Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, July 27, 2017

Christine (Pierre Gaspard-Huit ,1958) – 6/10

Lindo melodrama para sacarles unas lágrimas a las señoritas. Una cinta limpia, suave, falsa y entretenedora. Paso a la posteridad sobre todo porque durante el rodaje se conoció una de las parejas de ensueño: Romy Schneider y Alain Delon.

Ficha IMDb

En la Viena de 1906, como bien se sabe, todo mundo baila el vals. Los restaurantes campestres de Grinzing son lugar de encuentros y romances. Ahí dos amigas, Mizzie (Sophie Grimaldi) y Christine Weiring (Romy Schneider) conocen a unos apuestos militares. Mizzie  es alegre y libre, Christine, más reservada, está comprometida con Josef Binder (Jacques Duby), un compositor sin éxito, torpe, y que ni siquiera sabe bailar. Ella, hija de un chelista (Fernand Ledoux) de la orquesta de la Opera, sueña con ser cantante. 

Theo Kaiser (Jean-Claude Brialy) es el jefe de un grupo de cuatro oficiales, dedicados a disfrutar de la vida: vino, cartas y doncellas. Su magnífico uniforme rojo les da un porte irresistible. Franz Lobheiner (Alain Delon) sigue en una relación con una mujer casada y muy rica, la Baronesa Lena Eggersdorf (Micheline Presle) pero busca como salirse de esta situación que ya lo está aburriendo.

Un poco por azar, un poco para cubrir a Theo y Mizzie, Franz y Christine empiezan a pasar tiempos juntos, y a enamorarse. Cuando las cosas se ponen serias y Franz piensa en casarse, su relación con la baronesa es descubierta al baron Eggersdorf (Jean Galland) por uno de sus amigos, Wimmer (François Chaumette), pretendiente rechazado por la baronesa. Las reglas del honor exigen que el esposo provoque en duelo al amante. Al enterarse de la muerte de su amor, la joven se precipita del balcón por el cual veía pasar cada mañana a su enamorado a la cabeza de su regimiento.

Todo acaba en una doble muerte como Romeo y Julieta, la ópera que Christine no quiera ver ya que el final le parecía demasiado triste. 

La cinta es adapta de la obra Libelei de Arthur Schnitzler, ya adaptada por Max Ophuls (1933) con Magda Schneider, madre de Romy, en el papel que retomaría su hija. La cinta de Gaspard-Huit fue para esta la oportunidad para librarse de Sissi, el personaje que la volvió famosa en el mundo entero. Le habían propuesto una pequeña fortuna para rodar un cuarto episodio de la historia de la emperatriz austriaca, pero Romy Schneider lo rechazó y se deshizo de la protección de su madre.

Se puede considerar a Christine como un paso intermedio antes de los grandes papeles, sobre todo en Francia, que revelan la gran actriz que fue Romy.

Christine tiene todos los ingredientes del drama romántico: personajes jóvenes y atractivos, hermosos trajes, linda  música, narración sencilla y sentimientos fáciles de descifrar. Una complicidad profundad entre caracteres opuestos: Théo y Franz, Mizzie y Christine, una sola figura “adulta” interpretada por Fernand Ledoux, lleno de bondad y comprensión, un padre para todos.

Viena sirve de marco con sus calles angostas, sus casitas, sus pavimentos, sus cafés al aire libre, su Grinzing para tomar vino ligero y bailar vals. La música impregna toda la cinta, desde el obligado vals de Strauss, pasando por el Ave Maria en la voz pura de Christine, hasta el Beethoven dramático del final.

La juventud y la belleza de los protagonistas son un encanto, a pesar de un doblaje espantosamente pueril de Romy Schneider. 

Pero, a pesar del “color “local vienes, la cinta es francesa y lo deja sentir. Vals, callecitas y cafés vieneses no esconden una estética del cine realista de los 40 – 50’s. El paseo en lancha de Franz y Christine parece copiado de Une partie de campagne de Jean Renoir (1946) y la presencia de Jacques Duby, revelado por  su papel del enfermizo esposo de Thérèse Raquin de Marcel Carné (1953), y de Fernand Ledoux , actor habitual de Jean Grémillon ( Remorques -1941),Christian-Jaque (L'Assassinat du Père Noël -1941), Carné (Les Visiteurs du soir -1942), Le Chanois ( Les Misérables - 1958) refuerza esta impresión. 

Los muebles bávaros y las flores del balcón parecen falsos en esos cuartos tan parecidos a todas las casas y departamentos del cine de Renoir y sus colegas.     

Pero el espectador, incorregible romántico, se deja llevar por la historia de estos inocentes del amor, por la belleza de los actores. Hasta sonríe cuando el realizador le guiña el ojo al poner a Christine en la misma función de opera que Sissi y Franz-Josef. Claro que no en el mismo balcón. 

Monday, July 24, 2017

La fille inconnue (Luc et Jean-Pierre Dardenne, 2016) - 9/10

Como es su costumbre, les hermanos Dardenne, a partir de la historia de una persona parecida a cualquier otra, plantean cuestiones sociales y morales mucho más profundas de lo que parecen. Con una actriz intensa y casi silenciosa, instalan un drama de nuestra sociedad. 

Ficha IMDb

Jenny Davin (Adèle Haenel) es médico generalista y hace un reemplazo temporal en el consultorio del Doctor Riga (Fabricio Rongione),  un viejo médico de barrio. Al mismo tiempo que atiende a los pacientes regulares, y que hace las consultas a domicilio, entrena un joven estudiante, Julien (Olivier Bonnaud).

El trabajo es muy demandante y muchas veces, las jornadas de trabajo se entienden más allá del horario. Una de estas noches, después de regañar a su asistente que no supo manejar el caso de un niño, y mientras cierran los expedientes del día, alguien toca a la puerta. Julien quiere abrir pero Jenny se lo impide: es también la obligación de un médico saber poner límites, para tener tiempo para sí mismo y así ser capaz de enfrentar el peso de cada día. 

Pocas horas después, la joven es encontrada muerta en el malecón. No lleva papeles, nadie sabe quien es. Jenny que se siente culpable. Da un giro completo a su vida. Rechaza el magnífico empleo que iba a ocupar en unos consultorios elegantes, retoma el consultorio del doctor Riga que se jubila, se dedica a una medicina popular, humilde, poco glamorosa. Al mismo tiempo, lleva su propia investigación para encontrar quien era esta joven desconocida, encontrar su familia, o al menos, que el cuerpo no sea enterrado de forma anónima. Al paso de sus consultas, va reconstruyendo el camino de la joven desconocida, lo que la lleva a enfrentamientos con algunos pacientes, con la policía y con organizaciones delictivas. 

Jenny es un médico paciente, atento. Escucha lo que le dicen los síntomas de su pacientes: un pulso acelerado, una crisis de vómito, un dolor localizado, son para ella señales de algo que quiere decirse, pero que la persona necesita esconder, por miedo, por culpabilidad, por incomprensión. Jenny recoge poco a poco los pedazos del rompecabezas. En realidad, los que pasan por el consultorio, físicamente enfermos, están también afectivamente enfermos, somatizan la dificultad de sus relaciones: el hijo con su madre y su padrastro, el padre con su propio padre a quien proporciona prostitutas…Jenny desencripta, traduce. Ella tiene las llaves y los códigos para poner esas señales diminutas en la línea de su propia investigación. 

Un objeto es clave en la relación de Jenny con sus pacientes: el código de entrada a los edificios. Si va frecuentemente a ver a un enfermo, ella lo conoce. Si no, el paciente debe dárselo por el interfono para que ella tenga acceso. De la misma forma, el teléfono es fundamental: la llaman los que tienen algo que decirle o que pedirle. Ella pone en contacto los servicios municipales que pueden facilitar la vida de algunos. Ella es el elemento de transmisión, el engranaje indispensable para que la comunicación circule y que las situaciones conflictivas o dolorosas se resuelven. 
Si la cinta tiene forma de encuesta policiaca, llevada afuera y a pesar de la policía, es también una exploración de los sufrimientos de la sociedad moderna: una sociedad donde los miembros de las familias reconstruidas no encuentran siempre su lugar, donde la escuela, la universidad esperan de cada uno un comportamiento sin fallas, donde los ancianos no siempre saben o no pueden aprovechar las ayudas oficiales.

