Linda película que entretiene, un poco mejor que algunas de las ultimas cintas del gran maestro, pero sin recuperar el nivel de las verdaderamente buenas.
Ficha IMDb
Una historia de familia, judía, por cierto, donde los jóvenes necesitan de los más viejos para avanzar, sin saber que también van a ocupar su lugar en el aspecto sentimental.
Bobby (Jesse Eisenberg) no tienen trabajo, Karen, su mama (Sheryl Lee) pide a su hermano Phil Stern (Steve Carrell ), quien parece ser famoso e importante en el star system de la Edad de Oro de Hollywood le dé un empujoncito. Desde su cocina en el Bronx, la mama judía presiona repetidamente al distante Phil para que obedezca a sus obligaciones familiares. Después de horas y días de espera en el sofá de la antesala, Bobby tendrá su entrada. Pero, sobre todo, tendrá una muy bonita amistad que se volverá amor con Vonnie (Kristen Stewart), la secretaria del tío-jefe. Sin saber que este es el amante instalado de la joven aparentemente tan inocente, al mismo tiempo que tiene esposa e hijos, y que promete dejarlos para casarse con la joven. Y la joven va y viene, acepta y se rebela, durante bastante tiempo.
Hasta que se toma una decisión: dinero y fama ganan. Bobby vuelve a Nueva York y empieza a trabajar con otro miembro dela familia: el hermano mayor, Ben (Corey Stoll) muy bien colocado en negocios mafiosos quien lanza un club nocturno, el Café Society del título, que se vuelve rápidamente un lugar digno de una cinta de Scorcese.
Unos diálogos que se quieren finos y profundos, sacan una sonrisa. Unas escenas tiernas arrancan un suspiro. Eisenberg se parece, trata de parecerse a Woody Allen en sus tiempos de juventud, y eso resulta bastante divertido. Nos hace sentir que conocemos al tío Woody desde hace mucho, que lo hemos acompañado a lo largo de tantas y tantas películas que ya sabemos todo de él. Es como ver a un amigo a lo largo de sus distintos matrimonios. En cada encuentro, nos presenta a su nueva esposa y contabilizamos. Vivimos las épocas de Woody Allen con sus actores fetiches del momento. Y el momento es ahora de Eisenberg , Kirsten Stewart y Steve Carrell.
Allen ha trabajado con actores definitivamente más talentosos; sin volver a los tiempos antiguos de Diana Keaton y Mia Farrow, vimos a Scarlett Johansson y Colin Firth integrarse maravillosamente al universo Allen. Esta nueva pareja en realidad no funciona muy bien, no hay química entre ellos, y medimos el talento de Eisenberg a su parecido con el maestro. Aunque, hay que reconocerlo, se ve bastante mejor que en sus anteriores cintas, un poco menos tonto e inexpresivo. Kirsten Stewart trata desesperadamente de parecer a las grandes actrices del tiempo en que pasa la historia: los años treinta. Una sola escena le permite mostrar algo de talento, su gran declaración esnobista sobre su vida con su esposo en el Hollywood adinerado.
En realidad, lo que más deleita en esta cinta es el trabajo de producción. Claro que va con la moda actual de lo vintage : edificios de los 30’, vestimenta. Una excelente fotografía de Vittorio Storaro , quien trabajó con Coppola en Apocalypse Now y con Bertolucci en El último emperador, entre otros grandes.
Y como en todas las películas de Allen, una banda sonora maravillosa complementa este entretenimiento delicado, elegante, sofisticado. Nostalgia de una época de vida glamorosa, y de una época de Allen el grande, cuando su sentido del humor nos sorprendía a cada minuto, con su desesperanza sobre la condición humana, o sus eternos discursos sobre si mismo.
La voz en off del el propio Allen, conforta la impresión de estar viendo en Eisenberg a una sustitución del director que ya no puede prestar su paraciencia a personajes jóvenes y garantiza su participación con una narración aburrida que trata de tapar los hoyos debidos a las escenas que , tal vez , el director no tuvo ganas de escribir.
Y se ve la repetición de temas que han hecho grandes momentos de Allen: la relación entre el arte y la mafia, como en Disparos sobre Broadway (1994); la eterna cuestión del amor, la felicidad y el desamor, los caracteres femeninos indecisos como en Alice (1990) las dudas sobre las motivaciones y decisiones masculinas y las idas y vueltas entre la costa Este y la California, los dos polos intelectuales entre los cuales no existe ninguna tierra significante para Allen. También está la fuerza de la familia judía, las infidelidades y la importancia implícita del dinero.
Así, Café Society es una más de Allen, con quien ya tenemos una relación adictiva. Pero, entre las recientes, no llega ni a la pantorrilla de Blue Jasmine (2013), tal vez porque estaba más concentrada, sobre un personaje y servido por una actriz excepcional, Cate Blanchett .
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