Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, December 31, 2014

St Vincent (Theodore Melfi, 2014) – 6.5/10

Una comedia finalmente un poco decepcionante, que no saca partido de las situaciones, características de los personajes o talentos de los actores. No logra hacernos realmente reír. Todos son demasiado buenos bajo su apariencia de desfachatez. Le falta chispa. Lo mejor es la secuencia de créditos finales. 

Ficha IMDb

Después de un arranque bastante dinámico con el regreso destructivo de Vincent McKenna (Bill Murray) a su casa, una secuencia de incidentes domésticos que lo aniquilan por unas horas, y la llegada de los nuevos vecinos, con destrucción de árbol y coche, la película toma el ritmo de una agradable comedia. El niño Oliver (Jaeden Lieberher) vive su primer día en la escuela. Es un lindo debilucho a quien le pasan cosan desagradables por ser nuevo, y por ser debilucho. 

Casi por azares del destino escolar, del trabajo de la mama, Maggie (Melissa McCarthy) y de las finanzas de Vinny, el viejo gruñón egoísta se convierte en babysitter. Desorden, viejas películas, hermoso gato, y lata de sardinas, todo está dispuesto para un porvenir de complicidades. 

Y eso es lo que pasa. Tranquilamente, progresivamente. Sin muchas sorpresas. Momentos tiernos como las visitas al asilo donde vive la hermosa Sandy (Donna Mitchell) , esposa de Vincent y perdida en Alzheimer, momentos peleoneros con los ataques de los bravucones de la escuela liderados por Ocinski (Dario Barosso) quien en realidad no se llama Ocinski, y la educación boxística de Oliver para responder, momentos dramáticos con el divorcio de Maggie. Pero en realidad no pasa nada remarcable: Oliver aprende a decir malas palabras, a golpear fuerte, a apostar a los caballos; mama trabaja demasiado; Vincent trata de ganar dinero por todos los medios; la dama de la noche, Daka (Naomi Watts genial con acento ruso) vive su embarazo tratando de compaginarlo con su trabajo. 

Un final pedagógico y ecuménico reúne a todos para la canonización de Vincent en bermuda y chanclas. Oliver y Ocinski ya son amigos, el bebe nació, hasta los padres divorciados llegaron a un compromiso, y Vinny se está reponiendo de su ataque cerebral. 

Bill Murray nos ha enseñado interpretaciones más sutiles, falta sarcasmo en las relaciones, los personajes son finalmente todos buenos y lindos. Todo eso es muy tibio. Es seguramente culpa del guion, que no se atrevió a más tal vez por miedo a perder público. Porque se siente que les actores se divierten muchísimo podían dar más. 

Unas buenas tomas, sobre todo alrededor de los diversos asientos que puede ocupar Vincent: su sillón rojo, su camastro en su jardín (sin pasto), en el coche "vintage”, para no decir destartalado. Un ritmo constante, pero sin sorpresas. Hay que recalcar una interpretación notable y un personaje muy finamente delineado: el Hermano Geraghty (Chris O’Dowd), una maravilla de tolerancia, paciencia, humor, mofa tierna hacia sus alumnos y sus inocencias. Esperamos volver a verlo.    

Se siente que solo al final sea le dejó a Murray la libertad de ser él mismo y esto da la divertidísima secuencia de improvisación de los créditos finales: Vincent riega el ausente pasto y canta Shelter from the Storm de Bob Dylan. Genial. 

Así que, aun si uno se aburre durante la cinta, hay que quedarse hasta el final. 

Tuesday, December 30, 2014

Horns (Alexander Aja, 2014) – 8.5/10

Adaptación de una novela del hijo del maestro del terror, Joe Hill, hijo de Stephen King, esta historia se mueve entre suspenso, psicología y fantástico. Excelente interpretación de Daniel Radcliffe quien nos enseña, con cada película, que es más que simplemente Harry Potter. 

Diabólica ficha IMDb

En un tranquilo pueblo del Nord oeste de Estados Unidos, vive Ig Perrish (Daniel Radcliffe), enamorado desde siempre de la radiante Merrin (Juno Temple). Pero una mañana, el cuerpo de esta aparece sin vida en medio del bosque, e Ig no recuerda nada. Todo mundo piensa que él es el culpable.  Él siente que es inocente pero no puede asegurar nada ya que amaneció borracho. Su familia parece estar de su lado y tiene a un joven abogado, Lee Tourneau (Max Minghella), también amigo de la niñez, decidido a defenderlo aunque sea de oficio. Sin embargo, Ig decide emprender su propia investigación. 

Maravilla o milagro, después de una noche de alcohol y sexo con su amiga la mesera, descubre que de su frente empiezan a brotar unos pequeños cuernos. Eso no sorprende a  su acompañante, quien está más que fascinada, tentada de forma irreprimible por unas donas. Su visita al Doctor Renald (Alex Zahara) dará los mismos resultados: el doctor no puede resistir a los encantos de su asistente. Ig entiende que esos cuernos diabólicos tienen la capacidad de revelar lo peor en cada uno de los que los ven, y además, sueltan las lenguas que disfrutan confesando sus peores acciones o deseos. Decide usar ese poder para reconstituir la noche del crimen. 

La cinta sabe mezclar drama, romance, suspenso. Las confrontaciones de Ig con diversas personas de su familia y del pueblo ofrecen una galería de retratos de un humor negro irresistible, de la madre que lo quiere ver lejos, al policía homosexual, pasando por el dueño del bar que quiere incendiar el lugar para cobrar el seguro, y  sus clientes más desequilibrados unos que otros.

No falta la violencia, que surge cuando el ritmo parece calmarse. Hasta el terror, porque, al volverse una criatura del diablo, Ig tiene control sobre las serpientes. De ahí unas escenas bastante espantosas, en particular la muerte del culpable del asesinato. (Quien escribe teniendo una fobia con esos animales prefirió sacrificar su amor al cine a una noche sin pesadillas, así que la muerte del odioso individuo se resumió a gritos y ruidos horríficos y bastante sugestivos de la fuerza de las imágenes).

Las referencias al Edén y al infierno son constantes. El Edén de Ig es Merrin, hermosa, luminosa. Es también el bosque y la casa en el árbol, hasta que se vuelven infierno por el crimen, y donde Ig vivirá su transformación más extrema, para vengar a su amor. El diablo se ve asociado a sus atributos habituales: cuernos, fuego, serpientes, siguiendo la costumbre de King de utilizar las imágenes, folclóricas o religiosas, del inconsciente colectivo. Uno sabe que todo eso es irreal, pero, por el tiempo de la historia, acepta suspender su mente racional. 

La naturaleza de la zona de Seattle, con el ancho rio, los troncos flotando, la bruma que disimula las montañas, es el marco perfecto para una historia de amor nostálgico, de sacrificio. 

La organización de la narración es perfecta, el poder de los cuernos facilita las confesiones de los testigos o participantes a la noche del crimen. Nada parece artificial y el vacío que deja cada uno, por culpa del alcohol, la droga, o el sueño, se ve llenado por la confesión del siguiente, permitiendo a Ig avanzar poco a poco y completar su reconstitución de os hechos.

