Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, April 23, 2012

The Muppets (James Bobin, 2011) – 5/10

No habiendo crecido en los Estados Unidos de Norteamérica, USA, la conexión emocional con los adorables Muppets no es muy fuerte, pero me caen bien los muchachos. También Jason Segel, escritor y actor, y Amy Adams son buena onda. El resultado final entonces, es pura buena onda, aunque nada original.

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Gary (Jason Segel) y Walter (Peter Linz) son hermanos. Solo que uno es una marioneta, pero eso no parece ser un problema. Gary tiene una novia a quien quiere mucho desde siempre y ella lo quiere mucho a él desde siempre. Gary decide llevar a Mary (Amy Adams) a la gran ciudad en un viaje romántico para celebrar su aniversario, por supuesto, lleva con ellos a su pequeño hermano. El viaje se transforma en una aventura para reunir a los Muppets y salvar su estudio de un tipo bien maloso. En el viaje, los hermanos descubrirán su identidad y su lugar en el mundo. También cantan mucho.


Siempre es divertido ver una cinta que se burla de las estructuras de cine predefinidas, aunque por supuesto las tienen que seguir. Aunque The Muppets hace un trabajo decente en este tipo de humor, no muestra nada que no se haya visto antes. Ni hay nada que sea particularmente incisivo u observador, las formulas de las que se burla son las formulas de las que se burlan este tipo de cintas normalmente, es decir, entra en una nueva fórmula.

Esto no quiere decir que la cinta es mala, simplemente no tiene nada de espectacular. Como sea hay momentos muy divertidos y queda muy claro que la gente en la producción se la paso de verdad a todo dar.

Algunos de los momentos son inclusive mas introspectivos de lo que uno esperaría, aunque las resoluciones parecen un poco mas gratuitas que de costumbre, inclusive el esperado desus ex machina del fina tiene un ligero twist, pero termina siendo aun mas gratuito que el tradicional.

La música es divertida y sin ser canciones para botarse de la risa son lo suficientemente pegajosas como para que a uno le den ganas que sigan y sigan por harto mas rato.

De todos modos, hay pocas cosas más divertidas querer a marionetas correr de un lado para otro y gritar en pánico. The Muppets tiene mucho de eso, y ya por eso vale la pena.

Date Night (Shawn Levy, 2010) – 6.5/10

Date Night no es brillante, ni de lejos, pero tiene la ventaja de ahorrarse las fragantes deshonestidades a las que estamos acostumbrados aun cuando sigue la formula pre-determinada del genero y aunque eso es más frecuente hoy día de lo que era hace no mucho tiempo, sigue siendo lo suficientemente raro como para que sea meritorio. Nada mas por eso, y por Tina Fey, me atrevería a decir que vale la pena.

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Phil (Steve Carell) y Claire (Tina Fey) son una pareja en un matrimonio que podría definirse como normal. No son infelices, tampoco están en sumergidos en un torrente pasión. Cuando una pareja de amigos cercanos se separa Phil y Claire deciden hacer un esfuerzo extra por su matrimonio. Tras una aventurada decisión, en apariencia inocente, la pareja termina en medio de un problema mucho más grande de lo que jamás imaginaron. Pero no se preocupe querido lector, todo termina bien.


Aunque Steve Carrell me cae bastante bien, fue Tina Fey la única razón para ve Date Night. Esa señorita es quizá la más interesante comediante en el circuito gringo en este momento (con un poco de competencia de Kristen Wiig). Su serie 30 Rock es la onda, y quien podría olvidar la genial Mean Girls que Fey escribió. Aunque en Date Night Fey no tiene ningún crédito detrás de cámaras, mi apuesta fue a que su carisma y buena onda fuese suficiente. Es también la apuesta de los productores que crearon una cinta que depende completamente de la gracia de sus dos estrellas.

Desde esa perspectiva, Date Nigth cumple. La química entre Fey y Carrell funciona bien y se siente que se la pasan bien juntos, lo cual definitivamente ayuda cuando los chistes son sobre todo el resultado de sus acertados comentarios. Por lo demás, la cinta cumple al pie de la letra lo que la receta le indica, pasando por prácticamente todos los momentos necesarios.

El "prácticamente" es el que resulta de importancia. Hace no mucho, al principio de la cinta él sería el tipo más egoísta y desinteresado y/o ella seria la más desgraciada bitch que uno se pudiese imaginar. A los tres cuartos de la cinta, cada uno tendría la oportunidad de exponer su lado de la situación, pelarían horriblemente y todo parecería perdido. Al final, demostrarían que aun se aman y serian la pareja más feliz. La idea de trabajar en la relación sería algo que quizá se mencione de paso. Ese es el tipo de deshonestidades del cine gringo que resulta molestas y artificiales.

Date Night opta por saltarselas. Desde el principio queda claro que la pareja en cuestión se ha dejado llevar por la cotidianeidad, pero también queda claro que se quieren, se la pasan bien juntos y hacen un esfuerzo por que las cosas estén bien. Tienen sus problemas si, pero la idea no es mostrarlos como un argumento para el divorcio, sino como personas reales. La dinámica entre ellos hace que parezca lógico que aun viviesen juntos, no hay ninguna razón para odiarlos al uno o al otro. Los personajes fueron escritos como personas, no como caricaturas.

Por supuesto a través de la cinta ocurren cosas poco creíbles y los personajes reaccionan acorde (parte de la formula) y por supuesto hay una especie de deus ex machina al final y al mero mero final se dan unos apasionados besos (parte de la formula), pero por lo menos durante la cinta su relación, los motivos de sus peleas y como se resuelven no son caricaturas extremas para probar al final lo significativo de la aventura, son peleas reales, son reacciones reales y por eso, no se siente tan falso ese beso te del final. Tiene sentido.

Ese es el verdadero legado de Kevin Smith (Clerks) y Judd Apatow (Superbad), es por eso que sus producciones me siguen pareciendo interesantes. Esa es la herencia de la pandilla de SNL tras su regreso en los noventas. Un poco de honestidad en las comedias sin sentido. No hacen de estas cintas gran cine, pero al menos las separan de totales tomaduras de pelo.

Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2008) – 7.5/10

El Woody Allen que conozco es el Woody Allen que escribe sobre sí mismo. Y ya. Lo sorprendente de Vicky Cristina Barcelona es que describe otras locuras, cercanas a lo que conocemos de Allen pero no las mismas. Lo hace rescatando lo mejor de su cine, con personajes deschavetados, con sentimientos auténticos y un pesado sentido de verdad en si irrealidad.

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La recatada Vicky (Rebecca Hall) y su mejor amiga, la guapísima y alocada Cristina (Scarlett Johansson), viajan a Barcelona para pasar un verano. La primera busca conocimiento en el sentido tradicional, contenta por continuar su vida y regresar a su prometido y seguir con su vida normal. La segunda, ósea la guapísima, busca dejar atrás una mala relación y lanzarse en una nueva aventura. Eso es un poco lo que ambas consiguen cuando conocen a Juan Antonio (Javier Bardem) un intrigante pintor que logra seducirlas a ambas. Los días que siguen son de completa irrealidad. Vicky se casa con el hombre que, ahora queda claro, jamás la hará feliz y Cristina comparte su vida con Juan Antonio y su ex esposa María Elena (Penélope Cruz) y conoce, quizá la felicidad. La naturaleza de cada una, sus miedos, se imponen a la posibilidad de lo extraordinario y todo se termina, así, nada más.

Lo que hace interesante a cualquier pieza de narración, son los detalles. Como por ejemplo el frío narrador en Vicky Cristina Barcelona. Parece sacado directamente de cualquier audio libro de idiomas. Seco, objetivo, al punto, narrando como si se esforzara por hacer sonar académica una narración banal, al mismo tiempo que quiere hacer parecer emocionante algo que sabe aburrido. Resulta divertido cuando lo que nos está contando no es aburrido, sino a veces francamente absurdo.

Otro detalle interesante son los personajes terciarios introducidos en la narración. Todos funcionan muy bien para hacer más evidentes las neurosis de los personajes. Por supuesto la pareja que recibe a Vicky y Cristina es un fantástico espejo. La vida que le espera a Vicky, pero la interacción que tiene ella con ellos hace que no se sienta el todo como en las series gringas. Como cuando el problema del paciente milagrosamente refleja el problema del doctor protagonista. Aquí, la situación es tan real y manejada de modo tan autentico, que lo único que hace es enfatizar lo frecuente que es que el miedo gane.

