¿Renoir? ¿Cuál de los cinco? ¿Auguste, el pintor y padre de Jean, el cineasta, de Pierre, el actor y de Claude, asistente realizador y ceramista, o de Claude el fotógrafo, hijo de Pierre? La cinta trata de mantener un equilibrio entre Auguste en sus últimos años y Jean, convaleciente de la Primera Guerra Mundial, cuando todavía no es el gran realizador. Entre los dos, Andrée Heuschling, último modelo del anciano, primera actriz del joven.
Ficha IMDb
Andrée Heuschling (Christa Theret) la que será el último modelo del pintor Auguste Renoir (Michel Bouquet) se presenta a la puerta de la casa, perdida en medio de los árboles y las flores, cerca del mar, habitada por el viento. Es recibida primero por un extraño niño, Claude (Thomas Dorel) , el más joven de los hijos del pintor a quien su padre no deja ir a la escuela. Como dice que es recomendada por la esposa del pintor, este la recibe, sorprendido ya que “la patrona” (Michèle Gleizer) murió hace tiempo. Pero, si él habla con su esposa, si la ve a su lado, puede aceptar como una señal el hecho “esta chica de ninguna parte haya sido mandada por una muerta”.
Renoir, casi paralizado de las piernas, vive en una silla de ruedas, todo su cuerpo sufre de reumatismos muy dolorosos, que lo despiertan gritando en las noches, a pesar de la jaula de mimbre con la que apartan las sabanas de su cuerpo. Pero sigue pintando con el mismo talento, la misma obsesión y la misma sensualidad.
Poco a poco se instala una cierta complicidad entre la joven y el anciano. Ella representa para él la belleza femenina perfecta. A ella le gusta observar la extraña dinámica doméstica. Cuatro mujeres, cuyos nombres nunca se sabrán, aseguran la intendencia: cocina, limpieza, cuidados al cuerpo disminuido del pintor. Lo trasladan en su silla al jardín, a la terraza, al rio, lo lavan, le masajean los dedos, lo tranquilizan en las noches.
Cuando el segundo hijo, Jean (Vincent Rottiers) vuelve de la guerra , toda la casa se regocija, las sirvientas abiertamente, el padre con mas moderación, Andrée con curiosidad. Jean ha sido mal herido en el frente (estamos en 1915) y puede gozar de unos meses de convalecencia. Al mismo tiempo que trata ser aceptado por su padre, establecer una complicidad con su hermano salvaje, cae ante los encantos de Dédée. Además, ambos comparten el amor por el cine americano. Ella sueña con ser una actriz famosa, y él se deja llevar por esta posibilidad.
Se va instalando un triángulo de deseos, donde padre e hijo observan la misma mujer, y ella juega bajo las miradas.
La historia no es en sí original, pero Michel Bouquet logra encarnar un Renoir que, además del parecido con los retratos que tenemos del gran artista, le da su voz profunda y lenta, su ritmo contemplativo. El pudor hacia sí mismo, sobre todo su cuerpo disminuido de anciano, cohabita con una libertad de lenguaje casi obsceno hacia la belleza corporal femenina. Es viejo pero sigue pintando el placer de la vida con el mismo gozo que cuando era joven. Y la fotografía de Ping Bin Lee (In the Mood for Love , Wong Kar Wai - 2001) transmite esa sensualidad, ese gozo. El viento en los árboles, el sol entrando a través de las persianas, el calor de la Provenza , las flores silvestres, las hierbas, las manchas de los vestidos sobre el pasto, el agua de una manguera, el mantel y los platos sobre una mesa en el sol de una tarde de verano, el pecho de una mujer que amamanta. Toda la pintura de Renoir se hace presente y uno olvida que es la historia muy común de un padre envejeciendo y un hijo buscando su lugar.
La cinta es lenta, no pasa casi nada, es la vida cotidiana del artista, las atenciones de las mujeres anónimas, jóvenes o no, que lo rodean con delicadeza, que se pelean y pelan papas, que guardan secretos y se ríen a escondidas. Se han hecho cintas más interesantes sobe la relación entre un pintor y su modelo, como La Belle Noiseuse (Jacques Rivette – 1991), adaptada de la novela de Balzac Le Chef-d'œuvre inconnu, donde Michel Piccoli estaba casi vampirizado por la sensualidad de Emmanuelle Béart , bajo los ojos espantados de su esposa Jane Birkin . Pero esta tiene la capacidad de recrear un mundo creativo, de dar a percibir el ambiente de felicidad que emana de los cuadros de Renoir.
Andrée acabará imponiendo sus deseos a Jean. Él se casará con ella, será uno de los más grandes realizadores franceses, y ella la actriz de sus primeras cintas, bajo el nombre de Catherine Hessling.
En cuanto a las pinturas de Renoir, su belleza es eterna.
No comments:
Post a Comment