Cada personaje tiene lo suyo, todos son necesarios en su pequeña o gran contribución a la pequeña sociedad de pueblo, desde el padre de Merrin, Dale (David Morse) , los padres de Ig  , Derrick (James Remar) y Lydia ( Kathleen Quinlan) y su hermano Terry el drogadicto (Joe Anderson) , quien nos lleva a un viaje psicodélico. 

Los flash back en la niñez explican el entrañable apego de Ig a la delicada pero decidida joven, así como las relaciones entre jóvenes adultos. Es divertido ver, en casa del padre, fotos de los niños, donde Ig chico es Daniel Radcliffe, y no Mitchell Kummen, el actor que interpreta a Ig adolescente. 

Harry Potter logró colarse en otro mundo fantástico. 

Saturday, December 27, 2014

Maps to the Stars (David Cronenberg, 2014) - 8/10

Un desfile, o un baile, de personalidades horripilantes, falsas, peligrosas, que no controlan sus impulsos, deseos o perversiones, presentadas con una ironía mordaz y despiadada. Un retrato de una cierta humanidad que, paradójicamente, es la que ocupa las primeras planas e provoca la envidia e imitación de  parte de la población. 

Ficha IMDb

Como Monte Cristo, Agatha Weiss (Mia Wasikowska) vuelve a su ciudad de origen, Los Ángeles, a vengarse. 

Pero el talento de Cronenberg consiste, entre otras cosas, a mostrarnos primero este mundo al que vuelve. La presentación rápida de los protagonistas es terrible. El niño Benjie (Evan Bird) da miedo. Su cara extraña de bebe sobre un cuerpo de adolescente crecido, la rigidez de sus movimientos, la obscenidad de su vocabulario y la violencia con la cual se dirige a los que lo rodean, o sea los adultos a su servicio, dan ganas o de huir, o de aventarle desde el principio un par de cachetadas para devolverlo a la realidad. Tiene trece años y varias desintoxicaciones, exigidas por los productores de las películas en las que”actua”, en particular una historia de babysitter malvado. Pero en esos días tiene pesadillas, ve fantasmas, tal vez su consciencia, si es que la tiene, le haga ver el daño que le hace al mundo, o lo ande previendo del regreso de la hermana que asusta sus recuerdos. 

Sus papas tampoco son muy recomendables, la mama, Christina (Olivia Weiss) administra los ingresos y la vida profesional del chiquito y el papa, Stafford (John Cusack) es un psicólogo-masajista-gurú-coach-redactor de libros de autoayuda quien, obviamente, hace mucho dinero con sus libros, shows televisivos, sesiones individuales y consejos a las grandes estrellas, a quienes recibe en su hermosa casa. 

Entre sus pacientes se encuentra la star en decadencia y mujer en angustias, Havana Segrand (Julianne Moore). Arribista, egoísta, pretenciosa, rica y mal vestida, inculta, caprichosa, pero llena de complejos, vive dominada por la imagen de su madre, quien, dice, la maltrató , pero a quien admira y que quiere desesperadamente imitar, al punto de querer el papel que la madre interpreto años antes, joven y bella. 

A esa constelación va a llegar Agatha, con sus largos guantes negros. Ella tiene la elegancia y la inteligencia que faltan a los demás. Con su llegada, arrastra a la telaraña a Jerome Fontana (Robert Pattinson), conductor de limusina, guiño de Cronenberg a su película anterior Cosmopolis (2012), al bajarlo dramáticamente de condición social. Agatha pide un “mapa de las estrellas”, como cualquier turista que visita Los Ángeles, pero las residencias que va a visitar, adonde se va a introducir, no son las de las celebridades, son las de su propio mapa familiar. Ella va a unir, dar sentido y revelar la verdad sobre esta gente que vive en superficialidades Porque ella vuelve de un infierno. Sus padres  la han apartado, mandándola a un hospital psiquiátrico, después de que atentó contra la vida de la familia. Prendió fuego a la casa y su cuerpo muestra las marcas. Otro talento de Cronenberg es no enseñarnos directamente las cicatrices. Los largos guantes negros  bien podrían ser una de estas modas actuales. Además le dan a Agatha un toque de elegancia desfasada, de otra época, que va muy bien con su belleza de princesa romántica. 

Agatha entra a la casa de Havana como asistente, y se va ir acercando poco a poco a su objetivo. Su limpidez la vuelve implacable. Una vez que emprendió su marcha, nada la puede detener y va a ir revelando poco a poco la falsedad de cada uno.  Es la más cuerda de todos, es la más auténtica.  

Toda la cinta está acompañada por la lectura en off del poema de Eluard Liberté, con su ritmo repetitivo, lancinante, obsesivo. Sobre todo, paredes, caras, objetos, Agatha escribe el nombre de su obsesión: liberarse a ella misma y a su hermano de las falsedades del mundo de los adultos, encontrarse en un simulacro de boda, y suicidarse para volverse estrellas. El abominable Benji es atraído por esta fuerza, porque es también presa de una cierta locura, que lo lleva, por las alucinaciones que tiene, a matar, a ser, también, un tipo de criminal como su hermana. Pero en realidad no obedecen a ningún deseo egoísta o de poder, simplemente a le necesidad de alcanzar una paz interna, imposible en la sociedad e apariencias en la cual los obligan a vivir. 

Havana la estrella, interpretada por una Julian Moore terrorífica y fascinante,  está en cambio decidida a imponerse en el mundo de las apariencias, de la dominación. Consume sexo, tratamientos, masajes, ropa (gasta un dineral y sigue igual de mal vestida), roba amigos y amantes, es mal hablada y escatológica, no respeta a nada ni nadie. Solo cuenta ella. Su maldad encontrará un castigo brutal. Y bien merecido.

Los espacios hermosos que son las casas de los ricos, harmoniosas, luminosas, contrastan con la fealdad del interior de la gente. Parece que no las merecen. Son como los palacios de los antiguos griegos, dentro de los cuales se vivían las pasiones más obscenas, el parricidio, el incesto, cuando la familia era el nido para la maldición divina.

La fealdad sobre el cuerpo de Agatha, las cicatrices reveladas progresivamente son, al contrario, el precio que ya pagó a la sociedad de los falsos valores. Ella ya pagó por su libertad y, por eso, tiene ahora derecho a ejercerla. Parece monstruo, pero llegó para quitar de la faz de la tierra  a algunos verdaderos monstruos. 

El pobre Jerome, más o menos inocente, se ve utilizado, llevado de un lado al otro, por uno u otro personaje, porque es demasiado normal, honesto. Sus pretensiones son razonables: ser reconocido como autor, y, mientras tanto, sobrevivir trabajando. Es un personaje de comedia, tal vez de drama, no alcanza a la categoría trágica de los demás, y finalmente, como Ícaro, se quema las alas al codearse con las alturas. Eso lo vuelve bastante simpático, al mismo tiempo que un poco desdeñable.

Y lo genial de este viaje con las estrellas es que es tan despiadado y sarcástico que la vulgaridad, la fealdad, la obscenidad, la deformidad, de ser tan extremas, se vuelven divertidas. Ponen al espectador en una posición muy incómoda, entre reír y horrorizarse, que paradójicamente disfruta. Cronenberg juega con nuestro masoquismo. 

