Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, May 16, 2012

Domicile conjugal (Francois Truffaut, 1970) -7/10


Ya se casó Antoine Doinel . Su esposa Christine, su novia en Baisers volés y él llevan la vida normal de una joven pareja parisina. Tienen un hijo. Él la engaña con una joven extranjera. Se reconcilian. Una vida completamente normal.
Ficha IMDb

La segunda parte de la trilogía de Doinel adulto empieza con las piernas de su esposa, haciendo compras. De la tiendas de frutas y verduras al puesto de periódicos la acompaña su voz en off en los acostumbrados diálogos cotidianos . Pero hay una gran novedad: a Christine ya no hay que decirle "mademoiselle". Es "madame". Aunque sus bonitas piernas parezcan decir lo contrario. Y la voz off del vendedor de periódicos, voz de Truffaut en persona, se hace eco a lo extraño de la situación. Porque Christine no parece "instalada" en la seriedad del matrimonio. Tampoco su esposo quien tiene un extraño trabajo: colorea flores para la florería de la esquina. Lleva a cabo su poético trabajo en el patio del edificio parisino donde viven. Hasta el día en que sus intentos de color matan a las flores.

Por una equivocación de la secretaria quien lo confunde con otro candidato al puesto, portador de una excelente carta de recomendación, es aceptado en una empresa japonesa. Su entrevista con el director es digna de La cantatrice chauve de Ionesco. Contesta a las preguntas en ingles con oraciones de manual de idiomas. Su trabajo es igual de poético e inútil que el anterior: dirige a control remoto buques petroleros en miniatura sobre un estanque. Un día llegan visitantes importantes japoneses. Cuando la más joven deja caer su pulsera en el agua, Antoine siente la obligación moral de llevárselo de vuelta. Y cae en las redes del oriente, del exotismo, y del adulterio. Pero rápido se acaba el encanto. La japonesita se cansa de las hesitaciones de Antoine y lo deja. El esposo infiel vuelve a su departamento, su esposa y su hijo. Y la vida sigue.

Desde el principio, Truffaut nos enseña que la vida en el domicilio conyugal es una serie de obligaciones, donde la espontaneidad ha desaparecido. Todo está previsto: desde las cenas con los suegros, con beso robado ritual al bajar por la botella de vino a la cava, recuerdo del verdadero primer beso robado en Baisers volés) . Hasta las clases de violón impartidas por Christine y los alumnos que olvidan pagar, las platicas con los habitantes del edificio, las peleas e impaciencias del vecino cantante de ópera.

La patio del edificio es como un pueblo en reducción: ahí se asoman, por la escalera de acceso a los pisos de departamentos, por las ventanas o por la puerta trasera del café, todo un pequeño mundo con sus expresiones, sus obsesiones (el vecino que no saldrá de su departamento mientras no llevan a Pétain a enterrar a Verdun, la mesera que quiere seducir a Antoine), sus temas repetidos de conversaciones. Truffaut preparó los diálogos a base de artículos de periódicos, de pláticas con conserjes, con vendedores. Sacó sus textos de la realidad cotidiana, influenciado por los cineastas realistas, en particular Renoir y su Crime de Monsieur Lange.(1935).

El nacimiento de un hijo interrumpirá un poco la monotonía pero Antoine no fue capaz de interpretar los silencios de su esposa al ir al ginecólogo. Necesitará de una publicidad con fotografía gigantesca de bebé en el andén del metro para entender.

La película muestra como todo en la vida funciona sobre señales, que sabemos o no interpretar. Cuando un alumno se va sin pagar, Christine toca la Marsellesa. Antoine bloquea la salida del patio y no deja salir. Cuando pasa el vecino extraño, todos murmuran a sus espaldas: el estrangulador. Pero se trata de un artista imitador y todos tendrán que modificar su interpretación de la señal el día que aparecerá en TV. Cuando Christine se queja de que no hay comida en el refrigerador, Antoine pretexta de que no ha visto la lista de compras. Cuando ya no hay pasta de dientes, intercambian imitaciones de anuncios televisivos. Cuando se abren los tulipanes que Kyoko le mandó a su amante con notitas amorosas, Christine recibe a su esposo vestida, peinada y maquillada como geisha. Cuando la mama de Christine llama por teléfono para invitarlos a cenar, la llamada llega al café, porque no tienen teléfono en el departamento. Antoine entra al café por la ventana, contesta, sale por la puerta, llama a su esposa. Pero quien abre su ventana es la vecina. Antoine le pide llamar a su esposa para que baje a contestar. Así los mensajes toman caminos complicados y no siempre llegan donde deben. Como la escalera de librero cuando los Doinel no tienen librero, y que acaba sirviendo de repisa.

