Divertida a pesar de ser un poco complicada, una
explicación de las pistas del lavado de dinero con la invención de cuentas
falsas en paraísos fiscales. Con tres actores geniales.
Ficha IMDb
Aparentemente, todo empieza cuando la pareja de
pensionados, Joe (James Cromwell) y Ellen Martin (Meryl Streep) tienen la buena
idea de hacer un paseo en barco con una pareja amiga. Desgraciadamente, una ola
gigantesca, totalmente inesperada en las calmas aguas del lago, sumerge el
barco, provocando la muerte de varias personas.
Ellen, ahora viuda, trata de recuperar algo de la compañía de seguros
que, se supone, amparaba la naviera. Pero resulta que el administrador Matthew
Quirk (David Schwimmer), para ahorrar unos cuantos dólares, cambió a otra
compañía, que subcontrató a otra, que…. etc, hasta llegar a una desconocida
empresa localizada en la isla de Nieves.
Ellen, indemnizada, no se entiende bien si
es el seguro de vida de su esposo o el seguro de la compañia naviera, trata de
invertir su dinero en la compra de un departamento en las Vegas, lugar de recuerdos
felices. Ahí se topa con la primera manifestación de la corrupción financiera:
alguien ofreció más y el departamento de sus sueños se le escapa de las manos. Hannah
(Sharon Stone), la agente inmobiliaria, parece tener argumentos solidos para
darle la preferencia a su comprador ruso cuya anonimidad tiene que proteger, según
dice. Pero Ellen la sorprende en platicas muy animadas e interesadas que la
lanzan sobre una pista. Se lanza a un viaje
complicado que la llevara hasta Panamá, obviamente.
Conforme se desarrollan las aventuras de la viuda
vengativa, los geniales fundadores del fraude explican el funcionamiento de
este tipo de cuentas. El panameño Ramon Fonseca (Antonio Banderas) y el alemán
Jürgen Mossack (Gary Oldman) son un par de felices vividores, que se la pasan en
trajes blancos entre palmeras y coloridos cocteles con sombrillitas de papel.
Tienen bajo sus ordenes unos oscuros contadores, abogados, o simples
secretarias, que sirven de prestanombres, firman papeles, y hacen como que
existen las empresas fantasmas.
La explicación es casi entendible para un tema de lo
más complicado, que juega con los limites entre legalidad, relaciones
internacionales, leyes, finanzas. Puesto en evidencia en 2016 cuando una fuente
secreta filtró documentos a un periódico alemán, el asunto de los llamados Panama
Papers dio a conocer los caminos retorcidos para distraer fondos, a veces
muy considerables, de los ojos de los servicios de impuestos de las naciones.
Estas revelaciones se sumaron a las del caso Oderbrecht, empresa que ayudaba
con un dinerito extra a los empresarios que la ayudaban a conseguir buenos
contratos.
Vivimos en una época en que es posible saber, un día
u otro, casi todo sobre la vida intima o financiera de cada individuo, oscuro o
famoso, cada empresa nacional o internacional. La eficiencia de los hackers, de
los lanzadores de alertas, inclusive de los Fake News, pone al alcance
de cualquier consumidor de redes sociales una cantidad de revelaciones que
siembran la indignación. A veces, se revelan vacías, muchas veces mezclan
verdades con falsedades, tildando a todos de ser ladrones en cuellos blancos.
Muchas veces se trata simplemente de gente que quiso proteger un dinero honestamente
adquirido, por su trabajo o por una herencia, de reglas tributarias que
consideran injustas, o de gente como el contador de la película que trató de
ahorrarle unos cuantos dólares a su empresa. Pero el sistema ha sido utilizado
también con fines deshonestas, lavado de dinero mal adquirido, drogas, malversación
de fondos, financiamientos de ayudas a licitaciones como el caso de la
constructora brasileña Oderbrecht que distribuyó unos 3000 millones de dólares a
altos funcionarios alrededor del mundo. Aunque
siempre se supo que, para ayudar a la firma de contratos millonarios, se usaba
un sistema de “estímulos” en regalos, viajes, ayudas o dinero, en una practica
tan vieja como el comercio en si.
