Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, October 30, 2017

The Dark Tower (Nikolaj Arcej , 2017) - 5/10

Otra adaptación de Stephan King que, por otras razones, es igualmente decepcionante que It. Todo es demasiado rápido y superficial, convencional, desde las acciones, los personajes, sus relaciones e intenciones, y la creación, totalmente falsa, de un mundo angustiante al estilo King.

Ficha IMDb

Jake Chambers (Tom Taylor), preadolescente neoyorquino, sufre de pesadillas y de bullying en la escuela. Son dos situaciones relacionadas y frecuentes en la obra de King. Jake sueña con un universo sombrío en el cual un hombre negro persigue a los niños. Pero antes de eso, a modo de preámbulo, se nos explicó que una inmensa torre está un punto de ser derrumbada por la energía mental de niños excepcionales, su resplandor, como el shining del pequeño Danny en la historia del mismo nombre. Quien quiere destruir esta torre es el abominable Walter Padick, el hombre de negro, (Matthew McConaughey) para poder instaurar el caos, mantenido alejado por esta torre oscura que asrgura el equilibrio en el mundo humano.

Para volver a Jake, su situación familiar tampoco es muy fácil ya que su mama se volvió a casar y no sabe cómo ayudarlo. La mejor solución encontrada es llevarlo a un un internado para niños con capacidades diferentes. Al moment en que llegan para llevárselo, Jake escapa y gracias a la información que ha podido conseguir sobre casas viejas en Nueva York, encuentra la casa - portal de comunicación entre el mundo real y el mundo paralelo donde se libra el gran combate.Ahí conocerá al pistolero del bien, Roland, nombre predestinado del caballero medieval que luchó contra la invención de Europa por los moros, el mal de entonces. Este Roland Deschain (Idris Elba) viaja solo desde que su padre murió y se guía por las enseñanzas de este.

Niño y adulto unirán sus fuerzas para tratar de destruir al malo. En un mundo o en el otro, pelearán para la sobreviviencia de la torre y construirán poco a poco una relación entre amistosa y filial, mientras el malo tratará de secuestrar al niño prodigio cuyo talento podría ser muy útil para sus objetivos destructivos.

Nada hay de muy original en esta narración. Si The Dark Tower es una inmensa saga de ocho libros, escrita a lo largo de más de 20 años, que revela poco a poco sus secretos, implicaciones y relaciones con toda la obra de King, y a la cual el autor llamó “el Júpiter del sistema solar de mi imaginación “, la cinta resulta ser un resumen desabrido, conjunto de estereotipos en cuestión de personajes, lugares, situaciones y sucesos.

Tal vez el espectador no llegue a aburrirse completamente, ya qué hay algo de acción y de movimientos, pero todo es muy previsible y superficial. Se tiene la impresión de ver una película para niños chiquitos, simplificada al máximo.

Peter Jackson logró recrear de forma maravillosa el mundo tan complicado, diverso y amplio del Señor de los anillos, así que, con talento, se puede hacer en cine.


La cinta mezcla géneros como el western con la imagen a la Clint Eastwood del caballero solitario, el cine de fantasia, con un mundo desértico al cual se llega con portales. Si estas puertas de comunicación de un mundo a otro son frecuentes en la obra de King, los de esta cinta se parecen a la Star Gate de la serie televisiva. Hasta Heaven, en televisión, los hizo más intrigantes.

El hombre de negro, con maquillaje y peinado tiesos, se ve casi ridículo y McConaughey no logra sobrepasar esta apariencia absurda. Porque en realidad no actúa. Es totalmente inexpresivo.

Nunca se entienden cuáles son las reglas de funcionamiento de este ultramundo necesario al funcionamiento del mundo humano, como cuando surgió esta famosa torre. Nunca quedan claros los motivos de Walter, ni quién es en realidad el pistolero, de donde viene y porque actúa como actúa. Todo se resume a: el Malo quiere destruir el mundo porque es malo, y el Héroe bueno va a impedírselo, y el Niño va a ayudar al bueno porque el Niño tiene talentos excepcionales que sirven para el bien. Todo se vuelve de un nivel tan simplista que ya casi no tiene sentido. Se parece mucho a la Historia interminable de Wolfgang Petersen y Michael Ende. Podría detenerse en cualquier momento o seguir por cualquier tiempo.

El mundo de allá, sin embargo, logra a veces una fotografía interesante en du desérticos colores grises. Sin embargo, se podía esperar mucho más en un tratamiento estético de un mundo alterno y de un mundo real lleno de posibilidades ocultas.


Falta ambiente, falta coherencia, falta ritmo, falta terror, falta curiosidad. Todo es muy convencional. Lo que gana el espectador es finalmente el deseo de lanzarse a los libros de King para ver de verdad de que se trata. 

