No se trata de la adaptación de la conocidísima novela de Herman Melville, es la historia del hecho real que inspiró el texto y del intento del joven escritor para obtener las confesiones sobre la verdad de los hechos.Eso le confiere a la narración unas características a la vez documentales y emotivas por relatar lo que fue un viaje excepcional, con consecuencias imborrables sobre las mentes de sus sobrevivientes. Una gran cinta visualmente,y un intento de penetrar el proceso de concepción de una obra literaria única.
Ficha IMDb
Ya existen varias versiones de la novela: la primera de 1956, dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck, sobre un guion de Ray Bradbury, otra, que se estrenó en 2010, dirigida por Trey Stokes y protagonizada por David Michael Latt, David Rimawi y Paul Bales. En televisión, dos miniseries interesantes, una con Wlliam Hurt, Ethan Hawke, Gillian Anderson y Donald Sutherland, dirigida por Mike Barker en 2012, y la más famosa, con Patrick Stewart, Gregory Peck y Ted Levine, filmada en Australia por Franc Roddam en 1998.
Pero, en la presente cinta de Ron Howard, no se trata de traducir la novela a la pantalla, sino de contar la historia de la creación de la novela. Ir hacia atrás para entender cómo se llegó a esta obra maestra.
En 1820, Owen Chase (Chris Hemsworth) espera recibir su primera capitanearía, como se lo prometieron los dueños de la compañía naviera instalada en Nantucket, ya que en su último viaje, trajo toneladas de aceite de ballena. No es solamente un honor y una responsabilidad ser capitán, es también muy interesante económicamente, ya que se recibe parte de las ganancias. En esa época, el aceite de ballena sirve para lámparas, para fabricar velas, para alumbrado público, para fabricación de jabones. Como lo señala una pequeña oración al final de la cinta, fue el petróleo lo que acabo con este negocio multimillonario.
Pero a Chase le imponen el capitán George Pollard Jr, (Benjamin Walker), miembro de una familia adinerada y bastante novato en el asunto de cazar ballenas y dirigir barcos. El odio y la desconfianza son inmediatos entre los dos hombres. Pero Chase encuentra a bordo hombres experimentados, en particular el que considera como su hermano, el segundo oficial Matthew Joy (Cillian Murphy). El grumete Thomas Nickerton (Chris Hemsworth) hace su primera travesía, entre mareos, miedos y mucho trabajo de limpieza.
Después de algunas maniobras bastante torpes de parte del capitán, el buque llega a zonas balleneras, lo que le permite llenar unos cuantos barriles, pero todavía muy lejos de lo deseado y codiciado. Una escala en una isla les informa sobre una zona atiborrada de mamíferos enormes. Pero allá se encuentra también un cachalote gigante, que, contrariamente a lo usual, ataca intencionalmente al buque y loas barcos de caza. Todo quedara destruido, los barriles perdidos, y los sobrevivientes deben seguir en tres canoas. Perdidos en medio del mar, con poco alimento y agua, llegarán después de días de navegación a una isla. Del lado de las costas de América del Sur.
Ahí se quedaran Joy moribundo y unos marineros que se niegan a seguir hacia no se sabe dónde. Los otros, después de reconstruir las canoas, vuelven a tomar el mar, Pero el hambre los obligará a hacer lo inconfesable.
Cuando finalmente un barco los salvará y volverán a Nantucket, el pueblo silencioso los recibirá como fantasmas del más allá.
Pero quien quiere tener la última palabra son los negociantes: no pueden aceptar el relato de una ballena asesina, porque asustaría a las compañías aseguradoras y aumentaría las cuotas. Sin embargo Pollard y Chase, que han aprendido a estimarse en condiciones extremas, coinciden en no traicionar la verdad. Sin embargo nadie confiesa lo inconfesable. Es ese secreto lo que comen por dentro al grumete, ahora anciano, encerrado en su silencio, su culpabilidad, su horror hacia sí mismo.
Melville (Ben Whishaw), quien ha trabajado sobre un buque ballenero, sabrá hacerlo contar, con el apoyo discreto dela esposa (Michelle Fairley) liberándolo del peso de su pasado. Y cosechando el material que le permitirá, junto con sus propios recuerdos, escribir una obra maestra, lirica, épica, de aventura y venganza, a la altura de las obras de Nathaniel Hawthorne, a quien tanto admira, y a quien dedicará la novela.
La cinta está muy bien construida, en idas y vueltas entre la expedición del Essex, y la noche de revelaciones del viejo. A los grandes espacios del océano, se opone la sala oscura, donde un hombre habla mientras el otro escribe, alrededor de una botella. A la inocencia, el miedo del grumete, su horror frente a la ballena, al mundo sin piedad del mar, se opone la reflexión del anciano que ha sido traumatizado de por vida.
La vida en el barco, las maniobras vertiginosas, la vida cotidiana de los hombres que esperan el grito “Ella sopla” grabando figuras femeninas sobre dientes de ballenas, esta reconstituida con precisión documental. La organización de los botes con un oficial, un arponero, y marineros para remar con fuerza para aguantar el peso del mamífero herido que los jala durante horas hasta que su espuma se torne roja, todo es fiel a una realidad de trabajo físicamente extenuante pero prometedor de riqueza.
La fotografía es impresionante, sobre todo durante la primera parte de la historia, creando lo que parece ser pinturas románticas de tempestades, con mezclas de rojo y grises. La segunda parte se torna más lenta y repetitiva, con algunos momentos claves: el adiós de Chase a su amigo agonizante, o las muertes en las canoas, seguidas de decisiones dramáticas.
Claro, la cinta no tiene la magia de la escritura de Melville. Pero ayuda a entender lo que fue esa vida de hombres que dejaban sus familias para expediciones de años, sin saber en realidad sin volverían, completos o en partes, o no.
Moby Dick, la novela publicada en 1851, está en todas las mentes (hasta en el logo de Starbucks). Es de las pocas novelas que han rebasadas las fronteras, y que pueden ser leídas en diferentes niveles como novela de aprendizaje, como novela de aventuras, como historia para niños, o reflexión filosófica sobre el destino, sobre la pasión.
“Call me Ishmael” es, sin lugar a dudas, una de las frases iniciales míticas. Volvamos a leer a Melville.
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