Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, March 31, 2015

Il capitale umano (Paolo Virzì, 2013) – 7.5/10

A partir de la novela del escritor estadounidense Stephen Amidon, se construye una película dramática , desesperanzada sobre el inmovilismo de la sociedad, donde siempre ganan los ricos , donde los menos ricos sólo pueden hacerse ilusiones, y donde los jóvenes están prisioneros de los puntos de vista aprendidos.  

Ficha IMDb 

El titulo puede parecer oscuro, con su connotación económica. Se explicará al final, después de acabar la historia: el “capital humano” es el precio que una compañía de seguros le otorga a un fallecido, para indemnizar a su familia. Se calcula según una ecuación establecida que toma en cuenta  la esperanza de vida, las perspectivas de ingresos y el número de familiares afectados por la perdida. 

En este caso, se trata de un ciclista (Fabrizio Gifuni) atropellado sobre la carretera, al volver de una fiesta donde trabajo como mesero. Casi no se ve el accidente, casi no se ve a la víctima. Son a la vez el punto de partida y el punto de encuentro de varias tramas, como en las primeras cintas de Gonzalez Iñarritu, Amores Perros (2000) y 21 Gramos (2003). 

A partir de ahí empieza lo interesante en el trato que se la da al hecho. En tres capítulos, se va a remontar  la cadena de sucesos que culminarán en el accidente, para después seguir cada uno por su lado, al mismo tiempo que enlazados. 

Cada capítulo lleva el nombre de uno de los principales protagonistas, “Dino, “Carla, “Serena” porque ve según sus ojos, quitando lo que no ve o no sabe,  agregando lo que pertenece únicamente a su vida  y permanece ignorado por los demás. Cada uno tiene sus propios intereses, sus pasiones, sus frustraciones provocadas por su situación social, económica, matrimonial. Cada uno trata de encontrar soluciones, utilizando a los demás cuando es necesario.  

El punto de partida de cada capítulo es el día en que Dino  Osalla (Fabrizio Bentivoglio) insiste parar llevar a sus hija Serena (Matilde Gioli) hasta la puerta de la mansión Bernaschi. Serena es amiga de Massimiliano Bernaschi (Guglielmo Pinelli) , asisten a la misma escuela privada. En la casa, Dino saluda a Clara Bernaschi (Valeria Bruni Tedeschi) y se inmiscuye en la vida glamorosa de Giovanni (Fabrizio Gifuni), el padre millonario. Se vuelve indispensable en los partidos de tenis, se hace invitar a unos tragos y a unas operaciones financieras.

Cada uno de los tres protagonistas persigue su propia meta, Dino es un agente inmobiliario cuya agencia está casi en quiebra, es fascinado por la riqueza de Bernaschi y quiere volverse rico rápidamente. Se deja invitar a una operación financiera milagrosa por Bernaschi quien busca el dinero de otros para especular, prometiéndoles 40% de rentabilidad. Dino, fascinado, entrega todo lo que tiene, más lo que pide prestado. 

Clara, cansada de ser una hermosa esposa-florero, decide comprar un teatro en ruinas para renovarlo y reanudar con su pasado actoral, al mismo tiempo que inicia una relación amorosa con un profesor de teatro,  Donato Russomanno (Luigi Lo Cascio). Sus distracciones le impiden ver el malestar creciente de su hijo, que no supera el abandono de  Serena, quien eligió a Luca Ambrosini (Giovanni Anzaldo ), huérfano inestable, suicida, que vive con su tío irresponsable, después de pasar un tiempo en un reformatorio por culpa de los tráficos de este último. 

 La panorámica temporal cubre los seis meses antes de reunir a las dos familias en la fiesta de fin de año de la escuela. Todos aparenten ser felices pero cada uno está preocupado. Giovanni, cuyas maniobras especulativas no funcionaron  no permite  a Clara tener su teatro. Gino todavía espera volverse rico pero siente que Giovanni le esconde algo. Massimiliano no gana el premio dela escuela, (lo gana una “negra”). Clara huye de la fiesta para estar con Luca. Cada uno va a sus actividades , la fiesta acaba, los meseros se van, Massimiliano se emborracha, Clara va por él, y lo lleva a su casa con ayuda de Luca…..

