Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, April 3, 2012

The constant gardener (Fernando Meirelles, 2005) – 6/10


Adaptación de la novela de John le Carré publicada en 2000, es un drama de denuncia de la complicidad entre las burocracias europeas colonialistas con las acciones altamente lucrativas de las compañías farmacéuticas en África.

Ficha IMDb

Dominada por colores rojos, cobrizos, grises azulados, plateados, la imagen quiere llevar al espectador a una sensación extraña de un mundo lejano, que se rige por otros valores, sociales, culturales, de belleza, de música. Un mundo donde las formas de pensar y reaccionar serian diferentes de las occidentales, lo que justificaría los juicios descalificantes, y, en consecuencia, el uso de “esa” gente como si fueran animales de laboratorio. Criaturas de un mundo ajeno. Impresión reforzada por las numerosas tomas en cámara al hombro, movidas como en un documental.

Como es ajena para Justin Quayle (Ralph Fiennes), diplomático británico , la vida y las intenciones de su esposa, Tessa (Rachel Weisz), Esos dos seres de personalidades tan opuestas se atraían mutuamente . El inglés, cuyo amor a la jardinería es muestra de su flegmatismo y su desapego con las pasiones humanas, es, más que fiel, ajeno. Se dejó seducir por ella. Se dejó influenciar para llevarla a África. Al punto que uno se puede preguntar si, en realidad, ella no lo organizó todo, si no le tendió una trampa, sabiendo que él era para ella una posibilidad para ir a África y conseguir la oportunidad de llevar a cabo su investigación para su artículo. Protegida por el estatuto diplomático de su esposo.

El jardinero, y tal vez por el aura romántica de Ralph Fiennes, parece un hombre inocente caído. Visión romántica que culmina con el final del hombre, que lleva a sus perseguidores hasta un fin del mundo, a la orilla del mar (rio), sabiendo que ahí lo van a matar. Un suicidio. Un acto ultimo de alguien que no sabe cómo vivir. Y sobre todo que no sabe cómo actuar.

Así, llevado muy a pesar suyo a poner los pies en la tierra después del asesinato de su esposa, para entender que ha pasado. Y sobre todo porque y por quien ha pasado, él se pone en marcha y ve caer una después de la otra las mascaras que llevan sus “amigos”. Es la historia de un contacto obligado con la realidad y sus maldades.

Pero la película quiere ser demasiado artística, contemplando paisajes, flamencos, lagos y niños, y eso le quita la fuerza que debía tener para ser un verdadero trabajo de denuncia de los abusos de las grandes compañías farmacéuticas. O hasta para ser un verdadero thriller. Uno se sorprende a bostezar. Porque todo eso carece bastante de fuerza de convicción.

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