Cada detalle cuenta, y Jenny, con su labor incansable y sonriente, sencilla como el abrigo azul que lleva a todas partes, camina sin detenerse. Su vida personal se limita a calentarse algo en la cocinita del consultorio, algo que talvez le regaló un paciente en agradecimiento. 

Porque una noche, Jenny no ha abierto su puerta a una joven negra, la culpabilidad la invade y trabaja a compensar en la medida de sus pequeñas posibilidades. Una “alma buena” en el sentido de Brecht, es el microcosmos que refleja el macrocosmos de las sociedades acomodadas. ¿Los países ricos abren sus puertas? ¿O dejan afuera los que vienen a perturbarse su vida despreocupada? Con el riesgo de que algún día las consecuencias se les regresen como boomerang.

El tema es moral, es social, es político. Sin embargo, la cinta no es militante. Los hermanos Dardenne nos presentan una mujer sencilla, en matices discretos, sin grandes discursos o movimientos, Ella vive su propio problema ético, que ella misma se ha provocado cuando nadie le reprocha nada. No es un personaje con una historia, una familia, amigos y actividades. Es la encarnación de un sentido del deber, de una misión, una entrega al género humano y una cierta exigencia moral, la responsabilidad. 

La actriz, Adèle Haenel, se parece a cualquier joven sencilla. Es calurosa, paciente, actúa con precisión, sin moverse mucho. Sin embargo, transmite una calma, una confianza y una ternura reforzadas por una tenacidad que se adivina irreductible. Está totalmente en lo que hace, en lo que dice. Y aceptar un café de un paciente es igualmente importante que llamar a los servicios sociales, o ponerle una inyección. Es a la vez femenina y masculina, inocente y profesional, calmada y preocupada. 

Tiene algo de una santa laica, de un confesor y protector. Camina con la vista en un ideal de armonía entre las personas y dentro de cada una. Ayuda a la sociedad y a los individuos a ser mejores.

Novecento - I (Bernardo Bertolucci, 1976) - 8/10

Un fresco histórico –político en dos partes, enorme, espectacular, pero que peca por su parcialidad. Grandes actores al servicio de un gran director que quiere contar una gran historia, apoyado por el más grande de los compositores de cine, Ennio Morricone,. El resultado es abrumador pero no convence totalmente.

Ficha IMDb

La primera escena del relato (no de la cinta) anuncia claramente la estructura binaria de la narración. En enero de 1901, en la región italiana de Emilia, la noche en que muere Giuseppe Verdi, l jefe de una familia poderosa espera el nacimiento de su nieto, temeroso de que nazca después del bebe de una empleada de su enorme explotación agrícola. Desgracia mentó, va a perder la apuesta: Olmo Dalco, hijo de la sirvienta soltera, nace antes que Alfredo Berlinghieri, señal de la victoria posterior de la clase trabajadora sobre la clase capitalista, y fondo de la argumentación de Bertolucci y de su visión de la historia.

A los largo de lo que serán los dos episodios de la cinta, Olmo y Alfredo van a crecer, cada quien en su medio y sus actividades pero compartiendo momentos de complicidad y de juegos. Vivirán las etapas normales de la vida de un joven del pueblo y de un joven de sociedad. Olmo adulto (Gérard Dépardieu) ira a la guerra, y volverá a vivir con una institutriz, Anita Foschi (Stefania Sandrelli). Alfredo pasará a ser el dueño de la propiedad, pero, incapaz de administrarla, tomara bajo sus órdenes a Attila Mellanchini (Donald Sutherland), un capataz cruel. Italia también pasará por etapas poltiicas desde el nacimiento de una consciencia de clase, movimientos de huelga, hasta la amenaza del fascismo que trata de resistir a la fuerza naciente del pueblo unido. 

Bertolucci quiere hacer obra de historiador y contar lo que pasó en Italia durante la primera mitad del siglo XX. Pero lo hace también como intelectual políticamente comprometido. En los años 60 y 70, Italia vive al ritmo de los atentados, las Brigadas Rojas, la mafia hacen del país un campo de batalla y el pueblo vive en medio de las amenazas y represalias. ¿Cómo no tener una interpretación política de esos hechos y sus motivos? Bertolucci está inscrito en el partido comunista italiano y la visión que da en esta cinta corresponde en una forma muy disciplinada a la ideología marxista de su partido. La historia de un pueblo es la historia de la lucha de clases. Las relaciones entre individuos se basan en categorías políticas. Y estas son bastante maniqueas. De un lado está el bien, el pueblo, del otro lado está el mal, los ricos, los amos, los dueños. De ahí nacen estereotipos que colorean las acciones: los ricos no solo son un mal económico, pero también moral y sufren de todas las perversiones, en particular las sexuales. La sexualidad de los pobres esta “limitada” a una pulsión natural, “normal”; los ricos tienen tiempo y dinero para perversiones o trastornos. El epitome del mal es, obviamente, el fascismo, fuerza de opresión mental, moral y de destrucción anti-natural. De esta forma, Bertolucci toma atajos simplistas  que facilitan la educación de las masas pero recuerdan los atajos tomados por todos los sistemas totalitarios. 

El director hace un retrato idílico de los campesinos, como naturalmente comunistas: cuando Leo Dalco (Sterling Hayden) pide a su nieto Olmo, en frente de todos los campesinos reunidos para comer, le de la moneda que tiene en su bolsillo, le dice «  Si es tuyo, es de todos nosotros » De la misma forma, durante la huelga, todas las mujeres se agrupan alrededor de Anita, compañera de Olmo, y se acuestan sobre la carretera para impedir el paso de los soldados.

Algunas escenas se sienten demasiado largas, sobre todo las que insisten sobre las perversiones, las locuras de los ricos, sea Alfredo y su prima apartándose detrás de un árbol, durante la caza, Olmo y Alfredo con una chica epiléptica, Ada (Dominique Sanda) falsa ciega muy perturbada en medio de una fiesta …

El tiempo de vida de dos hombres nacidos al mismo tiempo es la metáfora de una etapa de vida de un país. La amistad hostil que viven juntos es la metáfora de una colaboración imposible entre clases sociales. Los pobres y los ricos, aunque trabajen juntos porque es necesario para sobrevivir, nunca podrán ser amigos. 

La selección de los actores es excelente. Todos son actores cuya interpretación, y cuyo éxito posterior, se basa en una toma de posesión completa de su papel, sin reservarse nada. Todos aceptan ir hasta la desnudez física, hasta la expresividad extrema. No hay aquí espacio para el pudor. El sexo contiene siempre un trasfondo de violencia, de explotación. El espectador ve cada escena casi con asco, con miedo, con la aprensión de algo peor, de que todo termine en muerte. Es el caso del patriarca Burt Lancaster en el establo, es el caso del joven Donald Sutherland con el conejo. Sutherland es el mal, sus ojos exorbitados transpiran crueldad refinada con una justeza espeluznante. Tiene algo de lo que transmitirá Malkovitch en algunas películas. Además, la nacionalidad de Sutherland permite a Bertolucci dar al fenómeno fascista una dimensión internacional, y no solo italiana. 

Escoger a Burt Lancaster para el papel del primer Berlinghieri es una decisión de genio ya que pone la cinta en la huella directa de la otra gran película que cuenta la historia de Italia atreves  de la historia de una familia: Il gattopardo de Visconti (1963). Una en Sicilia, otra en Emilia, pero las dos se desarrollan en una enorme propiedad agrícola, con la jerarquía familiar patriarcal y la organización del trabajo casi medieval. Si Verdi acompañaba, con el anuncio de su muerte, el principio de la cinta de Bertolucci, es porque el gran compositor fue uno de los artistas comprometidos con la construcción de una Italia unificada, en contra del ocupante austriaco, momento histórica de la constitución de una nación al cual el Gattoparto se resiste. Recordemos que el coro de los esclavos de Nabucco sirvió de himno nacionalista durante la visite de Franz – Josef y Sissi a Milán.