Es similar con el padre de Juan Antonio completamente obsesionado con la ex esposa, (y no es difícil entender porque), y enojado con el mundo, decidido a no compartir con ellos el resultado de su creatividad. Una manera muy especial de hacer aun más místico, más mágico este mundo en el que Cristina pretende jugar.


Después, viene la evolución de las situaciones. Fuera de que el verano parece eterno y uno no puede evitar preguntarse de qué demonios viven estas dos señoritas, o cuantas semanas tiene un mes en España, la narrativa fluye de lo más natural. A nadie le sorprende cuando Vicky termina en la cama con Juan Antonio ( o mejor dicho en el pasto), ese evento en particular es hasta predecible. Pero del mismo modo, la relación entre Cristina y Juan Antonio y su evolución con el regreso de María Elena se sienten normales, le van bien al personaje. A todos los personajes. El encuentro entre Vicky y su compañero de clases, su inevitable regreso con Juan Antonio...todo tiene sentido, todo fluye bien con estos sujetos.

Y al final, eso es lo mejor con esta cinta de Allen. Los personajes Vicky y Cristina son quizás las mas estereotípicas, cada una en su segmento del espectro emocional, cada una terminando de la manera esperada, solas, víctimas de sus convicciones que aunque opuestas las llevan al mismo lugar. Juan Antonio es simplemente irresistible. Desde el inicio tiene algo que lo hace desagradable, pero al mismo tiempo imposible de evadir. Increíblemente inseguro pero constante, dependiente de las mujeres a su alrededor, inclusive definido por ellas, pero capaz de controlarlas. María Elena es por supuesto la mejor, completamente loca. El extremo total de la pasión, sin barreras sin control. Quizá una caricatura por momentos, pero un contraste incesante con Cristina, quien comparada con María Elena es casi banal. María Elena y sus interacciones con los otros es sin lugar a dudas el punto fuerte de la cinta.

Allen es sin duda un muy buen guionista y director, y en Vicky Cristina Barcelona aprovechan máximo sus demonios para contar una historia incesante con personajes bien a todo dar.

Youth in Revolt (Miguel Arteta, 2009) – 7/10

De una manera misteriosa y sigilosa, Youth in Revolt consigue explicar el comportamiento de un muchacho normal que de pronto se transforma en un verdadero delincuente. Una perspectiva completamente nueva para mí hace de esta película algo mucho más interesante que lo que esperaba.

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Nick Twisp (Michael Cera) es un adolescente frustrado. Un tímido intelectual que vive viendo como los patanes a su alrededor terminan siempre quedándose con las chicas más guapas. Por supuesto, Nick conoce a una dulce y guapa señorita y su vida cambia. La posibilidad de estar con ella se vuelve realidad, pero para conseguirlo son necesarios algunos ajustes a su comportamiento. Creándose un alter ego maloso, Nick consigue hacer, de manera que parece casi natural, todas esas cosas necesarias para conseguir a su chica. Y la consigue. Tendrá que esperar a salir de la correccional para disfrutar de su victoria.

No fue hasta casi terminada la película que me cayó el veinte, Nick es en realidad un hocico malo. No es, como la narrativa nos lo hace sentir, un chico bueno intentando ser malo, o un chico bueno atrapado en una situación fuera de su control, es verdaderamente un maloso. Ahí está el mérito de Youth in Revolt.

Dada la personalidad y apariencia de Michael Cera, ayudado por el tono de sus narraciones en off, uno nunca deja de percibirlo como un inocente muchachito, aun cuando está robándose el auto de su padre. Cuando uno ve el acumulado de fechorías de la cinta, y la motivación detrás de ellas, queda claro que no es tan inocente. La cosa es que, la manera en que esta internalizado todo hace imposible juzgarlo como uno haría normalmente con un personaje que se comporta así. Es la primera vez que veo esta transformación adolescente explicada en términos que se sienten auténticos y exhaustivos (o casi).

No es que sea la primera vez que un chico bueno transformado en malo sea la figura central de una pelicula, para nada. Pero si es la primera vez que la mirada que presenta la situación es la del muchacho en cuestión. Generalmente estas transformaciones están veladas en el misterio. La idea de este adolescente cuyo comportamiento es irracional e impenetrable es la que domina. Si claro, la muerte de un pariente o el divorcio de los padres se ofrece como explicación, pero la mecánica por la cual ese evento se transforma en autos robados o peleas en la escuela siempre es presentado como inescrutable. El comportamiento de los chavos es imposible de entender o predecir. Es, más que otra cosa, cómodo no tener que explicar nada. ( Esto sea probablemente cierto tanto dentro como fuera del cine).

En Youth in Revolt, el razonamiento que lleva a Nick a hacer lo que hace tiene perfecto sentido. Uno sigue los eventos y lo lógica que los motiva es irrefutable. Al mismo tiempo, cualquier individuo que estuviese en esa situación sin ver la imagen global pensaría, y nadie podría criticarle, que el muchacho simplemente perdió la cabeza. Ahí radica lo interesante de la cinta, esta nueva perspectiva consigue mostrar la situación de una manera original, sin tener que cambiar la perspectiva "adulta" a la que estamos acostumbrados. No nos dice que todas esas interpretaciones estaban mal, inclusive les da más validez. Simplemente demuestra que la historia completa solo existe desde la visión de ese individuo. De ese chavo o chava. Ahí lo que parecen generalmente piezas desconectadas siguen en realidad una lógica.

Todo tienen sentido, y solo basta dar un paso atrás, y parece que el monologo final es para esto, para que las dos visiones se conecten: Nick es en realidad un chico malo, y en realidad, era la única manera de conseguir a la chica.

Knocked Up (Judd Apatow, 2007) – 3/10

Desde la secuencia de créditos se puede ver que esta es la película de Judd Apatow por excelencia. Tiene a todos, o casi, sus muchachos favoritos, hartísimas drogas y palabras altisonantes, chicas guapas y comentarios sexuales. Y eso solo son los créditos de inicio…

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Ben (Seth Rogen) es un bueno para nada, ilegal canadiense en los Estados Unidos, viviendo con sus cuates, fumando harta mota y pasándosela re bien. Alison (Katherine Heigl) es una muchachita trabajadora, que viven con su hermana y su familia. Para celebrar un ascenso, Alison decide a celebrar y en la borrachera termina pasando una noche de pasión con Ben. Unos meses después: ¡está embarazada! Ben y Alison descubrirán juntos una u otra lección que les cambiar la vida.

La cosa con las películas de Judd Apatow es que de vez en cuando, como sin saber porque, resultan ser bien pero bien honestas. No necesariamente profundas, no algo como para cambiarle la vida a un alma perdida, simplemente honestas. Además, se las arregla para que sean divertidas, bien divertidas. Superbad (Mottola, 2007) es un gran ejemplo de esto, o Forgetting Sarah Marshall (Stoller, 2008). Son absurdas, y escatológicas y se centran en personajes al límite de lo patéticos, pero por lo menos las reacciones se sienten reales, los diálogos parecen honestos, y lo más importante el crecimiento de los personajes parece autentico, no un gratuito milagro para hacer sentir buen la audiencia nada más porque si. De cierta manera, Apatow me condenó a esperar eso de su cine. Digo condenó porque muchas veces en realidad las películas solo son chistosas, o medianamente chistosas con dos a tres momentos para botarse de la risa. Aunque sean las menos, sigo esperando ese momento de honestidad.


Knocked Up es lo peor de ambos mundos. Los personajes, principales y secundarios, están completamente empujados al extremo...un extremo, y sus reacciones e interacciones son completamente uní dimensionales. Toda esperanza de honestidad empieza a morir con las pequeñas tramas secundarias y se va completamente por la ventana cuando llega el tradicional montaje en el que fulanito se vuelve mejor persona. Completamente falso y artificial.

La cinta pasa por, como de costumbre, todos los momentos esperados, pero lo hace de mala gana, de una manera que se siente floja y casi a pesar de los personajes que parecen olvidar de un acto al otro quienes son o porque hacen lo que hacen. Por ejemplo, Ben consigue trabajo sin que importe realmente que esta ilegalmente en el país o que en realidad nunca muestra ninguna cualidad. Si no importa, entonces ¿Por que mencionarlo?

Uno podría vivir con eso si al menos se pasara los 90 minutos doblado de la risa. Pero no. Apenas una que otra sonrisa en general y dos o tres carcajadas (más de una provocada por Kirieten Wiig quien ni siquiera llega a personaje terciario en la trama). Muy al contrario de lo que Apatow nos tiene acostumbrados, los chistes se sienten forzados y rebuscados. Ni siquiera las interacciones entre los cuates son suficientes para salvar la cinta.