Thursday, October 19, 2017

The Girl on the Train (Tate Taylor, 2016) – 6.5/10

Una obsesión que se vuelve historia policiaca, pasando por suspenso alcohólico y acaba con el regreso a la cordura y la justicia. Si logra mantener la atención del espectador, se queda embargo muy lejos de la fascinación de Gone Girl de David Fincher
Ficha IMDb
Todos los días, Rachel (Emily Blunt), en sus 30’s, pasa en su tren frente a las mismas casas de un suburbio elegante. Ahí vivía antes, cuando estaba casada con Tom (Justin Théroux) quien se quedó a vivir en la casa, con su nueva esposa Anna (Rebecca Ferguson) y su bebe. Pero lo que fascina a Rachel es la pareja que vive dos casas más lejos, los llama Jason y Jess y son para ella el sueño de felicidad conyugal que quedó atrás. Porque su vida actual es un completo fracaso. Después de su divorcio, empezó a beber y por eso perdió su trabajo, lo que la llevó a una depresión. Toma el tren todos los días porque no se atreve a decir a su compañera de renta que está viviendo de sus últimos ahorros.
Un día ve a “Jess” con otro hombre en su terraza y se entera algunos días después de la desaparición de la que en realidad se llama Megan Hipwell (Haley Bennett). Para ayudar en la investigación, o para darle algún sentido a su vida, se va a acercar al esposo “Jason”, Scott (Luke Evans) sospechado por la policía. Todas las intervenciones de Rachel acaban en desastres, complican aún más las situaciones y ella misma llega a ser sospechada.
Al mismo tiempo que trata de encontrar la verdad sobre la ex pareja de sus sueños, recompone poco a poco su propia vida y va entendiendo las verdaderas relaciones entre los cuatro habitantes de la calle ideal, y como el culpable de todos los males no fue quien se dio a ver.
La ubicación de la novela original de la británica Paula Hawkins se cambió de Londres a Nueva York y la tranquilidad monótona de los suburbios gringos en otoño queda perfecta para esta historia turbia.
La culpabilidad sembrada en Rachel por un esposo abusivo interpone un filtro entre esta y la realidad, cuidadosamente tejido en forma de rompecabezas que ella no puede volver a armar, debido a las ausencias que le provoca, le provocó el alcohol.
Toda la historia se encamina poco a poco hacia un final que se va haciendo predecible, lejos de la abominable perversidad final de Gone Girl de Fincher (2014), quien encerraba al esposo-victima en una telaraña sutilmente angustiante y, sobre todo, irrompible.

Frantz (Francois Ozon, 2016) – 8.5/10

Con un dominio perfecto del blanco y negro y del color, esta cinta explora el poder de las mentiras para poder perdonar a los demás, a sí mismo y, tal vez, poder empezar una nueva vida. Una maravilla de delicadeza, al mismo tiempo que una declaración de guerra a la guerra.

Ficha IMDb

Poco tiempo después de la primera guerra mundial, en una pequeña ciudad muy normal de Alemania, Anna (Paula Beer) va cada día a la tumba de su prometido Frantz, muerto en las trincheras. Ana vive en casa de sus casi suegros, el Dr Hans Hoffmeister (Ernst Stötzner) y su esposa Magda (Marie Gruber) .Pero un día, la rutina de la joven se ve perturbada por la presencia de un desconocido. Este joven un tal Adrien (Pierre Niney), se presenta después al consultorio del doctor, quien al saber quién es, se niega a hablar con él. Pero, gracias a la intervención de Anna, el francés logra poco a poco ser aceptado por los padres del que dice fue su amigo en parís. Todos están felices de las evocaciones de la vida de estudiantes, amantes de las artes, que llevan los dos en la capital francesa. Anna entiende así el amor por la cultura francesa que Frantz manifestaba en sus cartas. Adrien puede al fin conocer lo que fue de su amigo antes de irse a estudiar en Francia. ¿Esta amistad no fue acaso más que una simple amistad? Si la pequeña familia alemana sigue en su amor ciego para el joven difunto y héroe de guerra, el espectador se siente más sutil y entiende algo más.

Las reacciones en la ciudad no tardan. Los padres alemanes que han perdido a sus hijos sobre el frente no pueden tolerar la acepción, la traición de Hoffmeister. Además, el pretendiente nacionalista de Anna, Kreutz (Johann von Bülow), muy torpe, poco decorativo comparado con Adrien, ve muy mal la complicidad cada día más cercana entre Anna y el extranjero. Reflejos xenofóbicos que anuncian lo que sabemos pasará dentro que poco, están ya en acción. Pero cuando todo parece claro en cuanto al porvenir de la familia que se está reconstruyendo, Adrien huye después de hacerle una revelación a Anna. Nunca fue amigo de Frantz, nunca lo conoció. Lo vio una fracción de minuto, tiempo de matarlo en una trinchera. Tiene miedo de la reacción de los padres. Se v con la promesa de Anna de preparar a los padres a la verdad para que la buena relación recién forjada pueda seguir.