Por cierto, cuando por fin les instalan el teléfono (gracias al suegro quien siempre encuentra entre los clientes de su taller mecánico a alguien de utilidad para la joven pareja), la primera llamada, para probar, es para el servicio de la hora. Contesta un hospital. Tal vez, sugiere Christine, para obtener la hora, hay que llamar al hospital. Puro absurdo, puro Ionesco.

Ultimo mensaje mal interpretado. Ya reconciliados, cada vez que los esposos salen, Antoine pierde la paciencia cuando su esposa se tarda demasiado. Como el vecino, avienta en la escalera bolo, zapatos, abrigo. Y la vecina italiana comenta a su esposa:"¡Ya ves, son como nosotros, ahora se quieren de verdad!" Interpretación optimista. Pero la cámara se detiene sobre la expresión muy dubitativa del esposo. Y así termina la película.

Ya sabemos que la siguiente y ultima será : L'amour en fuite , El amor en fuga…..

Monday, May 14, 2012

The Human Stain (Robert Benton, 2003) - 5.5/10

La piel del deseo es una traducción sin mucho sentido ya que la película trata sobre piel y sobre deseo pero sin mucha relación entre los dos. ¿Cómo siente y como actúa un hombre de raza negra y de piel blanca? Extraña situación. Más aún cuando el hombre en cuestión se ve acusado de racismo al final de su vida. Una vida que fue de provecho para él y los demás.

Ficha IMDb
Un tema que daba para reflexión filosófica y social. Pero el director cayó en varias incongruencias. Para empezar , la selección de los actores. Como creer que Anthony Hopkins es negro? Como creer que Anthony Hopkins es Coleman Silk, el mismo que Wentworth Miller (el hermanito de Prision Break). Como creer que Nicole Kidman sea Faunia Farley, esta mujer inculta, sin educación, que trabaja en la oficina postal, en una granja lechera y haciendo limpieza en la universidad.
Porque, con tal casting, los problemas se vuelven incomprensibles. Cualquiera puede entender que un hombre en sus 60’ caiga en los brazos de una belleza como Nicole Kidman, y quiera mantener su relación a pesar de todos los escándalos. Y la película se vuelve historia de un amor otoñal. Un poco patético ya que un hombre que ha sido tan importante en la restauración de una universidad se pierde en lo que aparenta ser más bien una relación basada en el sexo. Pero parece que así son los hombres.
El tema me recordó Disgrace (Steve Jacobs -2008) con Malkovitch, adaptada de una novela de de J.M Coetzee, que presenta en África del Sur la historia de un profesor obligado a renunciar a raíz de su relación con una joven estudiante, y va a vivir con su hija. ¿Por qué los universitarios cerca de jubilarse sienten la necesidad de convertirse a los amores jóvenes? ¿Tanta frustración provoca el estudio?
Pero volviendo a The human stain , la distracción provocada por la hermosa presencia de Nicole Kidman le quita fuerza al verdadero tema de la película : tiene un hombre negro la obligación de serle fiel a su raza, como lo quiere imponer el padre del joven Coleman (Harry Lennix). O Puede seguir su propio camino, buscando la mejor oportunidad, para su propia persona, profesionalmente con su talento de boxeador que le abre la puerta a una beca universitaria, y sentimentalmente, en su relación con la hermosa y rubia Jacinda Barrett (Steena Paulsson) a quien le impondrá la sorpresa de una cena con su familia negra.
La presencia de Ed Harris como Lester Farley, el ex esposo abusador de Faunia es muy reducida y se entiende poco que llegue a provocar el accidente para eliminar a su ex esposa. Su carácter no está bien expuesto. Como, a fin de cuentas, nada de lo que rodea a Faunia. Los distintos hilos que se desprender de su personajes sirven más de pretexto a escenas que se quieren impactantes: ella sobre la cama esperando a Coleman, ella sacando las cenizas de sus hijos, ella hablando con el cuervo enjaulado….
Finalmente, el único que está en su lugar, y en un papel coherente es Zuckerman (Gary Sinise), un autor retirado en la soledad del campo, para sobrellevar su segundo divorcio. Su voz en off es la guía que nos lleva a tratar de entender la personalidad y los últimos deseos del que poco a poco se volvió su amigo, después de llegar a él con intenciones meramente interesadas: que el escritor escriba un libro para defenderlo de los ataques de racismo que le hicieron en la universidad, en un procedimiento políticamente correcto y obsesionado por una obsesiva necesidad de moralismo. Con el asunto Clinton-Lewinski como tela de fondo.
Un sentimiento general de tristeza, depresión domina la cinta, sobre todo por los tonos grises o azules de la fotografía. La estructura narrativa que enmarca la historia con la escena del accidente provocado por el ex esposo crea un ambiente literalmente de tragedia, ya que, desde el principio, no hay ninguna esperanza de que los protagonistas puedan escapar de su destino. Aunque Coleman haya tratado durante cincuenta años de escapar de su destino de hombre negro.