El accidente es el resultado de las frustraciones entrelazadas. Las consecuencias son una maraña de engaños, mentiras, sospechas. Hasta que Gino encuentra la verdad y la usa para recuperar su dinero. ¿Cuánto vale la libertad de un niño rico? 

Los dos padres, con sus codicias, jalan los hilos de los demás. Los hijos tratan de escapar, de vivir según sus propios valores sentimentales, se creen independientes, pero pagan de una forma u otra las consecuencias. La esposa tiene que abandonar sus sueños y volver a ser un hermoso florero decorativo para las recepciones de su esposo. 

El ciclista es en realidad el Mac Guffin. Sirve para unir las tramas y para indicar la pista del significado de la historia. Como víctima, se define por su valor en “capital humano”. Así como cada uno de los personajes vale solo por el dinero que puede representar, ganar, hacer ganar o perder. 

Y la sociedad capitalista ya decidió quien gana y quien pierde. 

Qu’est-ce qu’on a fait au bon Dieu ? (Philippe de Chauveron, 2014) - 5.5/10

Comedia costumbrista sobre matrimonios religiosamente mixtos, difíciles de aceptar para los padres de cuatro chicas, burgueses católicos provincianos. Una serie de chistes repetitivos que no hacen nada más que desplazar los efectos de estereotipos. Pero fue la película más taquillera del año pasado en Francia.

Ficha IMDb

La cinta empieza con tres matrimonios seguidos, en la alcaldía de Chinon, en el centro de Francia, de las tres chicas del matrimonio Verneuil, Claude (Christian Clavier ) y Marie (Chantal Lauby).  

Isabelle (Frédérique Bel ), la primera, abogada, se casa con un abogado musulman Rachid Ben Assem (Medi Sadoun ); la segunda, Odile, dentista (Julia Piaton) se casa con David Benichou (Ary Abittan ), empresario desempleado judío; la tercera, Ségolène (Émilie Caen ), artista plástica con tendencias depresivas, se casa con Chao Ling (Frédéric Chau ), banquero de origen chino . Cada uno trae a la ceremonia a toda su familia, con música, costumbres, trajes, mientras papa y mama Verneuil se van descomponiendo: ¿qué le hicieron al Señor para que los castigue de tal forma?

La cinta sigue al paso de los diversos encuentros rituales familiares, circuncisión, comidas, cenas, que ponen en claro las diferencias en gustos culinarios, las bromas habituales y sin chiste, las indirectas muy directas. La pareja parental trata de portarse tolerante , pero al papa le resulta difícil, ya que sus convicciones políticas de derecha, gaullistas, no lo han acostumbrado a la idea que Francia es ahora poblada en gran parte por descendientes de inmigrantes y que razas y religiones están mezcladas. No es que sea racista, pero prefiere sus costumbres y las de sus ascendientes. Los jóvenes se llevan bien pero su sentido del humor, a veces ácido, no siempre es soportado por la victima de la burla, aunque la cinta respecte una cierta equidad en la repartición de las flechas. 

Pero queda la última hija, Laure (Élodie Fontan) todavía soltera. Es la esperanza de sus padres. ¡O feliz sorpresa! Se casa con un católico. Y, además llamado Charles, como De Gaulle. Papa Verneuil está sobre una nube. Mama Verneuil, transportada de felicidad, le avisa al sacerdote de la ciudad que por fin van a tener una boda religiosa. Pero, ¡O triste sorpresa!, el novio es de origen africano, negro, actor y con trenza. Charles Koffi (Noom Diawara) viene de Costa de Marfil. Y para colmo, Papa Koffi (Pascal Nzonzi) es un ex militar del ejército colonial francés, y muy resentido con la colonización. Es aún más rígido e intolerante que Papa Verneuil.

