Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, December 28, 2015

Misery (Rob Reiner, 1990) - 8.5/10

Una de las grandes adaptaciones de Stephen King. Una historia claustrofóbica y terrorífica, que le valió a Kathy Bates uny un Globode Oro y un  Oscar de interpretación, muy merecidos.

Ficha IMDb 

El famoso escritor Paul Sheldon (James Caan) ha decidido ponerle un fin a la serie de novelas que le dieron fama, dinero y un montón de admiradores, las aventuras de Misery Chastain. Quiere dedicarse a escribir de verdad, para ser reconocido por los críticos, y le avisa a su editora, Marcia Sindell (Lauren Bacall) que se va a su lugar habitual de retiro, unas cabañas en Colorado. Una vez el libro terminado, y la única copia del manuscrito en su portafolio, vuelven, feliz, a su casa en Nueva York. Pero la nieve se intensifica en las carreteras montañosas provocando que el Mustang y su conductor sufran un terrible accidente. 

Sheldon tiene la suerte de ser rescatado por una mujer que vive cerca, en una casa aislada, y que esta sea una enfermera profesional. Lo que aprenderá inmediatamente a su despertar es que Annie Wilkes (Kathy Bates) es su “fan numero1”. En realidad es más que fan, es obsesionada. Y como todo maniático, quiere que las cosas queden en su estado. Cuando lee el manuscrito de Sheldon, se horroriza: este no es su escritor favorito, el lenguaje que utiliza no es aceptable, y, en su primer y espectacular  arranque de ira, le ordena a Sheldon quemar su obra.

Sheldon, después de cierto tiempo, cae en la cuenta que Annie no ha informado ni a las autoridades que le están buscando, ni a su agente, ni a sus familiares. Además, descubre que Annie lo mantiene encerrado en su habitación, cuando abandona su casa para ir de compras. En resumen, que ha sido secuestrado,

Pero no lo es todo: la última novela de la serie Misery llega al pueblo y Annie es la primera en comprarlo. Cuando descubre que el autor le puso fin a los días de su heroína, la situación se vuelve insoportable para ella y obliga a Sheldon a revivir a Misery en un siguiente libro. Le proporciona todas las condiciones materiales para escribir y verifica el avance del trabajo. Sheldon se ve obligado a obedecer. Sus intentos para salvarse se sueldan por fracasos, o, peor, por castigos.

La total impotencia de Sheldon proviene de su lamentable estado físico: el accidente lo dejó con múltiples fracturas en las dos piernas y el brazo derecho inmovilizado. Eso lo puso en una situación de total dependencia. Annie le da de comer con amor, lo limpia, lo rasura, lo cuida, le administra medicamentos para el dolor, como lo haría cualquiera a tener a su ídolo bajo su techo, para ella sola,  Cuando él hace cosas que le disgustan, no duda en administrarle algún dolor suplementario, como por ejemplo romperle los pies con un mazo. Le que, hay que decirlo de paso, es mucho menos terrible que lo que hace la Annie del libro. 

Mientras tanto, los amigos del autor empiezan a preocuparse, y el sheriff de la zona, Buster (Richard Farnsworth), ayudado de su única empleada, su esposa Virginia (Frances Sternhagen), investiga. Atando cabos, llega a casa de Annie. Pero esta lo elimina. Esto precipita el final de la redacción y, en un último enfrentamiento, Sheldon logra deshacerse de su carcelera. 

Es cierto que la secuencia de hechos es bastante previsible, con los diferentes intentos de liberación que se ven frustrados por una Annie mucho más lista y malvada que su huésped obligado. Pero el enfrentamiento entre los dos mantiene en una tensión permanente. 

La novela tiene de particular en la obra de Stephen King que no recurre a elementos sobrenaturales o poderes especiales. Es simplemente la historia de una mente enferma, como esas historias de psicologías límites que remueven nuestros medios más interiores, haciéndonos dudar de nuestro propio equilibrio.  Es, como una novela gótica, un encierro en un lugar aislado, donde nadie viene. .Es un duelo, en el cual la víctima no puede esperar la ayuda de nadie y debe contar sobe su propio ingenio, su propia fuerza física (Sheldon entrenándose a levantar la antigua y pesada máquina de escribir), su propio talento para engañar (su juego de seducción con Annie en dos cenas de celebración, su forma de integrarla al proceso de escritura de la novela). 

Si James Caan sabe equilibrar miedo, decisión, disimulo, Kathy Bates es la que domina la cinta de principio a fin. Su físico generoso le da la torpeza y aparente benevolencia que se les presta a los gordos. Pero su fuerza física es igual de grande que su capacidad de ira. Puede pasar de una cara angelical de niña maravillada a la severidad más absoluta, al sadismo gélido, pasando con el enamoramiento servil. 

Los medios usados por el director y el fotógrafo se ven un poco viejos, muy de los 80 : el uso del gran angular para dar esa impresión de desolación en el cuarto del escritor, que, hay que notarlo, no tiene calefacción a pesar de estar en pleno invierno en una casa de montaña, la sistemática contra picada para ver a Annie desde abajo y transmitir la dominación que ejerce sobre su mundo. Se usa también del viejo método del montaje paralelo para hacernos temer o esperar que ella vuelva del pueblo antes de que su prisionero haya vuelto a su cuarto, se hacen planos cercanos sobre detalles que serán determinantes en el futuro. Son efectos que nos parecen muy simplistas, ahora que hemos visto tantos efectos en el cine más reciente. Pero siguen funcionando. 

William Goldman, guionista de la película, ha planteado más de una vez el siguiente acertijo. ¿Qué tienen en común William Hurt, Kevin Kline, Michael Douglas, Harrison Ford, Dustin Hoffman, Robert De Niro, Al Pacino, Richard Dreyfuss, Gene Hackman, Robert Redford y Warren Beatty? Todos ellos dijeron que no a interpretar a Paul Sheldon, uno de los mejores papeles masculinos de la obra de King. Tampoco lo aceptó Jack Nicholson, poco satisfecho con las críticas de King después de su interpretación, casi demente,) en El resplandor (Kubrick - 1980), cinta que es recordada en Misery cuando se menciona que un escritor se volvió loco en un hotel cercano. Asimismo, el papel de Annie le fue ofrecido a Angelica Huston quien lo rechazó. 

La historia de Misery es también la historia de la creación literaria. En el espacio de algunas semanas, el pobre Sheldon, escribe tres novelas: la que considera como autentica obra, a la cual no pone título y que debe quemar, una secuela de su exitosa serie, que él mismo decide destruir antes de deshacerse de Annie, y el relato de su experiencia. Prueba de que, bajo presión, se puede ser muy creativo. 

Hay que recalcar que algunos elementos de la novela han sido suavizados en la adaptación. Vale mucho la pena leer el texto, guardando en la mente la imagen de James Caan y Kathy Bates. La lectura es absolutamente terrorífica. 

Respire (Mélanie Laurent, 2014) – 7.5/10

La novela de Anne-Sophie Brasme, que la realizadora leyó cuando tenía diecisiete años, le dejó una impresión tan durable que decido adaptarla. Es la historia de una amistad entre dos adolescentes, primero idílica, que va poco a poco evolucionando  en una relación de abuso psicológico. Es una disección detallada, Sin juicio moral, de ciertas relaciones de seducción, sin ser sexual, de fascinación, que acaban en destrucción. 

Ficha IMDb

Charlie (Joséphine Japy) tiene diecisiete años. Es buena estudiante, tiene amigos, convicciones, sufre de asma. Parece bastante equilibrada en su vida. Cuando llega Sarah (Lou de Laâge) a la escuela a mitad de año, parece normal que ella sea la encargada de ponerla al día. Poco a poco se va construyendo una amistad, que le permite a Charlie expresarse más, sentirse más segura de sí misma. 

Es que Sarah es absolutamente fascinante, su madre trabaja en una ONG, lo que la lleva a misiones en África y la obliga a dejar a su hija sola, al cuidado de una tía. Sarah ha viajado, ha encontrado gente del mundo del arte, del espectáculo. Siempre tiene anécdotas que contar, donde ella siempre lleva el papel central. Además es guapa, libre, audaz. Atraída por esta estrella brillante, Charlie deja de lado a su amiga y confidente de siempre, Victoire (Roxane Duran) y deja a Sarah entrar a su vida familiar. Esto no va sin incidentes perturbadores porque la joven, muy independiente en sus opiniones, no vacila en intervenir y juzgar al padre de Charlie ( Radivoje Buknic). 

Sin embargo, y  a pesar de las reticencias de la tía Laura (Claire Keim), Vanessa, la madre de Charlie (Isabelle Carré) se deja acercar por la nueva amiga, al punto de suscitar ciertos celos en su hija.
Poco a poco, las fallas empiezan a notarse En forma insidiosa, el comportamiento de Sarah evoluciona hasta el abuso, el desprecio, la manipulación. Sarah es definitivamente perversa, narcisista, mitómana, mentirosa. Nada de lo que ha contado es cierto. Su madre (Carole Franck) es alcohólica, nunca ha viajado ni conocido todo que presumía. Charlie se aísla de sus compañeros, quien tratan de ofrecerle ayuda. Su angustia se traduce en crisis de asma, tal vez auto provocadas. Literalmente, ya no puede respirar.

Es cierto que la historia se parece a muchas de estas cintas de adolescentes, con escenas casi obligadas: en clase, en el patio de la escuela, los amigos, las fiestas, la casa en los suburbios y las comidas con los padres que no imaginan lo que está pasando por las cabezas de sus hijos….