Bertolucci tuvo un presupuesto enorme, gracias al éxito de su anterior cinta El último tango en Paris (1972): 3 millones de dólares, que se rebasaron hasta alcanzar 9 millones. Gracias a capitales gringos, puede pagar enormes actores, o actores que se volverán enormes, miles de figurantes, once meses de rodaje, más de 300 minutos de cinta (difundidos en dos partes). Puede montar escenas épicas, como la de la huelga que parece directamente inspirada de Zola en Germinal. Puede tener un músico genial, el más grande, Ennio Morricone. Puede tener un fotógrafo inspirado, Vittorio Storaro .Los colores y los encuadres parecen pinturas de Brueghel o de Millet según las estaciones. Ahí también el tiempo es metafórico. El verano es el tiempo de la niñez y adolescencia, el otoño es tiempo de la toma de consciencia socialista, pero también del fascismo, que se extiende en invierno y hunde el país en el miedo; la primavera corresponde a la liberación, al nacimiento de nuevas esperanzas políticas después de destruir lo que quedaba del mal fascista. 

Si, 1900 fascina, impresiona, apasiona. Si, da miedo. Uno se deja llevar por su grandeza. Pero en un rincón de la consciencia se lamenta lo simplistamente maniqueo de su manifiesto político. 

Sunday, July 23, 2017

Gattaca (Andrew Niccol, 1997) – 9/10

Una magnifica cinta de ciencia ficción que, veinte años después, no ha tomado ni una arruga. Sigue actual por las preguntas que plantea, aún más vivas por los acelerados  adelantos científicos y tecnológicos que hemos visto últimamente, y por la estética de su realización. Una historia que se sitúa directamente en la trayectoria de las más grandes novelas distópicas.

Ficha IMDb

Vincent Freeman (Ethan Hawke) nacio de forma natural del vientre de su madre. Marie (Jayne Brook) sin que ella y su esposo Antonio (Elias Koteas) hayan buscado ayuda de los médicos para mejorar el bagaje genético su primogénito. Y por desgracia, el niño, sumamente inteligente, tiene una deficiencia cardiaca. Su perfil calculado sobre un análisis de sangre, predice que no pasará de los 30 años. Es, para la sociedad moderna un “no-valido”. Años después, nace un hermanito, planeado esta vez como lo recomienda la sociedad, Antón (Loren Dean) . La competencia será fuerte y permanente entre los dos chicos durante toda su infancia, en particular con carreras de nado que los llevan muy lejos de la playa. Siempre gana Anton, hasta el día en que Vincent lo salva de ahogarse, por ser demasiado convencido de su superioridad. Vincent entiende entonces que, a pesar de su perfil genético desfavorable, podría alcanzar sus sueños.

Su sueño está en las estrellas, quiere ir a verlas de cerca. Conformándose a las decisiones de eficiencia de Gattaca, a compañía encargada de las expediciones espaciales, trabaja primero haciendo limpieza, hasta que decide desobedecer el sistema y logra encontrar a un “valido” que perdió sus capacidades. 

Se trata de Jérôme Eugène Morrow (Jude Law), ex campeón de natación, o sea de cuerpo perfecto, pero que perdió el uso de sus piernas al tratar de suicidarse: como no pasaba del segundo lugar en las competencias, decidió acabar con su vida y cruzo una calle delante de un coche. Como todo pasó en el extranjero, nunca se supo y vive ahora en una magnifica casa, aislado y alcohólico. 

Le proporciona a Vincent todo el material físico que le permite hacerse pasar por el ex campeón, todo lo que es sometido a pruebas ADN: cabellos, piel, orina, sangre…, preparando bolsas de los diferentes fluidos para que Vincent pueda colgárselos bajo la ropa y pasar las incesantes verificaciones de identidad de la compañía. Para eliminar cualquier huella de su propia identidad física, Vincent tiene que cambiar de corte y color de pelo, usar lentes de contacto y, sobre todo cepillarse cada mañana todo el cuerpo, y rasurarse de cerca. También tuvo que pasar por una operacion ortopédica que alargar sus tibias de 5 cm. 

Vincent es ahora el mejor navegador especial de Gattaca y tomará parte en el próximo vuelo hacia Titán, uno de los satélites de Saturno. 

Su perfección física y profesional despierta el amor de una colega, Irene Cassini (Uma Thurman) (famoso astrónomo italiano del siglo XVII ,Giovanni Domenico Cassini hizo interesantes descubrimientos relacionados al planeta Saturno) quien, a pesar de su concepción asistida tiene un defecto  genético que le provoca problemas cardiacos y la hace sentirse inferior al maravilloso Vincent. Sin embargo, empiezan a salir.

Unos días antes de la expedición, el director de misión es asesinado. Una gran investigación empieza. La policía, en la cual trabaja Anton, el hermano menor de Vincent, 

Cada fibra de residuo humano en la escena del crimen es analizado y se encuentra finalmente una pestaña de un « no-valido » que trabajó anteriormente en las oficinas. Al mismo tiempo que continúa su romance con Irène, Vincent tiene ahora que esconderse de la policía, escapar de las trampas, con la ayuda de Jerome y de Irene, ya que ella empieza a sospechar algo anormal. 

La calma vuelve en la compañía cuando se descubre el asesino, el Sub-director Josef (Gore Vidal) quien eliminó a su jefe por puras cuestiones de divergencias profesionales. Vincent puede salir hacia Titán. 

Antes de subirse a la nave, debe pasar por una última prueba de orina, para la cual no viene preparado. Entiende que todo está perdido. Pero el doctor Lamar (Xander Berkeley), a pesar de ver la identificación “No-valido” deja pasar a Vincent. Hace tiempo que conocía el secreto del joven, y guardó silencio porque tiene un hijo que, como Vincent, esta rechazado por las normas de Gattaca. 

Mientras se aceleran los motores y el fuego infernal que propulsa a Vincent hacia su sueño de astronauta, Jerome se suicida en el incinerador de su casa con su medalla de plata, que las llamas convierten en color de oro. Y Vincent encuentra un cabello de Jerome, él que le permitió realizar su sueño.

La historia retoma el tema del individuo diferente, que se siente apartado de las normas de la sociedad y se rebela. Es una situación clásica de las novelas y cintas distópicas, que encontramos en Brave New World, en Blade Runner, en 1984 y tantos más. Pero Vincent lo hace para realizar un sueño. En realidad, las características de esta nueva sociedad no le interesan. Lo único que quiere es burlarlas para su propio interés. No hay en él ninguna visión colectiva, ningún intento de mejorar la sociedad o hacer as fácil la vida de los que son tratados con injusticia. 

Si la sociedad de Gattaca nos asusta por su eficiencia implacable, es porque vemos cada día, en las películas o series televisas, hasta en nuestras vidas personales, como la tecnología facilita la ubicación de cada uno de nosotros, el seguimiento de nuestras acciones y desplazamientos, el reconocimiento de nuestros gustos y tendencias. Gattaca es actual.

Paro también Gattaca anunciaba en 1997 lo que estaba a punto de pasar. En 1989, secuenciar el genoma humano iba a durar 12 años y costar 3 mil millones de dólares. Actualmente se puede hacer por unos 100 dolares.

Si Gattaca nos asusta, es también porque aplica hasta sus últimas consecuencias las decisiones del determinismo y del eugenismo. Nuestra genética ha escrito lo que seremos y nada lo podrá cambiar. Físicamente, intelectualmente, psicológicamente, estamos programados.Vincent y Jerome Eugene (eu-gene: buen- origen) nos muestran que no es cierto, que las predicciones pueden no realizarse, que los individuos con su aprendizaje pueden rebasarlas. El hombre está condenado a ser libre. Y tiene la obligación de ser libre. La ética debe poner los límites a la ciencia. Sin embargo, una vez que Vincent sale hacia las estrellas de sus sueños, Jerome ya no tiene propósito en esta sociedad que rechaza a los imperfectos. La única solución es el fuego, en un horno crematorio que recuerda al sistema perfecto de eliminación desarrollado por los grandes eugenistas del siglo XX. 