Como en toda buena comedia, todo acabará por una boda y una reconciliación general, después de una expedición de pesca de los consuegros, seguida de una comida muy alcoholizada, un arresto, y la huida de la pobre Laure, quien decidió, frente a los obstáculos familiares conjugados, renunciar a su felicidad.

Muy políticamente correcta, con final feliz de cuentos de hadas, con bromas equilibradamente repartidas entre las diferentes religiones, nacionalidades, costumbres y platillos de origen, chistes infantiles o a veces casi de mal gusto (el perro que se come el prepucio del nieto medio musulmán), puede llegar a ser aburrida. La salvan las buenas interpretaciones de Christian Clavier y Chantal Lauby, dividida entre su esposo malhumorado y la adaptación a sus yernos. Pero sobre todo, Pascal Nzonzi, en el papel del padre africano, es una maravilla de naturalidad, de seguridad en su machismo, su africanismo, su amor a una Francia desaparecida mezclado con un rencor de los que se siente solo hacia los a quien se ama demasiado. 

Monday, March 30, 2015

Before I Go to Sleep (Rowan Joffé. ,2014) – 6.5/10

Un suspenso psicológico adaptado de una novela de S. J. Watson, basado sobre la perdida de memoria y el abuso por obsesión amorosa. La narraciones un tanto retorcida y complicada, ero amntiene al espectador en la esperanza que las cosas se van a arreglar para  la pobre Nicole Kidman cada vez más escuálida.

Ficha IMDb

Cada mañana, Christine  Lucas (Nicole Kidman) despierta desconociendo todo de su vida. Cada mañana, Ben (Colin Firth), le explica de nuevo que es su esposo y que ha perdido la memoria a raíz de un accidente sufrido hace unos veinte años. Cada mañana, el Dr Nash (Mark Strong) llama por teléfono a Christine para recordarle que debe buscar en su armario la cámara en la que grabó la noche anterior el diario de lo que aprendió durante el día sobre su pasado. Y cada mañana, el doctor pasa por ella para llevarla a su consulta. Dependiendo del día, la somete a algún estudio, la lleva a un sitio que podría activar algo en su memoria vacía, o simplemente hablan.

Poco a poco, Christine encuentra pistas y hechos. En sus sueños, gracias a fotos o papeles que Ben le enseña, o que ella le saca a Ben, por información médica o personal que le proporciona el Doctor. En el arduo trabajo de recuperación, lograr restablecer el contacto con la que fuera su amiga íntima, Claire (Anne-Marie Duff), la que, a su vez, le hace revelaciones sobre su pasado: su depresión, la posibilidad de un affaire, su hijo …. 

Christine oscila entre el miedo a encontrar la verdad sobre sí misma, la felicidad de ver que hay gente que se preocupa por ella, las dudas sobre su  esposo, la tentación de apoyarse demasiado sobre el doctor Nash.

La cinta está bien construida, aunque uno pierde a veces la noción de los tiempos y la cronología, cosa normal considerando el tema.

La repetición, a veces exacta, a veces solo parecida, de algunos momentos de la vida  matrimonial de Ben y Christine, el uso del video-diario, recalcan la dificultad del trabajo de recuperación dela memoria perdida. Eso recuerda a Memento (Christopher Nolan -2000), en una versión más suave, mas “femenina” (?) y frágil. Se sienten menos apremiantes el  reto y el ritmo.

Como se debe en este tipo de cintas, donde es obligatoria la confrontación final entre víctima y victimario, Ben no es quien dice que es. Es más, Ben no es Ben. 

Y Colin Firth se luce al perder los estribos, después de actuar como el esposo afligido,  que sigue sacrificándose abnegadamente para la felicidad de su pobre esposa enferma, y si pierde a veces la paciencia, es porque esta tarea es humanamente agotadora. Y él es un hombre con fuerzas limitadas. Y mucho amor.  

