shigemori (Masaharu Fukuyama), joven abogado, es llamado por un colega para ayudarlo en el caso de un extraño cliente. Este hombre, Misumi (Koji Yakusho) fue condenado a treinta años de prisión por dos asesinatos anteriores por el padre de Shigemori, juez en esos años. Poco después de cumplí su condena, comete su tercer asesinato. Pero no deja de cambiar su versión, sobre sus intenciones, de robo, de asesinato, de culpabilidad o inocencia.

Shigemori y su equipo empiezan por una investigación, van hasta la ciudad del acusado, conocen a su esposa, a su hija. Asimismo, investigan a la víctima, su familia y sus negocios. Resulta que era un negociante muy sucio, que explotaba a los empleados de su fábrica, que humillaba y violaba a su hija coja Sakie (Suzu Hirose), que su esposa era tal vez la amante del reo, que tal vez quería cobrar el dinero del seguro…

El asesino también tiene una hija adolescente, con la cual no logra, o no quiere, establecer la comunicación y cuya vida se va, por culpa paternal, hacia el fracaso anunciado. Estableció con la hija del jefe un lazo casi paternal, un lazo de protección por sustitución. El abogado también asiste impotente, o egoísta, al fracaso de su relación con su propia hija.

La investigación resulta ser una complicada telaraña; las mentiras y los secretos se sobreponen.  ¿Quién dice la verdad? ¿Quién tiene la razón?

Los encuentros en el locutorio de la prisión se multiplican. Los dos hombres están separados por un vidrio. A medida que Shigemori sabe más y sus preguntas se hacen más suspicaces, el asesino entra en consideraciones morales, casi filosóficas. Los dos hombres se miran, se reflejan y los rostros llegan a acercarse, confundirse en el vidrio - espejo. ¿A quién ve Shigemori? ¿Quién es? ¿Es otro Misumi, otro criminal? ¿Es su padre el juez, quien toda su vida se sintió frustrado de no poder conseguir la pena de muerte para el doble homicida en el juicio de hace 30 años? ¿Es Misumi una versión deShigemori, en su versión de padre fracasado?

La pregunta profunda del asesino es si existe gente que no debería vivir. Gente mala que no debería haber nacido, y que cualquier persona tiene derecho a eliminar, para hacer un bien a la sociedad. El negociante no tenía derecho a vivir y Misumi se encargó de eliminarlo. Pero Misumi mató tres veces y ya no tiene derecho a vivir. Encarga el sistema judicial japonés de eliminarlo por la pena de muerte.

Fascinante por su estilo de filmación y su ritmo que parece incoherente, por sus imágenes que hacen dudar, la cinta impone la reflexión, la angustia y la duda casi metafísicas. Lo hace por sus diálogos, pero lo impone por esas extraordinarias tomas de las conversaciones en la cárcel, con vidrio- espejo interpuesto. El uso de colores oscuros endurece un clima sin piedad de una película muy fuerte. ¿Dónde está la frontera entre lo justo y lo injusto?

Le feu follet (Louis Malle, 1963) - 9.5/10


Las últimas horas de vida de un hombre, perdido entre sus deseos de emprender proyectos, de desintoxicarse, de entablar relaciones y una enorme apatía depresiva. Adaptado de una famosa novela escrita en 1931 por Drieu La Rochelle, autor discutido por sus relaciones con el ocupante alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

Ficha IMDb

 Alain Leroy (Maurice Ronet) despierta en un pequeño hotel parisino al lado de Lydia (Léna Skerla), quien toma ese mismo día el barco de vuelta a Estados Unidos. Alain no sabe si insistir con Dorothy, la esposa americana de quien está separado, aceptar que la relación fue un fracaso, tratar de vivir algo con Lydia. … Esta le da una buena cantidad de dinero antes de irse por su lado y Alain vuelve a la casa de reposo donde vive en Versalles. Bajo el cuidado del doctor, está casi terminando su segunda cura de desintoxicación para dejar el alcohol, ya lleva cuatro meses sin tomar.

Los habitantes de la residencia son todos más aburridos y pretenciosos los unos que los otros, cada uno con su obsesión: cultura antigua, dinero, viajes, seducción.  Alain se aísla en su cuarto con objetos que acumula para un día abrir una tienda de antigüedades, con las primeras páginas del libro que escribirá un día, una multitud de recortes de periódico y pequeños objetos sin sentido. Y una pistola. El Doctor La Barbinais (Jean-Paul Moulinot) trata de darle esperanzas en una positiva ISSUE a su tratamiento, y lo anima a mandar un telegrama a su esposa americana para reanudar la relación.

El día siguiente, después de escribir un poco y sentirse casi entusiasta, Alain va a París donde pasará el día en una peregrinación sobre los lugares de su vida de antes. Con nostalgia, vuelve a ver los que fueron sus compañeros, un barman y un amigo que acupo ahora su cuarto en el hotel del Quai Voltaire, su gran amigo Dubourg (Bernard Noël), ahora felizmente casado en un bonito departamento con niñas y gatos, hace investigación en egiptología. Está feliz y propone a Alain tomarlo bajo su protección para ayudarlo a recuperar su vida. Pero a Alain le parece aburrido y continúa caminando, hasta llegar a Saint Germain des Prés donde encuentra en una galería de arte a Eva (Jeanne Moreau) quien lo lleva hasta el fondo de un frondoso jardín, en el taller de un escultor donde Urcel (Alain Mottet) reina sobre un grupo de jóvenes entre artistas y drogadictos.