Pero Gattaca es también atemporal. Lo es por las decisiones estéticas de realización y producción: de la misma forma que Uma Thurman es demasiado hermosa, demasiado perfecta para ser real, de una  belleza  clásica y eternal, los espacios son depurados, como el Centro municipal de Marin County, construido por Frank Lloyd Wright en 1957 en San Rafael en California, como la casa de Jerome, cuya escalera recrea la forma elíptica del ADN. 

Los personajes, todos idénticos, en uniformes, se desplazan en un ballet perfectamente ordenado, las miradas son vacías, las caras indescifrables, avanzan al mismo ritmo. Nadie mira a nadie ya que las personas no tienen ninguna importancia por lo que hacen, solo por su identidad de “valido” que dictaminan los detectores, una y otra vez, persiguiendo el mínimo defecto. Son casi robots, todos asépticos, regulados.  La arquitectura es limpia, ningún objeto fuera de lugar, ningún grano de polvo o suciedad, nada rebasa. 

Las letras del nombre Gattaca, ACGT son las letras de las bases del ADN: adenina, citosina, timina y guanina. 

La simplicidad, la claridad de lo esencial están en el corazón de la historia. Básicas y claras como las relaciones entre los personajes: celos de hermanos, como Caín y Abel, complicidad entre excluidos, amor sin cuestionamiento.

Gattaca seguirá siendo, seguramente durante muchos años más, igualmente actual y peligrosamente hermosa. 

Saturday, July 22, 2017

La Chambre des officiers ( François Dupeyron, 2001) - 9.5/10

Una magnifica película sobre un de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial: les « gueules cassées”, las caras de destrozadas de los soldados. Toda en discreción y paciencia, palabra clase de la novela de Marc Dugain. Con una remarcable fotografía que obtuvo el César a la mejor fotografía en 2002.

Ficha IMDb

Agosto de 1914, Francia declara la guerra a Alemania. Adrien Fournier (Eric Caravaca) tiene que ir. El apellido tal vez sea un discreto homenaje a Alain-Fournier, autor de Le Grand Meaulnes quien murió en la guerra a la edad de 27 años. Adrien tiene 24 años, es ingeniero civil especializado en la construcción de puentes móviles. En el andén en París, ve a Clémence (Géraldine Pailhas), quien se despide del hombre que ama. Atraído por su belleza, la invita a tomar un café y de ahí acaban en el departamento de Adrien. Al día siguiente, este tiene que dejar a la joven ya que es su última oportunidad de tomar el tren para no ser considerado como traidor. Le deja una carta, para seguir en contacto.

Al segundo día en el frente, le dan una misión de reconocimiento para la construcción de un puente móvil. Mientras cabalga con dos soldados, oyen un silbido, Adrien siente un golpe bajo la nariz. Después, “todo se apaga”. 

Despierta ocho días después en el hospital. El lodo impidió que siguiera el sangrado y lo mantuvo vivo pero provocó una infección que despide un olor terriblemente nauseabundo. Adrien perdió todo el centro de su cara, nariz, boca, lengua, paladar, dientes. No puede alimentarse, no puede beber ni hablar.

Es trasladado a París. En el hospital militar del Val de Grâce, un cuarto en el último piso es reservado a los oficiales heridos de la cara. Por el momento, Adrien esta solo: la guerra empezó hace apenas diez días. Bajo los cuidados de la enfermera Anais (Sabine Azema) y del doctor  cirujano militar (André Dussolier), Adrien volverá lentamente a vivir. Una de las primeras acciones de Anais es darle una pizarra para que pueda comunicarse. El  doctor le enseña que la palabra clave en la cual debe concentrarse es “paciencia”.

Durante las semanas y los meses siguientes, Adrien va a pasar por el proceso físico de la reconstrucción de su cara, a base de operaciones repetidas, de injertos, en particular de hueso de bebe. Nuevos ocupantes llegan, algunos no sobreviven ni una noche, algunos se suicidan. Dos se vuelven muy amigos de Adrien; Pierre (Grégori Dérangère), oficial de caballería, bretón, noble y ferviente católico, y Henri (Denis Podalydès), aviador judío totalmente quemado, pero que nunca pierde su labia, su atracción por las mujeres y su sentido del humor, en particular respecto a su situación de judío, a quien hay que reconstruirle una nariz por el método del injerto italiano, nariz que quiere realmente judía, grande, para que su mama lo reconozca. Un tiempo después, descubren un cuarto aislado en el mismo piso, una mujer vive ahí. Ex enfermera, Marguerite (Isabelle Renauld) es también una “gueule cassée”. Una amistad y una comprensión profunda crecen entre los cuatro. 

Pero el proceso físico no es la única reconstrucción: en esta sala donde todos los espejos han sido removidos, la dificultad tal vez mas grande es reconocerse a sí mismo y aceptar el horrible aspecto que uno tiene. 

Las visitas no ayudan. Como Adrien escribe a su familia cartas llenas de omisiones sobre su verdadero estado, cuando su hermana (Circé Lethem) y su amigo de la infancia Alain (Jean-Michel Portal) vienen por fin a visitarlo, no lo reconocen.

Mientras tanto, Adrien no ha olvidado a Clémence y, cuando Bernard acepta ir a su departamento y le trae la respuesta a la carta que dejó, pierde toda esperanza: Clémence no quiere volverlo a ver.

Dos años después, los tres amigos deciden salir a confrontarse con la realidad exterior y exponer sus caras a la vista. Deciden ir a un prostíbulo. Primero rechazados por la dueña, logran entrar gracias al dinero que llevan. 

Cuando finalmente, cinco años después, el doctor logra restituirle una cara a Adrien, este va a pasar un tiempo a casa de su tío, afuera de Paris. La casa es grande, hay un inmenso jardín para jugar con las sobrinas. Su padre y su hermana lo reciben. La familia, la vida, son de nuevo abiertas para Adrien.
La película no muestra todo lo que cuenta la novela. Para empezar, se limita a los años de hospital de Adrien y algunos meses después, hasta que vuelve a una vida casi normal, con un trabajo, y la escena final es el encuentro lleno de humor con una joven, presagio de una reconstrucción sentimental. La novela cuenta casi toda la vida de vida del personaje y sus amigos, llevándolos hasta después de la segunda guerra mundial, después de que Henri debe esconderse de los ocupantes en el sótano de la casa familiar de Pierre en Bretaña. Los tres están casados y tienen hijos. Los tres están decididos a “enseñar la alegría “a los jóvenes soldados heridos en combate.

La cinta tampoco muestra un momento importante y simbólico. Para la firma del Tratado de Paz, el 11 de noviembre de 1919, Clémenceau, “el Tigre”, presidente del Consejo de Ministros, pidió a los tres amigos y otros dos “gueules cassées “estar junto a la delegación francesa, justo en frente de los enviados de Alemania, para que estos vean, en carne y hueso, lo que han provocado los combates. En esa ocasión, Adrien dice que es la primera vez que ve a un alemán. Él no ha visto nada de la guerra.

Sin embargo, la cinta logra imponerse e igualar, si nos es rebasar, la fuerza evocativa de la novela. Es la historia de un hombre que ya no tiene cara, que ya no puede verse, a quien los demás no suportan ver, y que no soporta la mirada de los demás. François Dupeyron decidió poner al espectador en el lugar, en los ojos de Adrien. La cámara adopta su punto de vista, se coloca casi en posición subjetiva, está al lado, muy cerca de la cara de Adrien y ve lo que él ve. Contrapicadas hacen sentir la inferioridad, la impotencia, la deformación del nuevo entorno del herido. Planos cercanos sobre los ojos, la boca del doctor cuando le habla de sus heridas, insisten sobre lo que Adrien ha perdido, lo que busca imaginar de su propia cara.

Durante casi la mitad de la cinta, no vemos a Adrien. Esto evite el morbo, la fascinación malsana por lo monstruoso. Poco a poco se verá la cicatriz, después de haber pasado, el personaje y el espectador, por el tiempo de aceptación, aceptación del dolor, de la deformación, de la soledad. La paciencia necesaria para la reconstrucción de los huesos y las carnes, de los sentimientos y las relaciones, el director la impone al espectador. Hay que tener paciencia, hay que adaptarse al ritmo de la convalecencia. Hay que entender que un cuerpo y un alma no se reconstruyen en unos meses, a pesar de todo el arte y la audacia profesional de un cirujano, de la atención de una enfermera y de la comprensión de unos amigos.