Nicole Kidman se ve casi fea, sin la elegancia que la caracteriza, atormentada, casi sin fuerzas, centrada sobre sí misma, pasando de la duda, la sospecha, a la revelación del amor y reconocimientos hacia Ben, y la decisión de reconstruir con él la vida y el amor perdidos. Aceptando sus culpas y queriendo obtener su perdón. Llega finalmente a la aniquilación voluntaria, la sumisión completa. ¿Qué más podría pedir un obsesivo controlador?

Qué bueno que están ahí los cuerdos, los que están fuera de la relación, y fuera de la casa (casa aislada en un suburbio del cual no se ve nada), Claire y el Dr Nash. Este sabe al final hacerse a un lado para que Christine, su esposo y su hijo (que no estaba muerto) tengan un lacrimoso encuentro y reconciliación en el hospital. 

Sunday, March 29, 2015

Clara et les chics types (Jacques Monnet, 1981) – 6/10

Recuerdos de los setentas, cuando la juventud no quiera volverse adulta. Cuando todavía eran casi adolescentes los que ahora son valores consagradas del cine francés. Historias individuales de un grupo de amigos que encuentran en su banda el alivio, la solidaridad para enfrentar, o no, sus problemas.

Ficha IMDb

En una ciudad de provincia, un pequeño grupo de amigos ha formado una banda musical, los Why Notes. Es su forma de mantenerse juntos y jóvenes, ya que ya están en edad de ser independientes y responsables. Pero cada uno tiene algo que no funciona muy bien en su vida personal.

 Charles (Christian Clavier) está demasiado enamorado de su esposa AimÉe ( Marianne Sergent ) .su sentimiento de inferioridad y su miedo a perderla lo vuelven celoso y pesado. Sobre todo que Aimée mantiene una extraña relación con el Chino (Panya Souvannaphouma)  quien puede destruir a cualquiera con la crueldad de las palabras, porque practica  « la acupuntura verbal » : las palabras son agujas y las agujas son palabras).

El flacucho  Mickey (Daniel Auteuil) es policía porque no supo donde más emplearse, pero el poder que le da esta función lo incomoda, como lo incomoda el papel de padre que le otorgó su compañera Edwige (Anouk Feriac) , diez años mayor que él y madre de adolescentes , a quien Mickey se parece más que a su compañera. Además tiene fobia a los aviones. 

Frederic (CHristophe Bourseiller), dueño de palabras y declaraciones, proviene de una acomodada familia parisina, pero dejó estudios y comodidades para volver a las bases sociales. Muy culto, usa de un lenguaje literario, con referencias a  veces oscuras. Trabaja en una estación de radio pirata, con Louise (Josiane Balasko), quien va de trabajo intermitente en empleo ocasional, vive con sus padres (Monique Chaumette y Antoine Bourseiller) que se la pasan pelando y tomándola de testigo. Su escape: el sueño de hacer un rallye de trailers en el Sahara. 

Bertrand (Thierry Lhermitte), es profesor de filosofía; no se entiende con sus hijos, en el sentido propio ya que hablan alemán como su mama Hildegarde (Gaby Wagner)   , y viven en un internado en Alemaña, para darles más estructura que la educación francesa. 

El día en que los Why Notes salen hacia Paris para un gran concierto en un liceo, para la fiesta de reencuentro de ex alumnos,  Bertrand ve a Clara (Isabelle Adjani) quien escapa corriendo dela iglesia donde se celebra su boda con Michel  (Jacques Rosny), empresario rico y aburrido “como un reloj de cuarzo”. El flechazo es inmediato. Cuando la vuelve a ver, unas horas después y ella le propone huir juntos, él vacila y ella desaparece. Bertrand se dedica desde entonces  a buscarla, abandonando la banda.