Friday, December 26, 2014

Les fragments d'Antonin (Gabriel Le Bomin, 2006) – 9/10

La cinta trata de una época antes de que existiera el síndrome post-traumático, antes de que los efectos  de las guerras sobre los sobrevivientes fueran estudiados, o siquiera observados. A los que volvían se les consideraba afortunados.  Pero las secuelas de la Primera Guerra Mundial fueron espantosas y de eso trata esta cinta. Original por su tema, su forma y su sensibilidad. 

Ficha IMDb

¿Cuánto tiempo se necesita para construir a un hombre, cuanto para destruirlo? 

Antonin Verset (Grégori Derangère) era el palomero, el encargado de las palomas mensajeras. Con su caravana llena de jaulas, seguía al ejército, por si se necesitaba mandar algún mensaje al cuartel general. Era un hombre solitario, pacifico. Amaba a sus palomas, cuyo plumaje acariciaba. Y llevaba su diario, como buen joven institutor que era. Al final dela guerra es encontrado, errante en los campos y llevado a un castillo transformado en hospital. 

La cinta presenta escenas, sencillas y terribles, del miedo de los hombres en las trincheras, al momento de salir y enfrentar el fuego enemigo. Algunos tienen tanto pánico que no pueden moverse. Pero el oficial no pude permitir que el mal ejemplo de uno arrastre a los demás, y, después de contar hasta cinco, dispara contra el miedoso.

 Después de la batalla, el doctor (Niels Arestrup) pasa revista a los heridos que tienen salvación, calculando el tiempo de intervención en contra de la probabilidad de éxito; tiene que rechazar a algunos y dejarlos morir. Se les quita entonces la cadena con su placa de identificación, para avisar a las familias. Las placas se juntan en un casco, haciendo un pequeño ruido metálico. 

Esas sensaciones, esos ruidos, ese conteo y cinco nombres, han quedado en la memoria física de Antonin. Un año después del final de los combates, él no presenta ninguna herida corporal, goza de buena salud. Pero ya no puede hablar, no puede mirar a los ojos. Es un hombre vegetal, autista, tembloroso. El Profesor Labrousse (Aurélien Recoing) trata por todos los medios de entender. Con su asistente, usa métodos modernos: filma a Antonin, lo confronta con sensaciones táctiles, auditivas, que podrían activar algún recuerdo enterrado y hacer subir al nivel consciente algún fragmento de su memoria destrozada. 

La cinta mezcla episodios dela guerra en flasback gris azules, momentos del tratamiento en amarillos luminosos, y las filmaciones hechas por el Profesor, con el ritmo saltón de las viejas cintas. Pero todo se encadena en una forma muy natural, siempre con Antonin como figura central, en un intento de rodearlo, atenderlo, entenderlo.

Es una cinta a la vez documental sobre la Guerra de las Trincheras, y las vivencias y sufrimientos de los soldados, sorprendente y erudita sobre los experimentos del profesor Labrousse, pero sobre todo es una historia profundamente humana sobre la intensidad insoportable del dolor, del horror de la guerra. 

Las palomas mensajeras, símbolo de los lazos entre humanos, animal querido de Antonin, lo dejan con las manos vacías y, al mismo tiempo, con la capacidad de reanudar con las relaciones humanas, lo que será posible con la llegada al hospital de Madeleine (Anouk Grinberg), la enfermera que lo cuidó una vez y le dejó, también, el recuerdo obsesivo de una sensación y un movimiento que repite incansablemente. 

El final es esperanzador, con sencillez, con sensibilidad, con pudor.

Es una gran película. 

La vérité sur Bébé Donge (Henri Decoin, 1952) – 6.5/10

Adaptada de un gran novela « dura » de Simenon, interpretada por dos mitos del cine francés de los sesentas, Danielle Darrieux et Jean Gabin, retrata sin indulgencia las bajezas de un mundo elegante pero desalmado, hasta llegar al asesinato.

Ficha IMDb

François Donde (Jean Gabin) despierta en el hospital. Su estado es grave. A su lado, el doctor Jalabert (Jacques Castelot) parece un poco confuso. Él y Georges Donge (Daniel Lecourtois), hermano de François no parecen muy de acuerdo con las visitas de la esposa del paciente, Elisabeth, llamada Bébé (Danielle Darrieux). En realidad, Bébé es la culpable del estado dramático de François: lo envenenó vertiendo arsénico en su café.

La película es la reconstitución, por medio de flash back, hecho por el agonizante, de su vida con la hermosa joven con quien se casó diez años antes. 

François era rico, dueño de una gran empresa, administrador hábil y seductor sin piedad. No tenía en realidad intenciones de casarse pero, ya que su hermano Georges tenía prometida, Jeanne (Claude Génia) y esta tenía una hermana bonita, Elizabeth, la casamentera de las familias bien, Mme d'Ortemont (Gabrielle Dorziat), organizó los encuentros para la realización de una doble boda. Bébé, idealista y romántica, esperaba mucho del matrimonio, quería un esposo enamorado, atento. Rápidamente, se dio cuenta que el arreglo era más social que personal. Bonitos vestidos, grandes fiestas, hermosos bailes. Pero el esposo seguía con su vida de antes y sus numerosas relaciones extra maritales, por gusto, por placer momentáneo, ni siquiera por algún sentimiento o interés hacia esas mujeres que usaba y desechaba. François el empresario es ávido, vulgar, a veces grosero. Es un burgués pesado y presumido. El dúo o duelo entre los dos esposos es un baile de sado-masoquismo y los actores son perfectos. 

Al volver a vivir estos momentos, François, demasiado tarde, se da cuenta que el culpable no fue ella al envenenarlo, sino él  al tratarla como un vulgar objeto decorativo. Sin embargo, la ley es la ley, y, en el momento que él muere, Bébé es arrestada, después de haber sido rechazada por la familia entera, que no entiende los motivos del crimen. Ella tuvo todas las riquezas que una chica superficial e ignorante podía esperar al casarse con un hombre mayor. Tuvo lo que estaba en derecho de esperar. ¿Qué más quería? Lo que está haciendo es simplemente el berrinche de un “bébé”. 

La vida marital de Bébé fue una pesadilla, como la vida de Thérèse Desqueyroux, novela escrita en 1927 por Mauriac, y adaptada dos veces. Simenon escribe su novela en 1940. Punto común entre las dos mujeres: envenenan a sus esposos. Son de las primeras historias que se pueden considerar como feministas. En eso, el cine se ve bastante lento, estamos en los cincuentas, en tratar el tema que ya se presentaba en las novelas. (Y la primera adaptación de la novela de Mauriac será aún más tarde, en 1962, por Georges Franju). Pero todavía en los cincuentas no se imaginaba que una mujer pueda desear otra cosa que ser la sombra muda y eficiente de su esposo.

La cinta no es todavía una cinta que pregone la liberación femenina, pero retrata la incomprensión y el sufrimiento provocado por el comportamiento masculino.

El ambiente es sombrío, no hay esperanza ni perdón, ni posibilidad de reencuentro. En el último momento, François entiende el mal que ha hecho. Es demasiado tarde, y tal vez por esta razón pueda darse cuenta. Porque ya no tendrá obligación ninguna de cambiar algo a su comportamiento. 

Gone Girl (David Fincher, 2014) – 8.5/10

Excelente(s) vuelta(s) de tuerca en un thriller que revela por pedazos la exploración de una mente siniestra y retorcida, escondida bajo una cara angelical. Una historia sin fin de dominación y destrucción a partir de la novela de Gillian Flynn, quien participó en la escritura del guion.