Depeyron no quiere nunca asustar al espectador, no busca los efectos, el espectáculo. Busca la paciencia, domestica los espacios a medida que el personaje puede domesticarlos: de la cama a levantarse, ir a la ventana, ver afuera y verse en el vidrio, salir del cuarto y bajar al cuarto de los soldados amontonados , en una bajada a los infiernos. Salir a la calle con los compañeros de dolor y de esperanza. Y finalmente salir a la vida, primero con la protección de la familia y finalmente en medio de la gente desconocida. Domesticar con muecas a una niña asustada en el metro. 

La novela evoca las pinturas de Otto Dix, que imponen a su espectador una visión de horror, como por ejemplo en los “Jugadores de cartas” (1920). De la misma forma que el autor Marc Dugain, François Dupeyron no describe el horror de las caras destrozadas, las sugiere, las da a sentir desde adentro, reflejadas en las miradas de los demás. La película se encuentra con la novela en la delicadeza, el pudor, el rechazo a morbo. En el respeto. 

Friday, July 21, 2017

La dame dans l’auto avec des lunettes et un fusil (Joann Sfar, 2015 ) – 6.5/10

La novela de Sébastien Japrisot que ya fue adaptada en 1970 por Anatole Litvak es ahora revisitada e interpretada por Joann Sfar, con una visión más estetizada, intelectualizada, pero tal vez no tan eficiente. 

Ficha IMDb

La novela es un excelente suspenso, al estilo Noilean-Narcejac, donde el narrador acaba siendo la víctima. Esto proporciona a un guionista la perfecta trama y basta con seguirla para obtener un excelente thriller. 

Dany (Frya Mavor), joven secretaria solitaria, es solicitada por su director, Philippe Caravaille (Benjamin Biolay) para un trabajo extra. Él tiene que ir a una importante cita de negocio en Suiza y es surgente que le pasen a máquina un extenso documento. Para ganar tiempo, le propone a su empleada hacer el trabajo en su domicilio donde los espera su esposa, Anita (Stacy Martin), que fue amiga de Dany antes de casarse con Philippe. Dany trabaja casi toda la noche y, al día siguiente, Caravaille le pide llevarlos al aeropuerto desde donde tendrá que manejar el coche de vuelta a la casa. Se trata de un maravilloso y llamativo Ford Thunderbird. Pero es el puente del 15 de agosto, cuando Francia entera está de vacaciones. Dany, fascinada por el coche, decide tomarlo prestado unos días, para ir hasta el mar, que nunca ha visto. 

Se dirige hacia el sur, pero conforme pasan los kilómetros, se encuentra con gente que asegura haberla visto en sentido contrario pocas horas antes: un mecánico (Thierry Ancisse), un policía (Olivier Bonjour) .También conoce a un seductor, Vicenzo (Elio Germano) en un hotel aislado, donde el recepcionista (Alexandre von Sivers) le asegura a Dany que ya estuvo en el hotel.

Dany empieza a dudar de su propio equilibrio mental, hasta el momento en que se encuentra con un cadáver en el maletero. Abandonada en el camino por Vicenzo, decide encontrar respuestas y, siguiendo el consejo de Anita,  quien llamó por teléfono a Suiza, acaba en una misteriosa residencia, donde el responsable de todo está decidido a eliminarla. ¿Podrá Dany realizar su sueño de ver el mar? 

La novela está muy bien estructurada, con sus cuatro partes que corresponden a los cuatro elementos del título: la dama, el coche, los anteojos, el fusil. Narrados en primera persona, mantienen una visión interna que limita la narración a lo que Dany puede ver y entender. Pero también permite una apertura a sus recuerdos, sus culpabilidades, sus fuerzas, y a una personalidad protectora, la religiosa que fue responsable de su educación, le proporcionó las armas para defenderse en una vida hostil, y le sigue hablando, en su cabeza, para darle consejos. También permite entender la relación entre Anita y Dany, muy unidas años antes, cuando Dany tuvo que enfrentar una situación traumatizante que le dejo una profunda nostalgia y arrepentimiento.  

De todo eso no queda nada en la cinta. El director quiso, por un lado hacer una recreación de los años 70’s, bastante bien lograda aunque no muestra la fascinación que ese coche americano, el Thunderbird, provocó en los franceses, acostumbrados a coches pequeños y no convertibles. Pero perdió todo el suspenso de la confusión de Dany, de la lucha entre los distintos aspectos de su carácter, sus fuerzas y sus debilidades, y sus intentos para tomar el control de la situación, sus deducciones para entender. La narración acaba de forma poco satisfactoria, con elementos que llegan de repente sin explicación lógica, como caídos del cielo, para acabar ya, porque quita un personaje muy importante, un conductor de camión que ayuda a Dany a conservar su cordura y la apoya en la resolución del misterio.

Tal vez para compensar la poca densidad de lo que quedó en el guion, Sfar quiso rellenar con efectos al estilo David Lynch. Vuelve, como leitmotiv, la imagen de Dany en la orilla del mar. Se repiten imágenes de Dany en una relación sexual con Philippe, como si se nos quisiera decir que la pobre mujer solitaria y torpe tiene toda una vida de deseos ocultos nunca satisfechos. O que tuvieron algo juntos antes, algo que no prosperó por culpa de Anita. Dany es ahora una mujer sensual, casi provocativa, que la espontaneidad del viaje liberó de sus complejos. 

La única innovación técnica interesante es, al final, el uso de la pantalla compartida, para explicar en orden cronológico paralela, las acciones de Dany y de Philippe. 

Pero la cinta en su conjunto no tiene real unidad, dividida entre una intriga de suspenso que no logra funcionar y una apariencia de película de arte que se antoja bastante gratuita. Además los actores no tienen mucho espesor y todo acaba siendo demasiado  superficial e inacabado.

Tuesday, July 18, 2017

2:22 (Paul Currie , 2017 ) – 6/10

Una mezcla de premonición y reencarnación, que llega a ser un poco complicada de entender, pero muy mucha buena voluntad de parte de intérpretes, efectos especiales y sobre todo edición.

Fiche IMDb

Nueva York, gran hall de la estación central. Acercamientos sobre pies, manos, una pistola. La gente corre hacia su andén, anuncian trenes, una pareja se vuelve a encontrar, un hombre lee su periódico, una embarazada espera. Bruscamente todo se acelera, la gente grita y se tira al piso, la policía interviene. Un hombre y una mujer mueren. La manecilla del enorme reloj central llega al siguiente minuto: las 2:22.

Mañana en un loft de soltero: rutina de ejercicios, regadera, desayuno saludable, salida en bicicleta, saludo al portero, pedaleo arriesgado en las calles, tren de la estación central hasta el aeropuerto JFK. Dylan Michiel Huisman) es controlador aéreo. El trabajo del equipo es sumamente rápido y concentrado, los aviones dibujan en el cielo un verdadero ballet, figuras que se parecen a las constelaciones que el padre de Dylan le explicaba cuando era pequeño.

La misma rutina se repite todos los días, casi igual.

El cumpleaños de Dylan se acerca. Sus amigos organizan una fiesta y su ex novia le regala dos entradas para un espectáculo de ballet aéreo.

Ese día, la rutina se altera ya que en el momento de guiar un avión, Dylan tiene un momento de ausencia, viendo patrones en el cielo. Un avión que aterriza va a entrar en colisión con uno que despega. En el último segundo, Dylan da la orden correcta y los aviones casi se rozan. Son las 2:22.Obviamente Dylan ,quien ha puesto en peligro la vida de 900 personas, está suspendido.

En el teatro, se encuentra con una maravillosa mujer, Sarah  (Teresa Palmer) .Las horas y días siguientes les reservan muchas sorpresas: nacieron el mismo día, el 10 de abril de 1986, ella estaba en el avión de Chicago que estuvo a punto de estrellarse, trabaja en una galería de arte que expone la obra de su ex novio  Jonas (Sam Reid) quien le regalo un extraño pendiente.