Pina (Wim Wenders, 2011) – 8/10


Extraño documental, que no explica nada. Se trata en realidad de un homenaje a las coreografías de Pina Bausch, amiga del director, protagonizadas por su compañía.


Ficha IMDb
A lo largo de la película, se ve muy poco a Pina Bausch, tema y titulo de la cinta. Aparece unas cuantas veces, y muy brevemente, durante ensayos con su compañía, la Tanztheater Wuppertal. Y al principio, se le ve sola en escena, frente a una sala vacía. Describe las estaciones del año y les pone a cada una un movimiento que va a reproducir en secuencia. Después, la compañía desfila, reproduciendo esta sencilla coreografía en un escenario, desfilando entre cortinas transparentes. Se volverán a ver al final, al aire libre, primero a lo lejos, sobre una colina, en una imagen colorida y poética.
Con eso tenemos el espíritu de toda la composición de la cinta: coreografías de Pina Bausch, a cargo de sus bailarines, ejecutadas sobre un escenario teatral o en lugares "reales": banquetas en la ciudad, metro suspendido, fábrica abandonada, bosques, ríos. Algunos muy hermosos. Casi nada sobre los ensayos, sobre su interacción con los bailarines o los problemas materiales. Solo el resultado, perfecto, del trabajo de todos.
Estos momentos de danza alternan con entrevistas hechas a varios miembros de la compañía, de nacionalidades distintas, cada uno en su idioma. Y, sobre todo, en voz off, sobre la imagen inmóvil del entrevistado que expresa con su cara los sentimientos de la voz off. Además, hablan de sus sentimientos hacia la coreógrafa, o de unos recuerdos, de unas pocas palabras que ella les dirigió. Eso crea un ambiente extraño, un alejamiento que confirma la casi ausencia de la protagonista en pantalla. Como si ella no hablara, no tuviera una existencia real, tangible. Sino que viviera solo por y en las coreografías que dejó. El respeto extremo al artista, al ser detrás del artista: presentar solo su arte.
¡Y qué coreografías! Un arte de dominar los cuerpos, de romperlos y sacarles toda la pasión y la belleza. Un trabajo a la vez cerebral y físico. Como su Consagración de la primavera, o su Café Müller, utilizado por Almodovar en Hable con ella.
Una precisión: la película se hizo en 3D. Y le queda bien. El 3D le sirve a la danza. No se ve artificial y acartonado (como en Hugo de Scorcese). Al contrario, le aporta a la riqueza de los movimientos, a la profundidad. a la expresividad cuando se acerca a las caras de los bailarines.
Wim Wenders tomó un riesgo al hacer esta película documental y sobre todo al hacerla de esta forma tan inusual. Probablemente, no encontrará un éxito comercial. Porque no a todo mundo le gustan los documentales, menos de danza, menos aún de danza contemporánea, sin el glamour de los tutus y los maquillajes. Y sin indiscreciones sobre el ser humano detrás de la obra. Pero es una gran prueba de amistad, de respeto y de admiración hacia la danza y hacia Pina Bausch. No rebajarlas a lo trivial. Dejarlas en su esplendor.

Le journal d'une femme de chambre (Luis Buñuel, 1964 ) - 6/10

Buñuel saca de la novela de Octave Mirbeau los elementos útiles para ilustrar sus propios temas de criticaa la burguesía:avaricia, falta de moralidad, crueldad. Es la primera película del último periodo del director, durante el cual trabajará principalmente en Francia, con la colaboración de Jean-Claude Carrière para el guion . Una venenosa pelicula sobre las aventuras y desventuras de una ama de llaves, demasiado fina e inteligente .