Es una lástima que cuando Apatow decide regresar al asiento de director y trae consigo a todos sus amigos, el resultado sea tan alejado de lo que personalmente me parece interesante de su cine. Claro, sin duda Knocked Up tiene su sello, pero en esta ocasión es mas bien para mal.

De menos podemos ver a Katherine Heigl súper guapa.

Wednesday, April 11, 2012

Burn after reading (Joel y Ethan Coen , 2008) – 7.5/10


Una falsa película de espías, abiertamente cómica, absurda. Una película sin sentido que hace disfrutar mucho de las interpretaciones de los actores acostumbrados de los Coen, más algunos nuevos. Con situaciones y diálogos divertidísimos en una de las ciudades más serias del mundo.

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Todo empieza en la sede de la CIA, de la cual se ven nada más los pisos con los zapatos bien lustrados de sus ocupantes. Osborne Cox (John Malkovitch) está llamado a la oficina de su jefe para significarle su despido. De ahí se van a desencadenar una serie de consecuencias más absurdas las unos que las otras.

Paralelamente, el otro origen de la historia es Linda Litzke (Frances Mc Dormand): se siente envejecer y quiere salir de su soledad. De ahí su búsqueda de novios por internet y la necesidad apremiante de cirugías plásticas para mejorar su aspecto, requerimiento, según ella, para conseguir el interés de un hombre. Su colega de trabajo en el Hardbodies Fitness Center es Chad Feldheimer (Brad Pitt), un descerebrado que masca chicle, bebe Gatorade, vive conectado a su ipod y no deja de agitarse. Calcetines altos y tenis, pelo de punta con mechón rubio le dan una imagen totalmente ridícula de niño crecido. Este personaje trepidante le permite a Brad Pitt sobreactuar sin reserva. Hasta en los momentos graves, vestido de un traje serio, no puede soltar su vaso de cartón y su popote.

Elemento común a Linda y Ozzie : Harry Pfarrer (George Clooney), quien es amigo de Ozzie, amante de la esposa Katie (Tilda Swinton) y amante de Linda. Katie Cox es una mujer con clase, pelo rígido impecable, Traje sastre gris, delgado. Y, of course, acento inglés.

Todos tienen en común un pecado: la codicia: como Cox ha perdido su salario y su estatuto, pretende recuperarlos escribiendo sus « Mémoires », su autobiografía (que no le interesan a nadie ya que es un Don nadie y que además, no tiene ningún talento para escribir). Su esposa, perdiendo el prestigio de tener un esposo trabajando en la CIA, quiere divorciar para vivir con Harry (quien no tiene para nada ganas de verla invadir su vida). Siguiendo los consejos de su rapaz abogado, graba en un CD los estados financieros del esposo. Sobre el mismo CD donde él había grabado su incipiente autobiografía. El CD cae de la bolsa de la secretaria del abogado, en el club donde trabajan Linda y Chad. Él, por amor a la aventura y al dinero, ella por amor a las mejoras físicas, deciden chantajear a Ozzie. Ozzie no se deja. Entonces deciden vender los secretos del CD a los rusos. Porque viven en un mundo irreal, de James Bond, donde la guerra fría no ha terminado. De ahí se van a desencadenar una serie de quiproquos, cada uno más hilarante que el anterior. Pero acabará con unos golpes y hasta un muerto.

La historia profesional (el trabajo de espía) se desarrolla en un nivel paralelo a la historia sentimental (las relaciones extra maritales).

Todos son unos tontos de primera, y todos se creen geniales, irrestibles e instituibles. Cada personaje con su obsesión: Linda, de las operaciones para conseguir su obsesión: un hombre; Chad, del ejercicio, Harry del jogging y del sexo; Ozzie, de su propia importancia; Katie de su estatus y de su divorcio.

Los hombres son todos vulgares; hasta el elegante Cox se vuelve vulgar, bajo la influencia del ocio y del alcohol. La degradación se ve claramente en cambio progresivo de vestimenta: del traje oscuro con corbata de pajarita, acaba en short, bata abierta y pantuflas.

El más patético de todos es Ozzie , atormentado por la injusticia que lo persigue: nadie le presta la menor atención, nadie lo considera importante : ni su padre (escena del barco) ni su esposa (los quesos para la cena son más urgentes que el despido) .

Ahí la selección de John Malkovitch fue un golpe maestro: un actor alto, de personalidad dominante, hasta arrogante, para encarnar a un hombre mezquino y despreciable y mostrar el contraste entre lo que aparenta (en el principio) y lo que es realmente (y aparenta al final).

El lugar de la historia, Washington, Georgetown, tiene también mucho que ver con los juegos de poder: clase, dinero, elegancia. Lugar de toma de decisiones y de contactos al más alto nivel. Como todos ellos piensan jugar en el patio de los grandes y que sus actos tienen alguna influencia. Por cierto, Harry hace su jogging cerca de los lugares emblemáticos de Washington, lo que no tiene sentido ya que no vive en esta zona.

Pero la película gira sobe ella misma. Acaba mordiéndose la cola. Quiproquos y decisiones a partir de nada llevan a construir un asunto de espionaje. Totalmente sin sentido y sin fundamento. Que no puede tener salida. El dialogo final de los dos jefes en la CIA es absurdo: sobre nada, no tienen ninguna información o opinión. ¿será para decirnos que la CIA y los servicios de “inteligencia” hacen como que trabajan, pero en realidad producen humo a partir de nada y para nada? Que hacen mucho ruido para pocas nueces.

Pero queda la impresión de que los directores no saben cómo ni cuándo terminar. El ultimo dialogo es como un acto de magia, de prestidigitador que saca el conejo del sombrero para poder saludar el publico bajo los aplausos. Aunque, hay que reconocerlo, el final funciona. Y la última imagen, tomada desde un satélite alejándose, hace simetría con la imagen de entrada, y nos deja pensando: ¿la CIA tendrá un ojo sobre mí?

The hunger games (Gary Ross, 2012) - 6 /10

Claramente destinada a los adolescentes, la película es entretenida, con una mezcla más o menos equilibrada de acción, suspenso y sentimientos. Con una joven actriz (y personaje) inspirada. Pero deja la impresión al espectador desconocedor de las novelas que se le escapa algo.
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Presentado como el sustituto de Harry Potter, o como el nuevo Twilight, The hunger games llega después del gran éxito de las novelas. Un mundo futuro con un gobierno totalitario donde el pueblo sufre hambre, falta de trabajo y miedo. Liderado con mano de hierro por el presidente Snow (Donald Sutherland), majestuoso, canoso, vestido de un traje oscuro de corte antiguo y amante de las rosas. Es la clara imagen de Lincoln, de los ideales de los principios de Estados Unidos.

El principio de la película presenta a la heroína, Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) en su entorno: su amor por su hermana menor, Primrose (Willow Shields) , sus talentos como arquera, su amistad con Gale (Liam Hemswoth).

Después de este entorno "normal", pero que anuncia el tema de los juegos y las condiciones de hambre del pueblo, se amplía el tema social: hambre, falta de trabajo, mercados donde gente harapienta vende de todo para conseguir algo de dinero.

Entramos en la ciencia ficción y la distopía con la ceremonia de designación de los "tributos", los dos jóvenes que van a representar al distrito. El pueblo contra el poder: policía, políticos. El primer indicio de la distancia entre el mundo de arriba y el mundo de abajo es el de los trajes: uniformes tipo Starwar, ropa estrafalaria de Effie Trinket (Elizabeth Banks), suerte de diputada local: colores vivos del pelo, de la ropa, maquillaje, tacones. Todo en exceso.

En realidad, esto constituye la parte más innovadora y creativa de la película: la creación de un mundo con sus propios estándares estéticos. Muy al estilo Lady Gaga. Al mundo del hambre, en los distritos, se opone el mundo de la abundancia en la sede de los poderes. Desde el tren que los lleva a Panem, la capital: lujo, confort, búsqueda en el mobiliario. Y sobre todo, comida.

En la capital domina una estética inspirada en el imperio romano, como lo hiciera Napoleón (algunos muebles son claramente del estilo Empire), o Mussolini. o sea de régimen autoritaria. Un poco como lo hace Julie Taymor en Titus (1999). Pero mucho más ligera, tal vez porque el público de destino no tiene tales referencias históricas y culturales. La presentación de los tributos en el estadio con el desfile de carros tipo Ben-Hur recuerda claramente el ambiente "Panem et circenses" de la Roma decadente (por cierto la capital se llama Panem. ¿Alguna relación?) Además varios personajes llevan nombres romanos: Flavius, Octavia, Cinna, Cesar, Seneca….

