De la novela de Jean-Christophe Grangé, Kassowitz trató
de sacar una cinta igualmente intrigante y sorpresiva. Si bien es cierto que supo
hacer una cinta de acción bien lograda en el estilo gringo, le falta bastante
para estar a la altura del texto.
Ficha
IMDb
El
comisario Pierre Niemans (Jean Reno) de fama reconocida en el gremio policíaco,
es llamado a resolver un extraño asesinato en las montañas cerca de Grenoble, más
precisamente una pequeña ciudad, Guernon, famosa mundialmente por su
universidad. Una alpinista encontró un cuerpo escondido en los repliegues de la
montaña. Dos elementos son muy inusuales: el cuerpo no se podía ver
directamente, sino por su reflejo en las aguas del lago; además, está muy mutilado.
Le cortaron las manos, le sacaron los ojos y múltiples laceraciones muestran
una saña y un deseo de infringir dolor poco comunes.
Niemans
va del lugar de encuentro a la morgue a la universidad recabando información,
en particular sobre el ambiente elitista que impera en la pequeña comunidad:
los mejores maestros, las mejores instalaciones, los mejores estudiantes y los
mejores atletas. Ahí trabajaba la víctima, Rémy caillois (Laurent Avare) como
jefe bibliotecario, como lo hizo su padre antes.
Mientras
tanto, a unos 200 km de distancia, un joven oficial de policía, Max Kerkerian (Vincent
Cassel) es llamado por la profanación de una tumba en un cementerio. Se trata
de la tumba de una niña, Judith Hérault. Cruces nazis lo llevan a investigar en
el refugio de unos skinheads, cuyas destrezas combativas son casi igual de
buenas y sorprendentes que las suyas. Si no son culpables de la profanación,
admiten haber estado por ahí y haber visto un coche, cuyo dueño resulta ser habitante
de Guernon.
El
agua depositada en las cuencas oculares de la primera víctima lleva a Niemans a
explorar, con la ayuda de la alpinista emérita Fanny Ferreira (Nadia Farès) el
glaciar que domina Guernon, donde encuentra un segundo cuerpo mutilado.
Kerkerian,
por su parte sigue la pista de la niña muerta y de su madre (Dominique Sanda)
retirada en un convento, y acaba en el domicilio del dueño del coche, Philippe
Sertus (Olivier Morel) quien resulta ser la segunda víctima , antes que un
oftalmólogo , el Dr Bernard Chernezé (Jean-Pierre Cassel) , por cierto padre del actor
que interpreta a Kerkerian) aparezca colgado en cruz sobre el gran vitral
de su casa.
Al
unir sus conocimientos, sus indicios y sus habilidades, los dos policías
lograrán elucidar el misterio de una vieja historia de eugenismo, a base de
sustituciones y asesinatos de niños, veinticinco años antes, que permitieron
lograr la excelencia físico-intelectual de la comunidad universitaria de Guernon.
Los responsables eran los padres de las dos primeras víctimas y el doctor. Las
asesinas son dos hermanas gemelas víctimas de esta siniestra organización.
Kassowitz
quiso hacer una cinta de pura acción, rápida, llamativa. Unas escenas bien
logradas de peleas cuerpo a cuerpo, una exploracion de las entrañas blancas del
glaciar, un accidente nocturno espectacular, son escenas casi de esperar en
este estilo cinematográfico. Una música excelente de Colin Towns acompaña sin cesar,
subrayando la intensidad o el misterio de ciertos momentos. Es de recalcar la
introducción paulatina de unos elementos fantásticos: extraños atletas
corriendo sobre una pista digna de los mejores campus gringos, truenos y relámpagos,
luces y contrapicadas sobre cadáveres colgados en cruz, un cadáver más real que
uno verdadero, filmado de tan cerca que se pueden contar poros y pelos.
Pero
toda esta tecnicidad efectista camufla una deficiencia narrativa. La novela de Jean-Christophe
Grangé toma el tiempo de soltar muy progresivamente los indicios, acompaña a
cada detective, en historias muy alejadas, sobre sus pistas a veces erróneas.
Las deducciones, reflexiones, las visitas, preguntas, observaciones, van al
ritmo de la mente humana, de forma que el lector avanza al mismo tiempo y
reflexiona por su mismo, feliz cuando llega a las mismas conclusiones que Niemans
o Kerkerian.
La
cinta revela demasiado rápidamente elementos claves, quitando el placer del suspenso,
para después concentrarse en puras acciones y tiene que explicar al final los
que el espectador no podía llegar a entender con los picos elementos que se le
dio.
Se
puede disfrutar de la cinta sin haber leído el libro, pero es un disfrute muy superficial,
de acción a la gringa, llevada por dos actores famosos. En cambio, leer la
novela es un gran placer intelectual, y de varios días, porque es bastante
larga …
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