La vida de Dylan desempleado empieza a llenarse de coincidencias extrañas: todos los días se encuentra, exactamente a la misma hora, con los mismos eventos o las mismas personas. Y todo lo lleva al gran hall de la estación central a las 2:22.Pero, más extraño, el holograma creado por Jonas en su exposición recrea todas las coincidencias vividas por Dylan. Un paquete de cartas encontradas en su techo y la investigación sobre un asesinato en Grand Central lo llevan a entender que Sarah y el son la reencarnación de la pareja que murió ahí a las 2:22 del día en que ellos nacieron, y que el triángulo amoroso con Jonas los va a llevar al mismo destino.

La historia resulta un poco complicada sobre todo porque toma mucho tiempo para poner todos los elementos. Sin embargo hay que reconocerle una interpretación bien llevada por parte de los actores protagonistas, una ambientación muy agradable en un Nueva York en la onda joven intelectual. Pero sobre todo, lo que llama la atención son las escenas del tráfico aéreo en JFK que dejan al espectador con la duda de si volverá a subirse a un avión. Dos secuencias impresionan, una por su edición, que es la rutina cada vez más acelerada de las mañanas de Dylan; la otra es la presentación en 3D de Jonas en la exposición, donde todos los personajes actuales están mezclados, inmergidos en la recreación progresiva de la entrada en Grand Central hasta el momento del crimen pasional, en un nacimiento progresivo de líneas blancas en un espacio totalmente negro.

Si la historia se antoja un poco jalada de los pelos, hay que reconocer que la realización es bastante honesta y proporciona un buen momento de suspenso e intriga.

Tuesday, July 11, 2017

Deux hommes dans la ville (José Giovanni, 1973) – 5.5/10

Aunque defienda una buena causa, Giovanni lo hace en una forma tan maniquea que desanimaría a cualquiera. Los dos actores protagonistas son más de sí mismos y los secundarios muy estereotipados. La cinta es apenas salvada por los últimos minutos, de una intensidad pocas veces lograda.

Ficha IMDb

Por buena conducta y gracias al apoyo del educador Germain Cazeneuve (Jean Gabin), ex policía, Gino Strabliggi (Alain Delon) sale de prisión dos años antes de acabar su pena de 12 años por asaltar un banco.  Después de volver a casa con su esposa florista,  Sophie (Ilaria Occhini ), trata de reanudar una vida honesta. Tiene que ir cada semana a hacer firmar su carnet en el comisariado. Consigue trabajo en una imprenta. Pero sus antiguos compañeros lo encuentran y tratan de jalarlo a nuevos proyectos. Marcel (Victor Lanoux) tiene ahora como nuevo miembro del gang a un joven decidido (Gerard Depardieu).

Pero, después de un día de campo con la familia de Cazeneuve, los Strabliggi tienen un accidente en la carretera y Sophie muere. Como Gino tiene interdicción de vivir en París, Cazeneuve, jubilado le consigue un trabajo en Montpellier donde él ha ido a vivir con su familia. Poco a poco, Gino vuelve a la vida, gracias a la amistad con los hijos de Cazeneuve, Frédéric (Bernard Giraudeau) y Geneviève (Christine Fabréga) secretamente enamorada de él, y con un nuevo amor, Lucy (Mismi Farmer) una joven inglesa empleada de un banco. 

Los ex amigos lo siguen persiguiendo y Gino sigue resistiendo. Pero otro personaje de su pasado reaparece, el inspector Goitreau (Michel Bouquet), quien lo arrestó años antes. Este está convencido que Gino es mala hierba y que, un día u otro, volverá a caer. Lo sigue, lo observa, habla con los que lo rodean y le tienen confianza. Marcel y su banda están arrestados después de un asalto bancario y Goitreau, convencido de la participación de Gino, hace presión sobre Lucy, hasta el día en que, habiendo penetrado en su departamento y amenazado a Lucy, Gino lo mata.

Después de un juicio expedito en que solo dos personas hablan a favor de Gino, este es condenado a muerte. La solicitud de gracia presidencial negada, la sentencia se ejecutará en presencia de Cazeneuve, del juez, del fiscal, y del sacerdote, en el patio de la prisión, al alba, como se debe.

No es la primera cinta de José Giovanni, como director o guionista. Todas son muy eficientes y se desarrollan en el mismo medio de los delincuentes. Todas cuentan con actores, sobre todo hombres, de primer nivel. Hombres fuertes pero también actores muy apreciados por el público y que garantizan un éxito comercial.

La personalidad de José Giovanni, sin embargo, deja en sus cintas una huella incomoda. Durante la segunda guerra mundial, participo en acciones poco loables y bastante violentas del lado de la Colaboración. Y después, se mezcló en operaciones de chantaje, secuestro y asesinato. Al punto que fue condenado a muerte, paso 11 años en detención  y se salvó in extremis gracias al presidente de la república de entonces , André Coty, quien le concedió la gracia. 

Así que el hombre conocía de adentro el mundo que describe en Le deuxième souffle (J-P  Melville - 1966), Le Clan des Siciliens (1969), y demás cintas muy populares en su tiempo. También conocía los métodos usados por su personaje, el siniestro comisario Goitreau. 

Así que resulta difícil creer en la honestidad de la posición de Giovanni en cuanto a la pena de muerte. Parece más bien un deseo de reivindicarse y darse, algo hipócritamente,  una imagen progresista.

Los tiempos y circunstancias de la cinta se prestan: estamos en los 70’s. En esos años, Michel Foucault cuyo libro Surveiller et punir saldrá en 1975 , toma la cabeza de un cuestionamiento sobre las condiciones de detención, con mala higiene e insalubridad en las vetustas y sobrepobladas prisiones francesas. Los internos protestan, se rebelan, ocupan las cárceles mientras los intelectuales manifiestan en las calles. El abogado Robert Badinter empieza a hablar en contra de la pena de muerte que será suprimida en 1981, con el gobierno socialista de François Mitterrand y con Badinter como secretario de justicia. 

En su cinta,Giovanni intercala documentos de noticieros de la época, Un año antes fueron ejecutados Claude Buffet y Roger Bontemps , quienes mataron rehenes durante un motín en la prisión de Clairvaux. El asunto movilizó la población francesa, en pro o en contra de la pena de muerte. Era el momento ideal para la película. 

Las referencia literarias son obvias: Deux hommes dans la ville es una imitación simplificada de Los Miserables. Gino  Strabiggi es un nuevo Jean Valjean, más la seducción y menos la generosidad cívica. Como él, ha pagado su tiempo, lleva su carnet a sellar, y trabaja honestamente. En cuanto a Goitreau, es el nuevo Javert, convencido de la fuerza de la ley y que los delincuentes siempre lo serán. Por cierto, Michel Bouquet interpretara unos años más tarde a Javert en Los Miserables de Robert Hossein (1982) con Lino Ventura, otro actor de Giovanni, en el papel de Valjean. Y Jean Gabin interpretó a Valjean en la cinta de Jean-Paul Le Chanois en 1958. Hasta Depardieu interpetará a Valjean, en una adaptación televisiva (Josée Dayan – 2000) .No se puede negar que la figura crística de Victor Hugo este muy presente en la cinta de Giovanni.

Pero se puede distinguir otra influencia literaria, la de Albert Camus y su Meursault, personaje central de El Extranjero (1942), en las escenas del juicio. Como Meursault, Gino Strabliggi deja que se desarrollen los interrogatorios y testimonios sin prestarles atención. Como él, no tiene nada más que agregar. Y, como en la novela, solamente dos personajes aportan una visión positiva del hombre que trató de reintegrarse a la sociedad. Todos los demás, y los jueces y abogados se focalizan sobre el delincuente de antes, como si fuera su identidad para toda la vida, sin posibilidad de evolución. 

La construcción narrativa es tan sencilla que no presenta mucho interés, de tan previsible que es, al aplicar todas las reglas de la novela popular del siglo XIX. La cinta decide claramente funcionar como un melodrama, con el apoyo de una música de Philippe Sarde, totalmente pegajosa y dramática, y con una presentación maniquea de los personajes. Algunos son buenos, otras malos y no hay forma de que cambien. 