Cuando acaba colgado de una ventana del edificio donde Clara y su esposo pasan su luna de miel (porque finalmente la novia volvió con el novio), todos vuelan a socorrerlo. Pero Clara se pelea y va a refugiarse a casa de una amiga, por lo que se manda a  mickey    con la misión de recuperarla. Pero cae seducido y pasa la noche con ella. 

Mientras tanto, Louise conoce a su futura compañera en el rallye de tráilers, pero se entera que el esposo ira con ellas, ya que es periodista. Los dos esposos se la pasan peleando. Louise prefiere renunciar a su sueño.   

Los actores son los del Splendid, este grupo de teatro-cabaret de los años, fundado por un colectivo de jóvenes actores/autores talentosos en los años 70   a los cuales Isabelle Adjani, star ascendiente , sofisticada se integra perfectamente como la belleza exterior, la que hace soñar los hombres y los saca de su grupo-capullo. 

Los diálogos son divertidos, siempre un poco desajustados, desfasados, como los personajes, burlándose de sí mismos, de los demás, de las fuerzas del orden y la tradición. La musica de Michel Jonasz, ayuda a la construcción de un ambiente de adultos que quieren seguir siendo jóvenes, que siguen tratando de mantener sus sueños políticos y sentimentales en una sociedad adulta y no saben bien a bien a que deben renunciar.

Claro, la cinta tiene un airecito de viejo álbum fotográfico, con pantalones de pata de elefante, maquillajes y trajes de lentejuelas estilo Mamma Mia. Pero destila una profunda sinceridad, un entusiasmo juvenil que sabe sin querer aceptarlo que todo eso va a acabar pronto. La última imagen, el regreso a la tranquila ciudad provinciana y su rutina, cuando todos se miran en unos espejos deformantes y no se reconocen muy bien, expresa exactamente lo que sienten: no saben bien a bien que va a ser de ellos.

Monday, March 16, 2015

La Famille Bélier (Eric Lartigau, 2014) – 7/10

Una linda comedia familiar  y provinciana, con mucha música, bastante humor y algo de irreverencia. Hermosas voces sobre las canciones, discutidas por la intelectualidad, de Michel Sardou. Uno pasa un momento muy agradable, sale con el ánimo levantado. Pero talvez olvide rápidamente.

Ficha IMDb

En un pueblito del centro de Francia, la familia Bélier (carnero en francés) se dedica a la crianza de vacas, para hacer queso, que venden en el mercado local. Son una familia normal: Papa Rodolphe (François Damiens), Maman Gigi (Karine Viard), hija mayor Paula (Louane Emera) e hijito menor Quentin (Luca Elmosnino). Pero no tan normal porque tres de los cuatro son sordo-mudos. Con sus dieciséis años de edad, a única oyente y hablante, Laura, se encarga de todas las relaciones de la familia con el exterior: con los proveedores, las administraciones, los banqueros, los clientes, además de participar en el trabajo dela granja, y de ir a la escuela. Esta función de traductora la pone en situaciones un poco delicadas como una consulta al ginecólogo de la pareja paternal por una comezón en un sitio delicado. Pero eso le da también una madurez y libertad de palabras poco usuales. Se puede decir en voz alta lo que uno quiere cuando se sabe que nadie lo va a oír. 

En la escuela, Paula tiene una gran amiga, Mathilde (Roxane Duran), está enamorada de un chico que no le presta atención, y decide asistir a una clase opcional de música, para pasar más tiempo con Mathilde.

El maestro  Fabien Thomasson (Eric Elmosnino, absolutamente genial), amargado por estar siempre en escuelas perdidas en el fondo de la provincia, y por la apatía de los alumnos, decide sacudir un poco el aburrimiento, armando un espectáculo con canciones de Michel Sardou, quien ha sido un gran éxito popular desde los años cincuenta. Este cantante ha provocado polémicas en los 70’s con canciones sobe temas álgidos como la pena de muerte, el colonialismo, la guerra de Vietnam, que proyectan la imagen de un fascista, y lo hacen despreciar por el ala izquierda. Pero sus temas sentimentales han tenido un impacto muy fuerte, con melodías y letras pegajosas, un poco como puede ser un José José en México.  