De ahí sigue al café de Flore, donde encuentra unos partidarios del OAS, los hermanos Minville, Jerome (François Gragnon) y François (Romain Bouteille) pero rechaza sus propuestas de acción política. Mientras conversa, observa a los paseantes: estudiantes cargando libros, madres con sus hijos. La vida de la gente normal. Ahí acaba el coñac que alguien había dejado sobre una mesa. El alcohol después de una temporada de sobriedad lo pone muy mal y, en ese estado terrible de ebriedad llega a casa de Solange (Alexandra Stewart) y Cyrille (Jacques Sereys) Lavaud, matrimonio aparentemente feliz, pero cuyo equilibrio bien podría ser destruido por el carisma del aventurero Brancion (Tony Taffin)  , a la seducción del cual  será difícil que escape Solange. Lavaud traiciona dos veces a Alain, al contar una anécdota avergonzante de una borrachera y al ofrecerle otro coñac.

 Alain acepta una invitación a comer para el día siguiente, solo con la pareja. Su soledad, impotencia y tristeza se hacen en cada instante más palpable. Observa el juego de los invitados que se cruzan, se juntan, se separan como en un baile, un cotillón. Se siente que la decisión ya está tomada y que Alain nunca ira a la comida. En efecto, al día siguiente, después de poner orden en su cuarto, se dispara en el pecho. El 23 de julio, fecha que había escrito en el espejo de su cuarto.

Drama de una generación perdida, Le feu follet expresa la confusión de hombres jóvenes en los años 60’s que tuvieron una adolescencia y primera juventud demasiado fácil, que nunca aprendieron el valor del trabajo y del esfuerzo.   Era guapo, seductor sin esfuerzo. Les gustaba a las mujeres y le dieron dinero. Una americana se casó con él, como si fuera un precioso objeto que presumir. Pero el alcoholismo la hizo dejar a Alain. Este busca sin saber cómo ni porqué una manera de darle un sentido a su vida, pero le falta energía. Antes de que Françoise Sagan hablara en 1969 de depresión en Un peu de soleildans l’eau froide, mal adaptado por Jacques Deray en 1971, Drieu La Rochelle expresa esta imposibilidad de vivir, esta inercia invasiva a veces atravesada por sobresaltos esperanzadores. Como dice Alain “el mal está en el centro de mi voluntad”.

El concepto que tiene Alain de si mismo es reforzado para el espectador por la opinión de los demás sobre él. Cuando deja un lugar donde tuvo una charla amistosa con alguien, donde le dijeron positivas, la cámara se queda un tiempo más con los personajes que intercambian juicios negativos inmediatamente después que Alain ha pasado la puerta.

La tristeza de Alain es interpretada magistralmente por Maurice Robert, su elegancia le permite seguir de pie, pero su voz ausente habla ya desde otro mundo. Es literalmente un muerto en vida que trata de aparentar vivir. No sabe cómo vivir, pero no quiere morir, al mismo tiempo que ya decidió matarse al día siguiente.  Su pobre sonrisa pide compasión al mismo tiempo que sus palabras la rechazan. En fracción de segundos, es capaz de pasar por sutiles cambios, de la confianza al miedo, la malicia, la desesperación, o la certeza, la esperanza mitigada de desesperanza, y se va desintegrando poco a poco, con una intensidad pocas veces logradas por un actor.

Las manos están frecuentemente centro de la imagen, manos que tiemblan, que tocan. Los espejos permiten ver la imagen de sí que se va construyendo para los demás, mientras que los vidrios, al mismo tiempo que reflejan, separan los que parecen estar cerca. Alain busca la verdad, de si, de los demás, de los demás hacia él. Nunca encuentra una respuesta satisfactoria.

La música, en particular la primera Gimnopédie y las tres primeras Gnossiennes de Erik Satie, hacen un contrapunto nostálgico y pausado al deambular solitario de Alain, este hombre perdido, a quien le hubiera gustado tanto “cautivar a la gente, detenerlos y que nada se mueva alrededor de él”, ese hombre que no supo “tocar a la gente, ni conmoverlos.

La novela de Drieu la Rochelle fue adaptada una secunda vez en 2011, por el cineasta noruego Joachim Trier, bajo el titulo Oslo, 31 de agosto.