Pero hay en la cinta, en el ambiente creado por Mélanie Laurent, una verdad profunda de angustia, de nerviosismo, de inseguridad, que poco a poco va ocupando el lugar de la felicidad que el principio dejaba esperar. Es un ambiente  al estilo Hitchcock, al estilo Chabrol, y no sorprenden los intentos de asesinato, o de suicidio, que  progresan lentamente e irremediablemente. En un marco de vida aparentemente ordinario, protector, se instala  una atmosfera turbia, donde ninguna referencia funciona, porque alguien ha tenido la capacidad de confundir las pistas, de cambiar los significados.

La administración sabiamente progresiva del dolor, del aislamiento, de la crueldad, generan frustración, al mismo tiempo que las esperanzas de reconciliación, de una reliquia de amor, imposibilitan la rebelión, o siquiera la resistencia. Charlie actúa frente a Sarah exactamente como su madre frente a  su padre. Las dos siguen aferradas a su primero impresión y no pueden aceptar que esta ya no sirve, que han sido traicionadas por quien les prometió amor, o amistad, inmensa e incondicional. 

La presentación de las  relaciones entre adolescentes tiene la calidad de mostrar un entorno muy verosímil con personajes secundarios llenos de espontaneidad. Las dos protagonistas tienen un enorme talento, igualmente interesantes y conmovedoras en sus semejanzas y oposiciones. Lou de Laâge es capaz de pasar, en un instante de la ternura al sadismo, de la seducción a la amenaza, y ser creíble en cada una de sus facetas. Joséphine Japy se deja caer poco a poco, quiere mantener las apariencias mientras se deshace por dentro, trata de mantener un equilibrio aparente cuando sabe que la locura la amenaza. 

Las imágenes son muy cuidadas, sobre todo durante las hermosas vacaciones en la playa, las texturas y colores hacen de esta temporada de paz antes de la tempestad, un momento de esperanza, que acentuará el contraste con la declaración de guerra de Sarah. Todos están felices, todos encuentran felicidad o al menos placer, en la comida, el amor (o el sexo), el sol, el mar y el viento. 

¿Cómo, después de tanta felicidad y complicidad, se podría aceptar que la manipulación y la crueldad sean reales?

Sunday, December 27, 2015

Mission:Impossible - Rogue Nation (Christopher McQuarrie , 2015) – 6.5/10

Quinta entrega de la saga, con el mismo Ethan Hunt, igual de decidido, con las mismas escenas espectaculares. Un buen momento de acción, no desprovisto de humor, en grandes escenarios. Un buen cine de entretenimiento.

Ficha IMDb

Una primera secuencia , al estilo de los prólogos de los James Bond : espectacular, un suspenso súper eficiente, que pone a Ethan Hunt (Tom Cruise) al borde de la catástrofe sobre un aeropuerto militar ruso  mientras sus cómplices tratan de encontrar, con sus métodos tecnológicos de altura, la solución para salvarlo. Lo lograran, in extremis obviamente. 

Pero, al volver a poner los pies en la tierra, la dura realidad los espera: FMi esta disuelto. Porque así fue decidido por el director de la CIA Alan Hunley (Alec Baldwin) .el  Director de Operaciones de Campo del FMI, William Brandt (Jeremy Renner), no puede defender a su departamento,  muy controvertido debido a sus métodos destructivos. El FMI , disuelto es absorbido por la CIA; Pero Hunt decide seguir su propia misión, destruir a “el sindicato” aunque sea clandestinamente, al que persigue desde que tiene edad de destruir a los malos. 

Después de un tiempo de reflexión e investigación solitarias, vuelve a salir al campo de acción. Llama a su ex colega  Benji Dunn (Simon Pegg) a reunirse con él en Viena. 

La trama es entendible, las secuencias se siguen en forma lógica, y las escenas de acción suceden cuando deben de suceder. Muy notable es la escena en la Opera de Viena, con una pelea en las alturas, mientras el primer ministro austriaco (Rupert Wickham) escucha Turandot

Una nueva “chica Hunt” se presenta, es Ilsa Faust  (Rebecca Ferguson) y, además de saber pelear, sabe vestir, y tiene un gran apego a sus zapatos de tacón. 

Así, la acción se desplaza, de Londres a Washington, a Viena, a Marruecos, manteniendo un ritmo trepidante. 

Se anuncian perfectamente bien los elementos que serán necesarios en los momentos cruciales, como la recuperación subacuática de la lista de agentes, aunque un poca inverosímil: los cuatro minutos sin respirar suenan un poco exagerados. 

La complicidad entre los personaje es un ingrediente suplementario para hacer de esta entrega un entretenimiento verdad muy apetitoso. No es gran cine, no es muy intelectual, no tiene la poesía visual de Misión: Imposible II (John Woo - 2000) pero divierte muchísimo, está muy bien hecho y los actores se entregan totalmente, en particular Tom Cruise, quien, a sus 53 años, sigue con el cuerpo musculoso que tenía en el primer Mission : Impossible (Brian de Palma – 1996)

White Dog (Fehér isten) (Kornél Mundruczó, 2014) – 8/10

Film húngaro dirigido por Kornél Mundruczó quien ganó el Premio en Cannes 2014 dentro de la sección Una Cierta Mirada, donde además se estrenó la cinta, es un cuento que puede ser visto como la metáfora de una rebelión de los desamparados, o una historia fantástica apocalíptica donde los animales dominan a los humanos, o simplemente la historia de una gran amistad entre una niña adolescente y su perro. De todas formas, es un relato fascinante, con un ritmo implacable y un final abierto.

Ficha IMDb

La historia se basa en un capítulo de la novela  Desgracia de J.M. Coetzee.

La cinta empieza con una visión aérea de avenidas vacías, donde pedalea una niña. En un silencio total. Pero a lo lejos se distingue una horda gigantesca de perros que corren a toda velocidad. 

De ahí empieza el flash back que será la historia. Esta empieza como cualquier historia hollywoodense de amistad entre humanos y animales. Lili, una niña de 13 años, (Zsófia Psotta ) debe ir a vivir un tiempo a casa de su padre, Daniel (Sándor Zsótér ), inspector del rastro municipal ya que su madre Elza (Lili Horváth),  catedrática,  se va por tres meses a Australia con su  nueva pareja . La niña no quiere separarse de su perro Hagen, lo que no le causa ninguna gracia al padre.En su edificio, los anímale no están bien recibidos. Inclusive, en la ciudad entera, unas leyes obligan a declarar la presencia de animales y a pagar un impuesto si no son de raza pura. Al cabo de unos días, el padre decide ir a abandonar a Hagen al lado de la autopista. 

A partir de ese momento, la chica no cesará en la búsqueda de Hagen. Esta decisión la lleva, o le da la fuerza, para desafiar todas las formas de disciplina que quieren imponerle: las clases de música, con un maestro autoritario ( Lászlo Gálffi) , la vida diaria con su padre, a quien se opone como cualquier adolescente que vive en una situación de divorcio. La única meta de Lili, su único pensamiento, es encontrar a Hagen. 

Mientras tanto, las desaventuras del perro están contadas según su punto de vista, lo que da escenas absolutamente escalofriantes, muchas veces sin ningún otro sonido que los jadeos de los perros. La vida de Hagen es un calvario. Cae en manos de un vagabundo (Szabolcs Thuróczy) que lo vende a un entrenador de perros de pelea. Este le cambia el nombre a Max y lo prepara: lo entrena a pelear, le afila los dientes, lo mata de hambre, en escenas que recuerdan a Amores Perros (Alejandro González Iñárritu - 2000)  Pero el animal, tal Spartacus, escapa, se le juntan seguidores cada vez más numerosos. Ahora que tienen la superioridad del número y la libertad de ya no tener lazos afectivos, se transforman en un ejército que ataca a los humanos, y toman literalmente el control de la ciudad de Budapest. A los humanos solo les queda esconderse. 

Es un verdadero escenario apocalíptico: es la revolución de los perros de la calles, los sin pedigrí, los despreciados. Avanzan en las calles, pasan por encima de coches, barricadas policíacas. Corren a vengarse de humillaciones y maltratos de generaciones. 

La cinta brinca del lindo género de mascota con el reencuentro final y el reconocimiento gracias a una pieza de trompeta, al drama familiar, con el acercamiento imposible de la niña con su padre, que acaba con un entendimiento y una aceptación recíprocos. Al perder a su perro, y tener que aceptar las reglas paternales, Lili sale de su confort y crece, al cruzarse con el enamoramiento, las fiestas, las drogas. En esa línea, tenemos una cinta de aprendizaje, y la escena final es posible gracias al apoyo del padre a su hija, porque entendió lo que es importante para ella.

Pero, paralelamente, la cinta pasa a una historia de terror, que puede ser un terror a la Stephen King, donde una categoría, viviente o no, cobra de repente una vida y una capacidad de decisión que buscan la aniquilación de la especie humana. O que puede ser un terror social, una metáfora de lo que podría pasar si todos los desesperados, pobres, explotados, del mundo se levantaran en contra de los ricos, felices, explotadores, que los han mantenido en servidumbre durante siglos. 

De todas formas, el final abierto nos deja con una duda: ¿qué va a pasar? ¿Los perros se someterán? ¿Atacarán? ¿Qué va ser de Lili? ¿Qué va ser de Hagen, como a usar su poder sobre sus congéneres? 

