Ficha IMDb
Margaret Thatcher fue una de las primeras mujeres en asumir un papel tradicionalmente masculino: primer ministro. Antes de ella, Indira Gandhi en la India, Golda Meir en Israel. Thatcher fue la primera en uno de los países europeos, más apegados a sus viejas costumbres de supremacía masculina. Y en un país con fama de tradicionalista.
Se ve su vida de anciana en su casa con la gente que la rodea: su hija y la familia de esta, su asistente. Las obligaciones que todavía tiene, como firmar libros, una cena entre familiar y medio oficial con gente que ella aparentemente no conoce. Pero sobre todo se ven los problemas los problemas y las angustias personales en relación con sus hijos y su esposo.
La persona del esposo difunto se hace a cada rato presente porque, para empezar, ella está enferma: padece de Alzheimer, y tal vez por algún sentimiento de culpabilidad hacia sus hijos, y aun más hacia el esposo. Se va contando su vida personal, desde los años en que era la hija joven de un tendero, con los principios y valores de este. Al lado de una madre muy tradicional y relegada. Que no puede abrazar a su hija cuando recibe la carta de aceptación a Oxford, porque tiene las manos mojadas por estar lavando trastes. Poco a poco, Margaret va subiendo los escalones del partido conservador. Mujer sola entre hombres. Único traje de color entre trajes oscuros. La película parece disfrutar de estos momentos de contraste entre un mundo masculino y una soledad femenina que es bastante fuerte para hacer contrapeso.
Se ven los momentos importantes en la historia del Reino Unido en esos años del siglo XX: movimientos sociales muy violentos, manifestaciones y represión, la guerra de las Malvinas. Pero solamente como un marco para recalcar las posiciones adoptadas por Thatcher.
Es interesante ver que, en el papel de su esposo, esta Jim Broadbent , quien obtuvo el Oscar de papel secundario por interpretar al esposo de Iris Murdoch, al lado de Judi Dench , como la poetisa anciana , también presa de Alzheimer, en Iris ( Richard Eyre – 2002).
Pero finalmente lo que sobresale en la cinta es la actuación extraordinaria de Meryl Streep. Claro, hay que aceptar que la parte del maquillaje es excelente. Pero el trabajo de interpretación en el caminar encorvado, la forma de hablar, de dominar a los demás, los movimientos de las manos, la presencia imperativa, casi de reina. Eso es trabajo de la actriz. Una recreación fascinante.
Algunas escenas son memorables, como el consejo de ministro en que reprenda al ministro a su lado, le corrige un discurso al mismo tiempo que lo humilla con sus críticas. Se enoja como una madre, o una maestra de los viejos tiempos frente a un niño desobediente. Y, lo más escalofriante: nadie dice nada. Todos estos hombres tiemblan de miedo. O esta escena de llegada en Versalles, como una reina seguida por su cortejo. O bailando con Bush.
Sus manos, siempre arregladas, sus uñas perfectas, su forma de moverlas. Sus joyas: el doble collar de perlas, por sus dos hijos, sus prendedores. Era una mujer de trabajo, una mujer de poder. Pero al mismo tiempo llevando una vida familiar, cocinando para los suyos.
Y lo extraño de la cinta es que nunca se menciona a la otra reina, Elizabeth, quien también tuvo su película, (The Queen, Stephen Frears – 2006) no tan biográfica, sino centrada sobre una momento particular, la muerte de Diana, película que también tuvo una gran intérprete Helen Mirren.
Porque parece que la dama de hierro nunca tuvo mujeres alrededor de ella, nunca les dio la más mínima oportunidad. Prueba de que no actuó por convicción feminista, solo por pura ambición de poder personal. Y, aparentemente convencida de que su camino, el camino del trabajo arduo, era el único aceptable. Muy interesante su reflexión al Doctor que le pregunta cómo se siente. Y, ella, con todo y vejez y Alzheimer, le da una clase sobre la superioridad del razonamiento y de la acción sobre los sentimientos.
Pero no hay que esperar de la película una explicación sobre la situación económica, las decisiones, políticas de su gobierno. No es la meta que se dio la directora. Es más una visión personal de un ser humano y de su evolución. Es también una lección: como alguien tan duro, intransigente, implacable, puede volverse tan frágil y lastimoso.
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