Pero después de esta larga parte introductoria en el mundo futuro empieza la parte propiamente de los juegos. Primero el entrenamiento. Algunos días y no se ve gran cosa. Por cierto, ¿cuál es el papel exacto del mentor del dúo, Haymitch Abernathy (Woody Harrelson). Escondido detrás de su pelo largo y despeinado, no encaja con la estética de la nueva Roma, y se limita a dar unos cuantos consejos a Katniss.

La parte de la pura competencia y su retransmisión me pareció muy larga y, finalmente, poco original. Uno se cree en uno de estos reality shows de sobrevivencia. Y no se puede evitar pensar en precedentes : The running man de Stephen King, escrita en 1985, (mal) adaptada por Paul Michael Glaser (1987) con Arnold Schwarzenegger. O The Truman Show (Peter Weir- 1998) con Jim Carrey, reality show de una vida completa, que se desarrolla bajo un inmenso domo, con miles de cámaras, lo que permite al publico seguir la acción en tiempo real . Aquí, los telespectadores de los juegos pueden apostar e intervenir siendo sponsors y mandando ayuda en una pequeña bola de metal: la pomada milagrosa,comida, o cualquier tipo de joker.

Inevitables, el complot de los malos, la muerte de la niña inocente, Rue (Amandla Stenberg), que además es una niña negra, en una película donde la supremacía blanca parece un hecho para el futuro del país. Esperada, la escena de amor en la gruta.

Interesante, la creación de elementos del bosque o animales que son virtuales pero se introducen al lugar de la competencia y cobran vida.

Ahora, se supone que quien gana es una pareja. Pero no hay igualdad entre estos dos. Peeta (Josh Hutcherson) es de lo más torpe, no tiene iniciativa ni astucia. Tal vez sea guapo, pero no tanto. Siempre sigue a alguien y hasta cuesta creer que se unió a los adversarios para después vencerlos. Obviamente la heroína es más sabia. Y fuerte. Y guapa. De hecho, ella es quien lleva la película. Jennifer Lawrence fue nominada al Oscar para Winter's bone (Debra Granik - 2010). El director la filma de muy cerca. Respeta un punto de vista subjetivo. Ella observa y piensa antes de actuar. Domina a los demás y a la competencia en general, como lo hace encaramada en los arboles. De hecho, en su familia, ella fue quien se encargó de todo después de que su madre se sumió en la depresión después de la muerte del padre. El carácter femenino es aquí totalmente idealizado.

Pero, aparte de las referencias a la cultura romana antigua, a parte de una estética estrafalaria, no queda gran cosa además de una gigantesca competencia de sobrevivencia .Los elementos que podrían ser algo críticos son muy pasajeros como las intervenciones del actor presentador, Caesar Flickerman (Stanley Tucci), con su enorme peluca azul y todo lo falso de su actuación, sonrisas, preguntas, guiños que denuncian claramente lo falso de las emisiones televisivas. O las conversaciones del productor de la emisión, Seneca Crane (Wes Bentley) con el presidente amante de las rosas.

Porque la película se limita a entretener y no presta mucho a la reflexión, social, política o simplemente cultural. Tal vez, los episodios siguientes serán un poco más "adultos".

L'Histoire d’Adèle H. (Francois Truffaut, 1975 ) – 8/10

Basada en hechos reales:el amor apasionado de Adèle, hija menor de Victor Hugo, por un lugarteniente inglés, la película de Truffaut usa de la joven Isabelle Adjani para mostrar la destrucción progresiva de una mente tal vez genial. Una película sobre la obsesión, la fascinación. Una mujer fascinada por un hombre. Un director fascinado por una actriz.

Ficha IMDb

Cuando Adèle llega a Halifax, persiguiendo a su Pinsón, tiene treinta y tres años. Cuando Isabelle Adjani interpreta a Adèle, en su primera película, tiene veinte años, unos ojos profundos y una cara de oval perfecto. Ha sido descubierta dos años antes en la Comédie Française en el papel de Ondine de Giraudoux. Fue una revelación. Es la joven actriz prodigio de quien habla todo mundo. Y Truffaut la escoge para darle vida a esta hija de Hugo a quien nadie conoce porque solo se habla de Léopoldine, la mayor, la que murió ahogada en el Sena con su esposo unos meses después de casarse, y que inspiró tantos poemas de su genial padre.

Adèle es un ser devorado por el amor. El lugarteniente que conoció en Inglaterra dos años antes, quien la sedujo y a quien se entregó, es un joven común y corriente, vividor, seductor y jugador. Y que no se interesa a ella para nada.

En Halifax, ella se esconde en una casa de huéspedes, con la Señora Saunders (Sylvia Mariott) y su esposo. La toman bajo su protección como si fuera su nieta. Sin saber de quién es hija. La vida pasa entre idas a la librería a comprar papel, al banco para recoger las cartas de su padre, y sobre todo el dinero que él le manda, ordenándole volver.

Y ella, además de hostigar a Pinsón, escribe. De día, de noche, sentada, acostada o parada como lo hacía su padre. Escribe su diario, sobre el cual Truffaut y Jean Gruault se basaron para su guión. Reflexiona sobre la creación artística, sobre la condición de las mujeres. "mis hermanas que sufren en los prostíbulos, mis hermanas que sufren en el matrimonio… hay que devolverles su dignidad".

En sus cartas a su familia, cuenta que ya se casaron. Y poco a poco pierde contacto con la realidad. Reza frente al altar que le hizo a su amor, con su foto y velas encendidas.

Truffaut tiene una forma peculiar de filmar las sesiones de redacción. La actriz pronuncia directamente hacia la cámara, o frente a un espejo, lo que el personaje escribe. Parece que habla sola, o que habla constantemente con alguien que no está. Como en un desdoblamiento o tratando de establecer comunicación con alguien. O tal vez en representación delante de sí misma. Cuando en la vida real, los que quieren comunicar con ella, ayudarla, entenderla, se ven rechazados. Como el dueño de la librería (Joseph Blatchley – Whistler) que le regala la edición de Los miserables . O Madame Saunders que se interesa en su juventud sin lograr una palabra amable.

La película da una explicación familiar al desvarió de Adèle: la omnipresencia de Léopoldine: pesadillas donde Adèle se ahoga en aguas tumultuosas, alucinaciones con la ropa de su hermana conservada por la madre en el closet de Adèle y que esta quiere quemar.

Cuando finalmente el batallón de Pinsón se va a Barbados, ella lo sigue, en un trayecto de miles de kilómetros, sola, y ya medio loca.

Allá, pobre, alucinada, presa de fiebres y convulsiones, será rescatada por una mujer negra, quien escribirá a Victor Hugo para organizar el regreso a Francia. De esta ultima parte de la película se colgará Raphael Confiant, escritor martiniqués, para su novela Adèle et la pacotilleuse, escrita en 2002.

El final de la película de Truffaut está hecho de imágenes documentales: fotos de Hugo, de los Campos Elíseos llenos de dos millones de admiradores rindiendo homenaje al catafalco, del hospicio donde Adèle morirá en 1915, de la lapida abandonada . Muerte en los honores para el padre. Muerte en el olvido para la hija. Imágenes documentales para insistir en la veracidad de esta loca historia de amor. Como lo era el comentario en off al principio, para explicar la situación histórica. Como lo son las fotografías de la verdadera hija de Hugo en el álbum de fotos que Adèle le enseña a Madame Saunders.

A medida que Adèle se aleja en la locura, Adjani se aleja en la pantalla. Los planos se hacen más lejanos. El oval blanco de la cara de la actriz deja de ocupar gran parte de la imagen y se ve la silueta completa, encorvada, tambaleante en su vestido rojo, cada vez más roto. Hasta acabar en esta silueta tiesa bajo la gran capa negra, regalo de Madame Saunders. Adèle ya no existe. Su mirada vacía no reconoce a Pinsón cuando lo cruza en las calles de Barbados, ni siquiera lo oye cuando él, con insistencia, la llama.

La fascinación se hace palpable en la escena del asecho a Pinsón visitando de noche a una mujer: la cara de Adjani aparece y desaparece , entre las ramas, entre los barrotes de la escalera, entre los marcos de ventanas. El horror se ve en sus ojos hasta acabar en una extraña sonrisa. Esta "más allá de los celos".

Los demás personajes son puros accesorios, apoyos momentáneos para la obsesión de Adèle. Nada, nadie importa. Solamente ella y su amor. Solamente Adjani..

La mariée était en noir (Francois Truffaut, 1968 ) - 7/10

Otra película negra de Truffaut, no tan poética como Tirez sur le pianiste, pero más elegante, donde Jeanne Moreau , vestida de blanco y negro, comete fríamente cinco crímenes. Pero ¿Quién es realmente el culpable?