Ficha IMDb 

El principio es el final y la confirmación de que no hay salvación para el protagonista. La mujer perdida se encontró y va a seguir controlando, aunque ya se sepa la verdad sobre ella. 

La perversidad de Amy (Rosamund Pike) no aparece al principio, ya que le director juega con los puntos de vista. Primero se coloca en lo que parece ser una vista exterior, como en la mayoría de las películas. Después de un café matutino en el bar que posee con su hermana Margo (Carrie Coon),  el medio escritor Nick Dunne (Ben Affleck) vuelve a su casa, donde encuentra señales de violencia y de lo que parece ser el secuestro de su esposa  Amy.

Después se  muestra el lado escondido, lo que los investigadores van a descubrir al hurgar en las cosas de la desaparecida, en particular su diario íntimo, donde cuenta sevicias, golpes, gritos y malos tratos físicos y psicológicos de parte de su esposo. Distanciamiento, problemas financieros, aburrimiento de Amy de tener que vivir en el pueblo de Nick, adonde vivieron para cuidar de la amdre enferma. Frustraciones  Se tiene además informaciones de una “buena” vecina quien presta sus servicios como testigo bien informado.

Hasta ahí, la historia se parece a muchas cintas de mujeres maltratadas que abandonan a sus esposos después de organizar pacientemente cada detalle de su plan, y se lanzan a una nueva vida de victorias. La huida de Amy  parece lógica, si su esposo es el monstruo que se nos presenta.  

Pero, un detalle sorprende: ¿Por qué tantos chocolates y golosinas en el asiento de su coche? ¿Tendrá algún dolor profundo que tiene que compensar? Tal vez el amor de sus padres, Rand (David Clennon) y Marybeth Elliott (Lisa Banes) hacia la “Asombrosa Amy”, personaje de niña que imaginaron (y explotaron), a partir de su hija, y que tuvo la vida soñada, aventuras, regalos, amor que la verdadera niña nunca recibió.  Por cierto, esos suegros no estiman mucho a su yerno.

La etapa siguiente nos muestra la descomposición progresiva de Amy, paralelamente al descubrimiento gradual por Nick y su hermana  de la trampa construida con precisión para que él parezca culpable del asesinato, trampa que  poco a poco desmantelan, como desarmando  las piezas de un  rompecabezas.

La siguiente etapa es la acción desesperada de Amy a quien le han robado todo su dinero en un motel, para poder volver a casa, en posición de víctima. Para eso, sacrifica a uno de sus ex,  Desi Collings (Neill Patrick Harris), extremadamente rico (¿Qué casa!) y extremadamente enamorado, en un acto sanguinario muy bien orquestado, y se refugia en los brazos de Nick , con quien empieza una nueva vida, en la cual ella tiene las riendas y lo obliga al silencio ,bajo sus propias condiciones. 

La música de Trent Reznor y Atticus Ross construye un ambiente opresivo y claustrofóbico, acompañando el encierro progresivo sufrido por el protagonista y debido al uso invasivo de la televisión, las redes sociales y todo que va moldeando las ideas de  un público que no tiene ningún conocimiento de la realidad vivida por los individuos sobre quienes opinan. 

Hitchckock no está lejos, y la maravillosa presencia rubia de Rosamund Pike ayuda bastante. 

Exodus : Gods and Kings (Ridley Scott, 2014) – 5.5/10

No se puede evitar pensar en Charlton Heston al ver este neo-peplum, demasiado largo, fallido en varios aspectos, logrado en otros, que pretende reemplazar a los Díez mandamientos de Cecil B DeMille (1956), o más modestamente al Príncipe de Egipto de Walt Disney (1998). 

Ficha IMDb

La historia está muy conocida: como Moisés, niño abandonado en una canasta sobre el Nilo y educado por la hija del faraón, libera al pueblo judío de la esclavitud y lo lleva a la tierra prometido, después de cruzar el mar y el desierto y de recibir las tablas de la Ley.

La cinta, muy realista en varios aspectos (las condiciones de vida y trabajo de los esclavos hebreos, las plagas que caen sobre Egipto) puede ser casi poética en la evocación de la intimidad faraónica, o de las actividades pastorales hebreas, pero no logra captar el interés, y menos la convicción del público. John Turturro como el faraón –padre Seti I resulta extraño, Christian Bale parece buscar desesperadamente la vejez parra parecerse a Charlton Heston. Joel Edgerton como Ramsés II se antoja más atinado, aunque le falte algo de majestad. Resulta difícil creerle al amor paterno en una familia de faraones, al menos por lo que nos han contado y enseñado sobre ellos. Pero, al final de cuentas, no sabemos gran cosa de ellos en la intimidad de la vida familiar. Ben Kingley y Sigourney Weaver se ven muy inútiles en papeles que parecen inventados para darles un pequeño empleo. La más lograda del casting es Maria Valverde como Séfora, muy hermosa, elegantemente a la vez que étnicamente vestida y tatuada. Hay que reconocer que una de las cosas remarcables en la cinta es la producción en los aspectos egipcios: vestimenta, maquillajes, decoración. 

Por lo demás, la cinta quiere contar demasiado, se hace bolas en la familia de Moisés, y nosotros también sobre todo si nuestra Biblia ha quedado un poco olvidada. 

Los diálogos están totalmente fuera de tono, demasiado modernos; presentan al faraón y sus consejeros como conocedores en demografía y economía y al Niño Dios (Isaac Andrews), como experto en ciencias sociales. 

Por cierto, esta innovación de un pre adolescente que se presenta a Moisés, sin que nadie más lo vea, le da lecciones, lo regaña y le enseña que hacer y no hacer, es bastante torpe y hasta desagradable. Al menos, la imagen tradicional de la zarza ardiente no se veía tan enojona. 

No queda mucho que admirar en la cinta. La música es espectacular y melodramática, muy previsible, típica de este tipo de superproducción. Lo único interesante, y se puede decir hasta notable es la fotografía, a cargo de Dariusz Wolski, quien ha trabajado con Tim Burton: unos colores metálicos y sombríos, azules, cafés totalmente antinaturales y  fascinantes. Como un viaje al mundo de 300 (Zack Snyder - 2006) . Esto hace entrar a una dimensión mitológica, fantástica y le da una espectacularidad extraña al mar, las ciudades, las montañas. 

En resumen, una película prescindible. 

Everybody's Fine (Kirk Jones, 2009) – 5/10

Remake de la película Stanno tutti bene de Giuseppe Tornatore (1990) . Pero muy lejos del original. Plana, sin chiste,previsible. Ni siquiera grandes interpretaciones. 

Ficha IMDb

Frank Goode (Robert De Niro), recientemente viudo, vive solo, atiende su casa y principalmente su jardín. Espera la visita de sus hijos en una gran reunión familiar. Para tal acontecimiento, compra vinos caros, una parrilla, infla una alberca para niños (cosa extraña, o el señor perdió la memoria porque su nieto tiene unos quince años).Pero los hijos hablan por teléfono para disculparse: no podrán llegar por motivos distintos y variados.