De una forma u otra, la cinta tiene una gran fuerza. Algunas escenas son difíciles de aguantar. Y no se puede pasar de alto las alusiones a regímenes intolerantes: esa obligación de denunciar la presencia de perros, ese deseo del gobierno de establecer listas, esa vecina que espía y denuncia , no pueden sino traer a la memoria la persecución de los judíos durante la ocupación nazi. La ciudad de Budapest fue igual de activa en la colaboración como otras ciudades de Europa. Además, vivió después durante muchos años bajo el régimen comunista, donde las denunciaciones estaban bien recibidas. 

Los doscientos actores caninos empleados para la película, fueron entrenados de manera especial durante cuatro meses, y todos tienen su nombre en los créditos finales. Ninguno fue maltratado durante la filmación y todos encontraron una familia adoptiva al final Y hay que reconocer que los dos, Body y Luke, que interpretaron el papel de Hagen tienen un real talento, una capacidad de expresión remarcable, por la cual  se ganaron la Palma Perro de Cannes, situación inesperada debido a que es la primera vez que un perro recibe este reconocimiento.

Marguerite (Xavier Giannoli, 2015) – 8/10

Una interpretación remarcable de Catherine Frot para este personaje, inspirado de un caso real, de mujer apasionada de canto y convencida de su talento, a quien nadie quiere desengañar. 

Ficha IMDb

En los años veinte en Paris y cercanías, Marguerite Dumont (Catherine Frot), dotada de una fortuna inmensa, tiene una pasión, igualmente inmensa, para la música y el canto. Se produce frecuentemente frente a un círculo de amigos, para funciones benéficas. El problema es que canta terriblemente desafinado y que nadie se atreve a decírselo. Mientras todo se desarrolla entre conocidos y servidores de la inmensa mansión, no pasa nada. El día en que “canta” el aria para soprano coloratura de La reina de la noche en La Flauta encantada de Mozart, un joven periodista, Lucien Beaumont (Sylvain Dieuaide) escribe un artículo a doble sentido en un diario parisino. Ese día,  las cosas empiezan a complicarse. 

Y cuando Marguerite, alentada por la conspiración del silencio que la rodea, decide presentarse frente a un verdadero público, la situación se pone muy seria. Todos tratarán de hacerla renunciar a su proyecto. Algunos por piedad, muchos por miedo a que sea revelada su propia hipocresía. Hasta el gran Atos Pezzini (Michel Fau) el profesor que quiere contratar para sus ensayos, después de horrorizarse al oír a la cantante, acepta el chantaje que le hace Madelbos : necesita el dinero para mantener a su gigolo, su mujer Barbosa y su pianista sordo. 

La historia es totalmente absurda, enorme, y sin embargo pasó realmente: Florence Foster Jenkins , pseudo cantante gringa ( 1868-1944) , dio su primer, y ultimo, concierto publico nada menos que en el Carnegie Hall. A diferencia de sus amigos, los críticos dijeron la verdad. Ella murió dos días después de un paro cardiaco en una tienda de música. Por cierto, pronto saldrá la película de Stephen Frears sobre ella, con Meryl Streep y Hugh Grant.

El personaje es ridículo, patético, al mismo tiempo que divertido y conmovedor. Marguerite es una mujer profundamente generosa. Convencida que tiene un talento, está dispuesta a ponerlo al servicio de todas las causas que le pidan ayudar. Además de ofrecerlo como un regalo a su esposo Georges (André Marcon), a quien ama, en silencio, porque sabe que él se casó por amor a su dinero. El trajo el título de nobleza, la convirtió a condesa y ella le proporcionó los medios económicos para vivir todas sus locuras. Pero sobre todo, Marguerite tiene un amor apasionado por la música. Es su razón de vivir, su amor supremo, su adoración. Y es conocedora, ha leído, ha escuchado. Ella no es ninguna farsante. Se toma muy en serio lo que hace. 

Marguerite Dumont canta mal, los oídos de los asistentes, en la cinta, y en la sala de cine, sufren. Todos tienen ganas de callarla. Pero ella sigue, convencida de tener la razón. Y, en la presentación pública, se producirá, por espacio de un muy breve instante, el milagro: Marguerite canta maravillosamente unos compases de “Casta Diva” de Norma. Y cae, tosiendo sangre.

Catherine Frot sabe dar a su personaje una consistencia indiscutible: es cómica, es ridícula, es admirable, es generosa, es elegante, es digna. Es un personaje romántico, en todos sus excesos. 

La descripción de la sociedad es mordaz: toda esa gente, culta, pretende no darse cuenta de que la cantante canta mal. Se puede entender de los servidores, que podrían perder su trabajo. El esposo, en complicidad con el mayordomo negro, Madelbos (Denis Mpunga) manda cantidades de flores, pretendiendo que provienen de admiradores. 

Pero los jóvenes artistas que asisten a su concierto y deciden utilizarla para un espectáculo surrealista,  llevan la mentira a un nivel fuera de proporción, porque sale del ámbito familiar. Pero ellos tienen su propia meta : poner al desnudo las ridiculeces, las complicidades e hipocresías de una sociedad que, según ellos, vive encerrada sobre calores culturales que ya no tienen relevancia, sobre todo después del drama de la primera guerra mundial. Ellos son los que ponen a Marguerite sobre el camino de una presentación pública. Entre los dadaístas, es fácil reconocer en el artista Kyrill Von Priest (Aubert Fenoy) a Guillaume Apollinaire, con su falso nombre, sus poemas en forma de dibujos, y sus actitudes provocativas. Ahí está l’avant-garde parisina, la misma que Woody Allen trató de presentar con nostalgia en Midnight en Paris

Toda la reconstitución de la época es magnifica, desde los muebles, los interiores, los coches, la vestimenta. Y la organización de la narración en cinco actos, como una tragedia, cada uno con su título presentado en interfectos, como las películas mudas de la época, nos da a entender que, desde el principio, ya está definido hasta donde se dirige la historia. Un destino se está contando porque ya está escrito. Todo tiene sentido, nada se va a desarrollar al azar de los encuentros. 

Que Marguertite sufra de un trastorno mental, tal vez de mitomanía, es probable. Que se celebre un culto a sí misma, con la serie de fotografías que hace Madelbos, es indiscutible. Él la retrata con talento y religiosidad, en todos esos grandes papeles que ella hubiera querido interpretar y que, al final de su vida, pensará haber realmente interpretado: Carmen, la Walkyria, Madame Butterfly. El estilo de las fotos, también, ancla a Marguerite en una realidad de una época precisa, al mismo tiempo que su teatralidad la sacan de toda vida real y la propulsan a un mundo ideal, donde los seres humanos se vuelven artistas y, por ende, escapan de la mortalidad. 

Pero Marguerite es también víctima de una pasión amorosa no correspondida. Al final de su estancia en la clínica, todo se esclarece, y ella logra, finalmente, una muestra de amor de parte de su esposo, quien se ha dejado, finalmente, conmover. Este encuentro apasionado, será inmortalizado en una fotografía sublime. 

Una gran historia, una gran realización. Y una interpretación aún más grande. 

Friday, December 25, 2015

Snowpiercer ( Joon-ho Bong, 2013) - 6.5/10

Basada en la novela gráfica francesa Le Transperceneige (Jacques Lob y Jean-Marc Rochette, 1982) ,una sombría historia de rebelión, en un mundo futuro limitado a un tren que da vuelta sin cesar a la tierra, llevando en sus vagones lo que queda de la especie humana, con lo peor y lo mejor, si lo hay, y reproduciendo todos los antagonismos de la sociedades actuales. Si uno se deja llevar al principio por lo aparentemente innovador, lo que sigue dejar mucho que desear cuestión infectividad en la narración. Aunque, hay que reconocerlo, hay algunas escenas interesantes. 

Gélida ficha IMDb

En un futuro no tan lejano (2031), el mundo ha colapsado por un error humano: al ver cómo iba subiendo la temperatura terrestre, se decidió enfriarla a la fuerza. Nada más que se calculó mal, y la tierra completita se congeló. Todo es hielo y nieve. Nadie puede vivir afuera. Los sobrevivientes están todos en un solo tren, que, desde hace diecisiete, le da la vuelta años al mundo sin cesar. El año se define ahora como el regreso a un mismo punto. Este tren reproduce en su longitud la organización geográfica de la tierra: adelante van los ricos, atrás van los pobres. Su alimentación está limitada, viven hacinados en dormitorios, y de vez en cuando reciben la visita de  una emisaria del poder,  Mason (Tilda Swinton, absolutamente genial, quien se lleva a un niño chiquito., no se sabe para qué. 

Como es de esperarse, hay un leader político, anciano ya, y debilitado físicamente, Gilliam (John Hurt) a quien todos respetan porque, poco después de la catástrofe, salvó la vida de un bebe que unos hambrientos se quieran comer, al darles uno de sus brazos para alimentarlos. Este bebe es ahora Edgar (Jamie Bell), en edad de pasar a la acción. 

Y hay un joven fuerte y decidido, Curtis (Chris Evans), quien llevará a cabo la ofensiva contra el poder, cuando Gilliam recibe un mensaje,  mandado por un espía localizado en los vagones de adelante. 

El ejercito de los  revoltosos emprende el camino hacia el frente Su primer trabajo es de liberar a Namgoong Minsu (Song Kang-ho),quien diseño los sistemas de seguridad del tren, encerrado en un cajón, como su hija Yona (Ko Ah-sung ), chica de pocas palabras y mal carácter. 

Así que toda la cinta es la historia del caminar hacia el principio del tren, a la derecha de la pantalla, porque, como se sabe, la derecha es el lugar de los opresores, y la izquierda el lado de los oprimidos, y por consecuente de los revolucionarios. 