Negra Ficha IMDb

Adaptada de William Irish, acompañada de su música, el concertó para mandolina de Vivaldi, Julie Kohler (Jeanne Moreau) la viuda a veces blanca, a veces negra, cumple con su lista de tareas. Anotada en un simple pedacito de papel : cinco nombres.

La construcción impecable de la cinta nos revela poco a poco el porqué de esta extraña y letal obligación. La primera misión, ejecución de Bliss (Claude Rich), durante su fiesta de compromiso, se lleva a cabo en presencia de su testigo Corey (Jean-Claude Brialy) durante una soleada tarde de verano, en un hermoso vestido de noche, largo, completamente blanco, casi un vestido de novia. Nos da parte de la explicación: el nombre de la mujer misteriosa.

La segunda misión, ejecución de Robert Coral (Michel Bouquet) será de noche, con una gran capa negra y guantes blancos y nos dará algo más de información; la escena de la muerte del esposo al salir de la iglesia.

La tercera tomará un poco más de tiempo, en su preparación y en su ejecución, porque Clément Morane (Michel Lonsdale) es un blanco más valioso. Hombre político orgulloso de su poder, con esposa e hijo, se merece una planificación hábil: hablar con el niño, escribir un falso telegrama, hacerse pasar por la maestra. Muy maquiavélica, tierna y divertida con el niño, fría asesina que encierra a su víctima en el closet bajo las escaleras y sella todas las entradas de aire con masking tape para infligir una lente muerte por asfixia, mientras le cuenta cómo ha podido llegar hasta ellos, nuestra viuda viste un impecable traje sastre blanco, de los que gustan a los hombres públicos serios.

Para el cuarto, Delvaux (Daniel Boulanger), dueño de un negocio de coches chocados y metido en asuntos ilegales, viste ropa de cuero negro. Pero la policía llega antes que ella y le quita su presa. Aparentemente, la viuda renuncia y pasa al siguiente, el famoso pintor Fergus (Charles Denner). Para él, la viuda se hará modelo y posará en la túnica blanca de la Diana cazadora y el arma del crimen será…. la flecha. Pero esta vez, deja evidencias: la pintura que Fergus hizo de ella. Y se deja arrestar. Una vez en la cárcel, logra ayudar en la cocina (donde consigue un cuchillo) y en la distribución de comidas a las celdas de los hombres ….

Truffaut mezcla dos niveles. La tragedia de la situación de la viuda, cuyo esposo fue matado el día mismo de la boda, explica la firmeza de su resolución, como lo muestra la escena del confesional adonde va a buscar, no un consejo o la absolución, sino valor para seguir. Pero la comedia deriva de la acumulación de las muertes, y sobre todo del carácter mezquino de estos cinco hombres que no están para nada a la altura de su verdugo. Merecen un castigo por ser tan mediocres y convencidos de su superioridad: él que se cree un Don Juan caerá por la ventana, el que cree en una mujer ideal será envenenado mientras lo seducen en un baile envolvente, el político convencido de su buena moralidad, pero dispuesto a engañar a su mujer morirá asfixiado, el artista convencido de su talento y su éxito con las mujeres, será atravesado por la flecha de una diosa.

La información sobre la viuda y sus motivos esta sabiamente destilada en cada etapa de la ejecución. La telaraña se teje inexorablemente. Como es inexorable el disparo a las 10 horas 20, momento que Truffaut repite tres veces. Y la elegancia, el porte de Jeanne Moreau, su voz fría y los trajes diseñados por Pierre Cardin acentúan la enorme distancia entre ella y ellos: no le pueden escapar. Ninguna simpatía para ninguno de los personajes. La frialdad que Julie se ha impuesto, que le permite soportar/evitar su propio dolor, hace que ella no pueda recibir atención de nadie. La llamada que hace para liberar a la institutriz cuyo nombre usó, es, aparte de los juegos con el niño (recordemos: siempre hay un niño en las películas de Truffaut) el único momento de humanidad. (O tal vez lo sea tambien su atención a las plantas en el lugar de cada crimen) .Y la escena, vista desde el avión, de los alumnos lanzándose a abrazar a su maestra liberada, es representación de todo lo que Julie nunca tendrá. Al final, lo único que queda es el plano muy largo de un pasillo de cárcel, vacio detrás de las rejas.

Una película, fácil tal vez, pero que atrapa. Parece claro que Quentin Tarantino ha sido influenciado para sus Kill Bill (2003-2004). Pero lo niega.

La chambre verte (Francois Truffaut, 1978) - 6.5/10

Retrato de una obsesión, La chambre verte (el cuarto verde) es la historia de un hombre que les rinde culto a los muertos, apartándose de los vivos, y muere de ese amor.

Ficha IMDb

A partir de novelas cortas de Henry James , El altar de los muertos, La bestia en la jungla, Los amigos de los amigos, Truffaut construye une nueva historia de amor obsesivo, ese amor infinito hacia alguien que, como en L'Histoire d'Adèle H. , no responde. Porque Julien Davenne (Francois Truffaut), en su pequeña ciudad del este de Francia, dedica su vida a los muertos. En 1928, dos años después de que terminó la sangrienta primera guerra mundial, sigue habitado por el recuerdo de los combates, como lo muestran los créditos de principio, donde su cara sin afeitar y con casco de soldado, se sobrepone a imágenes azules de las trincheras.

Así mismo, la muerte de su esposa, ocurrida durante la luna de miel, tampoco lo deja. Ha convertido un cuarto del primer piso de su casa en lugar de culto. Es la habitación verde, donde solo él puede entrar.

Vive con su ama de llaves, Madame Rambaud (Jeanne Lobre) y un niño sordo mudo, Georges (Patrick Maléon). (Truffaut también actuaba en su película L'Enfant sauvage (1969) como el Profesor Itard , quien trató de educar a un niño encontrado en el bosque. De día, siempre vestido de negro, Darenne trabaja en el periódico local, donde redacta los artículos necrológicos.

Al asistir a un entierro en el cementerio, descubre una capilla abandonada y decide convertirla en lugar de cultor para todos sus amigos muertos. Invita a participar en el proyecto a Cecilia (Nathalie Baye) , una joven que conoció en la casa desubastas, cuando buscaba un añillo que le perteneció a sus esposa.

Así como la vida de Darenne está completamente concentrada sobre un solo tema, la película se encierra: la casa, las oficinas del periódico, la casa de subastas, lugar de encuentros con Cecilia, el cementerio, la capilla, son todos lugares cerrados y en penumbras. De hecho, se usó la misma casa para varios de los escenarios. Y Más de la mitad de las escenas de la película pasan de noche .

Davenne, contrariamente a Adèle, se expresa poco. Vive totalmente ajeno a los demás. Adèle, ella, escribe.

Frente a él, Cecilia encarna la vida, la necesidad del olvido. Para ella, Truffaut usa planos largos al contrario de Davenne para quien uso una sucesión de planos cortos, como para significar que Davenne no tiene el aliento suficiente para mantenerse en la vida. Los momentos sucesivos de su existencia pausada están separados por disolvencias en negro. Nunca se sabe bien cuanto tiempo pasa entre una escena y la siguiente.

Las imágenes de los créditos de principio vuelven en las fotografías que Darenne enseña a Georges, el pequeño sordo mudo: de fotos de insectos pasan a ser fotos de soldados muertos, y el niño repite las explicaciones de su tutor en sonidos inarticulados: el horror de la muerte y de la guerra no tiene palabras.

El niño, castigado por romper una placa fotográfica, huirá de noche (como el pequeño Doinel de Les 400 coups) y acabará en la estación de policía por robar un maniquí de mujer en un escaparate. Cecilia lo encontrará y lo sacará. El niño, rechazado por el poder paterno, busca a una imagen de su madre muerta, como Davenne busca revivir a su esposa.

La habitación verde es una película "clásica" de Truffaut : en ella se encuentran los temas recurrentes en la obre del cineasta. Ya hablamos del amor obsesivo hacia un ser que se escapa, el Pinsón de Adèle, la esposa, los amigos muertos de Davenne.

También tenemos la presencia de un niño: Enfant sauvage, niño "delincuente" Doinel o Georges, niño escondido bajo el escritorio en el banco de Halifax, niño del padre asesino en la Mariée était en noir, hermanito del pianista.

Igualmente están los lugares de encierro: el cuarto de Adèle, la jaula, la celda y el Centro de Observación de Doinel, la casa y la capilla de Davenne.