Así que Frank decide ir a verlos, aunque tenga que cruzar todo el territorio estadunidense. Su médico le prohíbe tomar el avión por sus problemas cardíacos. Así que se va por tren y autobuses. En el camino a Nueva York, primer a etapa del viaje, le explica  a una pasajera que se pasó la vida trabajando en cables eléctricos, y de cuanto son importantes para la comunicación entre la gente.

En Nueva York, donde vive David, nadie contesta cuando toca el timbre. Después de pasar la noche esperando en la banqueta, prosigue con la siguiente etapa: su hija Amy ((Kate Beckinsale) en Chicago. Magnifica casa en el bosque. Un nieto adolescente, Jack (Lucian Maisel) con quien juega golf para pasar la tarde. El padre. Jeff (Damian Young), quien llega para la cena,  no parece llevarse muy bien con su hijo, o más bien el joven parece no soportar a su padre. Al día siguiente, Frank visita a la agencia de publicidad donde Amy ocupa un puesto importante.

Tercera etapa, Denver donde se supone que Robert (Sam Rockwell) es director de orquesta. En realidad es “solo “percusionista. Discusión sobre la decepción del padre. 

Cuarta etapa: Las Vegas, y la última hija, Rosie (Drew Barrymore) bailarina famosa, rica, que acaba de terminar un gran show.  Esta vez, el efecto sorpresa se perdió porque Robert, a pesar de su promesa, le habló a su hermana para avisarle de la llegada paternal. Unos contratiempos, como la pérdida del autobús por diferencia de horario y la destrucción de las pastillas por un vagabundo ebrio o drogado, hacen que Frank llegue tarde y cansado. Ahí la situación parece menos clara o, al menos, la felicidad pregonada por los hijos menos probable: Rosie tiene que cuidar a un bebe, y Frank sorprende el recado telefónico del dueño del departamento, quien lo quiere recuperar.

Vuelta al punto de partida en avión, infarto, sueño entre vida y muerte donde los niños, con aspecto de niños confiesan a su padre  la verdad de su vida de adultos, y lo que pensaban de su forma de educarlos. Despertar en el hospital con los tres alrededor de la cama. Y finalmente le dicen la verdad sobre David, muerto en México, probablemente de una sobredosis. Cosa que ya sabíamos desde casi el principio de la cinta porque escuchamos en voz off las llamadas entre hermanas sobre un viaje para averiguar sobre la desaparición de su hermano. Pero no falta el encuentro entre padre e hijo ya que David le aparece en forma de niño y se piden mutuamente perdón. 

Todo acabará bien, con una Navidad en familia, decoraciones dentro y fuera de la casa, batallas en la nieve, preparación del pavo, veladoras junto a las fotos de los fallecidos, parejas de Rosie y Amy. Y, colgado en la pared, un cuadro pintado por David: paisaje con cables eléctricos. 

Finalmente todos están bien, como lo dirá Frank en su visita a la tumba de su esposa. 

Si bien se retoman algunas ideas de la cinta original: el viaje del viejo padre a través el país, sus recuerdos de sus hijos con sus caras de niños, le falta mucha emoción a esta cinta. La interpretación de De Niro no está mal, pero está muy lejos de Marcello Mastroianni, quien supo interpretar a un viejo perdido en el mundo moderno, torpe, nostálgico, viviendo más en el pasado que en el presente. El truco de las llamadas telefónicas adelanta gran parte de la trama y le quita espesor a este desfase entre la percepción del padre y la realidad. De la misma forma, las vidas de los hijos parecen bastante claras y exitosas, cuando la cinta de Tornatore dejaba adivinar todo un mundo de decepciones, pequeñeces. Y las mentiras se volvían muy importantes, lo que acentuaba el alejamiento entre padre e hijos y dejaba adivinar la vida que habían llevado todos decenas de años antes. La cinta italiana era más sobre nostalgia e ilusiones perdidas. La americana más sobre acciones y apariencias.



Monday, December 22, 2014

La dictadura perfecta (Luis Estrada, 2014) – 6/10

Como El infierno, esta cinta tiene el defecto de su doble objetivo: denunciar y hacer reír. Lo único que logra es quedarse a la mitad de cada uno, de aburrir por demasiado larga, y de caer en varias incoherencias narrativas. Además, sufre de interpretaciones sobreactuadas.

Ficha IMDb

 La cinta pretende ser una sátira de Televisa, la televisora más potente de México. La empresa de la cinta, Televisora Mexicana, funciona como medio de denuncia, al difundir vídeos comprometedores, pero también como agente de promoción para políticos. En realidad, es una máquina de ganar dinero y quien paga más la tiene totalmente a su servicio. Así pasa con el gobernador Carmelo Vargas (Damián Alcázar), deshonesto, abusivo, medio vulgar. Todo empieza cuando Televisora Mexicana difunde un video donde se le ve claramente recibir dinero de manos de un narcotraficante. El pobre político desprestigiado trata de “convencer” al director, Jose Hartmann (Tony Dalton) y finalmente, muy bien aconsejado por su equipo, contrata a la compañía para que le construyan una imagen políticamente correcta y apta a un destino glorioso. Para eso, mandan a su estado al productor Carlos Rojo (Alfonso Herrera), por cierto novio de Jazmin (Livia Brito), actriz estrellas de la telenovela Los pobres también aman y a Ricardo Diaz (Osvaldo Benavides), reportero estrella, gran admirador de su propia imagen.

Esto sirve de punto de partida para una serie se escenas más excesivas las unas que las otras: mala educación, violencia, lenguaje soez, mal gusto. Claro, eso existe en la realidad. Lo hemos visto, escuchado, en televisión, pero también en las redes sociales. El abuso de poder y de dinero está a la orden del día, desde hace ya bastante tiempo. Y tal vez lo haya sido siempre. Pero el trazo es demasiado grueso, por no decir grotesco. Se evidencia la practica periodística, y política dela “caja China”, ampliar un asunto secundario para distraer la atención de hechos importantes. Parece golpe de suerte: dos niñas están secuestradas.  

Es cuando la película se acaba de perder: cae en el mismo defecto que quiere denunciar. La historia se diluye en su propia caja China. El asunto del secuestro de las niñas se les escapa de las manos a Estrada y su guionista Sampietro. No saben manejarlo y se vuelve una enormidad incontrolable. La historia se vuelve pesada, interminable. Uno piensa llegar al final, pero sigue, y sigue. Un epilogo le sucede a otro epilogo. Hasta parece que los realizadores se sintieron obligados a agregarle más, en caso de que el espectador no haya entendido bien.

En la acumulación de escenas, tal vez el público se haya perdido y no haya notado los hoyos narrativos, y las incoherencias, o torpezas del guion. Por ejemplo se descubre al final, o en uno de los finales, que el coronel (Jorge Zarate) al servicio de la Televisora , fue quien organizó el secuestro de las niñas. Pero nunca se dio el mínimo indicio. Solo una llamada del productor al principio: “tal vez vaya a necesitar sus servicios”. ¿Pero si él tuvo la idea de utilizarlo, porque no se ve nunca que sepa algo de lo que está ocurriendo?