Friday, August 17, 2018

Fifty Shades of Grey (Sam Taylor Johnson, 2015) – 3/10


Entre comedia romántica, de Cenicienta y príncipe azul, y película erótica, la adaptación de la primera novela de la trilogía de E.L. James, no es ninguno de los dos. Es solamente un abominable fracaso, totalmente sin interés.
Ficha IMDb
Anastasia Steele (Dakota Johnson) es estudiante en Letras inglesas en la universidad de Vancouver (o de Washington State, no está claro). Un buen día, maneja hasta Seattle para hacer una entrevista en lugar de su compañera de apartamento, y estudiante de periodismo Kate Kavanagh (Eloise Mumford) quien está enferma. Se trata del joven millonario Christian Grey (Jamie Dornan). La niña pobre se queda impresionada por el empresario altivo, seductor, seguro de sí, que, literalmente, domina la ciudad desde su oficina de vidrio.
El la busca en su trabajo en una tlapalería, acepta hacer una sesión de fotos para la amiga, salva a Ana de un antro alcoholizado, le regala una computadora, etc Ella se enamora. El le dice que no es romántico y le enseña su cuarto de juego:  practica actividades de dominación, como se lo enseño una amiga de su mama cuando tenía 15 años… sus relaciones se hacen bajo un contrato que ella tiene que firmar, tipo carta de exoneración, pero en muchas paginas que listan las diversas prácticas de dominación pueden imaginables y practicables.
Ella se muda al departamento de él, él le regala un coche de lujo después de vender su Volkswagen, sin siquiera avisarle, la lleva a una cena familiar. Y, mientras ella todavía no firma el contrato, hacen como si estuvieran de acuerdo en las reglas de la relación no-sentimental. Cuando ella se va unos días a Savannah ver a sus papas, él se aparece y la lleva a volar un deslizador. Y, de repente ella ya no acepta las rudezas y decide irse. Entretanto, él confesó, mientras ella dormía, que su madre era cocainómana y prostituta y lo abandono a los 4 años.
Todo acaba con una puerta de elevador que se cierra entre ellos. Lo que da a pensar que habrá secundo episodio. Que, si hubo, conformemente a los libros.
Así que todo empieza como comedia sentimental, de lo mas tradicional. ¡Solo que el espectador sabe que va a haber cosas fuertes, y entiende el doble sentido de los diálogos! Y todo sigue como comedia sentimental. Ahí una de las primeras incoherencias en el guion y en el personaje: se presenta como no-romántico, “no hace el amor, solo coge”. Pero le quita su virginidad a Ana con bastante delicadeza… Pero hace regalos de todo tipo. Para eso se pueden mencionar las invitaciones, regalos (primera edición de Tess d’Uberville de Thomas Hardy) expedición en helicóptero, vuelo en deslizador. El cliché del seductor que pilotea su propio avión ya se había visto, en particular en The Thomas Crown Affair (John McTiernan – 1999) con Pierce Brosnan. Ha de ser la metáfora para dar a entender que son hombres capaces de llevar a una mujer al séptimo cielo. Ese vuelo seductor se volverá a ver en The BookClub (Bill Holderman – 2018) pero es normal ya que las cuatro amigas están cambiando su vida a medida que leen … ¡Cincuenta sombras de Grey ¡
La cinta está plagada de escenas clichés: por ejemplo, empieza con el panorama del dressing- room del señor, perfectamente ordenado con los trajes de color sobrio, y las camisas blancas impecables, e impecablemente iluminadas, y el cajón de corbatas. Hace muchos años, vimos eso en American Gigolo (Paul Schrader - 1980) con Richard Gere. O en American Psycho (Mary Harron - 2000)
Hay muchas incoherencias en el guion, muchas imprecisiones de lugar, de tiempo. Empezando por las actividades de Ana: trabajaba y estudiaba y, de repente, ya no hace nada. ¿Y, porque tuvo que ir a la entrevista si él contesta a todas las preguntas por mail? No hay nudo dramático. Solo un juego de ir y venir, juntarse y separarse.
El otro aspecto esperado, y en el cual se basó la promoción de la cinta, es lo atrevido. Realmente, no pasa nada. No se ve nada. En ningún momento se ve a los actores totalmente desnudos y sus prácticas son muy soft., muy lejos de todo lo que se dijo de BDSN. En 1974 salió Emmanuelle (Just Jaeckin), que quiso ser un pequeño escandalo erótico. Cincuenta sombras es menos atrevida que esa cinta de hace más de 40 años.
Hay una falsa psicología para explicar que Grey tiene ese tipo de prácticas sádicas (que no se ven) por culpa de su mala madre. Explicación muy fácil y superficial, y además moralizadora ya que implícitamente considera las prácticas sexuales «diferentes» como anormales, o sea de enfermos mentales.

Ana, que parece tener los pies sobre la tierra, ya que trabaja para pagarse sus estudios, empieza a comportarse como estúpida: eso de llamarle desde los baños del antro, o aceptar de tomar, en casa de él, dos pastillas sin saber que es… Por cierto, tiene que trabajar, pero sus papas tienen una casa magnifica en Savannah …Y se deja llevar, después de una semana a una cena familiar casi como prometida…. Hay que ser muy inocente….

En resumidas cuentas, Christian Grey es un macho dominante que en realidad no domina nada. Un pobre hombre posesivo, que vigila, espía, contabiliza los Cosmopolitans, y entra en el departamento que se supone Ana cerro con llave. Domina con su dinero, sí. Pone una cara dizque amenazante que no amenaza a nadie, antes de dar unas cuantas nalgadas y pegar suavemente con un látigo…. Por cierto, el cuerpo impecable de Ana no tiene ninguna marca de malos tratos. Y nunca vimos las marcas de quemaduras en el hermoso cuerpo de Christian, mencionadas por una Ana demasiado curiosa.
La falta de expresividad de los actores corresponde perfectamente a la pobreza de los diálogos. Que por cierto desaparecen en los momentos de sexo, donde la música domina. Exactamente como en las series de CSI, donde la música acompaña a los momentos de manipulaciones de ciencias forenses. Tal vez porque la voluntad de vender un cierto kilometraje de Soundtrack obligó a rodar una cierta duración de escenas eróticas.

O sea, y para ya no extendernos en una cinta que no lo merece, todo está fallido, todo es malo. Es una perdida de tiempo. No vale la pena ver la cinta y, además, no da ganas de leer los libros, lo que es un colmo para una cinta adaptada.

