Inspirada en el mismo caso real que Marguerite (Xavier Gioannoli - 2015) esta cinta quiere ser una biografía centrada en los últimos años de la peor cantante de ópera, cuando la película del francés era más bien una transposición en el Paris de la Bella Época, con una extraordinaria Catherine Frot.
Ficha IMDb
Florence Foster Jenkins (Meryl Streep), rica heredera neoyorquina (1868-1944) organizó toda su vida alrededor de la música. Dio a manos llenas dinero para conciertos, fundaciones, funciones caritativas. Sin embargo,su profunda convicción era que ella misma tenía un enorme talento para el canto, cuando en realidad estaba totalmente desafinada. Pero el dinero manda y todos obedecen.
La cinta de Frears se centra en el año 1944, cuando Florence toma la firme decisión de presentarse en público, un público real y amplio, el de la sala Carnegie en New York. Hasta ahora, le había bastado presentarse frente a una audiencia reducida, de amigos, y gente interesada en su dinero, cómplice al mismo tiempo que discretamente burlona, como compartiendo un secreto a voces. Esta vez el desafío es grande y Florence quiere prepararse seriamente. Contrata a un joven pianista, Cosmé McMoon (Simon Helberg) y un profesor de canto de altura, John Totten (Allan Corduner) quien trabaja con la Opera de Nueva York. Todo obviamente bajo la organización generosa, paciente y siempre sonriente de su esposo St Clair Bayfield,(Hugh Grant) , quien sufre un poco de la misma distorsión autocritica : es un actor elegante , aristocrático e inglés, pero malísimo. El trio comprensivo recibe el apoyo de la mucama, Kitty (Brid Brennan) quien cuida a Florence cuando su esposo sale a pasar las noches con su amante, la bella y joven Kathleen Weatherley (Rebecca Ferguson).
Los detalles de la vida íntima de la pareja dan, poco a poco, elementos sobre la realidad de Florence Foster Jenkins, llena de sufrimientos desde su niñez. Desde su padre que no la dejó estudiar música, hasta el esposo que tuvo muy joven y le dio una enfermedad de transmisión sexual, incurable, que la va agotando día a día, Toda su vida aparentemente superficial y egoísta es en realidad un acto diario de valor, una lucha constante contra un cuerpo que la traiciona: es frágil, calva, hinchada . Necesita un apoyo constante.
La protección que le da su esposo es inquebrantable y sobre todas las frentes, desde los artículos que paga en la prensa, los silencios que compra, las flores que hace entregar. Todo para mantener la ilusión y la felicidad de su amada. Porque la ama, profundamente, en una relación matrimonial donde el sexo es excluido por culpa de la enfermedad sexual y de la debilidad física de Florence. Pero el amor está ahí, inmenso, platónico, amistoso.
Es donde Hugh Grant es realmente grandioso y casi le quita el protagonismo a Meryl Streep. Ella interpreta su papel con su habitual enorme talento pero se le podría reprochar ciertos excesos. Su Florence es ligeramente demasiado inocente y ridícula. Provoca la risa por sus actitudes de niña mimada, pasada de peso y mal vestida, por momentos casi senil. Catherine Frot le daba algo de misterio y la trama inventada por Gioannoli llevaba a un contexto en la historia política, cultural y de la historia de la psicología en Francia, que hacía de Marguerite el punto de encuentro para varios enfoques de análisis. La Florence de Frears, que quiere ser más cercana al personaje real tiende a ser solo eso, un personaje egocéntrico y un poco tonto alrededor de quien todos adopten un papel, sea de apoyo, de crítica, de burla, de defensa. Y ella es y quiere ser claramente la diva, en todos los sentidos. La diva que sufre en silencio.
Es finalmente un personaje muy poco complejo, mientras él de St Clair ofrece facetas más interesantes, que el actor inglés supo aprovechar para componer un personaje mucho más profundo.
Otro personaje de segundo plano pero fundamental en la locura cantante de Florence es su pianista , Cosmé McMoon, interpretado por Simon Helberg , que da una gran sorpresa en la pantalla grande después de ser el ingeniero espacial apegado a la voz de su tiránica mama en The Big Bang Theory. Da mucho gusto verlo en un papel (casi) serio.
Dicho eso, Florence Foster Jenkins es un gran momento de placer, por el enorme talento conjugado de actores, director, diseñadores de vestimenta y decoraciones de interior, unidos todos en la misma dirección: la recreación de la vida de un ser único, en su locura y su riqueza y en su tiempo.
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