Fiche IMDb
En la película se encuentran algunos de los personajes típicos de Buñuel : la mujer joven (la camarera), la sirvienta un poco tonta, el sacerdote, el niño abandonado. Para concentrar la fuerza de la crítica, Buñuel y Carrière han transformado totalmente la estructura de la novela de Mirbeau. Si esta transcurría durante la estancia de Célestine en el prieuré, como la película, los sucesos en este lugar eran el punto de partida para la redacción del diario de la camarera, narración de los hechos del día al mismo tiempo que de los recuerdos, haciendo desfilar todo tipo de familias, de condiciones de trabajo, de lugares de vida y de hechos históricos (la novela sucede durante la famosa Affaire Dreyfus en Francia).
En la película, como en la novela, todo empieza con la llegada de Célestine (Jeanne Moreau) a la casa, casi castillo, de la familia Monteil . Estamos en 1928. La familia todavía tiene un coche de caballo que maneja el chofer-jardinero Joseph, (Georges Géret) de opiniones claramente racistas, antisemitas, y políticamente de ultra derecha. Madame Monteil (Francoise Lugagne) obsesionada por la limpieza y el precio de sus pertenencias, es hija de Rabour (Jean Ozenne), viejo distinguido pero obsesionado por los botines femeninos. El esposo, (Michel Piccoli), es considerado con desprecio por su mujer ya que sus apetitos sexuales la rebasan y asquean. A él le encanta cazar, animales y sirvientas. Todo eso para darle alimento a su "energía". Pero es presa de su vecino, el capitán jubilado Mauger (Daniel Ivernel), que se come todo, pero cultiva su jardín con amor, aprovechando para lanzar piedras hacia la propiedad de los Montiel. Y quien vive (en todos los sentidos de la palabra) con su sirvienta Rose (Gilberte Géniat ).
De la película emana un cierto hastío: todo es demasiado. Célestine es demasiado elegante, altiva. Los burgueses son demasiado inmorales, sin serlo visiblemente. Parece que su maldad es tan intrínseca que no se puede despegar de ellos, o arrancar. Hay un malestar entre los personajes. Nadie logra ser feliz, o satisfecho. Tal vez porque todos son presa de un vicio, de una obsesión, que por definición no puede nunca ser satisfecha. Célestine quiere ser superior a los demás, Madame Monteil quiere reglamentar todo, Monsieur Montiel quiere conseguir todo pero se deja dominar por su esposa. La pelea entre los dos vecinos lo confirma: piedras, insultos, juez. Para finalmente reconciliarse. Son prepotentes y cobardes.
Cuando la huérfana Claire (Dominique Sauvage) es violada y asesinada, Célestine decide llevar su propia investigación y vengarla. Al mismo tiempo que seduce a Joseph, fabrica una evidencia que lo delata. Pero su plan no funciona y Joseph es declarado inocente. Cuando las imágenes de Buñuel fueron muy claras: la niña se adentró al bosque tal Caperucita Roja y él la siguió.La novela de Mirbeau presentaba el interés de dejar la duda: ¿el amo o el sirviente?
El papel de la Iglesia y su complicidad con los burgueses es evidenciado en las escenas de "confesión" donde Madame Montiel pregunta sobre ciertas prácticas sexuales que le permitirían satisfacer a su esposo sin entregarse personalmente. El sacerdote (Jean–Claude Carrière, el guionista mismo) permite con la condición de dar dinero para las "obras" de la Iglesia. Lo que, obviamente, en su gran avaricia, Madame no acepta. Otra escena, totalmente sin relación con la historia, muestra que la Iglesia se aprovecha de todos: Rose está esperando frente a la oficina del juez a su amo y señor. El cura le pegunta si tendrá flores para la misa del domingo. Aceptando la inmoralidad de la relación entre Rose y Mauger, ya que a él le sirve.
Cada uno en esta sociedad transige con la moral, del momento que consigue algo. Hasta las sirvientas están felices de ser usadas por el amo. Les da algo de prestigio de sentir que puso el ojo sobre ellas.
El triunfo final de Célestine, casada con Mauger después de la muerte de Rose, es una venganza de los humildes sobre una burguesía hipócrita y necesitada de sensualidad. Ella consiguió el dinero, el lujo, un esposo sometido. Pero Célestine en ningún momento fue una mujer de pueblo. Desde su llegada, con su abrigo elegante y su voz distinguida, y durante toda su estancia en casa de los Montiel, demostró que no era una sirvienta como las demás. Así que la ascensión social de la recamarera no es el triunfo del pueblo sobre la burguesía. Es simplemente el triunfo del más listo.