Thursday, August 16, 2018

Stille hjerte (Billie August, 2014) – 9/10


En una hermosa casa en el campo danés se ve una vez una familia alegué dedo de la madre que decidió acabar con su vida debido a una enfermedad incurable. La serenidad de las decisiones tomadas se ve interrumpida por las dudas, los cambios y lo sobresaltos del miedo frente a lo irrevocable

Ficha IMDb

El viernes en la tarde llegan todos unos después de los otros. El padre y la madre los reciben con los brazos abiertos. Poco a poco los motivos de la reunión se hablan en voz alta: Esther (Ghita Norby), la madre, tiene esclerosis lateral amiotrófica, que se manifiesta ya en la dificultad para levantar del suelo un objeto pequeño o para beber de un vaso. Sabe que la enfermedad avanza inexorablemente, y que acabará en dolores espantosas y completamente paralizada. Para ella es preferible morir. Lo decidió en total consciencia y lo comunicó a los seres más cercanos. Pero para que su esposo Poul (Morten Grunwald) no sea acusado de homicidio, se debe hacer mientras ella tiene control sobre sus manos para que la explicación de su muerte por suicidio sea plausible.

El proyecto es festejar la Navidad juntos antes de la fecha, y cuando todos vuelvan a sus casas, el domingo en la tarde, los padres se quedarán solos en su casa y se consumirá la decisión.

El tiempo pasa lento, sin elipsis, entre preparación de las comidas, conversaciones, paseos en el campo, preguntas de los unos a los otros. Los relojes marcan el paso de las horas, los cambios en la luz señalan el paso de los días.

Todos parecen tranquilos, la hija mayor, Heidi (Paprika Steen) vino con su esposo Michael (Jens Albinus) y su hijo adolescente Jonathan (Oskar Saelan Halskov), pegado a su tableta. Angustiado por su atracción a una niña de la escuela, recibe de su abuela el empujoncito que le permite dar el primer paso.

La hermana menor, Sanne (Danica Curcic) vino con su novio Dennis (Pilou Asbaek), con quien ya había terminado. Ella está llena de dudas, no sabe si volver con él o no. en ella se percibe un vacío, un miedo, que explican el consumo de drogas, una depresión. Ella es la primera en protestar frente a la proximidad de la partida de su madre porque no se siente lista para vivir sola.

Cuando la mayor encontrará o interpretará evidencias de una relación amorosa entre su padre y la mejor amiga de su madre, Lisbeth (Vigga Bro), ella también pedirá cuentas y se opondrá a la decisión.

Finalmente, en una marcha sin vuelta atrás, pasarán las horas y los días, las explicaciones, los perdones necesarios, serán otorgados, la comprensión vencerá los egoísmos y la noche del domingo será lo que siempre debió ser: el momento del final aceptado, libre y feliz.

Parece que no hay acción, pero, además de los pequeños actos previstos para un fin de semana en familia, se produce un gran movimiento psicológico. un conflicto que parecía resuelto se reabre, esta vez por motivos diferentes, todos egoístas, por cierto, que ponen en peligro el consenso. Y este nuevo conflicto se resuelve, o, mejor dicho, esos pequeños conflictos individuales periféricos al conflicto principal encuentran una solución. Eso permite volver a la armonía del principio cuando todos estaban de acuerdo con la decisión ya tomada. Es como un desvío, que estuvo a punto de cambiarlo todo, y que retoma el camino trazado de antemano.

La cinta no da lecciones morales, no condena, no alaba la eutanasia. La extraordinaria interpretación de todos los actores, incluyendo el adolescente, transmite paz y serenidad, aceptación de las decisiones de los demás al mismo tiempo que libertad en la expresión de las dudas propias.

Es un cine sobrio, en un lugar pacífico, una película muy contenida, dominada, controlada sin ser fría. Se siente la empatía, la atención, de los unos con los otros. El apoyo, el conocimiento y la aceptación del otro. No expresar los sentimientos no significa que no estén ahí. Y los planos cercanos, los planos secuencia los vuelven palpables.

La tensión no cesa en casi ningún momento, tensión de la espera de algo que va a venir, es más, se sabe exactamente en qué momento va a venir; se calcula en cada momento, verificando los relojes o la intensidad de la luz afuera, cuando tiempo queda

Una aparente serenidad, a la ve calmada e implacable, perturbada por algunas sorpresas, unas negaciones y rechazos, unos sobresaltos frente a lo inevitable: la gente muere y los que quedan deben aprender a vivir sin los desaparecidos.

Billie August fue aclamado en 1987 por Pelle elconquistador, un gran fresco a la vez épico e intimista.

Wednesday, August 15, 2018

Les tontons flingueurs (Georges Lautner,1963) - 8.5 /10


Alejándose un poco de la novela que lo inspira, Grisbi or not grisbi, la cinta se queda con 7na sombra de guion, puro pretexto para dar diálogos cincelados a un grupo de actores geniales. ¿Parodia del cine negro gringo? Pura comedia? ¿Cinta de culto? No gustó cuando salió, pero es ahora considerada como joya del patrimonio fílmico francés.

Ficha IMDb

La historia es muy sencilla. Louis El Mexicano (Jacques Dumesnil) se está muriendo en su casa parisina. Llama a su cabecera su amigo Fernand Naudin (Lino Ventura), exdelincuente reciclado en el negocio de tractores en el sur de Francia, para dictarle sus últimas voluntades. Primero, debe administrar sus negocios, un poco descuidados en los últimos meses, y cuidar de la educación de su hija Patricia. Fernand, que preferiría por mucho volver a Montauban y la feria de agricultura que se aproxima, está ligado por un valor supremo entre gangsters: la lealtad. Acepta el encargo, que queda registrado por el notario Maitre Folace (Francis Blanche), quien está por el momento encargado de la joven Patricia (Sabine Sinjen).

