Una excelente historia de suspenso sumada a una excelente trama psicológica y una magnifica interpretación. Vuelve el director que nos fascinó con El sexto sentido (1999) y La aldea (2004) .
Ficha IMDb
Todo empieza como las acostumbradas historias de suspenso y secuestro. Un hombre se lleva a tres adolescentes, Claire (Haley Lu Richardson), Marcia (Jessica Sula) y Casey (Anya Taylor-Joy), en un estacionamiento, después de deshacerse del padre que los acompañaba al salir de la fiesta de cumpleaños de una compañera de clase. Pero este hombre, Dennis (James McAvoy parece extrañamente obsesionado por la limpieza. Y una de las chicas fue invitada solo porque todo el grupo iba a ir y no se la quiso hacer de lado. Con eso ya se dibuja el tipo de relación que puede existir entre esos cuatro personajes, por el momento aparentemente protagónicos.
Pronto las prisioneras se encuentran en un búnker subterráneo. Lideradas por Casey, cada una va a proponer o adoptar estrategias diferentes frente al secuestrador: algunas se voltearán en contra de ellas, pero poco a poco, Casey enseñará su superioridad y una inteligencia particular de la situación. Su experiencia de niña, en dramáticos flash backs, explica porque la situación de abusada le recuerda estrategias de defensa.
En el subterráneo sin embargo, se presentan otras personas para atender a las víctimas: Patricia, una mujer ya mayor, Hedwig, un extraño niño de nueve años con cuerpo de adulto. Todos se están preparando para la llegada de “la bestia”.
Paralelamente, una psiquiatra experta en trastorno de identidad disociada., la Dra. Karen Fletcher (Betty Buckley), recibe en su consultorio a un talentoso joven diseñador de moda, Barry. Ambos saben que es una de las veintitrés personalidades que protegen a Kevin Wendell Crumb, quien fue un niño abusado por su padre. En los últimos días esta personalidad, aparentemente estable en su vida gracias al tratamiento, ha estado enviando mensajes a la doctora para avisarle de la inminente llegada de una nueva personalidad, mucho más peligrosa.
Mientras Casey trata de manejar a las diferentes personalidades que se turnan en el sótano, la doctora trata de utilizar las personalidades protectoras de Kevin para evitar que emerja esta personalidad numero veinticuatro, más poderosa y visceral que podría poner a todas las anteriores en peligro.
Como en todas las cintas de suspenso, todo acabará en una larga escena de confrontación La victima más resistente, figura del bien, podrá subyugar a su enemigo, figura del mal, en un duelo donde usará del apoyo de la psicóloga y de la palabra mágica que esta le dejó: el verdadero nombre del niño abusado, talón de Aquiles de la bestia, personalidad primaria y verdadera.
La cinta se desarrolla siguiendo tres puntos de vista diferentes, cada uno aportando información particular de y a su personaje. Dos son en realidad ex niños abusados, actuando desde una sensibilidad impulsiva, mientras la tercera es una figura maternal, inteligente, expresando y explicando desde un punto de vista reflexivo lo que está pasando. Lo que da profundidad y complejidad a todo eso es que el punto de vista de Casey se divide entre sus recuerdos de niña víctima y las lecciones que de ahí puede sacar la victima adolescente. Y el punto de vista de Barry, Dennis, Patricia, Hedwig son barreras para proteger al niño victima Kevin, conscientes de su fragilidad, razón por la cual se preparan a recibir una personalidad mucho más fuerte, la bestia. La niña Casey y el niño Kevin han desarrollado cada uno una estrategia para sobrevivir. Cada uno ha encontrado una forma para poder crecer y construirse una personalidad a pesar de los abusos sufridos en la infancia.
Shyamalan supo construir muy bien su narración, empezando con una situación banal en cintas de suspenso, para irle agregando elementos de terror, y elementos de racionalidad, que le permiten al público sentir empatía para con las víctimas y reconocimiento para la doctora quien explica, entiende (en todos los sentidos de la palabra), y acompaña tanto a su paciente, como al espectador.
Como en otras buenas cintas del director, casi al final de la historia, se produce un giro dramático que acelera la tensión, aumenta el miedo. Pero no es más que la resolución lógica de todo lo que había pasado, la conjunción de todo lo que se sabía, para producir la explosión final de la cual solo puede salir una resolución. La mente dirigió todos los sucesos. Solo la mente puede acabar con ellos.
Porque la mente, como lo explicó la doctora en una conferencia, manipula y utiliza el cuerpo, lo transforma según sus propias necesidades. El mismo cuerpo, ocupado por personalidades diferentes, actúa de forma diferente, sufre, siente, se ve, de forma diferente.
El resultado es fascinante intelectualmente porque permite entender algo de un trastorno sumamente intrigante. También visualmente porque las transformaciones de McAvoy, frente a la cámara, sin ningún apoyo de maquillaje o efectos especiales, son prodigiosas, muestra de un gran talento hecho de miradas, de cambios de voz, de expresión corporal.
Todos los personajes tienen algo que de cierta forma captura si no la simpatía al menos un interés compasivo. Porque hay en todos una honestidad en su lucha personal.
Betty Buckley no sorprende en este papel de apoyo a un joven abusado ya que fue la maestra que ayudaba a Carrie, en la extraordinaria cinta de Brian de Palma (1970).