Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, August 15, 2018

Les tontons flingueurs (Georges Lautner,1963) - 8.5 /10


Alejándose un poco de la novela que lo inspira, Grisbi or not grisbi, la cinta se queda con 7na sombra de guion, puro pretexto para dar diálogos cincelados a un grupo de actores geniales. ¿Parodia del cine negro gringo? Pura comedia? ¿Cinta de culto? No gustó cuando salió, pero es ahora considerada como joya del patrimonio fílmico francés.

Ficha IMDb

La historia es muy sencilla. Louis El Mexicano (Jacques Dumesnil) se está muriendo en su casa parisina. Llama a su cabecera su amigo Fernand Naudin (Lino Ventura), exdelincuente reciclado en el negocio de tractores en el sur de Francia, para dictarle sus últimas voluntades. Primero, debe administrar sus negocios, un poco descuidados en los últimos meses, y cuidar de la educación de su hija Patricia. Fernand, que preferiría por mucho volver a Montauban y la feria de agricultura que se aproxima, está ligado por un valor supremo entre gangsters: la lealtad. Acepta el encargo, que queda registrado por el notario Maitre Folace (Francis Blanche), quien está por el momento encargado de la joven Patricia (Sabine Sinjen).

Pero las decisiones de Louis no son del gusto de todos. Los hermanos Volfoni, Raoul (Bernard Blier) y Paul (Jean Lefebvre) quieren administrar los asuntos del muerto: una casa de juegos y una destilería clandestinas, y un prostíbulo. Por su parte, a Theo (Horst Frank) y su amigo Tomate (Charles Régnier), les gustaría eliminar a los Volfoni y a Fernand.

Con todo eso, Patricia no es precisamente una niña modelo. Muy enamorada de un joven músico, compositor de música serial, Antoine Delafoy (Claude Rich), hijo de Adolphe Amedeo Delafoy, director del FMI (Pierre Bertín), organiza fiestas locas en la casa, no estudia mucho, y hasta se fuga cuando su nuevo tutor, el notario y el mayordomo Jean (Robert Dalban) tratan de llamarla al orden.

En medio de trampas, engaños, asaltos, se desarrolla una historia sin pies ni cabeza, pero con anécdotas sumamente cómicas, vueltas de tuerca absurdas, encuentros fabulosos.

Y lo mejor de todo son los diálogos que han entrado en el diccionario de las frases célebres. El autor de esas famosas réplicas es Michel Audiard. Ningún diálogo es improvisado, todo está escrito con precisión, se trata de un diálogo muy cuidado, muy “literario”. Pero utiliza vocabulario de argot, o sea la lengua de los gánsteres, que Víctor Hugo, en Los Miserables había dedicado capítulos enteros, analizándole, explicando su uso, antes de ponerla en la boca de familias completas de sus personajes, siendo el pequeño Gavroche uno de los más conocidos.

Una escena se quedo como de culto: los gánsteres están reunidos en la concina de la casa, donde el mayordomo Jean les pide ayuda para untar unos canapés para la fiesta que Patricia lidera en el cuarto de al lado. Como buenos padres, se dedican con mucha seriedad a su trabajo, pero lo acompañan por la degustación de alcohol preparado en casa, a base de manzana, pero “no solo de manzana” y particularmente fuerte, “más bien una bebida para hombres” aunque” una polonesa se lo tomaba para el desayuno”. Esta escena en particular ha sido analizada como la metáfora del cine francés de la época: los viejos están ya apartados, afuera de lo que hacen los nuevos cineastas, los de la Nouvelle Vague, simbolizados por los ruidosos jóvenes amigos de Patricia. Están al margen y se dedican a pronunciar frases cuidadosamente escritas para ser interpretadas por grandes actores. Es lo que la Nouvelle Vague criticó del cine al “estilo tradicional francés” y que quisieron reemplazar con un cine con nuevos actores, más cercano a la vida real, con más improvisaciones.

La música es un solo tema de Michel Magne, interpretado según las circunstancias en diferentes estilos musicales, desde el baroco hasta el rock, pasando por el jazz o el vals

Les tontons flingueurs pasó a ser parte de la memoria colectiva francesa. Es una pequeña joya que se saca de vez en cuando del baúl de los recuerdos y que sigue provocando carcajadas.

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