Se parece a un ejercicio de escuela, a un experimento estético. Pero resulta ser una historia que atrapa al espectador, que lo envuelve y no lo escapar, al punto que no se puede despegar de estas dos mitades de pantalla y de estos dos actores fascinantes, aunque la historia sea finalmente bastante cursi y previsible. Todo está en la forma, no en el fondo,
Ficha IMDb
La historia es sencilla y banal , la mujer (Helena Bonham Carter ) y el hombre ( Aaron Eckard), que no tienen nombre, se vuelven a encontrar en la boda de la hermana de él , de quien ella es dama de honor, porque la chica invitada no se pudo presentar en el último momento. En sus jóvenes años han vivido un gran amor. Ahora ella está casada en Londres con un cardiólogo, y él vive en New york con una bailarina. La conversación casual se vuelve más personal, llegando a la habitación de ella, y todo acaba por la separación en la mañana siguiente.
Lo más remarcable de la película es su estructura, en el tiempo y en el espacio. En el tiempo, porque lo que podría muy bien ser una obra de teatro consta de cuatro partes. Dos largas y dos cortas. La primera, larga, se desarrolla en un espacio amplio, la sala de recepción de una boda, la segunda, breve, en el elevador, lugar muy reducido. La tercera, larga, en el cuarto de hotel de la mujer, y la cuarta, el epilogo, es breve y se desarrolla en el taxi, lugar de lo más reducido.
En el sentido del tiempo, asistimos a un drama casi en tiempo real, casi respetando a la regla de los clásicos. Nada más que a la inversa. No es del amanecer al anochecer. Es de la noche a la mañana.
Pero lo más importante en la composición de la película es la composición de la imagen. Desde el principio la pantalla está dividida en dos partes iguales, con una línea de separación vertical que apenas se distingue. Al principio parece una astucia de créditos iniciales. Para darnos a entender que estos dos se van a juntar en la historia. Pero sigue hasta el fin y el espectador se acostumbra a ver dos pantallas a la vez. Y en cierto punto entiende el funcionamiento : la "otra " imagen , la complementaria, izquierda o derecha según el caso, cubre distintas funciones : puede ser simplemente la manera de enseñar a los dos personajes al mismo tiempo, mostrando así la distancia que existe entre ellos, puede ser una forma de mostrar el mismo personaje, sobre todo ella, bajo distintos ángulos, puede ser la forma de enseñarle al espectador el personaje exterior de quien se está hablando : Sarah the dancer ( Cerina Vincent), la bailarina, novia de él, o Jeffrey the Cardiologist (Philip Littell), el cardiólogo, esposo de ella. Y así adentrarnos al mundo visual de cada uno. Puede también, y es tal vez lo mas importante en la historia de los dos personajes, mostrarnos escenas de la vida pasada de cada uno, y de su vida común. Nos anticipa la comprensión de la relación en su dimensión "histórica".
Estas dos medias pantallas reducen obviamente el tamaño de las imágenes, reducción que se viene compensando por el uso casi sistemático de planos cercanos.. Solo cuando los dos se levantan a bailar, podemos ver que ella viste un vestido corto, cuando el escote topless y la tela de satín, aunados a su papel de dama de honor de la novia no hacían sospechar un vestido largo. Se ve muy poco los cuartos.
La última escena, en el taxi, en los taxis es la culminación de este efecto de separación- reunión. Cada uno en su taxi, cada uno hablando con el taxista, cada uno de un lado del asiento, cada uno en una imagen. Y las conversaciones se mezclan, al punto que parecen estar hablando juntos en el mismo taxi. Así, la separación física no impide que estén las mentes unidas.
La profusión de las imágenes, el doble de lo habitual, se compensa por una gran economía de efectos. Ya hablábamos de la reducción de las escenografías, pero también la reducción de los personajes que entran a cuadro con los dos principales. Es un tete-a tete. O un enfrentamiento. Es un juego de seducción en el salón, pero, en la habitación, se vuelve juego de amor-dolor, de auto sufrimiento y ataques al otro, por este mismo sufrimiento al entender que el otro ha escogido su camino, y esta ya instalado y aparentemente feliz en esta nueva vida. Y que ninguno está dispuesto a soltarla y volver a lo de antes, ella al menos. Los dos actores están todo el tiempo a cuadro, mínimo en una de las dos pantallas. Están todo el tiempo hablando. Su presencia es muy intensa, sin ser nunca pesada.
Todos estos elementos concurren para hacer de esta pequeña película una delicada obra de arte. Una pequeña joya.