Al descubrir la voz maravillosa de Paula, el profesor decide prepararla para el concurso de entrada al coro de Radio France. Obviamente, cuando la adolescente expone el proyecto a sus padres, estos se desconciertan. Primero porque no pueden entender en que consiste este tipo de oportunidad, y sobre todo porque significa el alejamiento de su hija, el reconocimiento de su diferencia, de su excepción en el seno de la familia. Y tal vez egoístamente, porque significa la pérdida de su modo de comunicación con el exterior. 

Dos tramas menores se desarrollan en paralelo: la posibilidad de una relación amorosa con su pareja de canto, Gabriel, el “parisino) (Ilian Bergala) acompañada de la revelación de la sensualidad (con la ayuda del sentimentalismo de las canciones)  y la decisión del padre de presentarse como candidato a la alcaldía del pueblo, en contra del alcalde actual, Lapidus ( Stéphan Woytowicz), bastante incapaz y prepotente. También se da el despertar de Quentin, Guido por Mathilde (un poco inverosímil, visto la corta edad del chico) .

La trama de la cinta es la habitual en una comedia: aumento progresivo del entusiasmo, crisis, abandono,  decisión y finalmente victoria. 

Los diálogos y las situaciones son muy divertidos, sin ser nada demasiado fáciles o vulgares. Algo de crítica a la Educación Nacional, a la televisión, a la política (el tradicional paseo del candidato en el tianguis, apretando  manos desconocidas a cambio de intenciones de voto). Una preferencia abierta por lo popular frente a lo intelectual. Por lo espontaneado e sincero frente a lo pensado. La espontaneidad a veces un poco tontita de la familia, los arranques del maestro, las irreverencias de Paula, están llenos de una naturalidad y de un sentido común refrescantes. 

Algunas escenas están particularmente bien logradas como el dúo de Gabriel y Paula cantando Je vais t’aimer, frente a sus padres que no oyen. Se quita el sonido, evitando que el espectador pueda sentir por sí mismo si hay o no emoción, y poniéndolo en la situación de los padres, quienes se dan cuenta del impacto sobre el público, solo al ver las reacciones de sus vecinos. 

Un mensaje tal vez bien pensante: lección de amor y aceptación familiar, de amistad, de entusiasmo magisterial, de sencillez. Una propuesta políticamente correcta: ¿Por qué un mal oyente no podría ocupar un puesto administrativo-político? Una enseñanza de superación.  

Pero la cinta no gustó a la comunidad sorda, considerándola como un insulto.

Mas que todo, es una trompetilla al intelectualismo: uno sale tarareando La Maladie d’amour o En chantant , recordando sus jóvenes años y queriendo comprarse el disco.  

Still Alice (Richard Glatzer, Wash Westmoreland, 2014) – 7/10

Si Julian Moore es magnífica, la fotografía hermosa, y el casting muy digno, la película no deja de ser un bonito objeto. Demasiada elegante, demasiado literaria, demasiado artística. Le falta vida y sobre todo tripas. Es demasiado limpia. 

Ficha IMDb

A la hermosa, elegante, culta y todavía joven Alice Howland (Julian Moore) se le va acercando poco a poco Alzheimer. Tiene cincuenta años, un puesto de profesora de lingüística en Columbia University en New York. Su esposo John (Alec Baldwin) es un médico famoso. Su hijo Tom (Hunter Parrish) y sus dos hijas llevan una vida independiente, aun si Alice hubiese preferido algo más académico para la más joven, Lydia (Kristen Stewart) Alice se interesa en la adquisición del lenguaje. ¿Cómo, sin ningún esfuerzo, podemos en el transcurso de pocos años adquirir un idioma materno, con todo y vocabulario, reglas de gramática y conjugaciones?