El altar para el objeto del culto pasa de ser dedicado a Balzac en Les 400 coups, a Pinsón en l'Histoire d’Adèle H.y adquiere con Davenne todo su esplendor: una capilla entera, con el retrato de la esposa en el centro. Pero el culto se vuelve totalmente irracional y fuera de medida porque la capilla encierra fotos de todos los que Davenne ha conocido, aunque los haya visto solamente una vez. Es una colección fuera de control. Y las dos o tres velas para Balzac o Pinsón son ahora multitud. Ahora la única forma de ponerle fin a la obsesión, de cumplir y acabar con el compromiso es que Davenne muera en su capilla. "Falta un cirio para que la figura sea completa!". El cirio es el suyo. La muerte del personaje, de agotamiento mental más que físico, es mística, casi sobrenatural, inexplicable medicamente hablando, como en las novelas románticas o góticas.

Como en las novelas de Edgar Poe, y en la literatura fantástica en general, el límite entre mundo de los vivos y mundo de los muertos, entre real e irreal, es difícil de trazar. Como en Edgar Poe, el personaje trata de mantener viva la muerta con una imagen de cera. Habla con ella, en el cuarto verde y en el cementerio. Como en una novela gótica, pasa mucho tiempo en el cementerio. Inclusive, el día que encuentra la capilla abandonada, es porque anda perdido por culpa de la bruma.

El culto de los muertos es tema recurrente en la literatura fantástica: los muertos viven entre los vivos, y los vivos pasan al otro lado. Porque el amor es tan grande que no puede acabar con la muerte del ser amado. O con su desinterés, que es muerte en vida.

Es seguramente la película la más extraña, oscura y claustrofóbica de Truffaut, probablemente una de las más personales y profundas. Pero no es la más amena. Ciertamente la más religiosa, en el sentido amplio de la palabra. La más melancólica y por ende la más gótica.

Tirez sur le pianiste (Francois Truffaut – 1960) – 8/10

A partir de una historia de suspenso y acción, Truffaut hace una historia poética y delicada, en blanco y negro, mezclando los géneros, suspendiendo el tiempo para hablar de amor, mujeres y destino. Con Charles Aznavour , cerrado sobre si mismo.

Ficha IMDb

La pelicula se presenta como un recorrido de lo negro a lo blanco, de la noche de las primeras escenas hasta los campos de nieve que rodean la casa en la montaña, casa de la familia, casa de las origenes donde Léna muere, inocente victima de la vida pasada de Charlie. Como en Les 400 coups, Truffaut se divierte dejando partes del cuadro en la oscuridad, llevando sus personajes de las zonas claras a las oscuras, en los departamentos, las casas (escaleras, sótanos , pasillos), como en sus vidas y sus caracteres.

Adaptando una novela policíaca de David Goodis, Truffaut la modifica y la pervierte hasta quitarle todos los elementos de suspenso. El humor domina y los malos se vuelven buenos. O al menos divertidos. A cada momento de suspenso, en particular las persecuciones, corriendo, caminando o manejando, Truffaut levanta el pie, pide pausa, y cambia la velocidad. La trama policíaca determina el desarrollo de la historia, pero, en cada etapa se suspende para dar paso a una digresión.

Chico Saroyan (Albert Rémy, el padrastro de Antoine Doinel en Les 400 coups ) perseguido al principio, en la oscuridad de una calle muy, muy oscura, pasa unos largos minutos escuchando a un desconocido contándole su matrimonio y la evolución de su amor hacia su esposa, antes de volver a ser perseguido, cuando el hombre llega a su casa.

Después de su día de trabajo, Lena (Marie Dubois) y Charlie Kohler (Charles Aznavour) caminan tranquilamente, en sus dos gabardinas iguales, acompañados por la voz interior de Charlie dándole consejos de seducción, mientras la cámara multiplica los planos cercanos a la mano de Charlie que trata de acercarse a la de Léna. Hasta el momento en que ella enseña los dos perseguidores en su espejo de bolsillo, en un plano absolutamente imposible. Y, mientras los consejos estratégicos siguen, Lena desaparece y Charlie se queda solo.

Sin olvidar el secuestro de Lena y Charlie por los dos malvados, los hermanos Ernest (Daniel Boulanger) y Momo (Claude Mansart), en un larguísimo trayecto en el periférico, intercambiando anécdotas y opiniones sobre las mujeres, hasta que Lena provoca la intervención de la policía, permitiéndole escapar con Charlie.

Tal vez el momento más divertido y absurdo sea cuando Plyne (Serge Dayri), el dueño del bar y enamorado de Léna, trata de estrangular a Charlie, al mismo tiempo que discurre sobre la pureza de las mujeres.

Así, el tema central son las mujeres, los diferentes tipos de mujeres, amiga, amante, esposa, y las opiniones de los hombres sobre ellas. En las largas discusiones masculinas, palabras y frases se repiten de un hombre al otro, mostrando que finalmente, todos piensan lo mismo. Del más tímido, Charlie Kohler (Aznavour) al más burdo, Ernest o Momo.

Lena (Marie Dubois) encarna al amor romántico, discreto sin ser callado o pasivo. Ella toma la iniciativa frente a un Charlie casi mudo, inmóvil, de mirada ausente.Clarisse (Michele Mercier), la vecina prostituta, encarna el amor físico, libre, frente a un Charlie desinhibido.

La estructura narrativa integra dentro de la historia policíaca un flash back narrado por Léna quien relata en segunda persona el pasado de Charlie. La verdad, en lugar de ser producto de la confesión del hombre, viene como resultado de la atención apasionada de la mujer. Charlie sigue siendo él que no habla. El espectador consigue así todas las explicaciones que necesita, pero se mantiene un distanciamiento y una frialdad en el trato del carácter masculino.

Erase una vez un pianista virtuoso Édouard Saroyan, famoso gracias al contrato que le hizo el gran empresario Lars Schmeel (Claude Heymann) pero víctima de una timidez enfermiza. Cuando finalmente logra vencer su problema y disfruta plenamente talento y fama, su esposa Thérésa (Nicole Berger ) le revela que ella consiguió el contrato al entregarse a Schmeel. A pesar de la voz interior que le sugiere abrazar a su esposa, Edouard sale, para volver inmediatamente, pero demasiado tarde, ya que su esposa se tiró por la ventana. Esta culpabilidad es la explicación de la situación actual: pianista en un café de barrio, donde acompaña a un Bobby Lapointe brincando, igual de tieso que el pianista. Notese que en 1960, el cantautor era todavía desconocido.

Charlie se siente responsable de su familia al mismo tiempo que quiere apartarse de todo tipo de problemas: cuida a su hermano menor Fido (Richard Kanayan). Es una constante en las películas de Truffaut quien se las arregla para introducir a un niño en cada una de sus películas, aunque sea solamente una presencia discreta. Pero siempre provocando el afecto de su personaje protagónico.

Todo apoyado por una maravillosa música de Georges Delerue, en los momentos claves de la emoción o la introspección.

Una película negra, por el destino de sus personajes, trágico en cierta forma, iluminada por momentos de ternura o de humor. Como lo sombrío de Aznavour es suavizado por la luz de Marie Dubois. Una hermosa película, que anuncia lo mejor de Truffaut.

Thursday, April 5, 2012

True heart ( Catherine Cyran, 1999 ) - 4/10


Bonita película para educación de los adolecentes, en los bosques de Canadá: respetar y admirar la sabiduría de la naturaleza, aceptar la decisiones de los adultos y superar las perdidas.

Ficha salvaje IMDb

No hay mucho que decir sobre esta película muy sencillona y linda. Con dos hermanos gemelos, Sam (Zachery Ty Bryan ) y Bonnie (Kristen Dunst), Después del accidente del avión que los llevaba a vivir a Vancouver con su madre y su padrastro, después de la muerte de su padre, están ayudados por un indio de los bosques, Khonanesta (August Achellenberg). Este les enseñará como sobrevivir en el bosque, usando los recursos de la naturaleza, y les contara la historia del oso protector.

Pero, obviamente, hay hombres malos en el bosque, que son, obviamente también, cazadores furtivos, a la búsqueda de osos para vender sus pieles.

Y obviamente, Bonnie es impulsiva y quiere hacer las cosas sin pensar. Y, obviamente, está enojada con su madre por volverse a casar.

Todo terminará como se debe: el indio, sospechado de ser cazador furtivo, será reconocido, el padrastro se comportará como héroe. Los niños habrán madurado y el oso salvará a todos a matará a los malos.

Pero los paisajes son preciosos, y los animales también.