Sunday, May 6, 2012

The Chamber (James Foley, 1996) – 5/10

 Condenado a muerte por la explosión de una bomba que mató a dos niños, un miembro del KKK es defendido, contra su voluntad, por su nieto, cuyo padre se suicidó al enterarse del crimen. El tema daba para una película intensa en el aspecto sociopolítico o moral. Pero nada ocurre.

 Ficha IMDb

Baisers volés (Francois Truffaut,1968) - 7/10

Primera parte de la trilogía de Antoine Doinel adulto. Cuenta la vida profesional y sentimental del personaje con una visión irónica sobre los comportamientos humanos.
Ficha robada a IMDb

Antoine Doinel, niño en les 400 coups, es ahora un joven adulto. Quien acaba de pasar por la experiencia, un fracaso, de la vida militar.
Su primera visita, después de ser liberado, es para las prostitutas de la Place Clichy, con quien debe tener una relación a las 5 de la tarde, en nombre de sus compañeros de celda. Esta tarea ejecutada, aunque no tan eficiente como se podía esperar, se dirige a la casa de la familia de Christine (Claude Jade) con quien se ha estado carteando durante su tiempo de servicio militar. Pero parece que ella no tenía tanta prisa de verlo.
Su vida profesional no va a ser muy brillante. Primero trabaja, sobre recomendación del padre de Christine, el señor Darbon, (Daniel Ceccaldi), como portero de noche en un pequeño hotel. Actividad que le da tiempo para leer a su amado Balzac (recordemos el altar a Balzac en Les 400 coups), y en particular Le Lys dans la vallée.

Pero su debilidad de carácter le hace perder el empleo, ya que se deja influenciar por un detective privado, Monsieur Henry (Harry Max) para que un esposo sorprenda a su mujer con otro.

Segundo empleo, la agencia de detectives, bajo la dirección de Monsieur Blady (André Falcon). Esto va a permitir un desfile de personajes extraños e interesantes.

Primer cliente: Monsieur Albani (Albert Simono), el hombre del guante negro, con planos cercanos a su mano desnuda acariciando la mano guantada. La búsqueda de su amigo perdido llevará a Doinel a un cabaret donde el amigo prestidigitador (Jacques Delord) hace una presentación con cuerdas, al mismo tiempo que narra un extraño cuento, lleno de poesía.

Segundo cliente, Monsieur Tabard, dueño de una tienda de zapatos (Michel Lonsdale, magnifico de talento, con un falso desprecio hacia si mismo mezclado con inocente superioridad) quien quiere saber porque no lo quieren. Para este caso, se va usar un "periscopio", o sea Doinel trabajando como ayudante de ventas.
Para que todo parezca natural, se hace un examen a los cinco que han contestado a la oferta del puesto: la prueba consiste en envolver una caja de zapatos. Gana el empleo Doinel, aunque su envoltura sea la peor de todas. Ahí también, la voz neutral de Lonsdale y su aparente objetividad hacen maravillas Pero una vez en la zapatería ,nuestro joven en busca de aventuras va a conocer a Mme Tabard, Fabienne, (Delphine Seyrig), Amor a primera vista. Admiración, subyugación, hipnosis. La llamada telefónica para hacer su informe después del primer encuentro es una maravilla de texto completamente fuera de contexto, sin ningún sentido práctico, pero totalmente literario, usando palabras y frases de otro siglo. Doinel ha encontrado a su Madame de Mortsauf. Ya está viviendo le Lys dans la vallée en carne propia. Mme Tabard, elegante, delgada, culta, distinguida, altanera tal vez, con esta voz de otro mundo, a la vez preciosa (como las Preciosas del siglo 17) e irritante, que arrastra ligeramente las silabas, suave y seductora. Fabienne sabe, porque ha oído las conversaciones de las vendedoras, que Antoine está enamorado, y juega con eso. La escena del café, lenta, cada quien tardando lo más posible para poner el azúcar, revolver, examinar al otro (bueno, él a ella), esperar. Y finalmente, Fabienne le pregunta al joven si le gusta la música. Y él contesta: "Oui, Monsieur". Es una maravilla de tensión, de suspenso, y se resuelve en la huida del culpable, corriendo en las escaleras, los pasillos, acompañado por una música de película policiaca.