También hay unas situaciones ilógicas: es irreal en la realidad y en la lógica del personaje del productor, o del funcionamiento manipulador que se nos pretende demostrar que los vecinos de los Garza, padres delas niñas, apenas se acaban de enterar por televisión del problema del matrimonio, si tienen a los periodistas en frente de la casa desde varios días.¿Cómo no se aprovecha su visita y el obsequio que hacen de sus joyas? ¡Esto sería una buena escena emotiva! ¿Y cómo no se utiliza el regreso se las niñas, al menos unos segundos para después retirarse con “discreción” y dejarlos a la intimidad familiar? Ademas, la situación del padre está mal definida: viven en casa grande, pero aislada en un fraccionamiento sin acabar. ¿Es rico o no lo es?

La cinta funciona a nivel muy superficial para que el público encuentre situaciones o personajes que vio en su propio televisor: el falso arresto de Florence Cassez, el asesinato de la niña Paulette, el caso del gober precioso del estado de Puebla, los spots de candidatos a las elecciones, la actriz de telenovela que se vuelve esposa de gobernador, el tema mismo de las telenovelas, con sus historia de muchacha pobre amada por el joven amo. Pero también los colgados en los puentes y los ataques en plena autopista, el soborno expuesto en vivo de Bejarano, la denigración orquestada de un líder político de la oposición (un Mesías, para más señas, interpretado por Joaquín Cosío).

Los actores son a la imagen de la cinta, sin ninguna sutilidad, todo en exageraciones, empezando por un Demian Alcazar totalmente sobreactuado, caricatural, más payaso de lo que fue Cantinflas. Esto le quita mucha credibilidad al proyecto. Estamos muy lejos de la implacabilidad de Heli.

La real crítica a Televisa, la que de verdad profundiza en el poder de enajenación y manipulación del pueblo, es más sutil. Son unas cuantas imágenes rápidas: una sirvienta que se peina, viéndose al espejo al mismo tiempo que ve la novela., hombres sentados en un café, absorbidos por la pantalla... ahí se ve el poder de Televisa, como transforma los valores y sueños de un pueblo.

Estrada quiso, talvez, pegar fuerte con la exageración, quiso tener un efecto sobre una mayoría. Pero olvidó que la risa general, burda, puede voltearse en contra del que la desencadena y quitarle mucha credibilidad.  

Sunday, December 21, 2014

OSS 117 - Le Caire, nid d’espions (Michel Hazanavicius , 2006 ) - 6.5/10

Parodia de las cintas de espías de los años cincuenta, con un protagonista guapo y tonto en extremo y nunca despeinado, saliéndose siempre con las suyas. Sobre fondo políticamente incorrecto, con bromas a doble sentido. Una agradable broma cinematográfica.

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Hubert Bonisseur de La Bath (Jean Dujardin), o sea el agente OSS 117, debe, Díez años después de la guerra, esclarecer la desaparición de su compañero y amigo Jack, en El Cairo, nido de espiones de todos los países de occidente, según le explica su jefe, Armand Lesignac (Claude Brosset) quien le explica también muchas cosas que el seductor agente no entiende en lo más mínimo, porque es de una ignorancia profunda.

El espía tendrá que adoptar la personalidad de Lucien Bramard, co-director de la SCEP, Sociedad de Cria de Pollos del Cairo, cuya linda secretaria, Larmina (Bérénice Bejo) lo recibe en el aeropuerto para después llevarlo en su lindo convertible hasta el canal de Suez, motivo de deseo de todas las naciones coloniales presentes en un Egipto que trata de ser moderno, independiente. y donde el joven Nasser acaba de derrocar al rey Farouc, mientras las Aguilas de Khéops grupo integrista, quieren desencadenar una guerra religiosa.

En El Cairo trabajan todas las potencias de la Guerra Fría, bajo cobertura de negocios ganaderos. Setine el ruso (Constantin Alexandrov) dirige una granja de borregos, Gardenborough el británico (Laurent Bateau) cría borregos, Pelletier el belga (François Damien) es la competencia en cuestión de pollos, y Moeller el alemán (Richard Sammel) se dedica a los bovinos.

Las situaciones son absurdas a más no poder. La escritura de los diálogos ha sido muy cuidadosa, con invenciones desopilantes: la conversación de embajada entre espías que pelean a golpe de oraciones espirituales conteniendo nombres y sabiduría popular sobre animales. Es La Fontaine al nivel de la calle o del café de la esquina. O el monologo de la pistola de OSS, colocada a una altura estratégica del cuerpo de su poseedor. Pero también hay diálogos que se limitan a carcajadas larguísimas. Nada esta dejado al azar. Ni siquiera una pelea con el muezzin, a quien nuestro espía ignorante obliga a callarse, cuando pretende llamar a los creyentes a la primera plegaria del día. Demasiado temprano, según el elegante agente.  

Jean Dujardin, quien se volvió famoso con El artista (2011) del mismo director, es perfecto de torpezas, sonrisas desplazadas, bromas estúpidas. Asume con un natural desconcertante todas las taras de su personaje: estúpido, inculto, racista, sexista, intolerante, baila como un dios, se cree admirado por todos y deseado por todas. No ve ningún indicio para su investigación, ni siquiera el más evidente. Entre crooner tipo Sinatra, y caricatura tipo Blake et Mortimer, es irresistible.

Las reconstituciones de época están muy bien logradas, desde coches, vestidos, grano y colores de las cintas de época, recordando de Hitchcock a Sean Connery, pasando por Audrey Hepburn, a quien el look de Larmina, peinado y vestidos, es un homenaje.
  
Atrás de las referencias numerosas al mundo del cine, no se puede dejar de ver, con los clichés al segundo nivel y los albures nada sutiles, ideas y comportamientos que fueron durante años considerados como normales y que, tal vez, explican en parte situaciones actuales.


Pero la película no sea toma en ningún momento en serio. Es parodia pura y un gran momento de risa. 

La Princesse de Montpensier (Bertrand Tavernier, 2010) – 6/10

Adaptada de una novela corta de Madame de Lafayette, autora de la famosa Princesse de Clèves, esta cinta sorprende de parte de Tavernier quien no es un acostumbrado de las películas de época. Aquí nada de problemática social. El tema central es el rechazo a todo tipo de pasión: religiosa, o amorosa.

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Mademoiselle Marie de Mézières (Mélanie Thierry) está enamorada desde su infancia de Henri de Lorraine, duque de Guise (Gaspard Ulliel), y él de ella. Hasta se dio un compromiso verbal entre las familias. Pero todo cambia cuando el duque de Montpensier (Michel Vuillermoz) exige del padre de Marie se la entregue para su hijo François de Bourbon (Grégoire Leprince-Ringuet). Aunque la joven no ame a su esposo, cumple cabalmente con sus obligaciones y olvida a su antiguo amor. Sin embargo, los asares y obligaciones de la vida de los grandes del reino pondrán a todos en las redes de sus propias pasiones.

Como en el caso de la Princesa de Clèves, quien se desarrolla unos años antes de esta historia, el marco de los eventos es el siglo XVI, cuando Catherine de Medicis, ahora viuda, organiza el destino de sus hijos; es el mismo que La Reine Margot de Dumas, y Chéreau (1994). Las guerras de religión entre protestantes, llamados hugonotes, y católicos, terminarán en la misma sangrienta noche de la San Barthélemy, en agosto de 1572.