Les 400 coups (Francois Truffaut, 1959) - 7/20


Inspirada de varias anécdotas vividas por el propio Truffaut, la película que señaló el arranque de la Nouvelle Vague francesa. Divertida y tierna al mismo tiempo que desesperada sobre el trato a la niñez en estos tiempos.

Ficha IMDb

Una película en blanco y negro que empieza por un paseo a través de Paris, teniendo siempre en la mira a la Torre Eiffel. Con unas vistas de los barrios norte de la ciudad dignas de las fotografías de Doisneau. Como lo son las tomas del salón de clase.

El titulo viene de la popular expresión francesa: “faire les 400 coups”, (dar los 400 golpes) que significa: hacer todas las tonterías posibles. La mayor parte de la película y de los problemas de Antoine Doinel tiene lugar en el salón de clase. Más precisamente con el profesor de francés. Estos roces, aunados a los de la casa, sobre todo con su madre, llevaran al niño, en un efecto dómino a un Centro de Observación para menores delincuentes, y de ahí a escapar.

Para interpretar al adolescente Antoine se escogió a Jean-Pierre Léaud, un niño muy talentoso. Con él Truffaut seguiría en varias películas que constituyen la saga de Antoine Doinel : Antoine et Colette, en la película en sketchs L’Amour à vingt ans (1962), Baisers Volés (1968), Domicile conjugal (1970), L’amour en fuite (1979), que narran la vida sentimental y conyugal del personaje . Ttambién con el hizo La nuit américaine (1973). Resulta divertido y enternecedor reconocer en el niño actor de 13 años, los gestos, expresiones y movimientos que Jean-Pierre Léaud tendría de adulto: algunas inflexiones de la voz, la forma de pasarse la mano en el pelo. Cierta torpeza en la forma de desplazarse. Pero este niño tiene una presencia en pantalla impresionante. Como lo muestra la escena de la entrevista con la psicóloga. Ella, en voz off, le pregunta a Antoine sobre su vida, su familia, sus gustos, su abuela, de cómo su madre quiso abortarlo. Y él en plano fijo, en varias escenas que se suceden con disolvencias, habla. De todo. Con un aplomo, una sinceridad, una fuerza impresionante. Y un talento actoral cautivador.

Es el primer largo metraje de Truffaut. Fue recibido en Cannes con aplausos, ayudado por los amigos del director, los miembros de esta pandilla que quería hacer cine de forma diferente del cine francés de la época, el que Truffaut mismo, con Rohmer, Rivette, Godard y demás atacaban con tanta virulencia y mala fe en los Cahiers du Cinema. ¡Por cierto, uno de los compañeros de Antoine en el salón de clase, se llama Chabrol! Parece que el entusiasmo de 1959 frente a este “obra maestra” ha decaído un poco. Pero quedan algunas características que serán las de la Nueva Ola: historias sencillas, tomadas de la vida real de la gente normal, escenarios reales. Aquí tenemos una familia de recursos modestos, con una madre soltera, Gilberte (Claire Maurier) que se casó después de nacer su hijo. Ella trabaja en una oficina y engaña a su esposo. Él, hombre de buen corazón, reconoció al niño y lo trata lo mejor que puede. Viven en un departamento muy pequeño y Antoine duerme en un catre en la entrada. En la cena, se habla de problemas de dinero. O se decide ir al cine ver Paris nous appartient de Rivette.

La película nos da también un muy bien testimonio del ambiente, la disciplina y la pedagogía en las escuelas de la época, en clases de francés e inglés, ante las cuales los niños de hoy se rebelarían. Como la lección de poesía, la clase de inglés, o la humorística escena del profesor de deporte llevando a sus alumnos a algún terreno alejado de la escuela. Conforme cruzan las calles, los niños van desapareciendo de la formación y el maestro acabará con dos.

A Antoine no le gusta mucho la escuela, y no le cae muy bien a su maestro de francés (Guy Decomble), llamado “Petite feuille”(hojita ) por sus alumnos. Y se deja tentar por las buenas ideas de su amigo René (Patrick Auffay) quien tiene siempre la solución para todo: una nota de ausencia firmada por la madre, una mentira eficaz, un lugar para dormir, el contacto para vender una máquina de escribir robada.

Los problemas se ponen serios cuando Antoine trata de cumplir con la promesa que le hizo a su mama de obtener un 10 en la composición de francés: restituye exactamente el final de A la recherche de l’absolu de Balzac, autor que admira con fervor al punto de tenerle un pequeño altar con una vela, que provocará un incendio en el departamento. El maestro cree a un plagio, castiga. Y Antoine se fuga. Se refugia en casa de René, y deciden robar una máquina de escribir para ganar algo de dinero.

A partir del momento en que Antoine es llevado a la policía por el robo de la maquina en la oficina de su padrastro, el tono cambia: parte de la noche en la “jaula” de la estación de la policía, el traslado hacia la prisión, de noche en las calles iluminadas de Pigalle, formalidades de entrada, registro fotos. Todo en la más grande soledad, como si fuera un adulto. Truffaut logra transmitirnos, en forma muy sencilla y autentica, el sentimiento de abandono del niño.La celda con paredes húmedas, la cama sin sabanas, la taza de café infecto. El cigarro fabricado con restos de tabaco sacados de los bolsillos y enrollados en un trozo de papel.

El Centro de Observación de jóvenes delincuentes recuerda a La Tête contre les murs de Franju (1959), con una extraña jaula en el jardín, como las de los zoológicos para los pájaros. Pero ahí encierran a las niñas, seguramente para protegerlas de los jóvenes internos. Uno de los jóvenes internos le explica a Doinel la importancia de cuidar su comportamiento, sus miradas y sus palabras durante la entrevista con la sicóloga: de ahí podrían mandarlo a la prision o a Sainte Anne, el hospital siquiátrico. Exactamente lo que le pasa al personaje de Franju, en un engranaje administrativo que nada puede detener. Trabajo, comidas, visitas. André se presenta pero no puede entrar. La madre viene. Y finalmente, durante un partido de football, Antoine huye. Y corre, corre, corre en un largo plano-secuencia que lo muestra de perfil, corriendo siempre del mismo paso, pasando campos, granjas, vacas, hasta llegar al mar. El mar que soñaba ver desde siempre. Verdad o sueño?

Pero, en media de tanto drama y desesperanza, a la película no le faltan momentos de buen humor. Como este divertido intermedio: la noche que Antoine pasa fuera de su casa, camina en Paris, se roba una botella de leche ( ¿escena copiada por Scorcese en Hugo?) y se encuentra con una señora que ha perdido a su perro. Se trata ni más ni menos de Jeanne Moreau. Un señor aleja a Antoine para encargarse de ayudar a la pobre señora: Jean Claude Brialy. ¡Hablábamos antes de la banda de amigos de la Nouvelle Vague!

Contagion ( Steven Soderbergh , 2011) – 6.5/10

Entre película de ciencia ficción, de terror tal vez, de suspenso, Contagio tiene una resonancia muy particular porque se hizo un año después de lo que en realidad sucedió con el nuevo virus de gripe que apareció en 2009. Y resonancia aún más fuerte aquí en México porque es aquí donde se vivió tal vez con más intensidad el peligro del contagio y la angustia frente a una nueva enfermedad. Más que en otros países.

Ficha IMDb

La película tal vez no sea tan original, tal vez por esa particular circunstancia de estar tan parecida a algo realmente vivido. Pero el interés de la película reside en el intento de darle profundidad al carácter de los personajes protagónicos. Cada uno tiene algo más que solamente su desempeño en la evolución del contagio. Hay motivaciones, hay acciones, hay actitudes sutiles, no tan estereotipadas. O tal vez sí sean estereotipadas, pero la película las enseña con discreción, sin insistir para provocar el enternecimiento del espectador. Sin jamás caer en lo llamativo, el efectivísimo de provocar compasión.

Por ejemplo, Mitch Emhoff (Matt Damon) , el esposo que se entera de la infidelidad de su esposa, al mismo tiempo que le informan de su muerte. La investigadora Erin Mears (Kate Winslet) que se contagia y se encuentra finalmente en el mismo estadio donde ella organizó el hospital de emergencia, acostada en medio de todos los enfermos, como cualquiera de ellos. Y, al punto de morir, trata, con toda su debilidad física, de pasarle su cobija a su vecino quien se queja del frio. Se muere en la más grande de las discreciones y de los olvidos.

O el Dr Ellis Cheever (Laurence Fishburne) quien, solo para proteger a su futura esposa, se vuelve “traidor” y será enjuiciado por divulgar información confidencial. O la forma en que Mitch, dominado por el miedo, protege en forma obsesiva a su hija, hasta el día en que, todo peligro terminado, le prepara todo para la fiesta de la escuela.