El empleo de Doinel terminará cuando deberá confesar a su jefe que es el amante de Mme Tabard, a quien otra detective ha estado vigilando. Otro momento maravilloso: gracias a tres puertas entreabiertas, tres escenas distintas se desarrollan al mismo tiempo en pantalla. Dos se pueden ver: una detective, Catherine (Catherine Lutz ) trata de deshacerse de un colega demasiado insistente, Monsieur Henry, quien introdujo a Antoine a la agencia, está investigando algo por teléfono. Una escena se oye: la discusión entre el director y Doinel. La voz directoral sube. Se oye un golpe sordo: el viejo empleado ha caído al suelo, muerto. Tal Oedipe, Antoine confesó que durmió con su madre, y mató a su padre. Tiene que abandonar la agencia.

Terminará técnico en televisiones, y en la cama de Christine, quien ha descompuesto el televisor familiar a propósito.

El tema de la persecución detectivesca permite varias escenas, divertidas : el entrenamiento, siguiendo a un joven de forma tan evidente que esta pide la intervención de la policía, o la narración por Antoine a Madame Darbon ,mama de Christine (Claire Duhamel ) de su encuesta de la tarde : la baby sitter que deja los gemelos con una concierge para ir a Pigalle a bailar en un cabaret de strip tease. Por eso la mama no entiende la palidez de la piel de sus niños si van al parque todas las tardes.

Tambien permite a Truffaut introducir un personaje misterioso, sin sentido: el desconocido de gabardina (Serge Rousseau) que sigue a Christine hasta proponerle matrimonio y prometerle un amor siempre leal. Augurio, tal la pitonisa, de las infidelidades que bien podrían presentarse si se casa con Doinel.

Pero la película es también reflejo del año en que fue filmada: 1968. Se empieza a rodar en febrero, unos meses antes de que estallen los sucesos de Mayo. De hecho, Truffaut fue bastante informal en el rodaje ya que estaba militando para restablecer a Henri Langlois como director de la Cineteca francesa, cuando el ministro de cultura André Malraux había decidido correrlo. Por eso, los créditos de principios se presentan sobre la imagen de la entrada de la cineteca, cerrada por rejas que impiden el acceso. Varias escenas de la película son casi improvisadas porque Truffaut escribía al último momento los diálogos y los actores no tenían tiempo de aprendérselos.
El amor de Truffaut a la ciudad de Paris se nota en el principio, como en Les 400 coups con un recorrido viendo a la Torre Eiffel, y a todo lo largo de la cinta con los paseos en los parques, y la escena de persecución detectivesca sobre una banqueta, muy ancha como las avenidas cercanas al Arco del Triunfo.

El titulo Baisers volés proviene de la canción de Charles Trenet que se oye durante los créditos de principio. Antoine le roba un beso a Christine en el sótano cuando van por una botella de vino para la cena. La escena será repetida en las películas de la trilogía. La relación entre Antoine y Christine es un juego de escondidillas,entre peleas, reconciliaciones, explicaciones. Para terminar por une propuesta en matrimonio mediante papelitos durante el desayuno.

Pero el personaje del hombre extraño confirma las dudas que el espectador había intuido: ¿esta relación podrá funcionar?

Friday, May 4, 2012

Mao's last dancer (Bruce Beresford, 2009) - 5/10


Adaptada de la autobiografía de Li Cunxin, la película carece de cualquier interés cinematográfico. Es linda, amable, sin denuncia. Lo que no significa que la odisea personal y el talento del bailarín sean despreciables.
Ficha IMDb

Al mismo tiempo que biografía, la película es un testimonio sobre los años 70’s en China, cuando el "gran timonero" Mao Tse Tung llevaba a cabo la Revolución Cultural, a golpe de guardias rojos, himnos, "pequeño libro rojo" y dzadizibaos. Testimonio de la vida en el campo, en los pueblitos alejados de las grandes ciudades, de la omnipresencia de los retratos del presidente e inspirador, de la selección de los mejores niños para llevar a cabo proyectos de estado. Y como lo ideología sometía a todo: familias, personalidades, convicciones artísticas.