La evolución de los equipamientos del tren a medida que uno avanza, es interesante y divertida, rayando a los clichés: spas, salones de belleza, salón de clase, mujeres ociosas, lujo, alimentos, plantas… Y hay que reconocer que las diferentes escenas de enfrentamientos presentan una rica variedad en tipos de combate, utilización de las luces, los colores, ritmos y movimientos de cámaras. 
El final es doble. Primero un final dentro del tren, cuando Curtis se enfrenta directamente a Wilford (Ed Harris), jefe y creador del tren, quien le revela que todo ha sido un engaño, y que su mentor Gilliam era en realidad al servicio del poder, porque es necesario que cada cierto tiempo se de una revolución, para ocupar a la gente, y eliminar el exceso demográfico. Después de eso, uno puede preguntarse cuál es el mensaje de la cinta: ¿demostrar la futilidad del intento por alcanzar la movilidad social?

El segundo final es digno de los peores sueños ecologistas: Yona y el niño salen del tren inmovilizado en la nieve. A lo lejos del paisaje blanco, logran divisar un oso. La tierra está volviendo a temperaturas normales. La vida es de nuevo posible afuera. Si esta última imagen puede ser una alusión a la paloma que anuncia a Noé que el nivel de las aguas ha bajado, se agradece esta nota mitológica. Pero eso de la inocencia en figura de niño y mujer, es de lo más demagogo y poco realista. Un final de cuento para niños. 

Eso es la impresión que se va haciendo lugar conforme se desarrolla la historia: de una idea de principio interesante se cayó a algo muy previsible, casi infantil. ¡Lastima! Hemos visto historias post-apocalípticas mucho más originales. 

Lord of the Flies (Peter Brook ,1963) - 8.5/10

De la angustiante novela de William Golding, Peter Brook logró sacar una fábula sobre la maldad innata del ser humano, al mismo tiempo que la ancla en circunstancias históricas muy precisas, organizando así una acusación implacable contra la sociedad de los adultos, que no pueden sino reproducir esos niños náufragos sobre una isla desierta. 

Ficha IMDb

La historia inventada por Golding es muy conocida: un avión transportando niños se estrella sobre una isla. Los que sobreviven son alumnos de un prestigioso internado inglés. Segun ellos mismos, son los hijos de la más alta sociedad del país más civilizado del planeta, 

 Rápidamente se van a dividir en dos grupos. Los que siguen a Ralph (James Aubrey secundado  por su principal aliado, apodado Piggy (Hugh Edwards) debido a su exceso de peso,  van por el camino de la democracia, de la palabra y la razón. Puede hablar solo el que tiene la concha, objeto simbólico del respeto a la palabra de cada uno. Pero  Jack (Tom Chapin), ex leader del coro, decide organizar su propio clan en el cual la ley es la fuerza, la espontaneidad. Saben matar y, si eso en un principio  garantiza carne para alimentar a todos, le abre también la puerta al salvajismo. 

Poco a poco, el antagonismo entre los dos jefes, Ralph el sabio y Jack el salvaje, se va a hacer más patente, hasta llegar a una guerra sin piedad. El reino de Jack, basado sobre la sumisión obtenida contra la promesa de poder, triunfará del reino de la moderación y la previsión. La búsqueda de la satisfacción inmediata ganará sobre el sacrificio temporal en vista de un bien a futuro. La religión productora de arte, se transformará en un culto primitivo y sangriento. La intolerancia matará a dos inocentes y amenazará a  Ralph, que logrará salvarse solo por la intervención, tal Deus ex máquina, de un adulto. Este ser, masculino y militar, se horrorizará al ver lo que la vida sin reglas ha hecho de los niños de la elite británica. Pero su buque, militar, tal vez los lleve a una disciplina mortal. A su guerra de juguete tal vez suceda una guerra real, mucho peor.

Peter Brook opta por no aislar la aventura de los jóvenes náufragos de la realidad contemporánea del mundo “civilizado”. El prólogo, durante el cual desfilan los créditos iniciales, pasa de celebraciones religiosas o juegos de base-ball, a rampas de lanzamiento de cohetes, a bombardeos y ciudades en ruinas. Aviones de guerra sobrevuelan Big Ben: la guerra esta sobre Inglaterra, país de colegios prestigiosos, país de educación estricta. El ser humano oscila de la educación más estricta a los impulsos más abominables. Ni ángel, ni demonio, es los dos al mismo tiempo y basta de unas condiciones inhabituales para que el fondo oscuro vuelva a la superficie. 

Es un cuento antagónico a Robinson Crusoe, escrito dos siglos antes por otro inglés, Daniel Defoe. Mientras Robinson reproduce sobre su isla toda la civilización humana, desde la agricultura, la industria y la cultura, hasta el esclavismo, los niños de Golding hacen el camino al revés y vuelven a un estado pre-cultural. 

El medio ambiente al cual han llegado no impone condiciones especialmente difíciles: en la isla hay frutas, carne, agua. La temperatura es agradable. Hay árboles para construir chozas. Ralph es quien aprovecha el miedo de los más pequeños a un monstruo, para llevar la mayor parque del grupo a prácticas que puedan calmar este monstruo, multiplicando sacrificios y ofrendas, hasta el día en que el sacrificado será uno de ellos, que justamente, había encontrado la prueba de la identidad, muy humana, del monstruo. La ejecución tiene lugar durante una escena alucinada, tribal, una ceremonia nocturna en honor a un dios oscuro, a la preparación de la caza, donde los niños, en trance, se dejan llevar hasta los últimos limites, matar a un semejante , en una comunión diabólica.

La segunda víctima es Piggy, muy vulnerable desde que le quitaron sus lentes, otro objeto simbólico de la reflexión y la prudencia. Nadie más se horroriza por lo que han hecho, han pasado a otra realidad, una de ser primitivos, aullantes y pintados. 

Brook dejó a sus jóvenes actores improvisar, y rodó casi sesenta horas de película. Muchas veces, da la impresión, terrífica, que no había cámara, que habían realmente regresado a un estado prehistórico. Las figuras de pre-adolescente, imberbes y de caras angelicales, en un lugar paradisiaco, contrasta con el mensaje de la novela y de la cinta. El ser humano no es bueno. La escena de la llegada del coro cantando sobre la playa, con sus ropajes de iglesia, es de una enorme belleza, al mismo tiempo que profundamente irónica. Ellos traen en mal, cantando un Kyrie, canto de la misa que significa “Señor, ten piedad de nosotros”. Lo surrealista de la imagen, digna de Buñuel, anuncia el profundo sinsentido que van a vivir, un horror del cual solo Dios podría tener piedad.

Las imágenes se organizan en la verticalidad. Desde el principio Jack se coloca arriba de Ralph. Después, sur reino se establecerá en las alturas de la isla, pero es un poder que da rienda suelta a lo más bajo de los instintos, a la crueldad, a la brutalidad. Los de arriba son incapaces de mantener elevado el humo de la fogata que podría traer rescatistas, como son incapaces de cualquier elevación intelectual o moral. Los de abajo son los hombres normales, simplemente humanos, dotados de razón, de sentido de igualdad, inclusive de generosidad, como Pigggy, quien piensa siempre en que podrá ser bueno y útil para la mayoría. Por cierto, a Piggy, demasiado pesado, le cuesta mucho subir hacia la fortaleza de Jack. Y, de hecho, no lo dejarán, y lo precipitarán al agua. 

Uno sale de la proyección profundamente desconcertado sobre su propia naturaleza, como si esos niños fueran un experimento de laboratorio, como les gustaba a los autores del siglo XVIII poner personajes en una isla, lejos de las convenciones de la civilización, para encontrar la verdad del comportamiento humano. Pero ellos creían en la bondad del ser humano. La historia nos ha mostrado que, tal vez, ya no se puede. 

Thursday, December 24, 2015

The Scarlet Letter (Roland Joffé, 1995) – 5.5/10

Libremente adaptada de la gran novela de Nathaniel Hawthorne, uno de los primeros escritores estadounidenses, esta cinta, larga, trata de mostrar la fuerza de los sentimientos auténticos frente a la hipocresía generalizada entre los Puritanos, fundadores de las primeras colonias de Nueva Inglaterra. La reconstitución de la vida de entonces no está muy bien lograda, sobre todo a causa de una actriz que  queda con el personaje. Sin embargo, los hombres de la historia muestran bastante convicción en sus papeles.

Ficha IMDb 

En la Nueva Inglaterra del siglo XVII, la vida no es muy fácil. Después de un tiempo idílico entre los Padre Fundadores y los indios de la zona, los intereses empiezan a separarse, sobre todo porque los nativos se dan cuenta que esos nuevos habitantes no son muy tolerantes, a excepción de algunos. 

Boston es todavía un pueblo, pero sus gobernantes, Puritanos, están convencidos de su autoridad, y que sus creencias religiosas y sus valores morales y de comportamiento, son los únicos aceptables. Es ahí donde llega, vestida de encajes, Hester Prynne (Demi Moore), a quien su esposo mandó, sola, a preparar todo antes de que él llegue. Es un médico, más viejo que ella, y parece que no hay amor entre la pareja, que fue casada por motivos de interés financiero.

