Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, December 21, 2014

La Princesse de Montpensier (Bertrand Tavernier, 2010) – 6/10

Adaptada de una novela corta de Madame de Lafayette, autora de la famosa Princesse de Clèves, esta cinta sorprende de parte de Tavernier quien no es un acostumbrado de las películas de época. Aquí nada de problemática social. El tema central es el rechazo a todo tipo de pasión: religiosa, o amorosa.

Ficha IMDb

Mademoiselle Marie de Mézières (Mélanie Thierry) está enamorada desde su infancia de Henri de Lorraine, duque de Guise (Gaspard Ulliel), y él de ella. Hasta se dio un compromiso verbal entre las familias. Pero todo cambia cuando el duque de Montpensier (Michel Vuillermoz) exige del padre de Marie se la entregue para su hijo François de Bourbon (Grégoire Leprince-Ringuet). Aunque la joven no ame a su esposo, cumple cabalmente con sus obligaciones y olvida a su antiguo amor. Sin embargo, los asares y obligaciones de la vida de los grandes del reino pondrán a todos en las redes de sus propias pasiones.

Como en el caso de la Princesa de Clèves, quien se desarrolla unos años antes de esta historia, el marco de los eventos es el siglo XVI, cuando Catherine de Medicis, ahora viuda, organiza el destino de sus hijos; es el mismo que La Reine Margot de Dumas, y Chéreau (1994). Las guerras de religión entre protestantes, llamados hugonotes, y católicos, terminarán en la misma sangrienta noche de la San Barthélemy, en agosto de 1572.

En un primer tiempo, Marie debe quedarse en el castillo familiar, en la provincia, mientras su esposo va a pelear y la deja al cuidado de su propio mentor, François de Chabannes (Lambert Wildon), viudo, protestante, quien acaba de renunciar al combate porque ya no soporta matar a inocentes en nombre de su fe. Como se lo encargó su joven amigo, dedica los días a educar a la joven: leer, escribir, latín, poesía, botánica, filosofía….

Pero Marie debe presentarse a la corte de Catherine (Evelina Maghnagi) y ahí, además de participar en las fiestas, bailes, disfraces de los nobles católicos, debe resistir a las seducciones del tercer hijo real, el Duque de Anjou ( Raphaël Personnaz) ( futuro rey de Polonia y después de Francia como Henri III), al mismo tiempo que se reaviva su amor por de Guise, todo bajo los ojos cada vez más celoso de su esposo, y el sufrimiento silencioso de Chabannes.

Pero donde Dumas y Chéreau ven acción, movimientos, Madame de la Fayette, seguida por Tavernier, plantea la educación de una joven, entre cuatro hombres. Dos la quieren llevar a la pasión amorosa. Uno, su esposo, se deja llevar a la pasión de los celos. El cuarto le enseña el control.


Si se les puede reprochar a los actores una pronunciación muy teatral al principio, hay que reconocer que uno se deja llevar por las buenas interpretaciones de Grégoire Leprince-Ringuet), que su pasión e inseguridad vuelven torpe, de Raphaël Personnaz como un excelente Anjou, con kohl y perlas, excesivo y noble en el fondo, y por Mélanie Thierry, hermosa como lo fue Marina Vlady en La Princesse de Clèves de Delannoy (1961). Todos embellecidos por una vestimenta deslumbrante. 

Tal vez porque está interpretado por un magnífico Lambert Wilson, tal vez porque así lo quiso la autora, el personaje central es François de Chabannes, todavía hombre del Renacimiento, humanista conocedor de idiomas antiguos, de la Biblia, de las plantas. Como los Humanistas, como Montaigne, sabe observar, reflexionar y practicar la tolerancia. Es hombre de honor, de fidelidad. Se enamora y el amor le cae encima cuando ya sabe que las pasiones no pueden llevar a nada bueno. Su declaración, discreta en un jardín, es una escena maravillosa: él está fuera de campo, y la pantalla presenta a Marie junto a una rosa abierta, discreta alusión a Ronsard: Mignonne, allons voir si la rose.....



Como dice la madre de Marie: el amor es la cosa más incómoda del mundo. 

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