La reflexión es básica, drástica, se apoya en pulsiones, en sentimientos, tal vez también por el uso de la oz off, la de Cazeneuve relatando el fracaso que fue su intervención y el intento de Strabliggi de reintegrar la sociedad de los hombres. Se puede entender también como el reflejo de los que vio, de los últimos momentos del que consideraba casi como su hijo.

Y hay que reconocer que los últimos minutos de la cinta, siempre en la tonalidad melodramática, funcionan perfectamente bien. Se imponen hasta al espectador más frio e intelectual en todos sus momentos, detallados sin piedad: despertar al condenado, prepararlo, cortarle el pelo, proponerle el consuelo de la religión y de un último cigarro, cortar el cuello de su camisa y llevarlo en una comitiva silenciosa a lo largo de los pasillos, hasta la navaja final. El miedo, la soledad, la incomprensión, eso, Giovanni y Delon supieron transmitirlo y es atroz. 

El final es fuerte, desgarrador, impresionante. Uno se queda temblando.

Friday, July 7, 2017

Voyage en Chine (Zoltan Mayer, 2015) - 9/10

El viaje sentimental y espiritual de una madre en busca del hijo que perdió, porque se fue a vivir lejos de ella, porque se murió. A través de las etapas de un largo viaje y de las complicaciones lingüísticas, administrativas y religiosas, encontrará la libertad que tal vez anhelaba.

Ficha IMDb 

Liliane (Yolande Moreau) vive en el norte de Francia. Trabaja plácidamente como enfermera en un hospital. A sus cincuenta años, sigue viviendo con su esposo Richard (André Wilms), encerrada en una relación que no les aporta nada a ninguno de los dos. Un gran silencio reina. Y dentro de este silencio, está la ausencia del hijo, Christophe, que se fue a China hace muchos años y que su madre nunca ha ido a visitar, tal vez para conformarse con el mal humor del padre .Liliane vive en modo automático, un modo un poco pesado como su silueta y su cara que se alumbra solamente al aportar consuelo a sus enfermos. 

Pero una noche, una llamada telefónica informa a los padres de la muerte accidental de Christophe, allá, en la provincia meridional de Sichuan. Después de un laberinto administrativo y absurdo para tratar de repatriar el cuerpo, Liliane, con la ayuda de una empleada del consulado chino, entiende que que la única solución es ir a China por el cuerpo. En una decisión que tal vez esperaba tomar desde ya años, se va sola, sin avisarle a su esposo, a quien le deja solo una nota: “Tengo que ir sola. Nunca hiciste nada por tu hijo, no hay ningún razón para cambiar algo al respecto.” Agarra su maleta negra su abrigo rojo y su bufanda lila, el cuadernito donde la amable empleada consular le puso nombres de contactos, dirección, y algunas indicaciones practicas para no perderse en el camino. Y se va.

Con su ingles rudimentario, su cara redonda que transpira la bondad, y su mirada perdida más que angustiada, va avanzando y franqueado los obstáculos. Poco a poco, pone sus pasos en los pasos de su hijo. Con la ayuda de personas de buena voluntad, con unas palabras de chino, lleva a cabo su misión, mientras encuentra los que fueron los amigos, Danje ( Qu Jing Jing) la novia de su hijo. Encuentra los lugares donde vivió, los personajes y paisajes que amó y fotografió, el lugar donde murió. Encuentra el mundo de su hijo. Desde el principio de su viaje , escribe una suerte de diario-carta al Christophe, contándole cómo se va acercando a él, como va descubriendo y amando lo que fue la vida de él, y como se da cuenta de que ella, sin saber bien como, dio la vida a un ser que admira. Al encontrar el valor de su hijo, encuentra su propio valor. 

En un ritmo lento, con poca música, con encuadres pacíficos , con luces indirectas y poca luz, en una China lejos del folklor y del turismo, de las grande ciudades , Li-li-an se encuentra a sí misma, encuentra su lugar en el mundo. 

Completamente en focalización interna, la cinta no muestra nada de Shanghái, salvo el interior de un edificio con el elevador descompuesto, el departamento lleno de fotografías y bellos objetos, la estación llena de gente que habla un idioma incomprensible y se sorprende por la forma de su nariz. De los chinos del pueblo, solo se ve que les gusta comer y platicar, porque ella come y platica con ellos. De la dueña del albergue, Madame Yang (Sophie Chen) se ven sus talentos en la cocina, porque Lilian intercambia prácticas culinarias con ella. 

La provincia china, con su gente, su naturaleza, sus cultos, su comida, tan diferentes, resultó ser lo que más se le parecía a Liliane. Porque todo es sencillo, apacible. Y porque ahí encontró aunque muerto al hijo que había perdido y que, sin poder expresarlo, extrañaba tanto. 

A pesar de todo el dolor y aislamiento que contiene, esta cinta aporta una gran paz y reconcilia con los valores importantes de la vida, en medio de gente y naturaleza bondadosas. 

Patriots Day (Peter Berg, 2016) - 7.5/10

Mezclando imágenes de ficción e imágenes documentales, un poco a la manera de Oliver Stone, la cinta recrea las horas antes y los días después del maratón de Boston de 2013, marcado por un ataque terrorista. Ritmo de suspenso, algo de psicología individual y sobre todo, un himno a la solidaridad de la población.  

Ficha IMDb

Cada año desde 1897, el tercer lunes de abril, día del patriota en Maine y Massachusetts, se celebra el maratón de Boston. Es uno de los maratones más admirados del mundo ya que pertenece a la Liga de los Seis Maratones Mayores: Chicago, New york, Berlín, Londres y Tokio, y que se necesita comprobar un tiempo realizado en otro maratón certificado para poder pretender participar. Es uno de los eventos más populares: unos 500 000 espectadores van a ver unos 30 000 participantes. O sea que las calles de Boston están llenas de gente. 

El 13 de abril de 2013, la historia del maratón de Boston, de Boston y del maratón como competencia, fue marcada por un ataque terrorista que dejó 3 muertos y unos 260 heridos. Eran las 2:49, dos horas después de que el ganador pasara la meta. El momento en el que la mayoría de los maratonistas “promedio” están terminando. Dos bombas explotaron muy cerca de la línea de meta, a pocos minutos de intervalo. 

La cinta, para lograr la identificación del espectador, empieza por anécdotas, fragmentos de vida de varias personas sin relación entre ellas, en la madrugada del fatídico día. El personaje principal claramente va a ser Tommy Saunders (Mark Whalberg), sargento de policía con problemas de rodilla, que está viviendo su ultimo día en las calles antes de reintegrar una oficina de investigación, bajo las órdenes del comisario Ed David (John Goodman)  También se ve a un oficial de una localidad cercana, más viejo ,Jeffrey Pugliese (J. K Simmons) con problemas con el cigarro, un joven matrimonio que va a correr, un joven papa que va con su hijo a ver a la mama maratonista, un inmigrante chino que vende aplicaciones de internet para restaurantes ….

Cada historia parece no llevar a nada y el ritmo de la narración se antoja bastante lento. La gente se ve feliz en su confortable rutina. Ni siquiera la dificultad de la carrera se ve mencionada. Es casi un día como cualquiera donde cada quien hace lo que normalmente hace.

Cuando de repente explota la primera bomba, todo se acelera: los gritos, el caos, el movimiento. La sangre esta por todas partes. Los grupos se deshacen, la gente pierde a los suyos. 

Tercer movimiento: la investigación. Después de las reacciones de emergencia de la policía, los bomberos, los médicos, llegan las camionetas negras. El FBI ocupa el lugar, y toma el total control de cualquier movimiento. Nadie tiene ya derecho a la palabra o a cualquier iniciativa. Ellos son la ley. Pero, curiosamente, su jefe,  Richard DesLauriers  (Kevin Bacon) sabe utilizar los recursos locales: obviamente todos los sistemas de vigilancia pública, pero también todas las filmaciones personales de los celulares de los espectadores, y sobre todo, el sentido común de la gente que conoce el del lugar. Así, Saunders se va a encontrar en medio de la investigación. 

