Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, January 29, 2020

The Laudromat (Steven Soderbergh, 2019 ) – 8.5/10


Divertida a pesar de ser un poco complicada, una explicación de las pistas del lavado de dinero con la invención de cuentas falsas en paraísos fiscales. Con tres actores geniales.

Ficha IMDb

Aparentemente, todo empieza cuando la pareja de pensionados, Joe (James Cromwell) y Ellen Martin (Meryl Streep) tienen la buena idea de hacer un paseo en barco con una pareja amiga. Desgraciadamente, una ola gigantesca, totalmente inesperada en las calmas aguas del lago, sumerge el barco, provocando la muerte de varias personas.  Ellen, ahora viuda, trata de recuperar algo de la compañía de seguros que, se supone, amparaba la naviera. Pero resulta que el administrador Matthew Quirk (David Schwimmer), para ahorrar unos cuantos dólares, cambió a otra compañía, que subcontrató a otra, que…. etc, hasta llegar a una desconocida empresa localizada en la isla de Nieves.

Ellen, indemnizada, no se entiende bien si es el seguro de vida de su esposo o el seguro de la compañia naviera, trata de invertir su dinero en la compra de un departamento en las Vegas, lugar de recuerdos felices. Ahí se topa con la primera manifestación de la corrupción financiera: alguien ofreció más y el departamento de sus sueños se le escapa de las manos. Hannah (Sharon Stone), la agente inmobiliaria, parece tener argumentos solidos para darle la preferencia a su comprador ruso cuya anonimidad tiene que proteger, según dice. Pero Ellen la sorprende en platicas muy animadas e interesadas que la lanzan sobre una pista. Se lanza a un viaje complicado que la llevara hasta Panamá, obviamente.

Conforme se desarrollan las aventuras de la viuda vengativa, los geniales fundadores del fraude explican el funcionamiento de este tipo de cuentas. El panameño Ramon Fonseca (Antonio Banderas) y el alemán Jürgen Mossack (Gary Oldman) son un par de felices vividores, que se la pasan en trajes blancos entre palmeras y coloridos cocteles con sombrillitas de papel. Tienen bajo sus ordenes unos oscuros contadores, abogados, o simples secretarias, que sirven de prestanombres, firman papeles, y hacen como que existen las empresas fantasmas.

La explicación es casi entendible para un tema de lo más complicado, que juega con los limites entre legalidad, relaciones internacionales, leyes, finanzas. Puesto en evidencia en 2016 cuando una fuente secreta filtró documentos a un periódico alemán, el asunto de los llamados Panama Papers dio a conocer los caminos retorcidos para distraer fondos, a veces muy considerables, de los ojos de los servicios de impuestos de las naciones. Estas revelaciones se sumaron a las del caso Oderbrecht, empresa que ayudaba con un dinerito extra a los empresarios que la ayudaban a conseguir buenos contratos.  

Vivimos en una época en que es posible saber, un día u otro, casi todo sobre la vida intima o financiera de cada individuo, oscuro o famoso, cada empresa nacional o internacional. La eficiencia de los hackers, de los lanzadores de alertas, inclusive de los Fake News, pone al alcance de cualquier consumidor de redes sociales una cantidad de revelaciones que siembran la indignación. A veces, se revelan vacías, muchas veces mezclan verdades con falsedades, tildando a todos de ser ladrones en cuellos blancos. Muchas veces se trata simplemente de gente que quiso proteger un dinero honestamente adquirido, por su trabajo o por una herencia, de reglas tributarias que consideran injustas, o de gente como el contador de la película que trató de ahorrarle unos cuantos dólares a su empresa. Pero el sistema ha sido utilizado también con fines deshonestas, lavado de dinero mal adquirido, drogas, malversación de fondos, financiamientos de ayudas a licitaciones como el caso de la constructora brasileña Oderbrecht que distribuyó unos 3000 millones de dólares a altos funcionarios alrededor del mundo.  Aunque siempre se supo que, para ayudar a la firma de contratos millonarios, se usaba un sistema de “estímulos” en regalos, viajes, ayudas o dinero, en una practica tan vieja como el comercio en si.