Comportamiento, opiniones, vestimenta, todo choca en esta mujer que parece salida de una corte europea. El gobernador del pueblo, Horace Stonehall (Robert Prosky)  le aclara muy rápido que su actitud y apariencias no son tolerables. Además, Haether decide comprar una casa a la orilla del mar, lejos del pueblo. Su encuentro con el pastor del pueblo , Arthur Dimmesdale (Gary Oldman) , sin saber quién es, y sin que él sepa que ella está casada, es el principio de una relación, primero intelectual ya que los dos comparten puntos de vista más liberales que el resto de la gente. Cuando se enteran de la desaparición de Chillingworth, por el ataque de su barco por los indios, se dejan llevar por la pasión. Por supuesto, Hester queda embarazada y la justicia del pueblo la persigue, por inmoral, por bruja, y la encarcela. A pesar de todos los malos tratos, ella se niega a confesar el nombre de su amante. Después de nacer su hija, Pearl, es liberada, pero condenada a portar sobre su ropa la letra A, por adultera. 

El mismo día de la exposición de Hester en el cadalso, vuelve Chillingworth (Roland Duvall), quien ha pasado meses prisionero de los indios, lo que lo ha trasformado en un ser salvaje, que no domina sus instintos.  

Lo que sigue será un sordo enfrentamiento entre el esposo engañado, que busca la verdad, espía, pregunta, amenaza, el pastor que sufre de su culpabilidad y de su impotencia, y la mujer que trata de sobrevivir en un ambiente de hostigamiento. La venganza del esposo  desencadenará una guerra con los Algonquinos, por un quiproquo, y permitirá la felicidad de los amantes con su hija, contrariamente al final de la novela. 

La cinta es la onceava adaptación cinematográfica de la gran novela escrita en 1850 por  Nathaniel Hawthorne. Hay también un comic, una comedia juvenil, una ópera, y una miniserie televisiva. Es decir que la historia de Hester y su pastor fascina. Porque es la historia de un gran amor, que se enfrenta a los prejuicios, porque es una historia de fidelidad de uno al otro a pesar de todo. 

Pero la novela de Hawthorne compone un personaje femenino mucho más intenso que él que interpreta Demi Moore. Hester es antes que todo, un personaje que sufre. No es una feminista antes de la fecha, no es una provocadora de la autoridad. Es una mujer de su tiempo, profundamente religiosa, profundamente moral. Sufre de ser exhibida ante el pueblo, sufre de no poder educar a su hija con un código moral ya que es fruto del pecado, y que ella misma, su madre, es ejemplo de pecadora. Y sufre del silencio y del aislamiento al cual se condena al no revelar la identidad del padre. Pero tiene una fuerza y un talento: es una artista. Sabe bordar (adorna con hilos de oro la letra abominable que debe ostentar y la vuelve una joya), sabe coser divinamente. Vive en la soledad, aislada del pueblo, y cerca de la naturaleza, del trabajo, abnegada. En realidad ella encarna los verdaderos valores puritanos. 

La novela explora también las motivaciones de cada uno de los habitantes en sus papeles sociales: el gobernador, el pastor, los magistrados. El autor quiere dar a entender el funcionamiento de una pequeña sociedad y como llegó a descarrillarse y producir esos excesos de intolerancia. 

La cinta, en cambio, queda en la superficie de todos los comportamientos. Se dio unos personajes sin profundidad, que persiguen un solo objetivo, sin facetas, sus sutilezas. La narración es larga, bastante previsible, y se detiene en detalles que no tienen gran significado, y sirven solo para adornar. T que, sobre todo, se antojan algo anacrónicos. 

La película quiere ser una reconstrucción de las condiciones de existencia de los primeros colonizadores de América del norte, esos quakers, que tuvieron que trabajar muy duro para comenzar una nueva vida, lejos de la intolerancia europea hacia sus prácticas religiosas, y que, en sus excesos de rigor moral, llegaron a ser igualmente intolerantes que los de quienes huyeron. Pero pretende abarcar demasiado, desde las costumbres de los indios, el trabajo en el campo de una mujer y sus relaciones con sus esclavos. A eso se mezcla toda una historia de juicio por brujería que afecta a varias mujeres del pueblo. ¡Parece que se produjo en el guion una interferencia con la historia de las Brujas de Salem! 

De todo eso, lo único que queda son dos muy buenas
interpretaciones, Gary Oldman como el pastor, Y Roland Duvall , fascinante en europeo transformado por los indios, cuyos rituales le han revelado la fuerza salvaje que lo habita. A medida que avanza la cinta, que su voluntad de venganza se intensifica, y su deseo mezclado de odio hacia su mujer lo envenena, su cara se transforma, y logra en ciertos momentos que sus rasgos sean casi de Algonquino. De personaje secundario, pasa, en los últimos momentos de la cinta, a ser el protagonista.

Esta adaptación de La letra escarlata figura en la lista de las 100 peores películas. Tal vez no sea para tanto,  pero no se puede decir que sea excelente. Joffé ha hecho cosas mucho mejores, recordemos La Mision (1986) con Robet de Niro, Jeremy Irons, Liam Neeson) 

Wednesday, December 23, 2015

Un illustre inconnu (Mathieu Delaporte, 2014) – 7/10

La historia de una obsesión que empieza por darle satisfacción al personaje, hasta que la intensidad del deseo de recrear la vida de otro lo lleva a reinventar la suya en su propia carne. Un suspenso que funciona sobre todo gracias al gran talento de Mathieu Kassovitz.

Ficha IMDb

Sébastien Nicolas (Mathieu Kassovitz), unos cuarenta años, es un agente de bienes raíces, normal, sin chiste, transparente. No tiene esposa ni hijos, ni amigos. Hace perfectamente bien su trabajo y deja a todos sus clientes muy satisfechos. Lo que no saben, es que se queda con un juego de llaves de cada departamento que vende o renta, y que se inmiscuí en su cuadro de vida en su ausencia, después de transformarse físicamente en el hombre que lo interesó. Se viste, se maquilla, se peina como el sujeto de su fascinación. Imita su forma de hablar, sus gestos y movimientos. 

Parece un serial killer, por el cuidado con el cual prepara sus operaciones, pero en realidad no representa una amenaza, ya que evita el contacto. Toda su pasión es una pasión solitaria, que no se puede compartir con nadie. Los motivos de esta extraña adición nunca se dan a conocer. Simplemente, el hombre se siente limitado en su vida y necesita cambiar de aire. No hay razón particular, ni psicológica, ni social, ninguna experiencia traumatizante en su vida. 

La película empieza muy fuerte, con la desaparición-suicidio de personaje, en la cocina de su pequeña casa aburrida de suburbio. Es el último juego de disimilación, antes de entrar a una nueva vida. El final nos entregará otra sorpresa igualmente fuerte. Entre tanto se asiste a las dos facetas dela vida de Sébastien: la faceta visible y social, que proporciona su material a la faceta oscura, escondida pero mucho más rica y satisfactoria para el protagonista. 

Cuando tiene que conseguirle un magnifico departamento a un viejo violinista misántropo, Henri de Montarte, separado de su esposa Clémence (Marie-Josée Croze) y de su hijo Vincent (Diego Le Martret), a quien nunca conoció, Sébastien siente que se ha topado con una situación que le da mucho más para explotar. Se lanza a reconciliar el artista con su esposa, a darle sentimientos de  remordimiento para que el niño conozca a su padre. Después de robar una vida, la recompone, la reescribe. La vida de Sébastien se complica: mentiras, confusiones, sobre todo que el viejo no es nada simpático, y no tiene nada para ser el modelo ideal a imitar. Además, con su reescritura de la personalidad de Montarte, Sébastien va en contra de todo que los demás saben y esperan de este. Así que tiene que imitarlo a la perfección, como lo hacía con los anteriores modelos, pero que además debe hacerlo cambiar en una forma que pueda ser verosímil para que lo rodean o tuvieron algo que ver con él. Y con un desafío nuevo: tiene que interactuar con los personajes de la vida real del violinista. 

Mathieu Kassovitz interpreta a ese enfermo con una intensidad dramática, fascinante y patética, con la frialdad ausente y muda de un obsesivo. Cuatro horas diarias de maquillaje, y la necesidad de interpretar dos personajes, más el personaje falso del día. La transformación es completa y manifiesta el gran talento del actor. Sin embargo, el personaje no provoca ningún sentimiento en el espectador: ni admiración, ni odio, ni simpatía, ni asco. Queda encerrado en su propia prisión. Hay que recalcar que Kassovitz interpreta también al Montarte real, por lo que debe encontrar una interpretación sutilmente diferente para El modela y el imitador de ese mismo modelo. 

El ambiente es oscuro, los departamentos provocan claustrofobia, y los diferentes personajes no logran que se tome su partido. Se instala un ambiente de angustia, sin que se sepa muy bien  a que se debe. Ni siquiera el niño o la esposa abandonada. 

El final es una gran sorpresa. El regreso de Sébastien ,totalmente transformado y asumiendo definitivamente, en su carne, la personalidad de otro, asumiendo  todas sus responsabilidades, sus lazos afectivos, parece ser ,al fin, la felicidad tanto tiempo perseguida, y el equilibrio en la satisfacción, situación totalmente contradictoria con la carrera sin fin que lleva al obsesivo a repetir sin cesar los mismos intentos. 

Tuesday, December 22, 2015

Petites coupures (Pascal Bonitzer , 2003) – 6.5/10

Extraña historia de un hombre extraño, que se deja llevar por la vida, siguiendo adonde los encuentros, y las mujeres, lo llevan. Afortunadamente, la presencia de excelentes actores salva la cinta del aburrimiento por extrañeza.

