Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, August 13, 2018

Suite française (Saul Dibb, 2014) - 5.5/10


Adaptado de una novela conocida años después de la muerte de su autora, Irène Nemirovsky desaparecida en un campo de concentración. fue una revelación al punto de ser recompensada por el premio Renaudot

Ficha IMDb

Lucile Angellier (Michelle Williams) vive en el pueblo de Bussy, en el centro de Francia sola con su suegra, Madame Angellier (Kristin Scott-Thomas), en junio 1940, mientras su esposo Gaston, combate en el frente. Madame Angellier inicia a su nuera en el manejo de los asuntos familiares, en particular el cobro de las rentas. En efecto, los Angellier poseen varias granjas, además de vivir en la casa más grande del pueblo y Madame es sin piedad para sus inquilinos.

Durante su gira de cobro, suegra y nuera se topan con familias huyendo de los alemanes, en coches, caretas o a pie. En el camino, aviones enemigos los bombardean. Unos días después, con el discurso del mariscal Pétain, Francia queda oficialmente vencida y ocupada. Durante la misa del domingo, las tropas llegan y organizan el alojamiento de los oficiales. A Madame Angellier le toca el lugarteniente Bruno von Falk (Matthias Schoenaerts) muy educado y reservado. Al alcalde de Bussy, el vizconde de Montmort (Lambert Wilson) le toca el teniente Kurt Bonnet (Tom Schilling) odioso abusador de mujeres y humillador de hombres, quien prefiere ir a vivir a la granja de Benoit (Sam Riley) y Madeleine (Ruth Wilson) para tener más libertad de movimiento y para estar más cerca de un mujer más joven y deseable que la vieja vizcondesa (Harriet Walter). Madeleine es amiga cercana de Lucile y su esposo Benoit herido durante la Primera Guerra, tiene un carácter bastante irascible y fácilmente violento.

La vida se va organizando, en el pueblo y en la casa Angellier. Madame se vuelve un poco más humana y tolerante con su nuera, tal vez por solidaridad frente al enemigo, sin dejar de sacar provecho económico de la situación al rentar una de sus casas a Denise Epstein (Eileen Atkins) una mujer) que huye con su hija y de quien Madame Angellier todavía no sabe es que es judía

Una cierta atracción nace entre Lucile y el oficial, en particular por su gusto común por la música. El teniente toca en el piano de la joven casi-viuda una extraña melodía. Hay que decir también que Lucile se casó con Gaston casi sin conocerlo y por decisión de su padre quien le escogió un esposo rico para garantizarle una vida confortable y protegida de las contingencias. El acercamiento se vuelve pasión y planean aprovechar una visita de Madame a su hermana para pasar una noche juntos.

Pero la muerte de Kurt a manos de Benoit, consecuencia de la conducta abusiva del alemán con Madeleine, lleva a Lucile a esconderlo en la casa. Curiosamente Madame acepta.

Mientras los alemanes buscan por todas partes al asesino, el alcalde queda como rehén y será ejecutado si el culpable no se entrega, voluntariamente o denunciado. El teniente von Falk se ve en la obligación de dirigir el pelotón de ejecución y disparar el tiro de gracia en la plaza del pueblo. Días después a pesar de haber entendido la complicidad de Lucile con Benoit, le hace expedir un permiso para ir a París. Las circunstancias del viaje obligarán al oficial a tomar posición.

La cinta no presenta en realidad nada original. las situaciones y los caracteres son clichés vistos ya en muchas películas como la oposición entre alemanes “buenos”, educados, cultos y respetuosos, y alemanes “malos “, tiránicos y perversos. Ya en 1870, Maupassant lo había hecho en sus cuentos cortos sobre la ocupación prusiana. De la misma forma, hay franceses que no soportan al ocupante, están los que aprovechan para delatar las “malas acciones” de sus vecinos: el teniente tiene su escritorio cubierto y ahí se entera Lucile de que su esposo tuvo una hija antes de casarse con ella, también confirma el odio de varios habitantes hacia su suegra. En los comportamientos regularmente enseñados en las películas sobre esa época, están las chicas que hacen “colaboración horizontal” con los soldados alemanes. ¿Es Lucile tan diferente de estas? También están los actos de resistencia y el viejo sentido de honor de un aristócrata.

La situación en casa de madame Angellier recuerda mucho Le silence de la mer de Vercors, magníficamente adaptado por Melville (1949), pero no puede mantener el nivel de dignidad del viejo y su sobrina en su silencio obstinado y cotidiano frente a un oficial alemán que estiman como hombre. Suite française quiere mostrar situaciones de todo un pueblo, esto lleva a una dispersión y una superficialidad que lo orilla a ser simplemente la previsible historia romántica y triste de un amor que no pudo existir por culpa de la guerra. Pero esta historia romántica no se ve acompañada de sensibilidad; le falta emoción y, sinceramente, el destino de esos personajes nos deja finalmente sin cuidado.

Probablemente el éxito de la cinta se deba, además de una buena reconstrucción histórica, sobre todo a sus actores: Kristin Scott Thomas, excelente como siempre, y aceptando aquí verse vieja y muy malvada, para poco a poco dejando entrever bondad y compasión, y unos buenos actores jóvenes, sobre todo Matthias Schoenaerts.

Pero más probablemente, lo que preparó el éxito de la cinta fue la utilización de las circunstancias de la escritura de la novela y su descubrimiento casi accidental por una hija de la escritora, así como el destino trágico de esta. Irène Némirosky, judía de origen ucraniano, fue deportada a Auschwitz, dejando inconclusa lo que iba a ser una serie de cuatro novelas. El segundo texto es Dolce que sirve de punto de partida a la película. La hija de Irène Némirovsky lee los cuadernos de su madre solo en 1998, lo publica en 2004, junto con la primera parte Tempête en juin, bajo el titulo Suite française y la novela recibe el Premio Renaudot.  Los créditos finales de la cinta hacen una referencia explícita a esta situación excepcional y un llamado a la compasión que podría ser bastante mórbido. Las cualidades de la autora, el horror de su muerte en un campo de exterminación, lo teatral del destino de su obra, perdida y reencontrada, no hacen obligatoriamente de la cinta de Saul Dibb una película excelente.

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