Alejándose un poco de la novela que lo inspira, Grisbi
or not grisbi, la cinta se queda con 7na sombra de guion, puro pretexto para
dar diálogos cincelados a un grupo de actores geniales. ¿Parodia del cine negro
gringo? Pura comedia? ¿Cinta de culto? No gustó cuando salió, pero es ahora
considerada como joya del patrimonio fílmico francés.
Ficha
IMDb
La
historia es muy sencilla. Louis El Mexicano (Jacques Dumesnil) se está muriendo
en su casa parisina. Llama a su cabecera su amigo Fernand Naudin (Lino Ventura),
exdelincuente reciclado en el negocio de tractores en el sur de Francia, para
dictarle sus últimas voluntades. Primero, debe administrar sus negocios, un
poco descuidados en los últimos meses, y cuidar de la educación de su hija
Patricia. Fernand, que preferiría por mucho volver a Montauban y la feria de
agricultura que se aproxima, está ligado por un valor supremo entre gangsters:
la lealtad. Acepta el encargo, que queda registrado por el notario Maitre
Folace (Francis Blanche), quien está por el momento encargado de la joven
Patricia (Sabine Sinjen).
Pero
las decisiones de Louis no son del gusto de todos. Los hermanos Volfoni, Raoul (Bernard
Blier) y Paul (Jean Lefebvre) quieren administrar los asuntos del muerto: una casa
de juegos y una destilería clandestinas, y un prostíbulo. Por su parte, a Theo
(Horst Frank) y su amigo Tomate (Charles Régnier), les gustaría eliminar a los Volfoni
y a Fernand.
Con
todo eso, Patricia no es precisamente una niña modelo. Muy enamorada de un
joven músico, compositor de música serial, Antoine Delafoy (Claude Rich), hijo
de Adolphe Amedeo Delafoy, director del FMI (Pierre Bertín), organiza fiestas
locas en la casa, no estudia mucho, y hasta se fuga cuando su nuevo tutor, el
notario y el mayordomo Jean (Robert Dalban) tratan de llamarla al orden.
En
medio de trampas, engaños, asaltos, se desarrolla una historia sin pies ni cabeza,
pero con anécdotas sumamente cómicas, vueltas de tuerca absurdas, encuentros
fabulosos.
Y
lo mejor de todo son los diálogos que han entrado en el diccionario de las
frases célebres. El autor de esas famosas réplicas es Michel Audiard. Ningún
diálogo es improvisado, todo está escrito con precisión, se trata de un diálogo
muy cuidado, muy “literario”. Pero utiliza vocabulario de argot, o sea la
lengua de los gánsteres, que Víctor Hugo, en Los Miserables había dedicado capítulos enteros, analizándole,
explicando su uso, antes de ponerla en la boca de familias completas de sus
personajes, siendo el pequeño Gavroche uno de los más conocidos.
Una
escena se quedo como de culto: los gánsteres están reunidos en la concina de la
casa, donde el mayordomo Jean les pide ayuda para untar unos canapés para la
fiesta que Patricia lidera en el cuarto de al lado. Como buenos padres, se
dedican con mucha seriedad a su trabajo, pero lo acompañan por la degustación de
alcohol preparado en casa, a base de manzana, pero “no solo de manzana” y particularmente
fuerte, “más bien una bebida para hombres” aunque” una polonesa se lo tomaba
para el desayuno”. Esta escena en particular ha sido analizada como la metáfora
del cine francés de la época: los viejos están ya apartados, afuera de lo que
hacen los nuevos cineastas, los de la Nouvelle
Vague, simbolizados por los ruidosos jóvenes amigos de Patricia. Están al margen
y se dedican a pronunciar frases cuidadosamente escritas para ser interpretadas
por grandes actores. Es lo que la Nouvelle
Vague criticó del cine al “estilo tradicional francés” y que quisieron
reemplazar con un cine con nuevos actores, más cercano a la vida real, con más
improvisaciones.
La
música es un solo tema de Michel Magne, interpretado según las circunstancias en
diferentes estilos musicales, desde el baroco hasta el rock, pasando por el
jazz o el vals
Les tontons flingueurs pasó a ser parte de la memoria colectiva francesa. Es
una pequeña joya que se saca de vez en cuando del baúl de los recuerdos y que
sigue provocando carcajadas.
No comments:
Post a Comment