Dos puntos solamente se me hicieron relevantes: la sorpresa del joven bailarín al ver la abundancia americana durante sus primeros días en Houston: malls, cajeros automáticos, marcas de ropa, espacio para vivir.
Y el nacimiento, por voluntad expresa de la esposa de Mao (la temible Jiang Qing, quien fue objeto de un gran juicio en 1980 como integrante de la "Banda de los cuatro"), del ballet revolucionario, esta mezcla de danza clásica con una voluntad de alabar al régimen. Lo que produjo espectáculos tan singulares como El destacamineto femenino rojo, que se dieron a conocer en Occidente en los años 70’s.

Por lo demás, la película va de escenas "normales" en una historia de bailarines: clases, dolores, ensayos, representaciones, hasta escenas lacrimógenas: consulados, separaciones, llamadas, Y el súmmum de lo enternecedor : los padres, traídos a propósito desde su aldea del fondo de China al Centro Cultural Kennedy in Washington, con limusina y todo, para ver a su hijo bailar La consagración de la primavera, sin que él lo sepa. Y los padres subiendo al escenario frente a todo el público. Muy empalagoso, sobre todo que el director le dedica muuuuucho tiempo a este momento de reencuentro familiar.

No falta la presencia del maestro quien anima al joven a pelear por su talento, y acaba arrestado por contrarrevolucionario: él estaba a favor de un ballet clásico libre de todo compromiso político, el de Nureyev y Baryshnikov, lo que, claro, no le gustó a la señora Mao.

Todo esta filmado de la misma forma: China, Houston, recuerdos, realidad actual, sueños.

Los intérpretes, son, es cierto, muy buenos. Sea Bruce Greenwood, como Ben Stevenson, coreógrafo que recibe a Cunxin en Houston y le hace un lugar en su propia casa. Se puede decir que lo adopta y lo introduce a la vida occidental. En ningún momento deja de protegerlo y apoyarlo.. Y obviamente Chi Cao , bailarin escogido personalmente por el propio Li Cunxin para representarlo y quien es actualmente uno de las talentos del Birmingham Royal Ballet.

Pero a la película le falta originalidad, aliento, vigor.

Escuela de danza en Pekín o en la Opera de París: misma técnica, mismos ejercicios, hasta mismos trajes (esto también extraña en una China tan opuesta a todo lo occidental, lo burgués, hasta parece que se va a ver la marca Repetto en las zapatillas).

Nada particular sobre el arduo trabajo del bailarín, su sufrimiento físico y mental, sus peleas con la comida, con las zapatillas, los pies ensangrentados. Todo queda muy suave, superficial. Se esperaba una tonalidad épica, o completamente lírica. Pero se logra solo una llana biografía sentimental, llena de clichés sobre amor y decepción, politica y arte, Estados Unidos y China.

Las coreografías, a cargo de Graeme, el actual director de la Sydney Dance Compañy, cuyos bailarines actúan como los integrantes de la de Houston, no tienen nada especial, y tampoco están valorizadzs por la fotografía.

¡Que lastima que una historia verdadera de talento sea desperdiciada en una cinta tan blanda y llana!

Habemus papam (Nanni Moretti , 2011) - 7/10

Una divertida comedia dramatica sobre el hombre institucional más serio del mundo más serio de la tierra. Una película que lo presenta como un hombre igual a los otros, con sus dudas, debilidades y fuerzas. Con un tono a la vez tierno, humorístico y hasta cómico. Y sobre todo con un gran actor.
Ficha IMDb

Nanni Moretti empieza su película usando imágenes de documental: la muerte de un papa, los cardenales entrando al conclave en una larga procesión, la espera angustiada del pueblo en la plaza de San Pedro. De todos los países del mundo. Las intervenciones de la televisión, interrumpiendo, para preguntar cuando saben que no hay respuesta, pero porque tienen que colocarse. Hasta que entramos con estos hombres y nos encierran en la capilla Sixtina. Estamos en la cima de la Iglesia, donde se va a tomar la decisión más importante para un pueblo, la elección de su jefe, director, guía. Con la diferencia que a éste no se le elige por un periodo limitado por una constitución. Es la vida misma, o sea Dios, la que decidirá de cuánto tiempo se quedará en el poder. Y, además, este poder, otorgado por Dios mismo, será infalible.