Pero las decisiones de Louis no son del gusto de todos. Los hermanos Volfoni, Raoul (Bernard Blier) y Paul (Jean Lefebvre) quieren administrar los asuntos del muerto: una casa de juegos y una destilería clandestinas, y un prostíbulo. Por su parte, a Theo (Horst Frank) y su amigo Tomate (Charles Régnier), les gustaría eliminar a los Volfoni y a Fernand.

Con todo eso, Patricia no es precisamente una niña modelo. Muy enamorada de un joven músico, compositor de música serial, Antoine Delafoy (Claude Rich), hijo de Adolphe Amedeo Delafoy, director del FMI (Pierre Bertín), organiza fiestas locas en la casa, no estudia mucho, y hasta se fuga cuando su nuevo tutor, el notario y el mayordomo Jean (Robert Dalban) tratan de llamarla al orden.

En medio de trampas, engaños, asaltos, se desarrolla una historia sin pies ni cabeza, pero con anécdotas sumamente cómicas, vueltas de tuerca absurdas, encuentros fabulosos.

Y lo mejor de todo son los diálogos que han entrado en el diccionario de las frases célebres. El autor de esas famosas réplicas es Michel Audiard. Ningún diálogo es improvisado, todo está escrito con precisión, se trata de un diálogo muy cuidado, muy “literario”. Pero utiliza vocabulario de argot, o sea la lengua de los gánsteres, que Víctor Hugo, en Los Miserables había dedicado capítulos enteros, analizándole, explicando su uso, antes de ponerla en la boca de familias completas de sus personajes, siendo el pequeño Gavroche uno de los más conocidos.

Una escena se quedo como de culto: los gánsteres están reunidos en la concina de la casa, donde el mayordomo Jean les pide ayuda para untar unos canapés para la fiesta que Patricia lidera en el cuarto de al lado. Como buenos padres, se dedican con mucha seriedad a su trabajo, pero lo acompañan por la degustación de alcohol preparado en casa, a base de manzana, pero “no solo de manzana” y particularmente fuerte, “más bien una bebida para hombres” aunque” una polonesa se lo tomaba para el desayuno”. Esta escena en particular ha sido analizada como la metáfora del cine francés de la época: los viejos están ya apartados, afuera de lo que hacen los nuevos cineastas, los de la Nouvelle Vague, simbolizados por los ruidosos jóvenes amigos de Patricia. Están al margen y se dedican a pronunciar frases cuidadosamente escritas para ser interpretadas por grandes actores. Es lo que la Nouvelle Vague criticó del cine al “estilo tradicional francés” y que quisieron reemplazar con un cine con nuevos actores, más cercano a la vida real, con más improvisaciones.

La música es un solo tema de Michel Magne, interpretado según las circunstancias en diferentes estilos musicales, desde el baroco hasta el rock, pasando por el jazz o el vals

Les tontons flingueurs pasó a ser parte de la memoria colectiva francesa. Es una pequeña joya que se saca de vez en cuando del baúl de los recuerdos y que sigue provocando carcajadas.

Monday, August 13, 2018

Suite française (Saul Dibb, 2014) - 5.5/10


Adaptado de una novela conocida años después de la muerte de su autora, Irène Nemirovsky desaparecida en un campo de concentración. fue una revelación al punto de ser recompensada por el premio Renaudot

Ficha IMDb

Lucile Angellier (Michelle Williams) vive en el pueblo de Bussy, en el centro de Francia sola con su suegra, Madame Angellier (Kristin Scott-Thomas), en junio 1940, mientras su esposo Gaston, combate en el frente. Madame Angellier inicia a su nuera en el manejo de los asuntos familiares, en particular el cobro de las rentas. En efecto, los Angellier poseen varias granjas, además de vivir en la casa más grande del pueblo y Madame es sin piedad para sus inquilinos.

Durante su gira de cobro, suegra y nuera se topan con familias huyendo de los alemanes, en coches, caretas o a pie. En el camino, aviones enemigos los bombardean. Unos días después, con el discurso del mariscal Pétain, Francia queda oficialmente vencida y ocupada. Durante la misa del domingo, las tropas llegan y organizan el alojamiento de los oficiales. A Madame Angellier le toca el lugarteniente Bruno von Falk (Matthias Schoenaerts) muy educado y reservado. Al alcalde de Bussy, el vizconde de Montmort (Lambert Wilson) le toca el teniente Kurt Bonnet (Tom Schilling) odioso abusador de mujeres y humillador de hombres, quien prefiere ir a vivir a la granja de Benoit (Sam Riley) y Madeleine (Ruth Wilson) para tener más libertad de movimiento y para estar más cerca de un mujer más joven y deseable que la vieja vizcondesa (Harriet Walter). Madeleine es amiga cercana de Lucile y su esposo Benoit herido durante la Primera Guerra, tiene un carácter bastante irascible y fácilmente violento.

La vida se va organizando, en el pueblo y en la casa Angellier. Madame se vuelve un poco más humana y tolerante con su nuera, tal vez por solidaridad frente al enemigo, sin dejar de sacar provecho económico de la situación al rentar una de sus casas a Denise Epstein (Eileen Atkins) una mujer) que huye con su hija y de quien Madame Angellier todavía no sabe es que es judía

Una cierta atracción nace entre Lucile y el oficial, en particular por su gusto común por la música. El teniente toca en el piano de la joven casi-viuda una extraña melodía. Hay que decir también que Lucile se casó con Gaston casi sin conocerlo y por decisión de su padre quien le escogió un esposo rico para garantizarle una vida confortable y protegida de las contingencias. El acercamiento se vuelve pasión y planean aprovechar una visita de Madame a su hermana para pasar una noche juntos.

