De Lanthimos vimos Alps (2011), sobre jóvenes que sustituían a los difuntos para ayudar a sus familias
a pasar el duelo. Esta nueva cinta remonta a mitos trágicos e implacables.
Filmada con la lentitud de una ceremonia, asusta al dejar entrever la
profundidad de la maldad humana, de una locura mágica …
Ficha IMDb
Steven Murphy (Colin
Farrell) es un cirujano del corazón muy afamado, trabaja en un hospital de
lujo, muy moderno y blanco. Su anestesista acostumbrado es Matthew Williams
(Bill Camp), su amigo. Pero sus platicas son siempre triviales, sobre objetos,
como por ejemplo el nuevo reloj de Matthew.
Después de su trabajo,
Steven se encuentra frecuentemente en una cafetería con un adolescente, Martín
Lang (Barry Keoghan), Después, van junto al puente y siguen platicando, de
asuntos más íntimos o más profundos. Aparentemente, Martin no tiene problemas
de dinero, se siente bien en su vida. Sin embargo, Steven se preocupa, le hace
regalos. Entonces, ¿Cuál es la relación entre ellos? ¿Es Martín el ahijado de
Steven, su hijo adultero, un vecino sin padres? ¿Se tratará de algún tipo de
chantaje?
De vuelta a casa, la vida
de Steven se ve muy ordenada, casi fría. Las tareas están perfectamente repartidas
entre la hija Kim de 14 años (Raffey Cassidy) y el hijo de 12, Bob (Sunny
Suljic) para ayudar a la madre Anna (Nicole Kidman) quien lleva la responsabilidad
de una clínica oftalmológica. Todos tienen un comportamiento perfecto alrededor
de la mesa de la cena, platican con calma de sus experiencias del día, en
frases perfectamente construidas y perfectamente frías e impersonales. Como un
manual para estudiar idiomas. El tono monocorde, los diálogos artificiales y
extraños serán una constante en la cinta , acercando al espectador a un ambiente
de pesadilla en un mundo familiar. En el dormitorio, Anna le
pregunta a su esposo si quiere una “anestesia general”. se trata de la forma en
que ella tiene que actuar para que él pueda llevar a cabo el encuentro sexual.
Después de esta
presentación del ambiente, los lugares y los personajes, la acción puede
empezar: Martin va cada vez mas seguido al hospital de Steven, lo que no parece
satisfacer a este último., quien, sin embargo, invita al joven a comer a su
casa y le presenta su familia. Acto seguido, Martín devuelve la invitación y deja
a Stephen en presencia de su madre con todas las intenciones de que pase algo
entre los dos adultos. En cada encuentro se comparten intimidades en particular
sobre el desarrollo sexual de los jóvenes, sobre las preferencias sexuales de
los adultos. Comportamientos y palabras, siempre con la misma frialdad, parecen
siempre fuera de lugar y de tiempo.
Martin y Kim empiezan a
verse, a escondidas de los padres, mientras Steven trata de detener al joven en
sus intentos cada vez mas claros de entrar a sus vidas.
La tensión se vuelve
insoportable cuando una mañana Bob despierta paralizado de las piernas. Como no
se encuentra ninguna explicación médica, Steven lo amenaza, lo obliga. Sin
resultado. El niño ya no come. Unos días después, es el turno de Kim, quien cae
durante un ensayo del choro escolar. Extrañamente, Martin llega al hospital
antes de los padres.
Las condiciones están dispuestas
para que pueda poner el trato sobre la mesa: primero Bob pierde el uso de las
piernas; segundo pierde el apetito; tercero y casi el final, sus ojos van a
sangrar; cuarto, va a morir. Y después pasará lo mismo con Kim. Y después con
Anna. Para detener el destino, hay que hacer un sacrificio. Martin tiene la
generosidad de dejar a Steven la opción de escoger a quien va a sacrificar
para salvar a los otros. Porque la sangre pide sangre. Porque la muerte del padre
de Martin no fue en un accidente automovilístico. Ni siquiera fue en el
quirófano, por culpa del anestesista, como Steven le explica a Anna al
compartir el dilema con ella. La verdad es que fue un error de Stephen quien
opero en estado de ebriedad. Martin quiere vengarse, quiere en una comunión
espiritual o mágica, pagar la muerte de su padre con la muerte de un familiar
del responsable.
