Pretenciosamente lenta y contemplativa, esta cinta padece de un estilo que no corresponde a su contenido. Eso hace que un tema candente se vuelve aburrido.
Ficha IMDb
Norte de México, frontera con Estados Unidos. Zona de todos los tráficos, todas las corrupciones, todos los crímenes, todas las maldades.
En un medio social más bien bajo, una chica de catorce años se enamora de un chico. Este la lleva con su familia. El papa la recibe, le presenta al resto de la familia. Todo parece normal. Pero resulta que el papa y el hermano mayor lideran una red de prostitución, y que el hermano menor se encarga de atraer las presas.
Pero esta vez, Ulises (Oscar Torres) se enamora de Sofía (Nancy Talamantes), y quiere que sus jefes hagan una excepción. Marcos, el padre (Edward Coward ) y Hector ,el hermano ( José Santillán Cabuto ) acceden con la condición que Ulises provee una sustituta de Sofía. El chico emprende la caza, Marta (Leidi Gutierrez) cae en la trampa de la seducción y vuelven las mismas etapas: seduce, introduce a la familia, misma comida familiar, mismas palabras amistosas.
Por su lado, Sofía vive su introducción y capacitación para la prostitución: como maquillarse, presentarse, como hablar y comportarse con los clientes. Le explican los requisitos, el ritmo de trabajo, la cuota diaria que debe aportar. Conoce a sus compañeras, sus situaciones personales, familiares.
La cinta avanza lentamente, se hacen largos momentos de silencio, con imágenes planas, fijas, pero que buscan un estilo tipo Almodovar o Iñarritu. Colores fuertes de paredes vacías con un sola personaje sobrepuesto, inmóvil durante largos minutos. La realidad, horrible, las situaciones, psicológicamente y físicamente extremadamente duras, se vuelven motivo de meditación, de espera inexpresiva.
Los actores, adolescentes no profesionales, poco ayudan a darle significado a la cinta. Les falta vida y expresividad. La cinta carece de ritmo, carece de compromiso, de pasión.
Se yuxtaponen una falta de discreción en la forma, con una excesiva discreción en los caracteres y las acciones. Lo que acaba en una torpeza general, de guion, de narración, de interpretación y de producción.
Un tema tan candente, por motivos sociales, políticos, psicológicos, no puede ser tratado con tal distancia seudo artística. Es casi una falta de respeto para esas chicas, víctimas de los hombres y del lucro. Nada sobre el sexismo, nada sobre la explotación de menores, sobre la esclavitud sexual. Eso no es cine de denuncia, sin ser tampoco cine de búsqueda, o de arte.
Inspirada en un relato homónimo del escritor Jorge Volpi, y apadrinada por Canana, la productora de Gael García Bernal y Diego Luna, la realización no está definitivamente a la altura de lo esperado.
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