Ficha IMDb

En una calle de París, una mujer, Gaëlle (Emmanuelle Devos), se pinta los labios viéndose en un escaparate. Una joven muy platicadora,  Nathalie (Ludivine Sagnier) le pide prestado el lápiz labial, y se lanza a hablarle de sus intimidades, en particular de del hombre con quien sale, un vendedor de l’Humanité, periódico comunista. Al filo de la conversación, y después de prestar un cigarro y un cepillo para el pelo,la primera mujer entiende que la segunda es la amante de su esposo. Decide dejarlo y  comprarse un boleto de avión  para Turín. Avisado por la joven, Bruno (Daniel Auteuil), el esposo acude  a la agencia de viajes, suplica, y amenaza con cortarse un dedo con un cúter: pequeña cortadura. 

Bruno es llamado por teléfono. Tiene que ir inmediatamente a una casa aislada cerca de Grenoble. Se trata de su tío, Gérard (Jean Yanne), alcalde comunista, a punto de perder su ciudad. Su esposa, Anne (Catherine Mouchet) está muy enferma y su tratamiento ya no surte efecto. Pero le anuncia a Bruno que ha encontrado a alguien. En la misma conversación, le pregunta a Bruno como puede dejar a su esposa por esa joven tan insignificante. Bruno, en tono indiferente, contesta que no ha dejado a Gaelle y que no soporta a Nathalie, por diferentes motivos, de lo más trivial a lo más intelectual. Nathalie, que lo escuchó todo, deja la casa en moto en compañía de Simon (Jérémie Lippmann) , hijode Gerard y Anne . 

Después de amenazar con suicidarse, Bruno le confía a su sobrino una extraña misión, llevar al amante de su mujer, Verekher  (Hanns Zischler)  una carta de amenazas. Este vive en una casa muy aislada en las montañas. Obviamente, Bruno se pierde, se topa con unos leñadores, y toma en su coche a  Marie (Dinara Drukarova),  la esposa, muy joven y de Europa Central, que quiere huir, pero es incapaz de ayudar a Bruno a encontrar su camino. Este llega finalmente muy noche a la casa, después de estropear el coche. Ahí  se encuentra con Beatrice (Kristin Scott Thomas), que no es, como creía, la hija de Vereker, sino su hijastra. Y ahora su esposa. El  viejo esposo vive conectado a un respirador. Ella está entre provocativa, asustada, llena de imaginación y de miedos. Le pide a Bruno desconectar a su esposo. Pasan una noche de vagancia sobre las carreteras de montaña, se pierden, se topan con los leñadores, se pelean….

Y así seguirá Bruno durante veinticuatro horas, yendo de mujer en mujer, dejándose seducir sin entender realmente qué pasa, ni porque  hace lo que hace, viviendo como en superficie o al margen de sí mismo. Acepta las misiones que le dan hombres más autoritarios que él. Se doblega a los deseos de las mujeres. Provoca el enojo de casi todos. Acumula cortaduras, golpes, heridas. 

Unos objetos simbólicos pasan de uno a otro: cartas, que Bruno transporta a sus destinatarios; la pistola con la cual Gérard amenazó suicidarse, y con la cual el asistente de este hiere a Bruno, por celos hacia su esposa Mathilde (Pascale Bussières), secretaria del alcade ; un anillo que le regaló a Nathalie, que esta perdió, que él volvió a encontrar, que regaló a Gaelle, que Gaelle le devolvió. Y que finalmente pasa entre las manos de todas las mujeres de la historia. 

La situación política y profesional de Bruno es igualmente sin sentido. Es periodista pero ya no va al periódico. Es comunista cuando nadie más puede serlo “después de lo que acaba de pasar” como afirma una oración recurrente en las conversaciones. Es decir, después de la caída del muro de Berlin. A lo que Bruno contesta que las cosas van a volver a la normalidad. Aunque lo dice sin mucha convicción,. Como todo lo que hace, por cierto. 

La vida de Bruno lo lleva de problema en problema mayor, de desorden en desorden mayor, de conflicto en conflicto mayor. Claro, él no hace nada para resolver las situaciones. Se deja perder en los diálogos como en las carreteras, se deja abandonar en plena noche. Que bien que regresan a recuperarlo. Pero lo llevan aún más lejos. La vida es un laberinto para él. Laberinto geográfico, hecho de carreteras que no llevan a ninguna parte. Laberinto de las pasiones ajenas donde, a veces lo ponen a ocupar un espacio, que le quitan inmediatamente. 

La noche de vagancia en la montaña es simbolice de esta vida. Parece que, al entrar a la casa de Beatrice, ha pasado el umbral de un mundo de cuentos, donde la princesa-bruja lo lleva a explorar todas las indecisiones sentimentales: ella es devota al recuerdo de su extraordinaria madre, pero la engaño con su padrastro, en un abrir y cerrar de ojos  pasa de provocativa a frígida, su vocabulario cambia de rebuscado a grosero . Casi parece enferma de Asperger. 

Sin embargo, Bruno y sus mujeres tienen algo cautivante. La lógica ilógica de los breves encuentros atrae porque intriga. Y sobre todo porque Daniel Auteuil, con su cara asimétrica, su aire de sufrimiento perpetuar, da ganas de protegerlo, disculparlo al mismo tiempo que de cachetearlo. Sus escenas con cada una de las mujeres, que representan varias edades y situaciones, son tentativas de acercamiento absurdo al mismo tiempo que de rechazo. Sin embargo, algo de ternura aflora, el espacio de unos segundos, para desaparecer cuando uno pensaba por fin llegar a terreno firme.  Los diálogos son una joya. Y el ambiente general de sueño, de niebla, rodea al espectador en una sensación como algodonosa que lo atrapa y lo inmoviliza.

Aun los papeles secundarios, cono la insípida Nathalie, el tío dominador, la tía artista, la secretaria agitada, son muy dignos de interés. Pero, encima de todos, esta Kristin Scott Thomas, sarcástica y elegante, sofisticada y provocativa, atemorizada y dominante. Maravillosa. 

Monday, December 21, 2015

Le petit prince (Mark Osborne, 2015) – 8/10

Afortunadamente, no es la adaptación del libro de Antoine de Saint-Exupéry, que aparece solamente al margen de la historia de una niña, puesta demasiado temprano en la situación de un adulto. Mezclando varios tipos de animación, es en sí un cuento sobre la amistad. Pero es sobre todo una cinta muy hermosa. 

Ficha IMDb

Una niña de 8 años está a punto de entrar a la muy prestigiada Academia Werth . Ya redactó un ensayo súper inteligente, ya se preparó con su mama para contestar a LA pregunta que le hará el comité de selección. Pero cuando esta finalmente frente a sus cuatro jueces, esta tan concentrada en lo que debe contestar que no se da cuenta que le preguntan otra cosa. Y pierde su oportunidad. Pero Mama es una mujer decidida, talvez porque debe asumir todas las responsabilidades sola, y decide que la solución está en mudarse para vivir en el vecindario de la escuela y que su hijita tenga todo el derecho a ingresar. Así llegan a una casa, similar a todas las casas de la zona, pero vecina de una extraña construcción, toda deshecha, desequilibrada y casi abandonada.

Inmediatamente, Mama le explica a su hijita que le ha elaborado su “proyecto de vida”: un gran tablero muestra las ocupaciones de todo el verano, minuto a minuto, para estar lista para el regreso a clases.

Pero el vecino, un viejo loco, deja escapar una hélice del avión que trata de reconstruir. Eso produce un gran hoyo en la pared que divide los dos jardines. Cuando la niña se atreverá a pasar del otro lado, encontrará un mundo de fantasía, de desorden, donde un viejo aviador le contará su encuentro con un extraño niño, que bajó de su planeta en busca de algo para proteger su rosa de los baobabs. 

El gran logro de la cinta es de no adaptar Le Petit Prince, sino de introducirlo en la historia del viejo y la niña. Ella siente curiosidad por ese niño tan diferente de ella; el viejo encontró al fin un alma sensible con quien hablar de esta experiencia extraña y extraordinaria. Los dos se van “domesticando” poco a apoco, creando lazos indestructibles. El cuaderno lleno de dibujos del aviador se convertirá al final en el libro que conocemos.

Los realizadores usaron de dos técnicas de animación. La ahora tradicional de Pixar, numérica y fluida,  nos da personajes flexibles, muy expresivos, mientras la técnica de stop  motion , utilizada para el relato del viejo, introduce pequeños sujetos hechos de tela y de arcilla, moviéndose al ritmo de los dibujos de Saint Exupéry, con bufandas de seda casi inmateriales, en los grandes espacios del desierto. Son pequeñas esculturas, pintadas a mano, casi  torpes, tiesas, como hechas en casa.  

Algunas de las oraciones míticas del libro se mencionan pero sin insistir, sin caer en una celebración devota a la sabiduría del adulto que quiso volver a la inocencia de los que ven con el corazón. 

La niña entiende la lección, se aleja del mundo organizado creado por su mamá, se una vuelta por un mundo diferente, y regresa, a la vez más madura y más niña, a lo que acepta como importante. En el camino, ganó a un amigo a quien ayudó con la realización de un viejo sueño: hacer el libro de su encuentro mágico en el desierto. 

Las voces en la versión francesa, pertenecen a grandes actores, desde André Dussollier, Vincent Lindon , hasta Marion Cotillard, pasando por Vincent Cassel, Guillaume Gallienne, mientras la versión en inglés usa de Jeff Bridges, Rachel McAdams, James Franco, y la mexicana Manuel “El Loco” Valdés y Cecilia Suarez. 