La enfermedad de los niños
avanza, Steven trata de someter a Martín, lo encierra, lo tortura. Pero Anna al
encontrar la verdad de la responsabilidad de su esposo, lo libera.
Los niños son ahora
reducidos a reptar como animales, hacen todo para demostrar su amor a su padre,
para que este los salve. Pero el día final llega, Los ojos de Bob sangran. Hay
que llevar a cabo el sacrificio.
En una lógica de cuento,
de magia, de religiosidad, Steven sacrifica a su hijo. La vida vuelve a la
normalidad. Hasta pueden encontrarse con Martin en la cafetería, desafiarse con
la mirada. Han perdido a un miembro de la familia, pero han ganado su sobrevivencia.
El titulo hace referencia
a un mito fundador de la literatura y la tragedia griega, el mito de Ifigenia.
Al irse a la guerra de Troya, Agamenón tuvo que hacer un sacrificio a los
dioses para que le otorguen unos vientos favorables para cruzar el mar. Para
tranquilizar a la diosa Artemis había que sacrificar a la hija Ifigenia. Agamenón,
presionado por Ulises y Ménelas, acepto en contra de su esposa Clitemnestra.
Una versión del mito cuenta que Artemis decidió finalmente sustraer a la niña a
la muerte al reemplazarla por un venado. De ahí la lleva a uno de sus templos
en Táurida para apartarla de la maldad de los hombres.
Cuando Steven va a la
escuela a preguntarle al director cual de sus hijos es el mejor, este le habla
de los talentos de sus hijos y señala los talentos artísticos y literarios de
Kim, quien acaba de escribir un remarcable ensayo sobre Ifigenia.
Los mitos hablan de la
vida, de las pulsiones, los deseos, las pasiones humanas. Las tragedias que los
cuentan permiten la expiación a través del horror sagrado. El castigo divino le
llega a Steven, más terrible que el castigo humano, que él de un sistema judicial.
Mas implacable, mas frío. El desafío al destino al jugar con la vida de un
hombre en el quirófano. Tiene que pagar, porque los dioses nunca olvidan.
Esta distancia simbólica
con la vida real se transmite en la cinta no solo por la historia contada, que
pierde, o parece perder el contacto con la realidad, sino también por el
ambiente frio, por las líneas rectas, por los diálogos sin emoción, por las
tomas cuadradas, fijas, a veces desde arriba como vistas por un ojo superior,
el ojo de arriba, del más allá. De una consciencia superior y fuera del mundo. De
la eternidad, tal vez. La música, estridente, anticipa y prepara el terror que
las imágenes provocarán unos segundos después. Es como si supiera, antes, lo
que va a pasar.
Esta consciencia inhumana
y sobre humana, este ojo al cual no se puede escapar. Recuerdan a las cintas de
Michael Haneke, como Caché (2005)
donde una responsabilidad desconocida persigue a un hombre, la responsabilidad
por los actos de sus padres, y de toda una sociedad políticamente cómplice.También
de Haneke, Funny Games (2007) tuvo
esa capacidad de hacernos anticipar lo peor en cada escena aparentemente
anodina.
The
killing of a Sacred Deer es la transposición en la sociedad
moderna y rica de la tragedia arcaica, dura, seca como el paisaje griego.
Atridas de los tiempos modernos, Steven y su familia encontraron sus Erinias.
Algunos ven en la cinta
otra metáfora: una Grecia moderna obligada por el contexto político y económico
europeo a sacrificar la felicidad material de sus hijos. Es una explicación muy
plausible, pero le quita mucha profundidad al mensaje y rebaja personajes y
narración a un nivel muy prosaico. Seria mucho humor negro, mucha fascinación y
disgusto, atracción y repulsión, en breve mucha sofisticación para expresar
asuntos cotidianos.
El efecto sobre el
espectador es de un nivel aterrador. Esa lentitud hipnótica, subrayada por el
cuidado en las imágenes y la música, esta construcción de una pesadilla sirve claramente
para llevar a una reflexión sobre el sentido de las elecciones humanas. De
estimulación intelectual. De filosofía.
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