En un primer tiempo, Marie debe quedarse en el castillo familiar, en la provincia, mientras su esposo va a pelear y la deja al cuidado de su propio mentor, François de Chabannes (Lambert Wildon), viudo, protestante, quien acaba de renunciar al combate porque ya no soporta matar a inocentes en nombre de su fe. Como se lo encargó su joven amigo, dedica los días a educar a la joven: leer, escribir, latín, poesía, botánica, filosofía….

Pero Marie debe presentarse a la corte de Catherine (Evelina Maghnagi) y ahí, además de participar en las fiestas, bailes, disfraces de los nobles católicos, debe resistir a las seducciones del tercer hijo real, el Duque de Anjou ( Raphaël Personnaz) ( futuro rey de Polonia y después de Francia como Henri III), al mismo tiempo que se reaviva su amor por de Guise, todo bajo los ojos cada vez más celoso de su esposo, y el sufrimiento silencioso de Chabannes.

Pero donde Dumas y Chéreau ven acción, movimientos, Madame de la Fayette, seguida por Tavernier, plantea la educación de una joven, entre cuatro hombres. Dos la quieren llevar a la pasión amorosa. Uno, su esposo, se deja llevar a la pasión de los celos. El cuarto le enseña el control.


Si se les puede reprochar a los actores una pronunciación muy teatral al principio, hay que reconocer que uno se deja llevar por las buenas interpretaciones de Grégoire Leprince-Ringuet), que su pasión e inseguridad vuelven torpe, de Raphaël Personnaz como un excelente Anjou, con kohl y perlas, excesivo y noble en el fondo, y por Mélanie Thierry, hermosa como lo fue Marina Vlady en La Princesse de Clèves de Delannoy (1961). Todos embellecidos por una vestimenta deslumbrante. 

Tal vez porque está interpretado por un magnífico Lambert Wilson, tal vez porque así lo quiso la autora, el personaje central es François de Chabannes, todavía hombre del Renacimiento, humanista conocedor de idiomas antiguos, de la Biblia, de las plantas. Como los Humanistas, como Montaigne, sabe observar, reflexionar y practicar la tolerancia. Es hombre de honor, de fidelidad. Se enamora y el amor le cae encima cuando ya sabe que las pasiones no pueden llevar a nada bueno. Su declaración, discreta en un jardín, es una escena maravillosa: él está fuera de campo, y la pantalla presenta a Marie junto a una rosa abierta, discreta alusión a Ronsard: Mignonne, allons voir si la rose.....



Como dice la madre de Marie: el amor es la cosa más incómoda del mundo. 

Saturday, December 13, 2014

L’homme qui rit (Jean-Pierre Améris , 2012) – 5/10

Adaptación de la novela de Víctor Hugo, en un mundo entre terror, cuento de hadas, traiciona al gran autor precisamente al querer ponerlo al alcance de todos.

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Gwynplaine (Marc-André Grondin ), huérfano de madre, quien murió al dar a luz , fue robado cuando era apenas un niño. El roba-chicos, Hardquanone (Arben Bairaktarai), para marcar su posesión, le abre la cara en forma de sonrisa. Lo abandona en unas tierras lejanas, donde es rescatado por Ursus (Gérard Depardieu), un vendedor ambulante quien se desplaza con sus hierbas, pociones y medicamentos, en unacaravana. Ursus, gordo y no muy honesto, es, en el fondo, un hombre generoso. También recoge a una niña invidente, Déa (Christa Theret). La cara horrible de Gwynplaine al hacer reír a los campesinos, le permite a Ursus vender cada vez más productos.

Los niños crecen con el hombre que nunca ha llorado, el tiempo pasa, el espectáculo se vuelve más complejo. Hasta que llegan a la gran ciudad. Ahí, el trio se establece en una zona a la orilla de las construcciones, tipo de campo baldío, donde están todos los cirqueros, los acróbatas y los monstruos. Los dos jóvenes están enamorados, de un amor muy puro, porque Gwynplaine se obliga a callar sus deseos, y porque Déa es totalmente inocente y casta. Su prestación en escena atrae cada día más público. Ursus les escribe unos diálogos que mezclan su realidad con cuentos de hadas, historia de príncipe valiente y princesa enjaulada.

Una hermosa duquesa, Josiane (Emmanuelle Seigner) asiste a las funciones y trata de seducir a Gwynplaine, quien se resiste. Pero un día, este es raptado y llevado a un castillo donde el mayordomo Barkilphedro (Serge Merlin) le revela que es el hijo del difunto príncipe    , miembro de la Cámara de Lores. Le muestra su inmenso castillo, y organiza una gran fiesta para que toda la nobleza del país lo conozca. Vestido, maquillado, peinado, Gwynplaine cede a las seducciones de Josiane, mientras el odioso mayordomo conduce a Déa a la puerta del cuarto. Déa, al volver al campo de los cirqueros, se envenena y Gwynplaine llega solo para verla morir, mientras Ursus vierte las primeras lágrimas de su larga vida. Al suicidarse el joven, los dos jóvenes se unen en su amor eterno.

El cineasta decidió llevar al exceso las características de la novela patética de Hugo. Exageró el ambiente fuera del tiempo y la realidad. El final, con el suicidio de Gwynplain ahogándose y el encuentro de las almas resplandecientes es bastante ridículo.

No se supo transmitir el ambiente de novela popular, se jaló demasiado a los excesos.

A medida que se avanza en la historia, se aleja del realismo.Del momento que Gwynplaine regresa a su castillo y que le es revelado su origen, la película torna a ser un tipo de cuento de hadas al estilo Tim Burton, con personajes excesivamente maquillados, mostrando sobre sus caras su maldad interna. Las paredes demasiado altas, las vestimentas y peinados excesivos y el andar tieso de los actores acentúan la falsedad del mundo “civilizado”. La desproporción de la figurita de Gwynplaine con el entorno exterioriza  el malestar del joven inocente ante un mundo hipócrita, rico y falto de bondad.

Paro la cinta presenta algunos aspectos interesantes, como el juego de teatro en el teatro, cuando Ursus utiliza las palabras de Dea y Gwynplaine para construir su texto teatral, acompañado de mímicas en un estilo Comedia del arte.

Espectacular es la gran escena en el parlamento, donde Gwynplaine pronuncia un discurso como  los que pronunciaba el propio Víctor Hugo en la asamblea.”Le peuple, c’est moi”. Gwynplaine toma por fin algún espesor. En esta escena, se ven claras alusiones  a Inglaterra por las pelucas, que todavía se usan en los juicios. Y también con la presencia de una reina tiesa, parecida a una Reina Victoria ya vieja, o una Elizabeth I.

El hombre que ríe es una novela poco leída de Hugo, tiene todos los recursos de la novela popular de folletín: los roba chicos, como en Charles Dickens, las intrigas de corte, las desapariciones, la huérfana ciega, la oposición entre el bien y el mal, los golpes del destino como el reconocimiento del niño pobre quien era en realidad hijo de alguien riquísimo y quien, al heredar la fortuna familiar, se aleja de sus auténticos amores.

Se vuelven a ver las temáticas de Hugo: el pueblo que sufre mientras los ricos viven en la opulencia y la tontería. Déa es otra Cosette, y Gwynplaine es otro Marius.

Son el amor puro en medio de las maldades.

La voz de Gérard Depardieu, en off, sirve a la perfección el texto de Víctor Hugo, majestuoso y claro a la vez.


