La novela de Sébastien Japrisot que ya fue adaptada en 1970 por Anatole Litvak es ahora revisitada e interpretada por Joann Sfar, con una visión más estetizada, intelectualizada, pero tal vez no tan eficiente.
Ficha IMDb
La novela es un excelente suspenso, al estilo Noilean-Narcejac, donde el narrador acaba siendo la víctima. Esto proporciona a un guionista la perfecta trama y basta con seguirla para obtener un excelente thriller.
Dany (Frya Mavor), joven secretaria solitaria, es solicitada por su director, Philippe Caravaille (Benjamin Biolay) para un trabajo extra. Él tiene que ir a una importante cita de negocio en Suiza y es surgente que le pasen a máquina un extenso documento. Para ganar tiempo, le propone a su empleada hacer el trabajo en su domicilio donde los espera su esposa, Anita (Stacy Martin), que fue amiga de Dany antes de casarse con Philippe. Dany trabaja casi toda la noche y, al día siguiente, Caravaille le pide llevarlos al aeropuerto desde donde tendrá que manejar el coche de vuelta a la casa. Se trata de un maravilloso y llamativo Ford Thunderbird. Pero es el puente del 15 de agosto, cuando Francia entera está de vacaciones. Dany, fascinada por el coche, decide tomarlo prestado unos días, para ir hasta el mar, que nunca ha visto.
Se dirige hacia el sur, pero conforme pasan los kilómetros, se encuentra con gente que asegura haberla visto en sentido contrario pocas horas antes: un mecánico (Thierry Ancisse), un policía (Olivier Bonjour) .También conoce a un seductor, Vicenzo (Elio Germano) en un hotel aislado, donde el recepcionista (Alexandre von Sivers) le asegura a Dany que ya estuvo en el hotel.
Dany empieza a dudar de su propio equilibrio mental, hasta el momento en que se encuentra con un cadáver en el maletero. Abandonada en el camino por Vicenzo, decide encontrar respuestas y, siguiendo el consejo de Anita, quien llamó por teléfono a Suiza, acaba en una misteriosa residencia, donde el responsable de todo está decidido a eliminarla. ¿Podrá Dany realizar su sueño de ver el mar?
La novela está muy bien estructurada, con sus cuatro partes que corresponden a los cuatro elementos del título: la dama, el coche, los anteojos, el fusil. Narrados en primera persona, mantienen una visión interna que limita la narración a lo que Dany puede ver y entender. Pero también permite una apertura a sus recuerdos, sus culpabilidades, sus fuerzas, y a una personalidad protectora, la religiosa que fue responsable de su educación, le proporcionó las armas para defenderse en una vida hostil, y le sigue hablando, en su cabeza, para darle consejos. También permite entender la relación entre Anita y Dany, muy unidas años antes, cuando Dany tuvo que enfrentar una situación traumatizante que le dejo una profunda nostalgia y arrepentimiento.
De todo eso no queda nada en la cinta. El director quiso, por un lado hacer una recreación de los años 70’s, bastante bien lograda aunque no muestra la fascinación que ese coche americano, el Thunderbird, provocó en los franceses, acostumbrados a coches pequeños y no convertibles. Pero perdió todo el suspenso de la confusión de Dany, de la lucha entre los distintos aspectos de su carácter, sus fuerzas y sus debilidades, y sus intentos para tomar el control de la situación, sus deducciones para entender. La narración acaba de forma poco satisfactoria, con elementos que llegan de repente sin explicación lógica, como caídos del cielo, para acabar ya, porque quita un personaje muy importante, un conductor de camión que ayuda a Dany a conservar su cordura y la apoya en la resolución del misterio.
Tal vez para compensar la poca densidad de lo que quedó en el guion, Sfar quiso rellenar con efectos al estilo David Lynch. Vuelve, como leitmotiv, la imagen de Dany en la orilla del mar. Se repiten imágenes de Dany en una relación sexual con Philippe, como si se nos quisiera decir que la pobre mujer solitaria y torpe tiene toda una vida de deseos ocultos nunca satisfechos. O que tuvieron algo juntos antes, algo que no prosperó por culpa de Anita. Dany es ahora una mujer sensual, casi provocativa, que la espontaneidad del viaje liberó de sus complejos.
La única innovación técnica interesante es, al final, el uso de la pantalla compartida, para explicar en orden cronológico paralela, las acciones de Dany y de Philippe.
Pero la cinta en su conjunto no tiene real unidad, dividida entre una intriga de suspenso que no logra funcionar y una apariencia de película de arte que se antoja bastante gratuita. Además los actores no tienen mucho espesor y todo acaba siendo demasiado superficial e inacabado.
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