Un contador autista, al servicio de grandes fortunas ilegales, perseguido por el departamento del tesoro, ayudado por una contadora casi igual de dotada que él, pero amenazado por un asesino a sueldo , con quien puede luchar, porque es igual de bueno en las artes marciales y en el manejo de armas sofisticadas. Y porque tienen algo más en común, que permitirá reconstituir el rompecabezas de la narración.
Ficha IMDb
Christian Wolff (Ben Affleck) es casi autista, tiene síndrome de Asperger, le cuesta trabajo entablar relaciones personales, se angustia cuando no puede terminar una tarea, pero es sobredotado para las matemáticas. Los numerosos flash backs permiten entender la relación con su hermano, con su padre (Robert C. Treveiler), militar autoritario, y su madre que los dejó a todos cuando el padre se obstinó en tratar a los hijos según sus propios códigos de educación: mejor atacar que ser atacado.
La vida de Wolff es sencilla, depurada, su alimentación sana, y es sumamente eficiente y preciso en el manejo de las armas, y en las artes marciales.
Cuando no lleva la contabilidad de grandes organizaciones criminales, que lo pagan con obras de arte, Wolff trabaja como cualquier contador eficiente, ayuda gente indefensa con su declaración de impuestos, o grandes firmas que tienen dudas sobre el uso de su dinero.
Dos historias se desarrollan al mismo tiempo y acaban por unirse. Por un lado, Wolff, para garantizar su cobertura, acepta un trabajo perfectamente legal en la gran empresa de prótesis robóticas Living Robotics, cuyo director Lamar Black (John Lithgow) necesita investigar un robo de fondos antes de cotizar la compañía en la Bolsa. El problema ha sido revelado por una talentosa joven contadora, Dana Cummings (Anna Kendrick), quien va a trabajar arduamente con Wolff, hasta llegar casi a una amistad, en los límites permitidos por Asperger, obviamente.
A medida que la investigación avanza, Wolff se ve perseguido, cada vez de más cerca, por un misterioso asesino , Braxton ( Jon Bernthal) y sus hombres.
Paralelamente, Ray King ( J.K. Simmons), jefe de la división de lucha anti-fraude del departamento de tesoro, encarga a una de sus agentes, Marybeth Medina ( Cynthia Addai- Robinson) investigar a Wolff para encontrar los criminales que lo contratan.
La escena final concretará todos los datos, como las piezas de los rompecabezas que hacia Christian de niño: quien es quien, porque esta aquí, porque hace lo que hace, porque hizo lo que hizo. Ya era tiempo, porque la cinta se alargó, combinó escenas de niñez, de pasado reciente, de presente, de recuerdos de cada personaje. Mezcló todo y el pobre espectador, cansado, ya está perdido frente a tanta dispersión de personajes, de épocas, de situaciones.
El personaje de Wolff es interesante, como lo son en general los que tienen dificultades de relación con la gente “normal”, por exceso de inteligencia, por comportamientos obsesivos, o por falta de empatía. El problema es que Ben Affleck no es consistente en su interpretación. A veces totalmente desadaptado, a veces solo un poco torpe. Y esa historia de amor que parece empezar entre él y su colega contadora, roza el ridículo.
La puesta en escena es bastante tradicional. Algunas escenas de la niñez del protagonista con su padre caen casi en lo ridículo por tan estereotipadas. Las secuencias de lucha, rápidas y poco claras, dejan al espectador insatisfecho.
El jueguito de seudónimos basados en nombres de famosos matemáticos se antojaba divertido, pero se acaba muy rápido.
Y qué decir del final, y del encuentro milagroso de los dos hermanos, que explica mucho del rompecabezas, pero destruye totalmente la coherencia autista del protagonista. Si no se había destruido antes.
Finalmente, una mezcla de cinta de acción con suspenso financiero y psicología especial, que tenía buenas ideas de principio pero no supo aprovecharlas.
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