Una comedia en la línea tradicional de encuentro de dos personajes opuestos y destinados a odiarse y que se vuelven amigos. Pero logra tener algo de originalidad en los caracteres, las situaciones y el desenlace, además de contar una gran actuación de Claude Brasseur.
Ficha IMDb
Monsieur Henri (Claude Brasseur), viudo desde hace varios años, se está haciendo viejo y delicado de salud. Para que gane algo de dinero extra y no este solo en su amplio departamento, su hijo le sugiere buscar un inquilino para uno de sus cuartos. A Monsieur Henri no le gusta mucho la idea porque es un viejo gruñón y asocial, y se somete a regañadientes. La competencia es feroz porque la crisis del alojamiento es dura en Paris. Quien gana el cuarto es Constance (Noémie Schmidt), una joven estudiante provinciana que no dijo a sus padres la verdad sobre su fracaso a su examen de admisión a la universidad.
Entre pleitos y descortesías, el viejo y la joven logran convivir. Pero la situación se vuelve difícil para Constance cuando su padre descubre la verdad sobre sus fracasos intelectuales y exige su regreso al seno y el trabajo familiar. Sin dinero, Constance no se puede quedar en Paris pero Monsieur Henri le propone un trato: si ella lo ayuda, él la ayudará con la renta. Se trata ni más ni menos que de deshacerse de la nuera que odia, Valerie (Frédérique Bel), católica tradicionalista, poco inteligente, que considera “magnifico” casi todo lo que hacen o dicen los demás. Monsieur Henri la considera indigna de su hijo Paul (Guillaume de Tonquédec), torpe heredero de la agencia contable familiar.
El plan es muy sencillo y pacifico: Constance tiene que seducir a Paul para lograr la separación de la pareja.
Finalmente todos encontrarán apoyo en los demás. Constance podrá seguir su vocación, Paul y Valérie tendrán familia y Monsieur Henri se humanizará.
Si la narración, cronológica, no es muy original, la cinta, adaptada de la obra de teatro escrita por el propio director, logra sin embargo tener diálogos bastante humorísticos, situaciones y caracteres bien definidos. Claramente, Claude Brasseur, con mal humor y malas intenciones, con palabras crueles o tiernas, con emociones disimuladas, domina a todos con sus años de experiencia, pero los tres más jóvenes se defienden en forma bastante convincente. Las decisiones no son siempre lo que se esperaba y se destilan algunas sorpresas.
Un punto interesante es que la historia y su progreso se basan en mentiras, que no son nunca desmentidas. Al inverso de muchas cintas gringas, donde decir la verdad y pedir perdón son etapas ineludibles en las relaciones interpersonales, aquí cada quien pasa rápidamente a otra cosa. Los personajes no arrastran necesidades de aclarecer sus sentimientos o intenciones. Dicen, hacen y siguen haciendo y diciendo hasta que las cosas les funcionen y funcionen con los demás. Nada de crisis existenciales o morales. La vida es como es y las relaciones se viven como se puede.
Una buena lección de sencillez, y un momento agradable de humor.
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