Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, October 31, 2016

Au nom de ma fille (Vincent Garenq, 2016) – 6/10

Inspirada por la historia real de un padre que dedicó treinta años a la persecución del asesino de su hija adolescente, esta cinta, apasionante por el fondo, no logra mantener la pasión que anima a su personaje principal. Tal vez porque se centra demasiado en las confrontaciones de este con un sistema judicial lento y poco eficaz.

Ficha IMDb

Todo empieza en Maruecos, donde André Bamberski (Daniel Auteuil) lleva una vida tranquila y bien organizada con su esposa Dany (Marie-Josée Croze) y sus dos hijos. Pero su carácter tal vez demasiado serio, demasiado dedicado a su trabajo, hace que su esposa se deje seducir por un amigo de la pareja, bastante insistente y seguro de sus encantos, el doctor alemán Dieter Krombach (Sebastian Koch). 

Cuando la pareja Bamberski vuelve a Francia, el doctor también, y la relación sigue, hasta llevar a un divorcio. Bamberski lo vive bastante mal, sobre todo porque debe compartir la custodia de  Kalinka y Pierre. Pero encuentra un nuevo equilibrio es su relación con Cécile (Christelle Cornil), una compañera de trabajo.

Cuando por fin logra salir de viaje con su nueva pareja, en el verano de 1982, mientras los niños se van a Alemaña con su madre y su padrastro, sucede lo abominable: Kalinka, ahora de quince años, muere en circunstancias extremas.Y más extrañas todavía son las condiciones y los resultados de la autopsia, a la cual asiste el padrastro. 

A partir de ese momento, el padre se lanza en una lucha agotadora para encontrar la verdad y, sobre todo, convencido que el padrastro es culpable, para llevarlo ante la justicia. Pero las leyes y los procedimientos de los diferentes países europeos se contradicen y Krombach logra escapar, astuto y bien apoyado por sus abogados. Bamberski se vuelve un experto, los policías se cansan, todo mundo lo odia. Ya es totalmente obsesionado. Y salen las revelaciones, los testimonios de varias mujeres que dicen haber sido abusados por Krombach, con métodos extrañamente parecidos a los que usó con su hijastra. 

Su tenacidad encontrará su recompensa y el culpable será condenado. Pero, en el transcurso de la cinta, el espectador queda exhausto, un poco aburrido de esta historia finalmente muy repetitiva, y que no logra decidirse entre ser un documental o ser una película dramática. 

Daniel Auteuil es muy intenso, es cierto, pero queda finalmente inexpresivo al interpretar a un hombre tan metido en su propia historia, tan cerrado y convencido de tener la razón que no deja espacio para sutilezas. Es cierto que el final es la condenación esperada. Pero, ¿no será también la venganza personal? ¿Los motivos de este padre eran realmente buscar justicia por su hija, víctima inocente de un predador? Queda la duda de una vieja venganza, de unos celos de esposo engañado, de un padre desplazado por un hombre más atractivo, más seguro de sí. Este hombre provoca algo de miedo, un cierto malestar. 

La forma de la cinta es muy clásica, muy impersonal. Es cierto que resumir treinta años en hora y media es difícil, pero se podían tomar otras decisiones y no caer en esa narración algo tediosa, aunque no el falté ritmo, aunque interese. Pero lo que mantiene la atención es más el hecho que se trate de un caso real y no un interés cinematográfico. Otra vez, es más lo documental que lo artístico, o el análisis de los personajes,  lo que retiene la atención. Se cuentan hechos, no se buscan explicaciones, no se analizan carácteres. Todos son imágenes planas, adultos o niños. 

Estamos muy lejos de la profundidad de análisis de L’adversaire (2002) de Nicole Garcia, basado es cierto sobre un libro absolutamente extraordinario de Emmanuel Carrère, y con una interpretación fascinante de Daniel Auteuil.

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