De una obra notable por su concisión, discreción y elegancia,
Tavernier hace una película llena de ruido, acciones y palabras. Interesante
para ver una época, no funciona como adaptación.
Ficha IMDb
En el siglo XVI, Francia fue presa
de guerras sucesivas, motivadas por la religión protestante que empezaba a
tener más adeptos. Algunas duraron años, otras sólo algunos meses. Terminaron
en la masacre de la Saint Barthélemy, seguida por la ascensión al trono de un
protestante convertido al catolicismo, Enrique IV, quien firmó un tratado de
tolerancia para el libre ejercicio de la religión protestante en 1597. Fue casi
un siglo de sangre al mismo tiempo que se desarrollaba una de las épocas más
interesantes en todas las artes, el Renacimiento.
La princesa de Montpensier (Mélanie Thierry)
es una joven de la más alta sociedad, enamorada desde su niñez del hermoso Henri de Lorraine, Duque de Guise. (Gaspard
Ulliel) Pero los matrimonios son asuntos serios y las señoritas nobles y ricas
son mercancía de acuerdos entre familias. Marie es primero prometida a Charles,
hermano feo del enamorado, para después verse casada con Philippe, príncipe de Montpensier
(Grégoire Leprince-Ringuet), ni muy guapo, ni muy enamorado. Cuando su deber
militar lo llama al lado del rey Charles IX para la segunda guerra de religión,
deja a su esposa en su castillo, al cuidado de su viejo amigo François de Chabannes
(Lambert Wilson). Este, que fue antes protestante, pasó del lado católico, sin
mucha convicción, pero sobre todo cansado de ver sangre, violencia e intolerancia,
igualmente de los dos lados. Fue el maestro de Philippe, le enseño armas, latín,
filosofía. Como les lleva unos veinte años a los recién casados, Philippe no
teme nada.
Los meses pasan en una convivencia
de estudio, observación de la naturaleza y vida pacífica en el austero
castillo. Pero la belleza física, la inteligencia de la princesa, su libertad
de juicio hace que Chabanens se enamore profundamente de ella. Cuando le
declara sus sentimientos, Marie lo rechaza y, sobre todo, manifiesta una total
ausencia de consideración para la sensibilidad del que para ella es solo un amigo.
Al volver el esposo, la vida
conyugal se instala. Aprovechando una revisión de las fortalezas en la zona con
el hermano del rey y gran seductor, Henri, duque de Anjou (Raphael Personnaz), De
Guise pasa unos días en el castillo. Marie es una huésped perfecta, de Guise
vuelve a sus sentimientos de juventud, Anjou sucumbe à los encantos de Marie,
Philippe hace escenas de celos, todo bajo los ojos de Chabannes.
Bodas y fiestas reales llaman a
todos a París. Marie finalmente aceptó las déclaraciones de amor de De Guise y
sus propios sentimientos al, punto de traicionarse en un quiproquo con Anjou. Un enredo de máscaras, escondites y secretos llevará a Chabannes a sacrificarse
para que el esposo engañado no encuentre el verdadero amante de su esposa.
En un final trágico y absurdo, Chabannes
es asesinado como protestante que ya no es, Marie es rechazada por De Guise
quien ha encontrado un nuevo partido más interesante, y termina su vida
aislada.
De una novela corta, anterior a La Princesse de Clèves, considerada como
la primera novela psicológica francesa, Tavernier sacó más de dos horas de
película. Al volver de Luisiana donde había rodado In the Electric Mist (2009) con Tommy Lee Jones, quería hacer una
película épica y de época, con caballos y combates. La cinta estuvo a punto de
no realizarse por cuestiones económicas y fue solo la intervención personal del
entonces ministro de cultura, Frédéric Mitterrand, lo que desbloqueó la
situación. Se percibe claramente que el texto sirve solamente de pretexto par
el director. El se dio gusto y le da gusto a un espectador que busca una cinta
en tono de Alexandre Dumas. Magníficos trajes, magníficos caballos, magníficos
jardines y palacios.
Pero nada queda del espíritu del
texto original, nada de la reserva, de la dignidad típicamente clásicas de Madame
de Lafayette. escrita en 1662, la novela corta obedece a todas las exigencias
del siglo de Louis XIV: dominar las pulsiones, los instintos, respetar las
reglas de là sociedad. nunca decir o enseñar de más. ser conciso, nunca
explayarse. Dominar sus sentimientos.
Tavernier no supo o no quiso ponerse
al servicio de un texto magnífico, impuso su forma de ver una historia de amor
y la historia de una época. El resultado se parece más a La Reine Margot o La Dame de Monsoreau
, lo que finalmente resulta poco interesante ya que las novelas de Alexandre
Dumas ,además de tener muchísimos lectores, han sido adaptadas en decenas de ocasiones,
a veces con gran talento y éxito .
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