Interesante también el papel de las redes sociales, con ese personaje medio loco y muy caricaturesco, Alan Krumwiede (Jude Law), y el peligro que puede representar la difusión descontrolada de información, de rumores. El contagio de las ideas, o lo que se maneja como ideas. Cosa que no tuvimos que sufrir cuando se dio realmente la epidemia en el México de 2009.

Ahora bien, la película presenta escenas tradicionales en películas de fin del mundo: todos los problemas provocados por el miedo, el miedo de carecer de algo, tal vez en el fondo el miedo a la muerte. Las escenas de pánico, de turbas que se lanzan al asalto de las farmacias, o de los camiones de abastecimiento. O como cualquier información, cualquier hecho puede convertirse en un caos. Por el descontrol, por el miedo. El miedo de uno se pasa al otro, y así sucesivamente. Ahí está otro tipo de contagio.

La película no busca efectos, se queda en algo muy frio, muy distante. Y es lo que la hace finalmente muy extraña, porque se trata de hechos que vivimos, que vivimos con angustia y que se ven planteados como si fueran de ficción. Porque no es documental, es película de ficción, pero es ficción de algo real. Cosa que provoca un cierto malestar en el espectador.

Tuesday, April 3, 2012

The constant gardener (Fernando Meirelles, 2005) – 6/10


Adaptación de la novela de John le Carré publicada en 2000, es un drama de denuncia de la complicidad entre las burocracias europeas colonialistas con las acciones altamente lucrativas de las compañías farmacéuticas en África.

Ficha IMDb

Dominada por colores rojos, cobrizos, grises azulados, plateados, la imagen quiere llevar al espectador a una sensación extraña de un mundo lejano, que se rige por otros valores, sociales, culturales, de belleza, de música. Un mundo donde las formas de pensar y reaccionar serian diferentes de las occidentales, lo que justificaría los juicios descalificantes, y, en consecuencia, el uso de “esa” gente como si fueran animales de laboratorio. Criaturas de un mundo ajeno. Impresión reforzada por las numerosas tomas en cámara al hombro, movidas como en un documental.

Como es ajena para Justin Quayle (Ralph Fiennes), diplomático británico , la vida y las intenciones de su esposa, Tessa (Rachel Weisz), Esos dos seres de personalidades tan opuestas se atraían mutuamente . El inglés, cuyo amor a la jardinería es muestra de su flegmatismo y su desapego con las pasiones humanas, es, más que fiel, ajeno. Se dejó seducir por ella. Se dejó influenciar para llevarla a África. Al punto que uno se puede preguntar si, en realidad, ella no lo organizó todo, si no le tendió una trampa, sabiendo que él era para ella una posibilidad para ir a África y conseguir la oportunidad de llevar a cabo su investigación para su artículo. Protegida por el estatuto diplomático de su esposo.

El jardinero, y tal vez por el aura romántica de Ralph Fiennes, parece un hombre inocente caído. Visión romántica que culmina con el final del hombre, que lleva a sus perseguidores hasta un fin del mundo, a la orilla del mar (rio), sabiendo que ahí lo van a matar. Un suicidio. Un acto ultimo de alguien que no sabe cómo vivir. Y sobre todo que no sabe cómo actuar.

Así, llevado muy a pesar suyo a poner los pies en la tierra después del asesinato de su esposa, para entender que ha pasado. Y sobre todo porque y por quien ha pasado, él se pone en marcha y ve caer una después de la otra las mascaras que llevan sus “amigos”. Es la historia de un contacto obligado con la realidad y sus maldades.

Pero la película quiere ser demasiado artística, contemplando paisajes, flamencos, lagos y niños, y eso le quita la fuerza que debía tener para ser un verdadero trabajo de denuncia de los abusos de las grandes compañías farmacéuticas. O hasta para ser un verdadero thriller. Uno se sorprende a bostezar. Porque todo eso carece bastante de fuerza de convicción.

The iron lady (Phyllida Lloyd , 2011) – 8/10

Es una película biográfica, pero que no quiere presentar en forma objetiva a la vida de Margaret Thatcher, mujer primer ministro, una de las primeras mujeres a asumir un papel de poder, y una de las más temidas. En realidad, la historia de la película se centra en tres días, el tiempo en que ella finalmente se decide a limpiar los closets de todas las pertenencias de Denis, su esposo fallecido unos meses antes.

Ficha IMDb

Margaret Thatcher fue una de las primeras mujeres en asumir un papel tradicionalmente masculino: primer ministro. Antes de ella, Indira Gandhi en la India, Golda Meir en Israel. Thatcher fue la primera en uno de los países europeos, más apegados a sus viejas costumbres de supremacía masculina. Y en un país con fama de tradicionalista.

Se ve su vida de anciana en su casa con la gente que la rodea: su hija y la familia de esta, su asistente. Las obligaciones que todavía tiene, como firmar libros, una cena entre familiar y medio oficial con gente que ella aparentemente no conoce. Pero sobre todo se ven los problemas los problemas y las angustias personales en relación con sus hijos y su esposo.

La persona del esposo difunto se hace a cada rato presente porque, para empezar, ella está enferma: padece de Alzheimer, y tal vez por algún sentimiento de culpabilidad hacia sus hijos, y aun más hacia el esposo. Se va contando su vida personal, desde los años en que era la hija joven de un tendero, con los principios y valores de este. Al lado de una madre muy tradicional y relegada. Que no puede abrazar a su hija cuando recibe la carta de aceptación a Oxford, porque tiene las manos mojadas por estar lavando trastes. Poco a poco, Margaret va subiendo los escalones del partido conservador. Mujer sola entre hombres. Único traje de color entre trajes oscuros. La película parece disfrutar de estos momentos de contraste entre un mundo masculino y una soledad femenina que es bastante fuerte para hacer contrapeso.

Se ven los momentos importantes en la historia del Reino Unido en esos años del siglo XX: movimientos sociales muy violentos, manifestaciones y represión, la guerra de las Malvinas. Pero solamente como un marco para recalcar las posiciones adoptadas por Thatcher.

Es interesante ver que, en el papel de su esposo, esta Jim Broadbent , quien obtuvo el Oscar de papel secundario por interpretar al esposo de Iris Murdoch, al lado de Judi Dench , como la poetisa anciana , también presa de Alzheimer, en Iris ( Richard Eyre – 2002).

Pero finalmente lo que sobresale en la cinta es la actuación extraordinaria de Meryl Streep. Claro, hay que aceptar que la parte del maquillaje es excelente. Pero el trabajo de interpretación en el caminar encorvado, la forma de hablar, de dominar a los demás, los movimientos de las manos, la presencia imperativa, casi de reina. Eso es trabajo de la actriz. Una recreación fascinante.

Algunas escenas son memorables, como el consejo de ministro en que reprenda al ministro a su lado, le corrige un discurso al mismo tiempo que lo humilla con sus críticas. Se enoja como una madre, o una maestra de los viejos tiempos frente a un niño desobediente. Y, lo más escalofriante: nadie dice nada. Todos estos hombres tiemblan de miedo. O esta escena de llegada en Versalles, como una reina seguida por su cortejo. O bailando con Bush.

Sus manos, siempre arregladas, sus uñas perfectas, su forma de moverlas. Sus joyas: el doble collar de perlas, por sus dos hijos, sus prendedores. Era una mujer de trabajo, una mujer de poder. Pero al mismo tiempo llevando una vida familiar, cocinando para los suyos.

Y lo extraño de la cinta es que nunca se menciona a la otra reina, Elizabeth, quien también tuvo su película, (The Queen, Stephen Frears – 2006) no tan biográfica, sino centrada sobre una momento particular, la muerte de Diana, película que también tuvo una gran intérprete Helen Mirren.

Porque parece que la dama de hierro nunca tuvo mujeres alrededor de ella, nunca les dio la más mínima oportunidad. Prueba de que no actuó por convicción feminista, solo por pura ambición de poder personal. Y, aparentemente convencida de que su camino, el camino del trabajo arduo, era el único aceptable. Muy interesante su reflexión al Doctor que le pregunta cómo se siente. Y, ella, con todo y vejez y Alzheimer, le da una clase sobre la superioridad del razonamiento y de la acción sobre los sentimientos.

Pero no hay que esperar de la película una explicación sobre la situación económica, las decisiones, políticas de su gobierno. No es la meta que se dio la directora. Es más una visión personal de un ser humano y de su evolución. Es también una lección: como alguien tan duro, intransigente, implacable, puede volverse tan frágil y lastimoso.