Lo que estudia es lo que va a empezar a perder. Son sus primeros síntomas, a los cuales se va a agregar la pérdida del sentido de orientación: en medio del campus de su propia universidad, de pronto no sabe dónde está.

Con mucho valor emprende el camino del diagnóstico, como mujer inteligente, universitaria que quiere entender y se ve a sí misma más bien como objeto de estudio. Como su hija Anna (Kate Bosworth) emprende el camino de la fertilización artificial. Porque son gente que cree en la medicina, sus diagnósticos y curas. Son intelectuales que se plantean el problema de forma intelectual: saber, comprender, analizar, actuar. La pareja informa a sus hijos en forma civilizada, controlada, casi fría, les presentan los riesgos que corren por las características de un padecimiento de origen genético. Alice dispone estrategias para anticipar el progreso de la enfermedad: jugar scrabble, pegar listas de palabras en la cocina para recordar, preparar su suicidio. En todo se ponen distancias, como pone distancias una puesta en escena que maneja bonitas imágenes, limpias, bien compuestas, con colores harmoniosos. 

La cámara sabe captar muy bien los momentos de desorientación, con un cambio de foco, logrando transmitir la perdida de referencias y el aislamiento de Alice en medio de un mundo que se vuelve impreciso, sin nitidez o contornos. Julián Moore sabe interpretar finamente las incertitudes de expresiones, en la cara o los ojos, las pequeñas torpezas, vacilaciones de un cuerpo que olvida.

Muchas imágenes de recuerdos de Alice con su madre y su hermana, ambas fallecidas cuando tenía 18 años, sirven para llevarnos a los recuerdos lejanos que van reemplazando los recuerdos cercanos, uno de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.  

La progresión de la enfermedad va por saltos, cuidando de edulcorar los síntomas. Julián Moore, aún al final, descuidada, mal vestida, despeinada, arrastrando los pies, sigue siendo una persona, aunque sea débil y se vea vieja. La escena del intento de suicidio es poco verosímil, por el tiempo que necesita para desarrollarse y la brevedad de la memoria que se supone tiene el personaje en esta etapa. Como es sorprendente que Alice siempre reconozca a sus hijos y su esposo.

Es cierto que muchos detalles están muy bien observados: la repetición de las mismas preguntas con la misma entonación, la falta de energía en la mañana y la necesidad de ayuda para vestirse, la mirada vacía, la desorientación en la propia casa.Pero ninguno es realmente agresivo o perturbador para el entorno o para el espectador. Las etapas de agresiones verbales y físicas, de depresión, de pérdida de control físico están cuidadosamente evitadas. O la cinta acaba antes de que se presenten. 

La angustia vivida por Alice se expresa muy bien por sus propias palabras, en un discurso ciertamente conmovedor, escrito por ella misma, que lee enfrente de un reducido público, con voz sin tono, y resaltando con amarillo lo que, acaba de leer para no repetirlo. Es decir con estrategias muy pensadas. La película renuncia a mostrarnos, desde adentro lo que realmente siente, el vacío que va ganando, borrando progresivamente el contenido del cerebro. 

Los intercambios con la más joven de sus hijas, la más alejada en cuestión de forma de vida parecen un poco falsos, como un intento del director para salvar a su personaje de la aniquilación social. Más artista, menos organizada, pero más cerca de sus emociones, Lydia es también la que vive en medio de y por las palabras, como su madre. Los demás, esposo, hija mayor, siguen con su vida, tratando integrar la enfermedad maternal a sus proyectos de vida, y temiendo que los vaya a entorpecer. 

Se acaba con un a disolvencia al blanco, como la mente que se vacía. 

Demasiado edulcorada, aseptizada. Nada destructora ni perturbadora. Conmovedora, es cierto, pero le falta mucho para ser desgarradora como lo es la enfermedad. Demasiada dignidad y elegancia. Mucho más impresionante fue Iris (Richard Eyre - 2001) con Judi Dench y Kate Winslet .