Adaptada de una novela de Patricia Highsmith de la serie de Ripley, Ripley’s game (1974), esta cinta aparta un poco al personaje principal para centrarse sobre un dilema y compartir un visión particular del mundo urbano de los setentas.
Ficha IMDb
Tom Ripley (Dennis Hopper) vive ahora en Europa y divide su tiempo entre Hamburgo y New York, donde un amigo suyo, el pintor Derwatt (Nicolas Ray) finge estar muerto y pinta “falsos” cuadros suyos que Ripley vende en casas de subasta, pujando él mismo para que suban las ofertas y así ganar un máximo de dinero.
En una de esas ventas, conoce a Jonathan Zimmermann (Bruno Gantz), esposo de una empleada de la casa de subastas, Marianne (Lisa Kreuzer), y fabricante de cuadros. Al saludarse, Jonathan manifiesta abiertamente su desprecio hacia el americano.
Para vengarse, Ripley sugiere un trato a su amigo francés, el gangster Raul Minot (Gérard Blain): ZImmermann sufre de una grave enfermedad de la sangre, y podría morir dentro de poco tiempo; Minot busca un hombre que pueda ejecutar el crimen perfecto, es decir que la policía no pueda rastrear porque no tiene ninguna relación con la victima (volvemos a encontrar aquí lo que es el tema central de Strangers in a train, escrito por Highsmith en 1950 y adaptado en 1951 por Hitchcock). Minot necesita deshacerse de un competidor en el tráfico de drogas.
Mientras Ripley entabla una relación con Zimmermann a quien visita en su tienda de cuadros, Minot contacta a este y le propone el trato: mucho dinero que le permita dejar algo a su esposa y su hijo cuando muera, si aceptar viajar a Paris para asesinar al hombre designado en el metro. Además, le ofrece lo que puede también servir de pretexto: una consulta con un famoso oncólogo, que le dará una segunda opinión sobre su enfermedad.
Sin aceptar todavía, Zimmermann hace el viaje, va a la consulta y finalmente ejecuta el trabajo.
De vuelta a Hamburgo, la amistad con Ripley parece profundizarse, cuando Minot pide un segundo asesinato, esta vez en un tren que sale de Múnich. Pero Ripley aparece y ayuda a Zimmermann a hacer el trabajo.
La relación de amistad se vuelve cada mas cómplice mientras la esposa de Zimmermann empieza a darse cuenta de que algo extraño pasa con su marido.
Todo terminará por un enfrentamiento sangriento donde Ripley y Zimmermann eliminarán a Minot y sus hombres.
Wim Wenders cambia los personajes y la trama imaginados por Highsmith. Los lleva a todos a Alemania .Ripley es ahora un tipo de cowboy, siempre con su sombrero y sus canciones folk. Pero, sobre todo, no es el carácter dominante de la historia, como lo fue en The Talented Mr. Ripley, adaptado por René Clément (Plein Soleil – 1960) con un Alain Delon joven, guapo y sensual. Tampoco es culto, conocedor de pintura y de ópera. Le queda el dinero de Ripley y el lujo en el cual vive, pero que no usa: en el castillo con vista magnifica sobre el rio, el billar sigue cubierto de plástico.
En El amigo americano, el personaje importante no es el del título, sino el otro amigo, el que parece humilde y débil. Porque en él se sitúa el dilema, la cuestión de los límites de los valores. ¿Qué es lo más grave, traicionar sus principios morales o dejar a su familia sin nada después de su muerte?
Wenders impone también su huella y su estilo muy particulares en el ritmo lento de la narración, con largos momentos de reflexión solitarios para sus personajes. Ripley canta, graba su voz, se saca fotos con un Polaroid; Zimmermann reflexiona, duda, vacila .
La película usa también de locaciones ultramodernas en los 70’s: los grandes cambios que vivió parís con la construcción de las torres del Front de Seine, la estación Défense del reciente RER, las nuevas estaciones de metro en el centro de la ciudad, con sus colores vivos y su plástico que hacia contraste con la cerámica blanca de las estaciones antiguas como Etoile .
El uso de los colores fuertes, de moda en esos años, que quisieron eliminar toda huella de los gustos anteriores, es llevado de mano maestra por Robby Müller, camarógrafo predilecto de Wenders : las tomas abiertas sobre Hamburgo o Paris contrastar con los espacios cerrados : departamento de Zimmermann ,con su cuartos pequeños que comunican todos entre sí, largos pasillos entrecruzados, laberinticos de la estación Etoile des metro, sonde se mezclan espacios antiguos del metro de 1900 y grandes halls del nuevo RER . Las escaleras eléctricas interminables son el escenario para la persecución y la ejecución de la victima de Minot. Pero Zimmermann parece ser la primera víctima de su acto, presa del pánico, trata de escapar, se cae, corre, sube, baja en forma desordenada, mientras las cámaras de vigilancia lo siguen, sin que nadie lo vea.
Paris se transforma mientras Zimmermann se transforma y pasa de hombre honesto a criminal: el cielo se tiñe de rojo, la tierra se abre para preparar las fundaciones de los nuevos edificios.
La transformación de Zimmermann acaba en su muerte, después de una última aventura delictiva que lo llevó, en compañía de su esposa, a la orilla del Mar del Norte, en un espacio sonde el cielo azul intenso y sus nubes blancas se reflejan en los charcos sobre la playa y donde su pequeño coche parece nadar en el cielo.
Ripley logró su venganza sobre el hombre moral que lo despreciaba. Él que vive para y por el dinero encontró la respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el precio de un hombre honesto? Pero, en el transcurso, encontró la amistad.
Si Dennis Hopper encarna perfectamente el cowboy americano exiliado en Alemania pero viviendo con sus valores gringos, Bruno Gantz atrapa por su interpretación del atormentado y, silencioso y miedoso Zimmermann. La frase que Ripley repite “No hay nada que temer salvo el miedo” es el resumen exacto de la situación del fabricante de cuadros. ¿Pero miedo de que? : ¿Dejar a los suyos? ¿Quedarse a vivir en un barrio abandonado, degradado? ¿Sufrir dolores físicos? ¿Traicionar sus valores? ¿Ganar dinero sucio?
La cinta es también un homenaje al cine .Esta dedicada a Henri Langlois, quien acababa de morir y fue uno de los fundadores de la cinemateca de Paris, y quien fue un gran apoyo a los jóvenes directores de la Nouvelle Vague. Wenders decidió también contratar a directores de cine como Nicholas Ray, Samuel Fuller o Jean Eustache para los papeles secundarios. A Gérard Blain, actor y director de la Nouvelle Vague, le da el papel determinante de Raul Minot.
Las dos escenas de asesinatos parecen salidas directamente de películas de Hitchcock: la persecución y asesinato en el metro de Paris y toda la secuencia del segundo crimen, en el tren de Múnich, con los efectos de suspenso, de espera, de juego contra el reloj.
Pero lo que domina la cinta es la actuación de Bruno Gantz quien se convertiría con el tiempo en actor acostumbrado de Wenders, como por ejemplo en Las Alas del deseo (Der Himmel über Berlin -1987). Más recientemente interpretó un Hitler remarcable en La Caída (Der Untergang - Olivier Hirschbiegel - 2004) -
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