Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, April 11, 2012

Burn after reading (Joel y Ethan Coen , 2008) – 7.5/10


Una falsa película de espías, abiertamente cómica, absurda. Una película sin sentido que hace disfrutar mucho de las interpretaciones de los actores acostumbrados de los Coen, más algunos nuevos. Con situaciones y diálogos divertidísimos en una de las ciudades más serias del mundo.

Ficha IMDb

Todo empieza en la sede de la CIA, de la cual se ven nada más los pisos con los zapatos bien lustrados de sus ocupantes. Osborne Cox (John Malkovitch) está llamado a la oficina de su jefe para significarle su despido. De ahí se van a desencadenar una serie de consecuencias más absurdas las unos que las otras.

Paralelamente, el otro origen de la historia es Linda Litzke (Frances Mc Dormand): se siente envejecer y quiere salir de su soledad. De ahí su búsqueda de novios por internet y la necesidad apremiante de cirugías plásticas para mejorar su aspecto, requerimiento, según ella, para conseguir el interés de un hombre. Su colega de trabajo en el Hardbodies Fitness Center es Chad Feldheimer (Brad Pitt), un descerebrado que masca chicle, bebe Gatorade, vive conectado a su ipod y no deja de agitarse. Calcetines altos y tenis, pelo de punta con mechón rubio le dan una imagen totalmente ridícula de niño crecido. Este personaje trepidante le permite a Brad Pitt sobreactuar sin reserva. Hasta en los momentos graves, vestido de un traje serio, no puede soltar su vaso de cartón y su popote.

Elemento común a Linda y Ozzie : Harry Pfarrer (George Clooney), quien es amigo de Ozzie, amante de la esposa Katie (Tilda Swinton) y amante de Linda. Katie Cox es una mujer con clase, pelo rígido impecable, Traje sastre gris, delgado. Y, of course, acento inglés.

Todos tienen en común un pecado: la codicia: como Cox ha perdido su salario y su estatuto, pretende recuperarlos escribiendo sus « Mémoires », su autobiografía (que no le interesan a nadie ya que es un Don nadie y que además, no tiene ningún talento para escribir). Su esposa, perdiendo el prestigio de tener un esposo trabajando en la CIA, quiere divorciar para vivir con Harry (quien no tiene para nada ganas de verla invadir su vida). Siguiendo los consejos de su rapaz abogado, graba en un CD los estados financieros del esposo. Sobre el mismo CD donde él había grabado su incipiente autobiografía. El CD cae de la bolsa de la secretaria del abogado, en el club donde trabajan Linda y Chad. Él, por amor a la aventura y al dinero, ella por amor a las mejoras físicas, deciden chantajear a Ozzie. Ozzie no se deja. Entonces deciden vender los secretos del CD a los rusos. Porque viven en un mundo irreal, de James Bond, donde la guerra fría no ha terminado. De ahí se van a desencadenar una serie de quiproquos, cada uno más hilarante que el anterior. Pero acabará con unos golpes y hasta un muerto.

La historia profesional (el trabajo de espía) se desarrolla en un nivel paralelo a la historia sentimental (las relaciones extra maritales).

Todos son unos tontos de primera, y todos se creen geniales, irrestibles e instituibles. Cada personaje con su obsesión: Linda, de las operaciones para conseguir su obsesión: un hombre; Chad, del ejercicio, Harry del jogging y del sexo; Ozzie, de su propia importancia; Katie de su estatus y de su divorcio.

Los hombres son todos vulgares; hasta el elegante Cox se vuelve vulgar, bajo la influencia del ocio y del alcohol. La degradación se ve claramente en cambio progresivo de vestimenta: del traje oscuro con corbata de pajarita, acaba en short, bata abierta y pantuflas.

El más patético de todos es Ozzie , atormentado por la injusticia que lo persigue: nadie le presta la menor atención, nadie lo considera importante : ni su padre (escena del barco) ni su esposa (los quesos para la cena son más urgentes que el despido) .

Ahí la selección de John Malkovitch fue un golpe maestro: un actor alto, de personalidad dominante, hasta arrogante, para encarnar a un hombre mezquino y despreciable y mostrar el contraste entre lo que aparenta (en el principio) y lo que es realmente (y aparenta al final).

El lugar de la historia, Washington, Georgetown, tiene también mucho que ver con los juegos de poder: clase, dinero, elegancia. Lugar de toma de decisiones y de contactos al más alto nivel. Como todos ellos piensan jugar en el patio de los grandes y que sus actos tienen alguna influencia. Por cierto, Harry hace su jogging cerca de los lugares emblemáticos de Washington, lo que no tiene sentido ya que no vive en esta zona.

Pero la película gira sobe ella misma. Acaba mordiéndose la cola. Quiproquos y decisiones a partir de nada llevan a construir un asunto de espionaje. Totalmente sin sentido y sin fundamento. Que no puede tener salida. El dialogo final de los dos jefes en la CIA es absurdo: sobre nada, no tienen ninguna información o opinión. ¿será para decirnos que la CIA y los servicios de “inteligencia” hacen como que trabajan, pero en realidad producen humo a partir de nada y para nada? Que hacen mucho ruido para pocas nueces.

Pero queda la impresión de que los directores no saben cómo ni cuándo terminar. El ultimo dialogo es como un acto de magia, de prestidigitador que saca el conejo del sombrero para poder saludar el publico bajo los aplausos. Aunque, hay que reconocerlo, el final funciona. Y la última imagen, tomada desde un satélite alejándose, hace simetría con la imagen de entrada, y nos deja pensando: ¿la CIA tendrá un ojo sobre mí?

1 comment:

  1. Los hermanos Coen son, después de todo, los cineastas del absurdo. Ya antes han puesto en evidencia el sin sentido de la vida, a diferentes niveles. Es el caso en la fantástica The Man Who Wasn’t There y No Country for Old Men. Es el caso con casi toda su filmografía.

    La cinta termina, creo yo, de la única manera posible, con una admisión explicita del absurdo. No por denunciar a la CIA, aunque posiblemente a los Coen les haya gustado la idea de esa pequeña puntada; sino porque así es la realidad, así es la vida. No hay nada detrás, no hay ninguna información objetiva, solo es un juego de mezquindades e invenciones.
    Todo funciona, el misterio inventado, los personajes estúpidos, las motivaciones egoístas y el final vacio. Sin sentido. Absurdo. Como la vida. Los Coen son los cineastas de la vida y Burn After Reading es una magnifica demostración de ello.
    8/10

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