Pero la muerte de Kurt a manos de Benoit, consecuencia de la conducta abusiva del alemán con Madeleine, lleva a Lucile a esconderlo en la casa. Curiosamente Madame acepta.

Mientras los alemanes buscan por todas partes al asesino, el alcalde queda como rehén y será ejecutado si el culpable no se entrega, voluntariamente o denunciado. El teniente von Falk se ve en la obligación de dirigir el pelotón de ejecución y disparar el tiro de gracia en la plaza del pueblo. Días después a pesar de haber entendido la complicidad de Lucile con Benoit, le hace expedir un permiso para ir a París. Las circunstancias del viaje obligarán al oficial a tomar posición.

La cinta no presenta en realidad nada original. las situaciones y los caracteres son clichés vistos ya en muchas películas como la oposición entre alemanes “buenos”, educados, cultos y respetuosos, y alemanes “malos “, tiránicos y perversos. Ya en 1870, Maupassant lo había hecho en sus cuentos cortos sobre la ocupación prusiana. De la misma forma, hay franceses que no soportan al ocupante, están los que aprovechan para delatar las “malas acciones” de sus vecinos: el teniente tiene su escritorio cubierto y ahí se entera Lucile de que su esposo tuvo una hija antes de casarse con ella, también confirma el odio de varios habitantes hacia su suegra. En los comportamientos regularmente enseñados en las películas sobre esa época, están las chicas que hacen “colaboración horizontal” con los soldados alemanes. ¿Es Lucile tan diferente de estas? También están los actos de resistencia y el viejo sentido de honor de un aristócrata.

La situación en casa de madame Angellier recuerda mucho Le silence de la mer de Vercors, magníficamente adaptado por Melville (1949), pero no puede mantener el nivel de dignidad del viejo y su sobrina en su silencio obstinado y cotidiano frente a un oficial alemán que estiman como hombre. Suite française quiere mostrar situaciones de todo un pueblo, esto lleva a una dispersión y una superficialidad que lo orilla a ser simplemente la previsible historia romántica y triste de un amor que no pudo existir por culpa de la guerra. Pero esta historia romántica no se ve acompañada de sensibilidad; le falta emoción y, sinceramente, el destino de esos personajes nos deja finalmente sin cuidado.

Probablemente el éxito de la cinta se deba, además de una buena reconstrucción histórica, sobre todo a sus actores: Kristin Scott Thomas, excelente como siempre, y aceptando aquí verse vieja y muy malvada, para poco a poco dejando entrever bondad y compasión, y unos buenos actores jóvenes, sobre todo Matthias Schoenaerts.

Pero más probablemente, lo que preparó el éxito de la cinta fue la utilización de las circunstancias de la escritura de la novela y su descubrimiento casi accidental por una hija de la escritora, así como el destino trágico de esta. Irène Némirosky, judía de origen ucraniano, fue deportada a Auschwitz, dejando inconclusa lo que iba a ser una serie de cuatro novelas. El segundo texto es Dolce que sirve de punto de partida a la película. La hija de Irène Némirovsky lee los cuadernos de su madre solo en 1998, lo publica en 2004, junto con la primera parte Tempête en juin, bajo el titulo Suite française y la novela recibe el Premio Renaudot.  Los créditos finales de la cinta hacen una referencia explícita a esta situación excepcional y un llamado a la compasión que podría ser bastante mórbido. Las cualidades de la autora, el horror de su muerte en un campo de exterminación, lo teatral del destino de su obra, perdida y reencontrada, no hacen obligatoriamente de la cinta de Saul Dibb una película excelente.

Saturday, August 11, 2018

(M)uchenik – The Student (Kirill Serebrennikov, 2016) - 8.5/10


Adaptada de una obra de teatro del alemán Marius von Mayenburg quien se inspiró en auténticas frases de la Biblia, la cinta presenta un cuestionamiento a ciertos comportamientos de la Rusia actual, pero que reflejan problemas de todas nuestras sociedades. Un adolescente parece súbitamente habitado por exigencias de orden moral que perturban comportamientos de todos los que lo rodean. Cinta muy perturbadora, con un intérprete fascinante. Un humor irreverente se une a una gran belleza de las imágenes.

Ficha IMDb

Toda pasa en una pequeña ciudad rusa, precisamente Kaliningrad, antes Königsberg, ciudad natal de Emanuel Kant. Fue anexada por los rusos al final de la Segunda Guerra Mundial, es como una enclava alemana entre Lituania y Polonia, y al mismo tiempo es rusa, todos esos cambios le dan una personalidad un poco extraña.

Una noche, después de un arduo día de trabajo, Inga (Ioulina Aug) vuelve a su casa, cansada y además enojada y extrañada porque le acaban de señalar las inasistencias de su hijo Venia (Piotr Skvortsov ) a la escuela. Interrogado, este explica que ha faltado solamente a las clases de natación, por cuestiones de moralidad.

Lo que vemos después parece darle toda la razón al joven: chicas en bikini que coquetean con los alumnos adolescentes, nada de goles o gorras de natación y un caos donde el maestro no puede imponer su autoridad. Todo eso parece más fiesta que clase. Súbitamente, Venia se precipita completamente vestido al agua. Al día siguiente lo convocan con su madre en la oficina de la directora, una mujer cuarentona, en compañía del maestro de natación,Oleg (Anton Vassilev) y de la maestra de ciencias, Elena (Victoria Issakova) quien es también tutora del grupo. A todas las preguntas, Venia contesta con citas de la Biblia, que parece conocer de memoria, y que le permiten juzgar los comportamientos y la falta de moralidad de todos. Nadie sabe cómo reaccionar.