La cinta logra el desafío de hablar del libro de Saint Exupéry con delicadeza, de rozarlo, con el pétalo de una rosa, sin tratar de transformarlo en película. Sin embargo, esta delicadeza se vuelve torpeza cuando la niña viaja al espacio en busca del principito, el cual es ahora un adolescente feo, obsesionado por su trabajo de limpiador. Salir del mundo “real” de la niña para volar a un mundo fantasioso, donde el ex principito cobra vida, en una sociedad  distópica,  le quita a la historia todo encanto, y esas escenas se sienten aburridas y demasiado largas. Pero se olvidan pronto, porque el recuerdo que queda de la cinta es mágico, emotivo y delicado. 

In the Heart of the Sea (Ron Howard, 2015) – 7/10

No se trata de la adaptación de la conocidísima novela de Herman Melville, es la historia del hecho real que inspiró el texto y del intento del joven escritor para obtener las confesiones sobre la verdad de los hechos.Eso le confiere a la narración unas características a la vez documentales y emotivas por relatar lo que fue un viaje excepcional, con consecuencias imborrables sobre las mentes de sus sobrevivientes. Una gran cinta visualmente,y un intento de penetrar el proceso de concepción de una obra literaria única.

Ficha IMDb

Ya existen varias versiones de la novela: la primera de 1956, dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck, sobre un guion de Ray Bradbury, otra, que se estrenó en 2010, dirigida por Trey Stokes y protagonizada por David Michael Latt, David Rimawi y Paul Bales. En televisión, dos miniseries interesantes, una con Wlliam Hurt, Ethan Hawke, Gillian Anderson y Donald Sutherland, dirigida por Mike Barker en 2012, y la más famosa, con Patrick Stewart, Gregory Peck y Ted Levine, filmada en Australia por Franc Roddam en 1998.

Pero, en la presente cinta de Ron Howard, no se trata de traducir la novela a la pantalla, sino de contar la historia de la creación de la novela. Ir hacia atrás para entender cómo se llegó a esta obra maestra. 

En 1820, Owen Chase (Chris Hemsworth) espera recibir su primera capitanearía, como se lo prometieron los dueños de la compañía naviera instalada en Nantucket, ya que en su último viaje, trajo toneladas de aceite de ballena. No es solamente un honor y una responsabilidad ser capitán, es también muy interesante económicamente, ya que se recibe parte de las ganancias. En esa época, el aceite de ballena sirve para lámparas, para fabricar velas, para alumbrado público, para fabricación de jabones. Como lo señala una pequeña oración al final de la cinta, fue el petróleo lo que acabo con este negocio multimillonario. 

Pero a Chase le imponen el capitán George Pollard Jr, (Benjamin Walker), miembro de una familia adinerada y bastante novato en el asunto de cazar ballenas y dirigir barcos. El odio y la desconfianza son inmediatos entre los dos hombres. Pero Chase encuentra a bordo hombres experimentados, en particular el que considera como su hermano, el segundo oficial Matthew Joy (Cillian Murphy). El grumete Thomas Nickerton (Chris Hemsworth) hace su primera travesía, entre mareos, miedos y mucho trabajo de limpieza. 

Después de algunas maniobras bastante torpes de parte del capitán, el buque llega a zonas balleneras, lo que le permite llenar unos cuantos barriles, pero todavía muy lejos de lo deseado y codiciado. Una escala en una isla les informa sobre una zona atiborrada de mamíferos enormes. Pero allá se encuentra también un cachalote gigante, que, contrariamente a lo usual, ataca intencionalmente al buque y loas barcos de caza. Todo quedara destruido, los barriles perdidos, y los sobrevivientes deben seguir en tres canoas. Perdidos en medio del mar, con poco alimento y agua, llegarán después de días de navegación a una isla. Del lado de las costas de América del Sur.

Ahí se quedaran Joy moribundo y unos marineros que se niegan a seguir hacia no se sabe dónde. Los otros, después de reconstruir las canoas, vuelven a tomar el mar, Pero el hambre los obligará a hacer lo inconfesable. 

Cuando finalmente un barco los salvará y volverán a Nantucket, el pueblo silencioso los recibirá como fantasmas del más allá.

Pero quien quiere tener la última palabra son los negociantes: no pueden aceptar el relato de una ballena asesina, porque asustaría a las compañías aseguradoras y aumentaría las cuotas. Sin embargo Pollard y Chase, que han aprendido a estimarse en condiciones extremas, coinciden en no traicionar la verdad. Sin embargo nadie confiesa lo inconfesable. Es ese secreto lo que comen por dentro al grumete, ahora anciano, encerrado en su silencio, su culpabilidad, su horror hacia sí mismo. 

Melville (Ben Whishaw), quien ha trabajado sobre un buque ballenero, sabrá hacerlo contar, con el apoyo discreto dela esposa (Michelle Fairley) liberándolo del peso de su pasado. Y cosechando el material que le permitirá, junto con sus propios recuerdos, escribir una obra maestra, lirica, épica, de aventura y venganza, a la altura de las obras de Nathaniel Hawthorne, a quien tanto admira, y a quien dedicará la novela.

La cinta está muy bien construida, en idas y vueltas entre la expedición del Essex, y la noche de revelaciones del viejo. A los grandes espacios del océano, se opone la sala oscura, donde un hombre habla mientras el otro escribe, alrededor de una botella. A la inocencia, el miedo del grumete, su horror frente a la ballena, al mundo sin piedad del mar, se opone la reflexión del anciano que ha sido traumatizado de por vida. 

La vida en el barco, las maniobras vertiginosas, la vida cotidiana de los hombres que esperan el grito “Ella sopla” grabando figuras femeninas sobre dientes de ballenas, esta reconstituida con precisión documental. La organización de los botes con un oficial, un arponero, y marineros para remar con fuerza para aguantar el peso del mamífero herido que los jala durante horas hasta que su espuma se torne roja, todo es fiel a una realidad de trabajo físicamente extenuante pero prometedor de riqueza. 

La fotografía es impresionante, sobre todo durante la primera parte de la historia, creando lo que parece ser pinturas románticas de tempestades, con mezclas de rojo y grises. La segunda parte se torna más lenta y repetitiva, con algunos momentos claves: el adiós de Chase a su amigo agonizante, o las muertes en las canoas, seguidas de decisiones dramáticas.

Claro, la cinta no tiene la magia de la escritura de Melville. Pero ayuda a entender lo que fue esa vida de hombres que dejaban sus familias para expediciones de años, sin saber en realidad sin volverían, completos o en partes, o no. 

Moby Dick, la novela publicada en 1851, está en todas las mentes (hasta en el logo de Starbucks). Es de las pocas novelas que han rebasadas las fronteras, y que pueden ser leídas en diferentes niveles  como novela de aprendizaje, como novela de aventuras, como historia para niños, o reflexión filosófica sobre el destino, sobre la pasión.

 “Call me Ishmael” es, sin lugar a dudas, una de las frases iniciales míticas. Volvamos a leer a Melville. 

Ascenseur pour l’échafaud (Louis Malle, 1957) – 8.5/10

Louis Malle tenía 25 años, era su primer largo metraje de ficción. Es una noche de caos, en las tres narraciones simultáneas, provocados por el mismo detalle. Es un suspenso policiaco, acompañado por las geniales improvisaciones de Miles Davis. Con actores que fueron después los más famosos del cine francés, la cinta obtuvo el premio Louis Leduc, que Malle volvería a obtener con Au revoir, les enfants en 1987. 

Ficha IMDb

Julien Tavernier (Maurice Ronet) asesina a su jefe, el arrogante negociante en armas Simon Carala (Jean Wall) , cuya esposa Florence (Jeanne Moreau) es su amante. Todo ha sido preparado para no dejar ninguna huella, pero en el momento de subir a su coche para alcanzar a la mujer que lo espera, Tavernier se da cuenta que dejó la cuerda que le permitió entrar a la oficina del director, colgando del balcón. Vuelve al edificio, pero el vigilante corta la electricidad para el fin de semana y el asesino se queda atrapado en el elevador. 

Mientras tanto, Louis (Georges Poujouly), novio de la joven empleada de la florería vecina, Véronique (Yori Bertin) se roba el coche, en el cual Tavernier ya dejó su impermeable con sus papeles, sus guantes, su arma, y un documento de espionaje industrial. Los dos jóvenes se van y pasan delate del café donde Florence espera a su amante. Ella reconoce el coche, y ve a una mujer junto al conductor que toma por Tavernier. Los joven siguen con su escapada loca,  Louis  desafía a la Mercedes de una pareja alemana de más edad. Todos acaban en un motel, novedad en este entonces en Francia, tomando champaña, hasta que al alba, Louis trata robarse el coche alemán. Pero era sin contar con la astucia de los burgueses ricos y viejos, que se la esperaban. El joven los mata. De regreso a Paris, Louis y Véronique abandonan el coche de Tavernier con pistola e impermeable, y vuelven al cuarto de ella, donde deciden, llevados por las ideas románticas de la joven, a suicidarse con gardenal. 

Mientras tanto, Florence, presa de la angustia y los celos, aburrida y fría,  deambula toda la noche en las calles de Paris, buscando a su amante bajo la lluvia, preguntando por el en todos los bares y cafés. Distinguida y arrogante por fuera, esta devastada por dentro y su voz habla en off, al estilo Marguerite Duras. Termina en la jefatura de policía, en compañía un montón de borrachos. Pero su apellido le permite un trato especial, respeto, excusas, que recibe con una majestad despreciativa. 
Es cuando aparece el comisario Cherrier (Lino Ventura), y su ayudante (Charles Denner). 

