La cinta trata de una época antes de que existiera el síndrome post-traumático, antes de que los efectos de las guerras sobre los sobrevivientes fueran estudiados, o siquiera observados. A los que volvían se les consideraba afortunados. Pero las secuelas de la Primera Guerra Mundial fueron espantosas y de eso trata esta cinta. Original por su tema, su forma y su sensibilidad.
Ficha IMDb
¿Cuánto tiempo se necesita para construir a un hombre, cuanto para destruirlo?
Antonin Verset (Grégori Derangère) era el palomero, el encargado de las palomas mensajeras. Con su caravana llena de jaulas, seguía al ejército, por si se necesitaba mandar algún mensaje al cuartel general. Era un hombre solitario, pacifico. Amaba a sus palomas, cuyo plumaje acariciaba. Y llevaba su diario, como buen joven institutor que era. Al final dela guerra es encontrado, errante en los campos y llevado a un castillo transformado en hospital.
La cinta presenta escenas, sencillas y terribles, del miedo de los hombres en las trincheras, al momento de salir y enfrentar el fuego enemigo. Algunos tienen tanto pánico que no pueden moverse. Pero el oficial no pude permitir que el mal ejemplo de uno arrastre a los demás, y, después de contar hasta cinco, dispara contra el miedoso.
Después de la batalla, el doctor (Niels Arestrup) pasa revista a los heridos que tienen salvación, calculando el tiempo de intervención en contra de la probabilidad de éxito; tiene que rechazar a algunos y dejarlos morir. Se les quita entonces la cadena con su placa de identificación, para avisar a las familias. Las placas se juntan en un casco, haciendo un pequeño ruido metálico.
Esas sensaciones, esos ruidos, ese conteo y cinco nombres, han quedado en la memoria física de Antonin. Un año después del final de los combates, él no presenta ninguna herida corporal, goza de buena salud. Pero ya no puede hablar, no puede mirar a los ojos. Es un hombre vegetal, autista, tembloroso. El Profesor Labrousse (Aurélien Recoing) trata por todos los medios de entender. Con su asistente, usa métodos modernos: filma a Antonin, lo confronta con sensaciones táctiles, auditivas, que podrían activar algún recuerdo enterrado y hacer subir al nivel consciente algún fragmento de su memoria destrozada.
La cinta mezcla episodios dela guerra en flasback gris azules, momentos del tratamiento en amarillos luminosos, y las filmaciones hechas por el Profesor, con el ritmo saltón de las viejas cintas. Pero todo se encadena en una forma muy natural, siempre con Antonin como figura central, en un intento de rodearlo, atenderlo, entenderlo.
Es una cinta a la vez documental sobre la Guerra de las Trincheras, y las vivencias y sufrimientos de los soldados, sorprendente y erudita sobre los experimentos del profesor Labrousse, pero sobre todo es una historia profundamente humana sobre la intensidad insoportable del dolor, del horror de la guerra.
Las palomas mensajeras, símbolo de los lazos entre humanos, animal querido de Antonin, lo dejan con las manos vacías y, al mismo tiempo, con la capacidad de reanudar con las relaciones humanas, lo que será posible con la llegada al hospital de Madeleine (Anouk Grinberg), la enfermera que lo cuidó una vez y le dejó, también, el recuerdo obsesivo de una sensación y un movimiento que repite incansablemente.
El final es esperanzador, con sencillez, con sensibilidad, con pudor.
Es una gran película.
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