Durante la junta, Gregory (Alexandre Gortchiline), un alumno discapacitado, es molestado en el patio; entre varios lo meten a un gran bote de basura. Definitivamente parece que, en esta escuela, los alumnos hacen lo que quieren.

Durante el finde semana siguiente, se da otra prueba de la inmoralidad de todos: en la orilla del mar, alumnos y maestros se asolean. El maestro de natación y la de ciencias se besuquean mientras algunos alumnos se pasean y broncean desnudos.

En casa, Venia vacío su cuarto, conservando solo un colchón en el piso, y tapando las ventanas con maderas. Cuando su madre protesta, el le echa en cara que es una adultera, ya que se divorció, y, como tal, arderá por siempre en los fuegos del infierno. Preocupada, esta acude al Pope Vsevolod (Nikolaï Rochtchine), para reclamarle sus enseñanzas extremistas, pero el sacerdote niega toda responsabilidad: el nuevo fanatismo religioso de Venia esta provocado por su lectura solitaria de la Biblia.

Una clase de ciencias, con ejercicios de manipulación de condones en zanahorias, lleva a Venia a desnudarse totalmente en protesta. Quien resulta reprendida es la maestra, acusada por la directora de métodos demasiado modernos de enseñanza, mientras ella se justifica por su deseo de prevenir embarazos no deseados. La bendición por el Pope del nuevo equipo de musculación de la escuela lo expone a las reclamaciones de Venia: ¿qué está haciendo la Iglesia para difundir la palabra sagrada? ¿porque la Iglesia posee tantas riquezas? Y este Pope en particular, ¿qué hace para dar el ejemplo de una vida cristiana?

Nadie escapa de la ira de Venia, salvo Gregory que ha tomado bajo su exigente protección, prometiéndole con, con mas fe y plegarias, su pierna demasiado corta podría curarse. En cambio, el invalido esta dispuesto a todo, inclusive a sabotear la motocicleta de Elena, para provocar su muerte. Pero su amor excesivo por Venia provoca en este asco e ira incontrolables, y la homofobia lleva directamente al homicidio.

Venia, ahora convencido que el malestar, la mala consciencia que provoca en los demás le da un poder sin límite, logra, con falsas acusaciones, el despido de su enemiga, a la que antes, había acusado de ser judía.

Venia, armado con la pequeña Biblia que lleva siempre en su bolsillo, y con las frases que se sabe de memoria y repite a veces totalmente fuera de contexto, ha logrado imponer su ley sobre adultos, que dudan de sus propias convicciones, de sus propias reglas, de su propia experiencia.
La cinta nos deja en un estado de impotencia. ¿Como un solo joven puede llegar a perturbar tanto la vida de tantos?

¿A quién critica la cinta? Claramente en un primer nivel, a los fanáticos. Los que se arman con un libro sagrado y salen a amenazar al mundo con frases repetidas de memoria. Pero estas frases existen realmente. El autor de la obra de teatro, Marius von Mayenburg, hizo una lista al leer la Biblia, de frases que le parecían contradecir por su intolerancia y su agresividad, a los conceptos de amor que se supone vincula la religión cristiana. A partir de esta lista escribió su texto. En la cinta, cada citación hecha por Venia tiene sus referencias en sobretexto. Tal vez la confusión venga de que casi todas estas citas son del antiguo testamento, en el cual el concepto de Dios es de un padre estricto, vengador, castigador, el de la Ley del Talión. Todo el contrario del Dios del Nuevo Testamento, Cristo de bondad, perdón y generosidad.

Pero, si Venia logra subyugar de tal forma a gente más madura que él, educada, experimentada, es claramente porque cuestionaba la seguridad o la convicción que ellos tienen sobre sus propios valores. En ese contexto, es muy claro el ejemplo de las clases de natación. Venia tiene toda la razón en oponerse a la falta de disciplina que ahí impera: lo que vemos al principio no son clases de natación con un maestro dando instrucciones.es una bola de adolescentes divirtiéndose en el agua y coqueteando, enseñándose sus jóvenes cuerpos deseables. Semanas después, las chicas tienen un verdadero traje de natación y todos nadan en orden en sus carriles. Prueba de que el maestro no había sabido imponer reglas y que, cuando las impone, los adolescentes obedecen y el curso funciona.

La cinta es muy inteligente al tomar ese tema como primer ejemplo de las locuras de Venia. Nadie podría decir que no tiene la razón. Así el primer objetivo de Venia es la educación y la falta de confianza de los pedagogos en sus métodos y en los conocimientos que difunden. Ese tema será permanente a lo largo de la cinta.

El segundo tema es la inmoralidad de los comportamientos: maestros que van a besarse y acariciaras a la vista de los alumnos, alumnos que se desnudan juntos. Se equivoca Venia al repudiar la falta de pudor. ¿No será la falta de pudor una falta de respeto hacia el cuerpo? Eso también es una obsesión del joven. El cuerpo es sagrado. Los adultos son igualmente inmorales que los jóvenes, la directora se embriaga con sus amigas y se ríe en clase o en juntas por los asuntos serios que tiene que enfrentar.

Tercer objetivo de crítica: la iglesia. Es personificada aquí por un sacerdote ortodoxo poco inteligente, poco psicólogo, pero más bien regordete, que asperge bendiciones sobre una sala de gimnasia. O sea, superstición, prácticas medievales. Igual de primitivas, en el sentido negativo de la palabra, que los rezos de Venia sobre la pierna lisiada de Gregory.