Este enfoque es él que siguen los dos comparsas : desde la primera secuencia de la cinta, donde se les facilita la vida a los hombres prehistóricos dándole esta maravillosa herramienta de intercambio que es la moneda, nos explican las bondades de las prácticas bancarias, oficiales, offshore, legales o no. Sus intervenciones puntúan la cinta, dándoles sentido a las diversas anécdotas, que son como sendos ejemplos.

La historia tiene, por una parte, un principio y un fin: es la historia de Ellen. Pero la cinta tiene también la forma de film en sketches. La mezcla de los dos estilos narrativos permite hacerla mas ágil. Cómo no divertirse con las vidas complicadas de Malchus Boncamper  (Jeffrey Wright), director de unas 40 empresas de Mossack Fonsecca, siendo una de ellas la que afectó a Ellen, y titular de una doble vida, en Panamá y Miami ; la de la familia china con  Maywood (Matthias Schonnaerts) que cae en las manos amenazadoras de Gu Kailai (Rosalind Chao), la de Charles (Nonso Anozie) el millonario infiel, que compra el silencio de su hija con acciones de una sociedad en las Seychelles, que acaban valiendo solamente  37 dólares, después de valer 20 millones.

Estas historias, muy divertidas, parecen totalmente extrañas a la narración central de Ellen y, hay que decirlo, a veces poco claras, la anécdota china en particular, a no ser que sirva para enseñarnos que China, país comunista, funciona como cualquier país capitalista con todos sus defectos: chantajes y corrupciones. Pero la relación con el tema central no se ve muy bien.

Sin embargo, la artificialidad de la estructura cinematográfica, las sustituciones de papeles entre personajes funcionan como una metáfora formal de la artificialidad y la complejidad de los montajes financieros. En los dos casos, se trata de una construcción complicada escondida bajo una apariencia glamorosa.

Los dos presentadores son como animadores de un show de variedades : con ropa llamativa, smocking, cocteles y voz seductora, explican. Y las diferentes anécdotas son ejemplos de victimas de las maquinaciones. A veces no se entiende bien cada anécdota puntual como la historia del padre millonario que engaña a su esposa y su hija con la amiga de la hija, o el funcionario en negociaciones con una dama china muy potente. Ellen resulta ser una más de las victimas anecdóticas. Pero al mismo tiempo, ella es la historia de ficción que conduce el hilo narrativo ficcional principal. Y, otro juego de teatro en el teatro es la interprete de un personaje del montaje fraudulento, y, al final es la traductora que revela la verdad histórica de los hechos. Todo eso da una estructura bastante complicada e interesante que nos lleva al maestro de los maestros en cuestión de educación política para el pueblo en forma de diversión : Bertold Brecht. El final de la cinta es claramente de inspiración brechtiana : Meryl Streep se deshace de su caracterización de secretaria panameña gorda, camina hacia adentro del set de televisión, imita a la estatua de la Libertad se sienta delante de un fondo verde, y habla en su propio nombre para denunciar los paraísos fiscales que se esconden sobre territorio estadounidense. Con esa escena final se aclara la estructura complicada y la intensión del filme , para que no olvidemos que la ficción basada en hechos reales no es más que el reflejo de un conflicto existente, con consecuencias sobre el funcionamiento social, y por ende político. Enseñar a través de la diversión, la risa, la espectacularidad y la irreverencia, usando de técnicas variadas, música, baile, animación, es la perfecta herencia de Brecht.   

Lo que queda después de ver The laundromat, es una impresión de diversión complicada, de colores y de viajes. El aspecto pedagógico que anunciaba la primera secuencia ,con los dos genios panameños introduciendo los hombres a los placeres de la moneda, no se consigue. Uno no sale de ahí entendiendo mejor el funcionamiento de las sociedades -pantalla, de la evasión fiscal. Finalmente, la lección probablemente sea esta : es cosa de ricos, como lo dicen claramente los dos compinches, los ricos son el 1% de la población mundial. El espectador promedio no lo es, no tiene dinero que mandar a Nieves, o Panamá, o Bahamas. Así que lo único que le queda es divertirse de las complicaciones de los que si pueden ganar algo en estas maquinaciones.

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