Este enfoque es él que siguen los dos comparsas :
desde la primera secuencia de la cinta, donde se les facilita la vida a los
hombres prehistóricos dándole esta maravillosa herramienta de intercambio que
es la moneda, nos explican las bondades de las prácticas bancarias, oficiales,
offshore, legales o no. Sus intervenciones puntúan la cinta, dándoles sentido a
las diversas anécdotas, que son como sendos ejemplos.
La historia tiene, por una parte, un principio y un
fin: es la historia de Ellen. Pero la cinta tiene también la forma de film en
sketches. La mezcla de los dos estilos narrativos permite hacerla mas ágil. Cómo
no divertirse con las vidas complicadas de Malchus Boncamper (Jeffrey Wright), director de unas 40
empresas de Mossack Fonsecca, siendo una de ellas la que afectó a Ellen, y
titular de una doble vida, en Panamá y Miami ; la de la familia china con Maywood (Matthias Schonnaerts) que cae en las
manos amenazadoras de Gu Kailai (Rosalind Chao), la de Charles (Nonso Anozie) el
millonario infiel, que compra el silencio de su hija con acciones de una
sociedad en las Seychelles, que acaban valiendo solamente 37 dólares, después de valer 20 millones.
Estas historias, muy divertidas, parecen
totalmente extrañas a la narración central de Ellen y, hay que decirlo, a veces
poco claras, la anécdota china en particular, a no ser que sirva para
enseñarnos que China, país comunista, funciona como cualquier país capitalista
con todos sus defectos: chantajes y corrupciones. Pero la relación con el tema
central no se ve muy bien.
Sin embargo, la artificialidad de la
estructura cinematográfica, las sustituciones de papeles entre personajes funcionan
como una metáfora formal de la artificialidad y la complejidad de los montajes
financieros. En los dos casos, se trata de una construcción complicada
escondida bajo una apariencia glamorosa.
Los dos presentadores son como animadores
de un show de variedades : con ropa llamativa, smocking, cocteles y voz
seductora, explican. Y las diferentes anécdotas son ejemplos de victimas de las
maquinaciones. A veces no se entiende bien cada anécdota puntual como la
historia del padre millonario que engaña a su esposa y su hija con la amiga de
la hija, o el funcionario en negociaciones con una dama china muy potente.
Ellen resulta ser una más de las victimas anecdóticas. Pero al mismo tiempo,
ella es la historia de ficción que conduce el hilo narrativo ficcional
principal. Y, otro juego de teatro en el teatro es la interprete de un
personaje del montaje fraudulento, y, al final es la traductora que revela la
verdad histórica de los hechos. Todo eso da una estructura bastante complicada
e interesante que nos lleva al maestro de los maestros
en cuestión de educación política para el pueblo en forma de diversión :
Bertold Brecht. El final de la cinta es claramente de inspiración brechtiana : Meryl
Streep se deshace de su caracterización de secretaria panameña gorda, camina
hacia adentro del set de televisión, imita a la estatua de la Libertad se
sienta delante de un fondo verde, y habla en su propio nombre para denunciar
los paraísos fiscales que se esconden sobre territorio estadounidense. Con esa
escena final se aclara la estructura complicada y la intensión del filme , para
que no olvidemos que la ficción basada en hechos reales no es más que el
reflejo de un conflicto existente, con consecuencias sobre el funcionamiento
social, y por ende político. Enseñar a través de la diversión, la risa, la
espectacularidad y la irreverencia, usando de técnicas variadas, música, baile,
animación, es la perfecta herencia de Brecht.
Lo que queda después de ver The
laundromat, es una impresión de diversión complicada, de colores y de
viajes. El aspecto pedagógico que anunciaba la primera secuencia ,con los dos
genios panameños introduciendo los hombres a los placeres de la moneda, no se consigue.
Uno no sale de ahí entendiendo mejor el funcionamiento de las sociedades
-pantalla, de la evasión fiscal. Finalmente, la lección probablemente sea esta
: es cosa de ricos, como lo dicen claramente los dos compinches, los ricos son
el 1% de la población mundial. El espectador promedio no lo es, no tiene dinero
que mandar a Nieves, o Panamá, o Bahamas. Así que lo único que le queda es divertirse
de las complicaciones de los que si pueden ganar algo en estas maquinaciones.
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