Todo el proceso se desarrolla normalmente, unas vueltas sin resultado y con humo negro. Aunque el periodista, para mantenerse en el aire, pretenda que es blanca, y que no, finalmente, viéndolo bien, es negra. Porque la elección papal es también espectáculo, y hay que mantener el suspenso, para mantener a los espectadores ..Cardenales pensando, escribiendo, tachando, rezando, pueblo esperando, periodistas hablando. Hasta que por fin: Habemus papam. El nuevo, Monseigneur Melville (Michel Piccoli), no entiende muy bien porque el honor ha caído sobre sus hombros. Hace sonrisas. Se inclina. Hasta el momento oficial de la presentación al balcón.

Y …. No puede. Un grito desgarrador sacude las paredes del vaticano. El papa se echa a correr en los pasillos. No puede. Le llaman a un psiquiatra (Nanni Moretti), el mejor de Roma, de Italia, del mundo. Al menos, eso dice él. No funciona. Lo que parece normal viendo las condiciones de la sesión: prohibido hablar de familiar, de sexo, de fantasías, de recuerdos…. Pero que todo se diga en presencia del coro antiguo de los cardenales. Segunda opción, un analista exterior. Y ahí sale la palabra mágica. A la pregunta "¿Cual es su profesión?", el nominado papa contesta: "actor". Y, liberado por esa revelación, escapa de su comitiva.

El papa está en fuga en Roma. Camina, se sube al autobús, entra en las tiendas. Una papa en libertad. Mientras el vaticano entero está en la consternación. Y la cristiandad en la espera.

Durante sus "vacaciones romanas", Melville encontrará a un grupo de actores ensayando La gaviota de Tchekov, y sus recuerdos le permitirán soplar los diálogos de todos los personajes. Mientras los cardenales, viejos niños traviesos, pasarán su tiempo jugando scrabble, cartas, haciendo rompecabezas. Hasta, para distraerlos, el psiquiatra les inventará un torneo de Voleibol. Como brincan alegres los cardenales, volando en el cielo para atrapar la pelota. Mientras el árbitro (el psiquiatra en persona, que no puede soltar el poder tan fácilmente) discute teología y determinismo desde lo alto.

Los cardenales son niños que se dejan impresionar, que tienen miedo y no quieren abandonar sus hábitos. Durante el conclave, el ruido de sus pensamientos: "Dios, aleja de mi este cáliz"se vuelve ensordecedor. Como alumnos durante un examen, tachan, se copian, y rezan para no ser el que tiene que pasar el frente. Hasta que un valiente se levanta y entrega. De la misma forma, dejan el poder en manos del psiquiatra quien organiza los juegos, y del responsable de relaciones públicas, quien encuentra en un guardia suizo un ocupante para la recamara papal.

Es claro que para Nanni Moretti, la Iglesia funciona como un teatro, con todos sus elementos repetitivos y significativos. Formulas de las plegarias, letanías, protocolo, efectos de cortinas y trajes. Todo es simbólico, todo significa, todo es representación.

En una escena magnifica, que es también el momento de resolución del conflicto, los cardenales y las religiosas van por su papa. Lo van a sacar de su balcón en un teatro, para subirlo a otro balcón, en otro teatro. Nanni Moretti logra hacer pasar este momento determinante y casi trágico, por un momento cómico. Los actores ya no saben a quién se dirigen y a quien el público está poniendo atención. Al espectáculo que ellos, los actores han ensayado. O al espectáculo improvisado que se desarrolla en la sala. La locura del actor principal, jubiloso de sentirse aplaudido, se vuelve más palpable, porque el espectador (de la película) sabe que no es para él. Teatro eclesiástico dentro del teatro-edificio, el de los comediantes, todo esto dentro del teatro que es una película.

Pero el actor principal, el papa va a ejercer su derecho supremo de ser humano, derecho otorgado por Dios mismo: el libre albedrio. Y tendrá el valor de decirlo de frente a todos. Del anciano negándolo todo. "No lo sé…. no puedo", llega al poder inmenso de decirle no a Dios y a la cristiandad. Cuanto valor.

Por eso, la elección del actor de actores que es Michel Piccoli es un golpe maestro. Porque, al mismo tiempo que tiene toda la experiencia actoral para interpretar tal papel, está en la posición del rol supremo, tal vez el último, de su carrera. Y tiene todo el bagaje para darle a su Papa profundidad, humanidad, debilidad,impaciencia, ternura y fuerza al mismo tiempo.

Y la decisión final deja a un pueblo entero sin guía. El mundo se derrumba. Un hombre elegido por su dios le ha mostrado su fuerza de ser humano.