Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, November 27, 2018

The Good Germán (Steven Soderbergh, 2006) - 8/10


En el Berlín vencido de 1945, una intriga política se mezcla con una historia de amor triste, en un homenaje a las grandes películas de esta época, con una magnifica imagen en blanco y negro, en una adaptación de una novela de Joseph Kanon.

 Ficha IMDb

El corresponsal de guerra del ejercito de los EE. UU. Jake Geismar (George Clooney) llega a Berlín en julio de 1945 para asistir a la Conferencia de Paz de Potsdam que decidirá de la repartición de poder y de territorios entre los aliados. A su llegada le afectan un chofer, Patrick Tully (Tobey Maguire) que lo acompañará a todas partes. Este está involucrado en una relación sexual y tal ves amorosa, y con dinero de por medio con Lena Brandt (Cate Blanchett).

Tully le promete a Lena sacarla de Berlín gracias a sus contactos en el mercado negro. Pero Jake reconoce en Lena la que fue su asistente durante una estancia previa en Berlin. Ademas de las practicas turbias de Tully, Geismar se entera que el exesposo de Lena es objeto de una activa búsqueda por parte del ejercito ruso y del americano. Mientras Tully hace muchas preguntas a todos, aparece finalmente muerto en un rio en Potsdam, zona rusa, con mucho dinero en sus bolsillos.

Como buen periodista, y sorprendido que nadie se preocupe de esta extraña muerte, Geismar hace su propia investigación, pasando de los servicios oficiales americanos dirigidos por coronel Muller (Beau Bridges), quien le aconseja discreción, a la administración rusa con el general Sikorsky (Ravil Isyanov), volviendo a los archivos alemanes cuyo acceso le facilita el abogado militar americano Bernie Teitel (Leland Orser) quien esta armando los expedientes para el juicio de Nuremberg. La clave está en los secretos de Lena, secretos sobre sus acciones durante la guerra y la persecución de los judíos, sobre su relación con el esposo que pretende muerto   y el valor militar y científico que este representa para las potencias que van pronto a oponerse en la Guerra Fría.


En un blanco y negro magnifico, a veces agresivo, a veces sutil, al cual se mezclan imágenes de época, se nos ofrece un Berlín destrozado, con rincones miserables, lugar para todos los negocios turbios, las relaciones escondidas por inconfesables. Una inmensa prisión de la que no pueden salir los habitantes, considerados todos por los nuevos ocupantes como presuntos culpables, presuntos nazis. Pero, al mismo tiempo, es un territorio abierto, donde los diferentes sectores son permeables, facilitando las actividades dudosas del mercado negro.

Los oficiales, sean militares, funcionarios o periodistas, pueden desplazarse, como en El tercer hombre de Carol Reed (1949) cinta a la cual Intriga en Berlín (titulo en español) rinde un claro homenaje. La situación económica y administrativa de Berlín era exactamente la misma que la de Viena. Como en El tercer hombre, el personaje principal, motivo de todas las acciones y relaciones es un hombre invisible. En las dos cintas, una mujer misteriosa es el puente entre el desaparecido y él que lleva la investigación.

Una voz off cambia de personaje y expresa en primera persona el sentir de extrañeza en esta ciudad sin sentido. O, mejor dicho, cuyo único sentido es el sufrimiento. Cada personaje lleva consigo una carga de mentiras, de dudas. Nadie siente lo que aparenta. Pero la necesidad del momento los obliga a manipular, a escapar, porque es la única solución en estas circunstancias.

El final de la cinta hace explícitamente referencia a Casablanca (Michael Curtiz -1942): mismo avión dispuesto a despegar hacia la libertad, misma pareja desolada, mismos amplio sombrero femenino y gabardina masculina. Y una confesión abominable que destruye el amor del hombre.

Una historia de traición, de mentiras, de hipocresía donde cada uno busca su propio interés, por los medios que sean, a nivel de estado o de individuo. La intriga personal es el reflejo de la intriga política que se lleva en Potsdam con los jefes de estado posando como amigos para las fotos oficiales, mientras se prepara silenciosamente en las oficinas el juicio de Nuremberg. Y la Guerra Fría.

Se trata explícitamente del retrato de una deshumanización, una degradación, una perdida de moral e ideales, hecha en una estética preciosista, clásica en sus referencias. La cinta de Curtiz como la de Reed fueron hechas casi en tiempo real. La de Soderbergh, sesenta años después, vuelve a encontrar esa urgencia de supervivencia, en los comportamientos y los diálogos, realzados por luces y encuadres. La intriga en si no sirve para mantener un suspenso policiaco, sino par desvestir poco a poco las hipocresías necesarias. No se sabe ya que crímenes son más graves haber colaborado con el régimen nazi, aceptar colaborar con el régimen occidental o el comunista, prostituirse, denunciar, negociar cualquier cosa o persona en el mercado negro…

La música muy dramática de Thomas Newman acentúa el clima de angustia general, de los personajes y de la ciudad.

Monday, November 26, 2018

The Da Vinci Code (Ron Howard, 2006) - 4.5/10


Si la novela prestaba a muchas objeciones, la cinta, fiel al texto, merece las mismas criticas ya que es bastante fiel. No presenta ninguna originalidad en su forma o sus interpretaciones.

