No se trata de una biografía del famoso narcotraficante quien regentó a Colombia durante decenas de años. Es más bien un drama sobre un pobre turista canadiense cuya vida y cuya muerte cruzan, para su desgracia la vida del “patrón”.
Ficha IMDb
A finales de la década de 1980, Pablo Escobar era el hombre más rico del mundo. En el apogeo de su poder, se estima que el capo de la droga controlaba el 80 % del mercado mundial de cocaína, ganando alrededor de 60 millones de dólares en un día al exportar 15 toneladas de cocaína.
El 20 de junio de 1991, Escobar ingresó voluntariamente a prisión, a cambio de no ser extraditado a Estados Unidos, y con la condición de ser encarcelado en una prisión arreglada exclusivamente para él y sus hombres.
Antes de entregarse, pide a algunos de sus hombres que escondan toda su fortuna en diferentes puntos del país. Ahí empieza la cinta de ficción.
Para mantener el suspenso, este breve episodio se interrumpe para volver atrás, meses antes, cuando el joven Nick (Josh Hutcherson) acaba de llegar a la playa paradisiaca donde empieza poner ,con su hermano Dylan ( Brady Corbet) ) un puesto de comida y clases de surf., a pesar de las amenazas de dos hermanos que se pretenden dueños del lugar. En el pueblo vecino, un grupo de jóvenes están ayudando a la población, en nombre de un cierto Pablo Escobar. Entre ellos, una chica muy linda, Maria (Claudia Traisac) Inmediatamente los dos jóvenes se enamoran .Pero María, convencida de la importancia de los usos familiares, quiere presentar al joven a su tío, Pablo Escobar en persona (Benicio del Toro) .
La introducción del joven novio tendrá lugar en la inmensa mansión del tío, el día de su cumpleaños, en medio de centenas de invitados. Cuando Nick pregunta sorprendido a su novia de donde el tío sacó tanto dinero, la joven le contesta con total inocencia: de la cocaína.
Después de un interrogatorio de moralidad en plena noche, el canadiense será aceptado por el patriarca quien le proporcionará trabajo en su hacienda y protección para el negocio playero de los hermanos. Protección un poco violenta: los dos amenazadores son colgados de un árbol y quemados vivos.
A pesar de empezar a sentirse un poco mal, el joven Nick sigue fiel a la familia con tal de poner mantenerse en los favores del tío, para conservar el amor de María.
Y volvemos a la escena final: Nick, quien aparentemente está preparando su huida en compañía de su esposa, esta llamado en medio de la noche por el “patrón”. A él y algunos otros de sus hombres, este les explica en que consiste su misión nocturna: llevar a escondites partes de su fortuna Nick está ahora totalmente implicado, va a tener que matar para mostrar su lealtad a Pablo, matando al campesino que lo debe ayudar.
Lo que no sabemos, es que cada uno de los hombres encargados de esconder una parte del tesoro será eliminado después de cumplir con su trabajo.
La tercera parte de la cinta consiste en el suspenso de la huida de Nick. Acorralado por los hombres de Escobar, en particular Drago (Carlos Bardem, hermano de Javier) quien ha pedido el apoyo de la policía local, trata de salir del pueblo adonde lo mandaron, de volver a Bogotá para reunirse con María y pedir ayuda a la embajada canadiense.
Sobra decir que no podrán escapar, ni él, ni María, ni su hermano Dylan con esposa y bebe. Porque “nadie se le escapa a Pablo Escobar”.
La película, en tres tiempos no sabe bien a que genero apegarse, pasa de romance paradisiaco a medio documental biográfico, para acabar en suspenso criminal.
Todo eso es mero pretexto, o se percibe como simple marco para una actuación fenomenal, la de Benicio del Toro. Después de ver la cinta, uno se sorprende en recordar solo los momentos en que él estaba en la pantalla, de cerca o de lejos. Porque su presencia es tan fuerte que se llega a creer que sí fue una biografía.
El andar, a veces casi danzante de Escobar, la cara redonda invadida por la barba de los últimos años, el carisma de un hombre totalmente entregado a la acción del momento: festejar con su familia, rezar, cantarle a su esposa, leerle El libro de la selva a sus hijos, u ordenar la muerte de algunos indeseables, Del Toro lo actúa todo con la misma tranquilidad segura de su talento.
Si la cinta narra desde el punto de vista primero incrédulo y después asustado de un joven extranjero, unos meses nada más de actividad de Escobar, lo vuelve tan presente que uno podría pensar que con eso conoce todo del jefe del cartel, de su vida y sus operaciones.
Pero no se trata para nada de una biografía, no se cuentan los orígenes pobres, muy pobres de la familia Escobar, casi no se ve a su madre y su esposa, ni a sus hermanos y primos que trabajaron con él, a sus aliados y sus enemigos. Si se quiere conocer a Escobar, hay que ver la remarcable serie, de unos 70 episodios, que realizó la televisión colombiana, Escobar, el patrón del mal. Ahí se puede entender el crecimiento, apogeo y decadencia de Escobar, el funcionamiento de su empresa, la lealtad de sus hombres, las complicidades de los poderosos, los crímenes y la onda de violencia que desencadenó sobre Colombia.
Pero la cinta de Di Stefano, gracias a la interpretación de Benicio del Toro, y de algunos hallazgos de dirección logra transmitir las dos facetas de Escobar .Por un lado, hombre de familia, apegado a los valores religiosos (memorable escena en la noche antes de su entrega, cuando habla por teléfono con su madre para que recen juntos) , amigo fiel, padre y esposo temeroso por la seguridad de los que ama profundamente, hombre rico que da a profusión para ayudar a los pobres de su país, lo que el gobierno no es capaz de hacer, y por lo cual el pueblo lo venera.. Por el otro, un gánster decidido a imponerse, capaz de ordenar y presenciar la muerte de los que lo traicionaron o ya no le sirven.
Algunas escenas son en ese aspecto bastante bien logradas: Escobar en su coche mirando el dibujo que le dio su hija mientras en segundo plano, desenfocado, matan a uno de sus hombres antes de dejar la casa. O Nick oyendo por teléfono como matan a su cunada y su bebé, después de probablemente matar a su hermano, mientras en televisión se oyen las ovaciones del pueblo que recibe a Pablo en el campo de futbol donde se va a entregar. Parecen aplausos para un hombre político, o a un ídolo de la canción.
EL director explicó que veía a Nick como un moderno Ícaro que se acercó demasiado al sol de un hombre fascinante, de un sueño paradisíaco de amor y exotismo, y acaba destruido por su sueño. La interpretación muy torpe de Josh Hutcherson no logra expresar tal fascinación, no sale del embelesamiento por su novia morena y de la sorpresa cada vez más asustada frente al actuar de Escobar y sus hombres. Ver en él a un mito griego es mucho pedir.
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