Pero Anna no cuenta nada a los padres. Y no cuenta nada de su mentira a Adrien. Y, cuando va a Francia a buscarlo, y finalmente lo encuentra en el fondo de una provincia perdida, después de una búsqueda bastante complicada. Cuando reanuda con sus esperanzas amorosas, se da cuenta de que Adrien tampoco le dijo la verdad, ni sobre él, ni sobre sus sentimientos hacia ella, ni sobre sus propios proyectos sentimentales.

Todos mienten. Al mismo tiempo que todos saben la verdad sobre sí mismos y sobre los demás.
Y así todos logran sobrevivir. No solo eso, logran avanzar.

El amor por un muerto necesita un vivo que tome su lugar para evolucionar en un duelo. Adrien es el bastón de apoyo para que todos salgan de su prisión de dolor. Las capas de mentiras inventadas son el paso necesario para que la verdad se vuelva soportable. Aunque Anna sabe que los padres no podrán nunca, tal vez por su edad o porque el amor hacia un hijo y la perdida de este no pueden nunca ser aliviados, y los mantiene en su mentira piadosa. Necesitan creer en una unión entre Adrien y Anna porque es la única forma de no perder a su hijo definitivamente.

Anna, al final, pudo aceptar los duelos, él de Frantz, el de la amistad inventada entre Frantz y Adrien, el de sus esperanzas con Adrien. Puede sobrepasar eso y abrirse a lo desconocido. La escena final, en el museo del Louvre, frente a un cuadro, El suicidado de Manet, pintura poco conocida, que resume la atracción hacia la muerte de todos los personajes, es una clara referencia a Vertigo de Hitchcock (1958), historia (basada en una novela de Boileau- Narcejac) de recreación una mujer muerta con la ayuda de una mujer viva inocente cómplice de la trampa que la obligan a montar.

Los vértigos de la nostalgia, de la muerte se materializan en unas imágenes de una belleza perfecta en blanco y negro que, en algunos momentos, pasan a colores, cuando alguna esperanza se deja deslumbrar, para después volver a blanco y negro, de las dificultades cotidianas. Es simple, pero es eficaz, y finalmente, muy discreto. Sobre todo, todo en la cinta es muy elegante, calidad que no siempre se hace presente en las cintas de Ozon.

Frantz se inspira libremente de la cinta de d’Ernst Lubitsch Broken Lullaby (1932),adaptación de El hombre que maté (1925) , obra de teatro escrita por Maurice Rostand ( uno de los hijos de Edmond Rostand, autor del famoso Cyrano de Bergerac) y enseña, mas allá de la trinchera de odio que se abrió en 1870, se volvió a abrir en 1914-18, y se transformó poco a poco después del Tratado de Versalles en una rabia visceral , que los hombres de los dos países tienen los mismos emociones : el sentimiento de traición, el dolor de la perdida de los hijos, el patriotismo. Sentimientos universales que las guerras hacen resurgir en repeticiones absurdas. Unas escenas totalmente paralelas muestran gente muy normal en un café, cantando con convicción sus himnos, ¿Cuál es la diferencia?

Cada personaje pasa por un proceso de absorción, de digestión por los demás antes de poder renacer. Debe desaparecer en el deseo, la fantasía de los demás sobre él, antes de renacer como si mismo, con sus propios deseos y decisiones. Anna tuvo que pasar por la dominación afectuosa de sus suegros, Adrien por el deseo de Anna, de su madre y de su actual novia. El padre tuvo que dejarse llevar por un afecto totalmente ajeno a sus ideas, a su amor por su hijo, por su patria. Tal vez solo la madre sea desde siempre abierta a los sentimientos de los demás, dispuesta a aceptar lo que pueden dar y lo que ella pueda darles. Hay que pasar por un sacrificio, por un suicidio para poder resucitar.

La música, tanto las piezas clásicas tocadas por Adrien como la música original de Philippe Rombi instalan un ambiental casi fantasmal, de otro tiempo.

Este sentimiento de irrealidad es reforzado por los jueguitos de Ozon guionista con el espectador. Lo pone sobre una pista, primero sutilmente, después más explícitamente. Yd e repente, rompe todo y nos lanza sobre otra pista, que romperá también en el momento menos esperado. Como el espectador, Ana recibe las verdades y las asume. Resiste a todo en su camino hacia la luz, acompañada por las sombras de las mentiras ajenas. Anna es la verdadera protagonista de la historia, no este desaparecido Frantz. Pero Frantz fue el motivo, el pretexto, para todos los encuentros. Es el catalizador. El que no está, es el que determina todo.

La belleza perfecta del blanco y negro, así como la rigidez de los personajes alemanes no dejan de recordar el maravilloso Listón blanco de Haneke (2009) quien exploraba los sentimientos profundamente escondidos de niños y adultos en un pueblo alemán antes de la primera guerra mundial. Baja lo impecable, se mueven dolores, rechazos y deseos ocultos que no se podrán contener eternamente. Un ambiente protestante, austero, donde el perdón es difícil de obtener. Donde las mentiras son la única forma de sobrevivir a la opresión psicológica.