La cinta parece mandar un mensaje para la sociedad rusa actual, la Rusia de Putin, cuya fotografía adorna la oficina de la directora: ya no hay valores, ya no hay principios. Y como la gente sabe que anda sin rumbo, cualquiera que llegue con convicción, perturba sus fundamentos. Todos tiemblan porque saben en el fondo, que lo están haciendo mal y no tienen con qué ponerle límites al nuevo Savonarole, al ángel purificador, al mártir de la fe. De hecho, el titulo original Uchenik es un juego de palabras entre esta palabra que significa ·estudiante “ y la palabra “Muchenik” que significa “mártir”.

Parece que los valores impuestos por la Unión Soviética: trabajo, materialismo, progresismo científico y tecnológico, se fueron por la borda al caerse el régimen autoritario. Volvieron las viejas costumbres, las viejas creencias. Y la Iglesia fue la gran ganadora. Ya habíamos visto algo de esta reflexión desilusionada en la perturbadora Leviathan (Andreï Zviaguintsev – 2014).

¿Estará Rusia en el camino de vuelta al oscurantismo, y con eso en peligro de caer presa del fanatismo más oscuro? ¿Rusia, o el mundo moderno?

El director, abierto opositor a Putin, se ve ahora acusado de un gigantesco fraude en la administración del teatro Gogol en Moscú, del cual es director. Podría ser una señal de que, al jefe de estado, no le gusta mucho verse cuestionado.

Le complot (René Gainville, 1973) – 6.5/10


Una página de historia al final de la Guerra de Independencia de Argel, cuando parte del ejército francés se opone a las decisiones tomadas por el General de Gaulle. La cinta es casi un documental, que trata de hacer entender el punto de vista de los que constituyeron la OAS, y organizaron el Putsch de los Ggenerales en 1962.
Ficha IMDb

EN 1961, después de siete años de una guerra particularmente feroz, el general de Gaulle esta dispuesto a ceder a las reivindicaciones des Frente de Liberación Nacional (FLN) y otorgarle su independencia a Argel. Esta decisión es también reflejo del resultado del referendo del 8 de enero sobre la autodeterminación de Argel organizado en Francia metropolitana y Argel: 75% de los electores quieren que la guerra acabe.  Pero, un cierto número de militares se sienten traicionados por el poder político. Se constituye entonces la OAS; Organización del Ejercito Secreto, con tres ramas, Francia, Argel y España, quien se va a dedicar a ataques terroristas, muy sangrientas en Argel y en Paris principalmente, con el objetivo de mantener la presencia francesa en Argel.

El 21 de abril de 1961, tiene lugar un golpe de estado, que se llamará Putsch de Argel o Putsch de los Generales, apoyado por unos 200 oficiales Sus jefes están juzgados y encarcelados.

Para eliminar al OAS, de Gaulle utilizará tanto los cuerpos de policía nacional como grupos ilegales, llamados "barbouzes" por las barbas postizas que llevaban.

En la cinta de Gainville, después del arresto de unos de sus jefes, de nombre clave Cyrus, el comandante Dominique Clavet (Jean Rochefort) queda a la cabeza del movimiento en Francia. Se decide organizar el escape del general Challe, uno de los participantes en el Golpe de estado, de la prisión de Tulle, en el suroeste de Francia. Para financiar la operación, se lleva a cabo un asalto.
Frente a ellos, el comisario Lelong (Michel Bouquet), fiel al gobierno, organiza una caza implacable para encontrar los integrantes de la red, ayudado por unos miembros de los servicios Secretos, bajo el mando de Paraux (Raymond Pellegrin).

La cinta cuenta por el detalle el avance de los dos bandos. Lo hace con honestidad, sin pasión, tratando de enseñar en forma igual los que obedecieron a las ordenes políticas y los que quisieron mantener un cierto concepto de la grandeza de Francia. Tienen en común un profundo sentido del honor y del deber. Lo que provoca entre ellos un gran respeto. Sin embargo, cada lado usa todos los recursos posibles para vencer al enemigo, desde el espionaje, mentiras, trampas, amenazas, chantajes, hasta la tortura.

La cinta, no hace grandes efectos de dirección de actores, tal vez porque todos son unos grandes profesionales, de Jean Rochefort, a Michel Bouquet , pasando por Raymond Pellegrin y Marina Vlady, limitada al papel más que secundario de la esposa del Comandante Clavet.

El ritmo puede parecer lento, con pocas escenas de acción y muchas de diálogos explicativos. Los personajes, en efecto, discurren mucho, para justificar sus posiciones, con matices, ya que el jefe de la policía, tanto como el jefe de la OAS han perdido toca clase de entusiasmo y de ilusiones. Saben que, en esta época gris, están limitados a obedecer órdenes. Cada uno tiene su código de obligaciones: la ley para uno, una visión orgullosa de una Francia colonial para el otro, valores en realidad exteriores a ellos. La cinta, sin embargo, parece ligeramente mas favorable al comandante de OAS, a los militares traicionados por los políticos, tal vez oportunistas.

La cinta tuve el valor, apenas 10 años después de los hechos, de mostrar que la posición del pueblo francés no fue única, que muchos hasta dentro de la función pública, tenían simpatía para OAS. Ofrece también unas explicaciones sobre el funcionamiento interno de los dos campos, y sus semejanzas en cuanto a los métodos utilizados. Como en tiempos de la Resistencia, Francia no fue unánime.

Por eso, se pude ver como una interesante lección de historia.