Ficha IMDb

Mientras el profesor Robert Langdon (Tom Hanks) dicta una conferencia en Paris sobre su especialidad, los símbolos, es llamado de urgencia al museo del Louvre, por el capitán de policía Bezu Faché (Jean Reno) : el conservador Jacques Saunière (Jean-Pierre Marielle)    ha sido asesinado y su cuerpo esta en una posición  muy extraña: desnudo, con un pentagrama en el pecho, y en la pose del Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci. Rápidamente llega al lugar la sobrina de Saunière, la criptóloga Sophie Neveu (Audrey Tautou). Durante este principio de investigación policiaca, en la iglesia de Saint Sulpice, también en Paris, Silas (Paul Bettany), extraño monje poseído del delirio de culpa, comete su segundo asesinato, bajo las ordenes del obispo Manuel Aringarosa (Alfred Molina) antes de administrarse latigazos en la mejor tradición medieval.

La cinta sigue al pie de la letra las etapas de la novela, con sus sucesivas vueltas de tuerca que complican la comprensión, y sus incoherencias: ¿como puede un moribundo recorrer salas del Louvre para dejar pistas escritas con su sangre? Del Louvre a un misterioso castillo en el campo, de Londres a una capilla perdida, nos lleva a personajes que parecen todos malos, o al menos con proyectos siniestros. Cambian de bando en todo momento y nunca se sabe en quien se puede confiar.

Unos flashbacks sobre los recuerdos de Sophie Neveu y las enseñanzas disimuladas de su abuelo, o sobre la Biblia para explicitar de que se esta hablando, pretenden clarificar para el espectador cuestiones de religión y de historia. Los colores azulados glaciares y los efectos temblorosos se ven repetitivos y falsos. La novela utilizaba lugares y personajes famosos para volver verosímiles sus invenciones. La cinta sigue esta misma pista, en un sistema de acertijo/solución que se repite varias veces y llega a cansar.  

Ron Howard no tiene ninguna sutileza, aplica la receta Dan Brown sin cambiarle nada, insiste sobre el nacimiento de un idilio entre el profesor Langdon y la joven Sophie, a base de enseñanza y revelaciones, como si una criptóloga pudiera ser tan ignorante. Le agrega una música efectista que subraya los momentos “de emoción”.

No existe ningún intento de valorizar los espacios, míticos como puede ser en Louvre, en un ángulo o encuadre original, una perspectiva, una luz, que se trabaje un poco.

Loa actores no hacen nada, aparte de fruncir el ceño, abrir la boca en forma de sorpresa, o manifestar algo de compasión mutua. Sus diálogos son de una deplorable pobreza.

Ni siquiera es necesario mencionar los errores, esperemos que voluntarios, de Dan Brown en relación con el Grial, a María Magdalena, con el Priorato de Sion, con Leonardo Da Vinci. Esos son errores del libro y la cinta tiene la única responsabilidad de repetirlos.

Wednesday, November 14, 2018

Mission: Impossible II (John Woo, 2000) - 8.5/10


Unas escenas de persecuciones impecables, una narración bastante simple y unos personajes mas interiorizados y sufrientes, la huella del director es bastante visible en esta secunda entrega de las aventuras del renegado Ethan Hunt.

Ficha IMDb

Después de unos planos vertiginosos del Señor Hunt (Tom Cruise) escalando a manos libres unas paredes verticales del Gran Cañón, se tiene que volver a las cosas serias. Un virus genéticamente modificado llamado Quimera ha sido robado por el maléfico Sean Ambrose (Dougray Scott), para efectos de venta multimillonaria, acompañado de su antídoto.

A cada héroe le hace falta su enemigo, a cada bueno, le hace falta su malvado. Hunt es obviamente el bueno, el valiente, el rápido, el eficiente. El malo es muy malo y los dos se disputen la hermosa mujer, Nyah Hall (Thandie Newton), una ladrona profesional quien ha sido un tiempo amante del malo. Todo esto bajo las ordenes de Swanbeck (Anthony Hopkins), enunciadas en una escena española bastante desubicada e inverosímil.

El estilo de John Woo es muy reconocible y el director logra imponerlo y distinguirse de lo que podrá verse como un modelo definitivo: el estilo de Brian de Palma en Mission: Imposible  (1996). Woo es un poeta de la imagen, la invade con elementos absolutamente innecesarios, como palomas, vientos, nubes, cámara lenta. Sus personajes son individuos sensibles antes que ser héroes de acción. La contradicción entre sus emociones y sus misiones los hace sufrir, los detiene un tiempo antes de que se lancen a toda velocidad. Y las escenas de acción concebidas por Woo son dignas de sus orígenes chinas hongkongianas: irreales, demenciales, interminables. Son coreografías totalmente fuera de la realidad.

Es cierto que la intriga es muy simple, pero al menos es lógica y los episodios se relacionansin confusion. Los socios de Hunt, Luther Stickell (Ving Rhames) y William “Billy” Baird (John Polson ) no tienen todavía el papel importante que tendrán en las películas siguientes, y que permitirán efectos irónicos o hasta cómicos. Hay que reconocer que, en esta secunda aventura, todos se toman muy en serio, empezando por Ethan Hunt y por su interprete (y productor) el señor Cruise.

El uso las mascaras, es una herencia fiel a franquicia, pero utilizada con total libertad y exceso, se vuelve la marca tangible de la idea directriz: la necesidad de lo negro para resaltar lo blanco, del antihéroe para resaltar al héroe. En cada momento, hay una mascara que pude engañar y desengañar. No hay realidad segura.

La critica ha sido muy despiadada con esta cinta, considerándola como la peor de la serie. Sin embargo, es la que deja mas recuerdos por unas escenas muy espectaculares. La pregunta que plantea es si lo que cuenta es la originalidad o la conformidad con la franquicia.