Si fue en la realidad una persecución increíblemente eficaz y rápida, la cinta es ella misma una maravilla de eficiencia. En un montaje sumamente movido, que mezcla filmaciones reales, momentos de noticieros televisivos, y partes ficticias, mantiene al espectador alerta, como si no supiera quien fueron los dos culpables, estos dos hermanos Tsarnaev , Tamerlan de 26 años de edad, y Dzhokhar de 19 años de edad, domiciliados en Cambridge, legalmente inmigrados de Chechenia y que tenían planeados más ataques en la ciudad de Nueva York.

Pero, al mismo tiempo que cuenta una persecución policiaca, con su sorpresas, sus momentos de violencia, de engaños, la cinta quiere contar la historia de personas. En una forma que logra no ser totalmente maniquea, pone énfasis sobre los buenos, los valientes. Pueden ser los que no pierden la esperanza de encontrar a sus familiares extraviados, el padre que salva a su hijo pero se encuentra  separado de él durante horas, los que van a perder una pierna y a pesar de eso, volverán a correr el maratón, el policía que va a montar guardia junto al cadáver de un niño, el cual debe quedarse en la calle para pruebas de criminalística, 

El director, y se siente que los actores hicieron su mejor trabajo en esa dirección, quiso mostrar cómo la gente normal, los de Boston o los de Estados Unidos, o la gente normal o la raza humana, es  buena. Y que la fuerza de su bondad, de su generosidad es más grande que la de los terroristas. El patriota de ese día es el señor o la señora anónima, de buena voluntad. 

El epílogo, con entrevistas de las personas reales afectadas y modelos para los personajes de la cinta, confirma esta visión de gente de buena voluntad, y de que la acción de los terroristas no tuvo el efecto deseado. En lugar de sembrar el miedo y la desconfianza, hizo que la gente se solidarice y crea en su propia fuerza y amor. Los malos son los malos, pero los buenos siguen siendo buenos y nada se puede en contra de ellos. Como dice uno de los testigos : “Si el mal te ataca así, solo puedes responder con amor”. 

Puede parecer cliché, pero la cinta funciona muy bien en este sentido y el espectador se deja convencer. Sin embargo, no se puede olvidar que, si la investigación fue tan rápida e eficiente fue también gracias a un sistema de vigilancia sumamente organizado, con cámaras en cada esquina, cada negocio, cada aparador, y gracias a la nueva obsesión fílmica y fotográfica de todos, aunado a los sistemas de localización de nuestros coches, nuestros teléfonos. Una red de ojos nos observa, públicos y privados,. Pueden servir a protegernos, es cierto. Pero…. Estamos vigilados, día y noche. 

Tuesday, July 4, 2017

Bonjour tristesse (Otto Preminger, 1958) - 8/10

Apenas unos años después de la publicación muy exitosa de la novela de un joven prodigio llamado Françoise Sagan, un gran director gringo se apropiaba la obra y juntaba valores reconocidos de la música y la moda francesas con actores anglófonos y locaciones típicamente francesas. El resultado es un producto bastante seductor y confirmó ciertamente las ideas americanas sobre la depravación francesa de postguerra

Ficha IMDb

Cécile (Jean Seberg) cuenta un año después lo que fue el periodo más despreocupado de su vida y al mismo tiempo provocó la tristeza en la cual se está hundiendo. Vivía entonces feliz y despreocupada en compañía de su padre: fiestas, cócteles, dinero. 

Las últimas vacaciones que pasaron juntos en la orilla del Mediterráneo se anunciaban ligeras y felices, entre el mar, el sol y los pinos. Raymond (David Niven) llevó a su hija con su amante del momento, Elsa (Mylène Demongeot) a pasar un mes de enseño en una hermosa villa. Los días transcurrían entre desayunos en la terraza, bronceado y nado en la playa, cenas y aperitivos en Saint Tropez o Saint Raphael, casino en Cannes. Pero Anne Larson (Deborah Kerr), una amiga de la mama de Cécile (muerta cuando la niña era todavía muy chiquita), anuncia su visita. Ella es dueña de una casa de costura, es elegante, culta, distinguida. Y sus intenciones poco a poco se revelan. Quiere casarse con Raymond. Lentamente pero seguramente, con discreción e distinción, logra imponerse frente a una Elsa superficial y demasiado joven. Viendo amenazadas su relación con su padre y su vida fácil, temiendo que se le pida esfuerzos y estudios, Cécile monta con su novio veraniego, Philippe ( Geoffrey Horne ) una conspiración para que Raymond, celoso de un rival más joven, vuelva a los brazos de Elsa. 

Pero todo acabará muy mal. Anne sorprende a su futuro esposo con su exnovia y se va súbitamente en coche. Se mata en un accidente en la carretera que domina el mar. Todo mundo sabe que esta zona en cornisa es muy peligrosa. Así queda la duda: ¿Fue un accidente? Anne habrá conservado hasta el final la elegancia de evitar a los demás la culpabilidad. 

Después de este verano, Cécile no será nunca más la misma: la tristeza ha entrado a su vida. Tal vez se case, tal vez viaje. Mientras tanto, reanudó con la vida parisina superficial y rica, bailes, coches y cenas, en la sombra de un padre que cambia de novia sin cesar.

Con los elegantes vestidos de Hubert de Givenchy y la dramática música de Georges Auric, Otto Preminger le dio a su cinta la elegancia francesa requerida para imponerse al público gringo. A eso agregó el ambiente de la época: Saint Tropez y Saint Germain des Prés, lugares claves del relajamiento moral post-guerra. La voz de Juliette Gréco encarna ese tono al que se le llamó, en forma totalmente errónea, “existencialismo”. 

Para marcar la diferencia entre las dos épocas de la vida de Cécile, Preminger optó por rodar en blanco y negro la época actual, de la tristeza, mientras la época de la felicidad en el verano mediterráneo se filmaba en colores fuertes. El azul del mar y del cielo se combina con los colores alegres de la ropa, los vestidos ligeros, short, camisetas de cuadritos Vichy , según la moda que lanzó Brigitte Bardot).

Jean Seberg, con su pelo cortísimo, su cara de gatito feliz, encantadora, espontanea, encarna la modernidad, la nueva juventud, que ya no quiere dejarse imponer reglas de conducta o de moral por los más grandes. Para los franceses representa un nuevo tipo de muchacha, más cercana a lo que imaginan ser la juventud gringa. Por eso, Godard la escogiera para el famoso A Bout de Souffle en 1960.

Pero estas características ya estaban en la novela de Sagan, que escandalizó en su tiempo. ¿Cómo una joven de 18 años podría escribir sobre temas tan adultos: sexo sin amor, fuera del matrimonia, atracciones de un solo verano, placeres físicos intensos pero sin compromiso? ¿Cómo podía hablar de relaciones sexuales inmorales que no están castigadas por un embarazo? 

Paradójicamente, al público gringo promedio no le gustó mucho la cinta. No cayeron en los encantos parisinos, y se molestaron por la falta de moral. 

Y sin embargo, la historia es muy moral, Cécile sí recibe un castigo: la tristeza. La que fue llena de luz y vida en las escenas a color, es lenta, desanimada, en las escenas en blanco y negro. 

Francoise Sagan, muy conocedora, a pesar de su corta edad, de la literatura francesa clásica, reescribe la gran novela libertina del siglo XVIII, Les Liaisons dangereuses. Si Cécile lleva el nombre de una de las victimas designadas desde el principio, es al mismo tiempo la manipuladora de los sentimientos de los demás, y como Madame de Merteuil, es castigada al final. 

Según los momentos, la amamos, la odiamos, tenemos ganas de protegerla, de explicarle, de cachetearla. Al mismo tiempo que la ligereza de su padre nos inspira un inmenso desprecio y Elsa una sonriente compasión. En cuanto a Anne, interpretada por la elegantísima Deborah Kerr, la intérprete de la ardiente escena en la playa de From Here to Eternity (Fred Zinnemann – 1953), nos inspira respeto hasta la escena de la revelación, en que la cámara no enseña nada de lo que sorprende y nos hace hundirnos en su desgracia.  

En conclusión, una adaptación bastante fiel en espíritu a la novela original, con una gran joven actriz, implacablemente dirigida. Y una novela que vale mucho la pena leer, o volver a leer.