Mientras tanto,  Tavernier trata de escapar de su elevador. Cuando puede salir en la mañana, ya que la policía hizo abrir las oficinas después de encontrar el coche, se precipita hambriento a un café, donde todos los clientes lo miran horrorizados ya que los periódicos ya publicaron su foto como el asesino del motel. 

En los últimos minutos, la cinta funciona como una clásica historia policiaca, cuando Florence toma en sus manos la investigación, para exculpar a su amante. En paralelo, el comisario Cherrier, quien no es secundario como se pensaba, conduce la suya  Se encontrarán en el motel, y la pequeña cámara fotográfica dará todas las respuestas. Las tres líneas narrativas se encuentran.

La cinta fue una innovación total en la forma de hacer películas. La alternancia de las escenas en el espacio reducido del elevador, que se desarrollan básicamente en la dimensión vertical ,con los intentos de Tavernier de escapar; la escapada de los jóvenes, a toda velocidad sobre la autopista, y el deambular sin sentido de Florence, filmado con cámara al hombro, imponen un ritmo angustiante. La trompeta de miles Davis, y las improvisaciones  de los músicos conforme veían la proyección de las escenas, proporciona este ambiente jazzístico nocturno estridente de desesperanza. 

Todo el desarrollo narrativo sale de dos elementos muy breves: la relación entre Julien y Florence, que casi nunca están juntos en pantalla (su presencia juntos en las fotos serán el índice revelador para el inspector al final), y la cuerda olvidada en el balcón, motivo que desencadena toda la cascada de dominós que sigue. 

La factura anuncia A bout de souffle de Godart ( 1960)  declaración de independencia de la Nouvelle Vague, pero el guion podría ser de Patricia Hightsmith , como Plein Soleil, adaptado por Clement (1960) o Strangers on a Train, adaptado por Hitchcock (1951). El culpable, al salvarse de la sospecha de un crimen que cometió, se enfrenta a la sospecha de un doble asesinato que no cometió.

La fotografía en blanco y negro, a cargo de Henri Decae, se adapta a los distintos ambientes: encerrada en el elevador, abierto para los dos jóvenes, alternando calles y bares para Florence.

La crítica de la burguesía está presente, en la persona de las parejas “adultas”, de los señores potentes, como Carala y el alemán, hombres seguros de sí mismos, implacables en su desprecio hacia los más jóvenes. La parte de la investigación preliminar en el motel está llena de humor, desde el discurso del sustituto del fiscal (Hubert Deschamps) y los testimonios, recitados en un tono totalmente falso por los que no han vista nada, entre los cuales se encuentra un muy joven Jean Claude Brialy, quien estará después presente en muchas de las cintas de la Nouvelle Vague, empezando por las de Chabrol y Truffaut. 

Pero los jóvenes son también prisioneros de la sociedad de consumo entonces en plena auge: la fascinación por el coche último modelo de Julien, su  capota convertible, su velocidad. Si Louis se va hacia la mecánica, Véronique esta fascinada por la elegancia de Tavernier, por la diminuta cámara fotográfica, por el motel, nuevo sistema de hospedaje que permite la discreción de las parejas irregulares, pero sobre pequeño espacio gringo en la tradicional Francia. De hecho, no había motel en los alrededores de Paris cuando se filmó la cinta y hubo que ir bastante más lejos para conseguir esta locación. Véronique es también presa de una cursilería exacerbada. Delira sobre su porvenir como pareja diabólica, sus amores publicados en los periódicos, su separación en la prisión. Y convence a su amante de suicidarse en su pequeño cuarto de servicio. El destino de la joven pareja es reflejo y consecuencia del comportamiento de la pareja adulta de amantes malditos. El tema de los jóvenes fuera del orden social, los “blousons noirs”, (chaquetas negras), por desesperanza y rechazo hacia un modelo adulto que no les satisface, se volverá a encontrar en muchas cintas de los sesentas. 

Si los sesentas son época de bonanza económica, son también tiempo de guerras: después de Indochina, Francia está peleando en Argel, y Tavernier, ex paracaidista, trabaja para Carala, vendedor de armas. 

El personaje de Tavernier está servido por un Ronet inmutable, que casi no habla, inclusive en la escena del asesinato de Carala, filmada con un rigor geométrico, y cuyo ruido es disimulado por el sacapuntas eléctrico de la secretaria, detalle más gringo que francés, ya que se usa poco el lápiz en Francia. El solitario, de pasado turbio, dotado de capacidades físicas inquietantes, es hermano mayor de los personajes de Melville. 

Una cinta perfectamente bien construida, que maneja un suspenso eficiente con innovaciones fílmicas, excelente música, y magníficas interpretaciones, además de ser testimonio de una época. Una obra de arte.

Sunday, December 13, 2015

Renoir (Gilles Bourdos, 2012) – 7.5/10

¿Renoir? ¿Cuál de los cinco? ¿Auguste, el pintor y padre de Jean, el cineasta, de Pierre, el actor y de Claude, asistente realizador y ceramista, o de Claude el fotógrafo, hijo de Pierre? La cinta trata de mantener un equilibrio entre Auguste en sus últimos años y Jean, convaleciente de la Primera Guerra Mundial, cuando todavía no es el gran realizador. Entre los dos, Andrée Heuschling, último modelo del anciano, primera actriz del joven. 

Ficha IMDb

 Andrée Heuschling (Christa Theret) la que será el último modelo del pintor Auguste Renoir (Michel Bouquet) se presenta a la puerta de la casa, perdida en medio de los árboles y las flores, cerca del mar, habitada por el viento. Es recibida primero por un extraño niño, Claude (Thomas Dorel) , el más joven de los hijos del pintor a quien su padre no deja ir a la escuela. Como dice que es recomendada por la esposa del pintor, este la recibe, sorprendido ya que “la patrona” (Michèle Gleizer)  murió hace tiempo. Pero, si él habla con su esposa, si la ve a su lado, puede aceptar como una señal el hecho  “esta chica de ninguna parte haya sido mandada por una muerta”. 

Renoir, casi paralizado de las piernas, vive en una silla de ruedas, todo su cuerpo sufre de reumatismos muy dolorosos, que lo despiertan gritando en las noches, a pesar de la jaula de mimbre con la que apartan las sabanas de su cuerpo. Pero sigue pintando con el mismo talento, la misma obsesión y la misma sensualidad. 

Poco a poco  se instala una cierta complicidad entre la joven y el anciano. Ella representa para él la belleza femenina perfecta. A ella le gusta observar la extraña dinámica doméstica. Cuatro mujeres, cuyos nombres nunca se sabrán, aseguran la intendencia: cocina, limpieza, cuidados al cuerpo disminuido del pintor. Lo trasladan en su silla al jardín, a la terraza, al rio, lo lavan, le masajean los dedos, lo tranquilizan en las noches. 

Cuando el segundo hijo, Jean (Vincent Rottiers) vuelve de la guerra , toda la casa se regocija, las sirvientas abiertamente, el padre con mas moderación, Andrée con curiosidad. Jean ha sido mal herido en el frente (estamos en 1915) y puede gozar de unos meses de convalecencia. Al mismo tiempo que trata ser aceptado por su padre, establecer una complicidad con su hermano salvaje, cae ante los encantos de Dédée. Además, ambos comparten el amor por el cine americano. Ella sueña con ser una actriz famosa, y él se deja llevar por esta posibilidad. 

Se va instalando un triángulo de deseos, donde padre e hijo observan la misma mujer, y ella juega bajo las miradas. 

La historia no es en sí original, pero Michel Bouquet logra encarnar un Renoir que, además del parecido con los retratos que tenemos del gran artista, le da su voz profunda y lenta, su ritmo contemplativo. El pudor hacia sí mismo, sobre todo su cuerpo disminuido de anciano, cohabita con una libertad de lenguaje casi obsceno hacia la belleza corporal femenina. Es viejo pero sigue pintando el placer de la vida con el mismo gozo que cuando era joven. Y la fotografía de  Ping Bin Lee (In the Mood for Love , Wong Kar Wai - 2001) transmite esa sensualidad, ese gozo. El viento en los árboles, el sol entrando a través de las persianas, el calor de la Provenza , las flores silvestres, las hierbas, las manchas de los vestidos sobre el pasto, el agua de una manguera, el mantel y los platos sobre una mesa en el sol de una tarde de verano, el pecho de una mujer que amamanta. Toda la pintura de Renoir se hace presente y uno olvida que es la historia muy común de un padre envejeciendo y un hijo buscando su lugar. 

La cinta es lenta, no pasa casi nada, es la vida cotidiana del artista, las atenciones de las mujeres anónimas, jóvenes o no, que lo rodean con delicadeza, que se pelean y pelan papas, que guardan secretos y se ríen a escondidas. Se han hecho cintas más interesantes sobe la relación entre un pintor y su modelo, como La Belle Noiseuse (Jacques Rivette – 1991), adaptada de la  novela de Balzac Le Chef-d'œuvre inconnu, donde Michel Piccoli estaba casi vampirizado por la sensualidad de Emmanuelle Béart , bajo los ojos espantados de su esposa Jane Birkin . Pero esta tiene la capacidad de recrear un mundo creativo, de dar a percibir el ambiente de felicidad que emana de los cuadros de Renoir.

Andrée acabará imponiendo sus deseos a Jean. Él se casará con ella, será uno de los más grandes realizadores franceses, y ella la actriz de sus primeras cintas, bajo el nombre de Catherine Hessling. 

En cuanto a las pinturas de Renoir, su belleza es eterna.