La sonrisa de Gwynplaine sobrevive en la cara del Guasón, y la sonrisa de V for Vendetta. Y en la máscara de Anonymous. Victor Hugo siempre ha sido y será del lado de las víctimas, en contra del poder que abusa, un defensor de la humanidad. 

Un singe en hiver (Henri Verneuil, 1962) – 8/10

Este encuentro de Gabin y Belmondo en una cinta del maestro del cine policíaco tiene algo mágico. Los diálogos de Verneuil y Michel Audiard, adaptados de la novela de Blondin logran mantener un humor muy especial en la historia del breve encuentro de dos hombres unidos por un amor: el alcohol. 

Ficha IMDb

El principio de la cinta es algo desconcertante para quien ha leído la novela. Albert Quentin    (Jean Gabin) y Esnault (Paul Frankeur) viven una gran tarde en un bar. Están ya más allá de la embriaguez. Viven juntos el delirio de ser soldados en China bajo las órdenes del infante de marina Quentin. Van a bajar el Yang Tsé Kiang, aunque para eso tengan que llenar de agua la barra del café. Todavía es tiempo de la ocupación de Francia por los alemanes y el primer piso del bar funciona como burdel para los soldados alemanes. Cuando suena la alarma y todo empieza a moverse bajo el ataque aéreo, los dos amigos, curiosos, salen a ver. No lo saben, pero nosotros sí: es el 6 de Junio de 1944 y los aliados desembarcan, atacando por mar y aire. Es el principio del final de la guerra. La escena se alarga, mucho, demasiado. Verneuil insiste mucho sobre esta ironía de uno de los momentos más importantes del siglo XX visto por dos inconscientes. Doblemente inconscientes ya que están perdidos en los vapores del alcohol, aún más que en el humo del combate. 

De vuelta a su hotel-restaurante, el Stella, en el sótano donde se refugió su esposa, Suzanne (Suzanne Flon), en medio de las botellas, y sin dejar de beber, Albert hace la promesa, si salen vivos y pueden reabrir el Stella, de nunca más tocar una copa. 

Quince años después, cuando empieza la novela de Blondin, están bien instalados en su vida de matrimonio sin hijos, y Albert mantiene su sobriedad con caramelos. Una noche llega Gabriel Fouquet (Jean-Paul Belmondo). Apenas instalado en su cuarto de hotel, sale al café de la esquina, el café de Esnault. 

Los dos días de estancia de Fouquet en la pequeña ciudad de Tigreville bastarán para  cambiar totalmente la vida de Albert y Suzanne, y tal vez de toda la pequeña ciudad. Que Fouquet llame a Albert “Papa” en su delirio etílico, es la primera señal del reconocimiento entre estas dos almas, estos dos verdaderos alcohólicos de altos vuelos. De estos que usan el alcohol como vehículo para viajar. Los viajes de Fouquet son en España, con paella, flamenco y corridas. Los de Albert son en China. 

El lento acercamientos acabará en una expedición a la Pension Dillon, cuya directora, Madame Victoria (Gabrielle Dorziat), aunque francesa, habla solo inglés, para sacar a Marie (Sylviane Margollé), hija de Fouquet. Como se presentan a altas hojas de la noche, y en un estado bastante alterado, solo les queda aceptar que la verán al día siguiente y, mientras tanto, ir a disparar unos fuegos artificiales en la playa, ayudados por el dueño de lo que parece ser la única tienda de la ciudad, Landru (Noel Roquevert). El espectáculo es dantesco, una maravilla interminable, que saca a las calles a todos los habitantes y turistas del día de Muertos.

El domingo de Muertos, el encuentro mágico acaba en la estación de Lisieux: Albert toma un tren hacia el norte para ir a visitar la tumba de su padre, mientras Fouquet y su hija siguen hacia Paris, donde la niña vivirá con su madre. Pero antes, Albert la cuenta a Marie la historia de los changos chinos, que van durante el verano hacia el norte del país, y que los habitantes devuelven a su región de origen, por camiones enteros, cuando llega el invierno. ¿Este país de origen, será el país del alcohol? ¿El país que da la felicidad y al cual estos viajeros pertenecen, a pesar de sus intentos de escapar?

Los diálogos de Audiard son divertidísimos, irónicos y serios. Belmondo (entonces ídolo de la Nouvelle Vague) y Gabin hacen una mancuerna extraordinaria, de estos encuentros de cine mágicos, inolvidables. Nunca más volverán a trabajar juntos. Los papeles secundarios son excelentes, humanos e interpretados con gran talento por Suzanne Flon, Noel Roquevert o la imponente Gabrielle Dorziat.  
La cinta es tan famosa que, en 2012, para su quincuagésimo aniversario, el pueblo de Villerville, sobre la costa Normanda, donde se rodó en parte, decidió festejar con exposiciones, conferencias, y cambiando temporalmente su nombre a Tigreville, 

Monday, December 8, 2014

Gone with the Wind ( Victor Fleming, 1939) - 9/10

Película de culto. Amor. Pasión. Guerra. El sur y su grandeza decadente. Unas escenas memorables. ¡La música! ¡Y Scarlett!!

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Ya no se puede decir nada sobre Lo que el viento se llevó. Solo queda sentarse y disfrutar este viaje en un mundo desaparecido donde el lujo se vuelve guerra, y el placer se vuelve trabajo y otra vez vida fácil.

Con la nueva versión restaurada, uno vuelve a encontrar mejorados todos los recuerdos de esta cinta tantas veces vista. El rojo y el negro de la batalla de Atlanta, el verde del vestido que Mammy (Hattie McDaniel) le hace a Scarlett (Vivien Leigh) con las cortinas de Tara en ruinas, el crujido rojo de las enaguas que Rhett (Clark Gable) le regala a Mammy, la sonrisa brillante de Rhett, la inmensa escalera de la mansión de los Butler, el tema musical de Tara ...

Pero uno se vuelve más atento y descubre detalles nuevos. Se sabía que la casa de los amos de Tara era chiquita, pero, esta vez, enternece, con sus columnas cuadradas y su aspecto abandonado en medio de los campos. Se sabía que Melanie (Olivia de Havilland) era bondadosa, pero se entiende ahora que es también inteligente y fuerte, además de sensible al sufrimiento de los demás. Se sabía que la galería de personajes secundarios era numerosa, pero ahora se descubre que cada uno, desde la tia  Pittypat (Laura Hope Crews),la dama de mala reputación Belle Watling ( Ona Munson),hasta los esposos sucesivos de Scarlett,los esclavos de la plantación, Pork (Oscar Polk) y Prissy (Butterfly Mc Queen)  están muy bien definidos y particularizados. Y uno se da cuenta del el humor contenido en los diálogos.

Pero, encima de todo, esta Scarlett débil y fuerte, egoísta y generosa, niña caprichosa, mujer guerrera y jefe de familia. Vivian Leight es hermosa, tiene un abanico de expresiones, un talento para cambiar, en función de las situaciones, los trajes, los sombreros  y los objetivos. Es fuerte como la tierra que ama.

Se recuerda la historia de amor, de egoísmo, los caprichos. Pero la cinta es también una acusación contra la guerra, sin efectos sangrientos, pero con un dolor constante, contenido. Es la historia de gente fuerte que pelea y resiste.

Es una cinta inolvidable.