Film húngaro dirigido por Kornél Mundruczó quien ganó el Premio en Cannes 2014 dentro de la sección Una Cierta Mirada, donde además se estrenó la cinta, es un cuento que puede ser visto como la metáfora de una rebelión de los desamparados, o una historia fantástica apocalíptica donde los animales dominan a los humanos, o simplemente la historia de una gran amistad entre una niña adolescente y su perro. De todas formas, es un relato fascinante, con un ritmo implacable y un final abierto.
Ficha IMDb
La historia se basa en un capítulo de la novela Desgracia de J.M. Coetzee.
La cinta empieza con una visión aérea de avenidas vacías, donde pedalea una niña. En un silencio total. Pero a lo lejos se distingue una horda gigantesca de perros que corren a toda velocidad.
De ahí empieza el flash back que será la historia. Esta empieza como cualquier historia hollywoodense de amistad entre humanos y animales. Lili, una niña de 13 años, (Zsófia Psotta ) debe ir a vivir un tiempo a casa de su padre, Daniel (Sándor Zsótér ), inspector del rastro municipal ya que su madre Elza (Lili Horváth), catedrática, se va por tres meses a Australia con su nueva pareja . La niña no quiere separarse de su perro Hagen, lo que no le causa ninguna gracia al padre.En su edificio, los anímale no están bien recibidos. Inclusive, en la ciudad entera, unas leyes obligan a declarar la presencia de animales y a pagar un impuesto si no son de raza pura. Al cabo de unos días, el padre decide ir a abandonar a Hagen al lado de la autopista.
A partir de ese momento, la chica no cesará en la búsqueda de Hagen. Esta decisión la lleva, o le da la fuerza, para desafiar todas las formas de disciplina que quieren imponerle: las clases de música, con un maestro autoritario ( Lászlo Gálffi) , la vida diaria con su padre, a quien se opone como cualquier adolescente que vive en una situación de divorcio. La única meta de Lili, su único pensamiento, es encontrar a Hagen.
Mientras tanto, las desaventuras del perro están contadas según su punto de vista, lo que da escenas absolutamente escalofriantes, muchas veces sin ningún otro sonido que los jadeos de los perros. La vida de Hagen es un calvario. Cae en manos de un vagabundo (Szabolcs Thuróczy) que lo vende a un entrenador de perros de pelea. Este le cambia el nombre a Max y lo prepara: lo entrena a pelear, le afila los dientes, lo mata de hambre, en escenas que recuerdan a Amores Perros (Alejandro González Iñárritu - 2000) Pero el animal, tal Spartacus, escapa, se le juntan seguidores cada vez más numerosos. Ahora que tienen la superioridad del número y la libertad de ya no tener lazos afectivos, se transforman en un ejército que ataca a los humanos, y toman literalmente el control de la ciudad de Budapest. A los humanos solo les queda esconderse.
Es un verdadero escenario apocalíptico: es la revolución de los perros de la calles, los sin pedigrí, los despreciados. Avanzan en las calles, pasan por encima de coches, barricadas policíacas. Corren a vengarse de humillaciones y maltratos de generaciones.
La cinta brinca del lindo género de mascota con el reencuentro final y el reconocimiento gracias a una pieza de trompeta, al drama familiar, con el acercamiento imposible de la niña con su padre, que acaba con un entendimiento y una aceptación recíprocos. Al perder a su perro, y tener que aceptar las reglas paternales, Lili sale de su confort y crece, al cruzarse con el enamoramiento, las fiestas, las drogas. En esa línea, tenemos una cinta de aprendizaje, y la escena final es posible gracias al apoyo del padre a su hija, porque entendió lo que es importante para ella.
Pero, paralelamente, la cinta pasa a una historia de terror, que puede ser un terror a la Stephen King, donde una categoría, viviente o no, cobra de repente una vida y una capacidad de decisión que buscan la aniquilación de la especie humana. O que puede ser un terror social, una metáfora de lo que podría pasar si todos los desesperados, pobres, explotados, del mundo se levantaran en contra de los ricos, felices, explotadores, que los han mantenido en servidumbre durante siglos.
De todas formas, el final abierto nos deja con una duda: ¿qué va a pasar? ¿Los perros se someterán? ¿Atacarán? ¿Qué va ser de Lili? ¿Qué va ser de Hagen, como a usar su poder sobre sus congéneres?
De una forma u otra, la cinta tiene una gran fuerza. Algunas escenas son difíciles de aguantar. Y no se puede pasar de alto las alusiones a regímenes intolerantes: esa obligación de denunciar la presencia de perros, ese deseo del gobierno de establecer listas, esa vecina que espía y denuncia , no pueden sino traer a la memoria la persecución de los judíos durante la ocupación nazi. La ciudad de Budapest fue igual de activa en la colaboración como otras ciudades de Europa. Además, vivió después durante muchos años bajo el régimen comunista, donde las denunciaciones estaban bien recibidas.
Los doscientos actores caninos empleados para la película, fueron entrenados de manera especial durante cuatro meses, y todos tienen su nombre en los créditos finales. Ninguno fue maltratado durante la filmación y todos encontraron una familia adoptiva al final Y hay que reconocer que los dos, Body y Luke, que interpretaron el papel de Hagen tienen un real talento, una capacidad de expresión remarcable, por la cual se ganaron la Palma Perro de Cannes, situación inesperada debido a que es la primera vez que un perro recibe este reconocimiento.
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