Una madre enojada en un
pueblo donde nadie se preocupa. unos policías mas atentos a sus propias necesidades,
manías, amores u odios. Y tres espacios publicitarios abandonados. A partir de
esos elementos relativamente triviales, Mc Donagh logra una sarcástica y a la
vez humana pintura de una humanidad tan normal que asusta.
Ficha
IMDb
Cuando
Mildred Hayes (Frances McDormand) descubre una
noche tres anuncios espectaculares vacíos, en una carretera que ya casi nadie frecuenta,
le llega una idea genial: rentarlos para despertar la atención de los que ya no
s e preocupan. Hace ya meses que su hija Angela (Kathryn Newton) ha sido violada y asesinada. La policía de Ebbing
Missouri empezó una investigación bajo la dirección del sheriff Bill Willoughby
(Woody Harrelson) pero, al no obtener ningún resultado, renunciaron muy rápidamente.
Pero una madre nunca renuncia. Mildred, de carácter un poco difícil y
vocabulario a veces disonante, entra en acción. Y con ella, todo empieza a
moverse. El policía racista, Jason Dixon
(Sam Rockwell), Charlie el esposo infiel y abusivo (John Hawkes) con su muy joven novia Penelope ( Samara Weaving), Robbie el hijo ( Lucas Hedges) , el gerente de la agencia dueña de los anuncios Red Wilby ( Caleb Landry jones) , hasta el dentista Geoffrey ( Jerry Winsett) y el sacerdote del pueblo el padre Montgomery ( Nick Searcy) , todos ven su vida perturbada. Janet
lanzó una piedra al agua y la ciudad ya no puede hacer como que todo es normal.
La
investigación no progresa más que antes, salvo una esperanza con la llegada de
un forastero que se jacta de haber violado a una chica. Pero la vida personal
de cada uno de esos seres que parecían torpes, superficiales, estancados, se ve
revelada en su intimidad y sus motivaciones.
En
ningún momento hay perdón o disculpas porque todos tienen un comportamiento
egoísta, a veces estúpido. Pero el furor maternal y vengativo los saca de su
zona de confort, los expone.
La
historia avanza a golpe de incidentes, a veces accidentes, que parecen enormes,
desproporcionados, y, sobre todo, sorpresivos. Sin embargo, todos son
perfectamente coherentes dentro de la lógica de cada personaje. Cada uno tiene
su propia complejidad, desde la culpabilidad de la madre que se despidió enojada
de su hija y, en palabras, la mandó directo a hacerse violar. El policía
racista vive con una madre posesiva y vulgar, pero el amor entre ellos es innegable.
El jefe de policía se está muriendo y organiza su ultimo día para que sea un
inolvidable momento de felicidad para su esposa y sus hijas.
Cada
uno, a pesar de comportarse o hablar como un patán, lleva muy dentro de sí un
reflejo de luz, una sombra de bondad. Esta bondad se perdió por varias
circunstancias de la vida, por obligaciones, por estupidez. El más remarcable
es ciertamente el policía interpretado por Sam Rockwell, racista, homofóbico, violento,
quien sigue viviendo con su madre feo, casi alcohólica. Totalmente odioso. La cinta se acerca a el con
una cierta ternura que puede ser curiosidad y lastima al principio: ¿cómo puede
uno ser tan limitado, tan bruto ¿¡es casi un fenómeno de feria! Sin embargo, busca,
a su manera la justicia. Su entereza lo lleva a actuar con valor para
identificar un posible sospechoso del crimen. Y su testarudez lo asocia con Mildred,
a quien odia, para obtener justicia. Al hablar, se dan cuenta que buscan lo
mismo y que, tal vez, hay otras formas de solucionar los problemas.
Como
en sus cintas anteriores, en particular la genial In Bruges (2008) con Colin Farrell, Mc Donagh mezcla el humor negro
y la irreverencia total, con una influencia de los Coen. Una acción incorrecta,
de la cual nadie es realmente responsable, al menos en la historia contada,
lleva a consecuencias asumidas, decididas, todavía peores, y finalmente absurdas:
¡darle una paliza en pleno día a un homosexual, incendiar la estación de policía….
¡La violencia es, en algunas escenas, insoportable, trayendo recuerdos de pogromos,
de agresiones en Europa de los 30’s. La cinta no se deja detener por unos códigos
de lo soportable, lo aceptable, lo mostrable, no acepta lo política o
visualmente correcto.
El
pueblo de Ebbing está perdido en Missouri, Missouri está perdido en Estados
Unidos. Una micro sociedad funciona sobre sus códigos, sus costumbres. Todo mundo
conoce a todo mundo, pero en realidad nadie conoce realmente a nadie. La decisión
de Mildred de hablar, por anuncios interpuestos, lleva a quitar los velos, a
denunciar los silencios, a renunciar a los tabús: ¿se tiene compasión al
enfermo de cáncer y no se la pide hacer correctamente su trabajo? ¿No se
reclama al esposo que engaña con una jovencita? ¿No se castiga al policía violento?
Mildred sacude los pretextos, habla con la verdad. Es, un poco, el niño que
dice que le emperador va desnudo. Pero la genialidad de McDonagh es que Mildred
no es exenta de pecados. Es egoísta, mal hablada, violenta, poco compasiva. Siente
que no ha sido buena madre, ni buena esposa.
La
cinta tiene todo para enojar, para inquietar, para admirar. Tiene un guion sorpresivo,
un tono irreverente. Tiene unas actuaciones estupendas. Además, como las cintas
de los Coen, tiene una excelente recopilación de música en particular al estilo
western, estilo que va perfectamente con el ambiente y con la personalidad y actuación
de Mildred /Frances McDormand.
Es
una cinta que no deja indiferente. Seguramente una de las mejores del año.
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