Un adaptación fallida de la extraña novela de Marcel Aymé, quien mezcla , en la Francia rural de los años 30, una ironía anticlerical con la descripción de las actividades del campo y los cambios provocados al paso de una extraña criatura ancestral. La cinta pretende cambiar de época y transforma totalmente a los personajes, volviéndolos casi estúpidos. Con eso, la historia se torna bastante aburrida.
Ficha IMDb
En 1919, o sea meses después del fin de la Primera Guerra Mundial, un joven campesino, Arsène Muselier (Lambert Wilson) vuelve a su pueblo, sorprendiendo a todos ya que lo creían muerto. En realidad, ha sido gravemente herido a la cabeza, y no parece muy apto a entender lo que ha pasado durante su ausencia.
Es el verano, tiempo de cosechas, y Arséne se reintegra a las actividades tradicionales en esta zona del Jura francés, región vecina de Suiza, donde, sorprendentemente en la cinta (que fue rodada en la región de Berry, muy lejos de ahí), abundan los lagos. Este verano se señala por una cantidad extraña de víboras, temidas de los campesinos, ya que sus mordeduras son mortales.
Arsène vuelve a encontrar a Requiem (Jean Carmet),el sepulturero alcohólico, perdidamente enamorado de la Robidet ( Macha Méril) , una prostituta vieja y vulgar, pero que él ve como una princesa. En la casa familiar, la madre, Louise (Suzanne Flon) sigue administrando con autoridad las actividades, mientras el hijo mayor, Victor (Jean-Jacques Moreau) ,inútil como siempre, se ve amenazado por el regreso de Arsène, quien también trata de reanudar su relación con la sirvienta Belette (Paola Lanzi), de dos meses mayor que él. Urbain (Jacques Dufilho), el viejo hombre de confianza, que ha sido la figura paterna para los dos hermanos después de la muerte de su padre, es ahora muy viejo y no tiene la energía suficiente para soportar los duras trabajos del campo. Cuando Victor pretende despedirlo, Arsène decide construirle una casa sobre terrenos comunales. Si logra acabarla en una noche, Urbain será legítimamente dueño. Así que Arsène pide la ayuda de todo el pueblo.
Una pelea, tan vieja que nadie recuerda las razones, opone la familia Muselier a los vecinos, los Mindeur, verdadera tribu donde la ley del padre (Pierre Vial) se impone a todos, en particular a la hija mayor , Germaine (Kathie Kriegel) cuyo tamaño y fuerza física igualan sus apetitos sexuales. El peligro que representa para el honor de la familia, del pueblo, le trae castigos físicos memorables, sin que eso altere su gigantesca tranquilidad.
En medio de todos estos eventos cotidianos y campesinos, se presenta la Vouivre, extraña mujer salvaje, quien se la pasa en el agua, nadando después de dejar en la orilla una joya que atrae a todos los hombres. Pero quien robe la joya será atacado y muerto por las serpientes que acompañan al ser misterioso.
Si todos los hombres del pueblo hablan de la Vouivre, y codician su joya, ella escogerá a Arsène, lo que lo volverá un poco más desubicado, perdido, hasta parecer retrasado mental.
La cinta de Wilson saca totalmente la historia de Marcel Aymé de su contexto. Al ubicarla en los meses inmediatos después de la guerra, pretende hacer un relato de las consecuencias de la guerra: estado mental de los “veteranos”, problemas de reinserción; la cinta está llena de uniformes que ya no tienen ninguna razón de existir. El sepulturero tiene que preparar tumbas para cuerpos que vuelven del frente, y que se creían desaparecidos; las mujeres pueden adquirir boletos de casamiento, para casarse con soldados heridos que perdieron sus familias.
Al mismo tiempo que cambia la historia de época, cambia radicalmente la personalidad del personaje masculino. Arsène, de ser un joven fuerte, decidido, se vuelve un ser herido, física y mentalmente, que regresa a una edad infantil, necesitado de la protección maternal. El pobre Lambert Wilson ya no tiene nada que expresar, y todo su talento desaparece en esas caras compungidas, esos ojos perdidos, y esa frente baja. Las hesitaciones y ambiciones calculadoras del joven de la novela lo hacían oscilar entre su afección protectora de hermano mayor con Belette, adolescente pobre, los proyectos interesados con la hija del alcalde, y el deseo físico y divertido con la Vouivre, mujer libre. Conciliaba los tres, aún si al final, escogía a la que lo amaba de verdad y se sacrificaba con ella.
La Vouivre pierde toda su fuerza mítica, heredada de Melusina, de las deidades de la naturaleza, más antiguas que el hombre mismo; es ahora un ser que apenas habla, y solo sabe revolcarse en el lodo con gemidos.
Se pierde también toda la fuerza sarcástica de Marcel Aymé en contra de los poderes que se disputan el pueblo: sacerdote y alcalde, Iglesia y Radicalismo anticlerical, peleando para utilizar la Vouivre en sus planes de conquista de la opinión pública.
Lo único que salva la película, aparte de la hermosa fotografía de los lagos y el campo (pero que no tienen nada que ver con la región donde se desarrolla en realidad la historia de la Vouivre), son las interpretaciones de los “viejos” actores, Jacques Dufilho, Jean Carmet y Suzanne Flon, tan talentosos que logran sobresalir a pesar de tan mala dirección.
No comments:
Post a Comment