Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, June 22, 2018

Les rivières pourpres (Mathieu Kassovitz , 2000 ) – 7/10


De la novela de Jean-Christophe Grangé, Kassowitz trató de sacar una cinta igualmente intrigante y sorpresiva. Si bien es cierto que supo hacer una cinta de acción bien lograda en el estilo gringo, le falta bastante para estar a la altura del texto.

Ficha IMDb

El comisario Pierre Niemans (Jean Reno) de fama reconocida en el gremio policíaco, es llamado a resolver un extraño asesinato en las montañas cerca de Grenoble, más precisamente una pequeña ciudad, Guernon, famosa mundialmente por su universidad. Una alpinista encontró un cuerpo escondido en los repliegues de la montaña. Dos elementos son muy inusuales: el cuerpo no se podía ver directamente, sino por su reflejo en las aguas del lago; además, está muy mutilado. Le cortaron las manos, le sacaron los ojos y múltiples laceraciones muestran una saña y un deseo de infringir dolor poco comunes.

Niemans va del lugar de encuentro a la morgue a la universidad recabando información, en particular sobre el ambiente elitista que impera en la pequeña comunidad: los mejores maestros, las mejores instalaciones, los mejores estudiantes y los mejores atletas. Ahí trabajaba la víctima, Rémy caillois (Laurent Avare) como jefe bibliotecario, como lo hizo su padre antes.

Mientras tanto, a unos 200 km de distancia, un joven oficial de policía, Max Kerkerian (Vincent Cassel) es llamado por la profanación de una tumba en un cementerio. Se trata de la tumba de una niña, Judith Hérault. Cruces nazis lo llevan a investigar en el refugio de unos skinheads, cuyas destrezas combativas son casi igual de buenas y sorprendentes que las suyas. Si no son culpables de la profanación, admiten haber estado por ahí y haber visto un coche, cuyo dueño resulta ser habitante de Guernon.

El agua depositada en las cuencas oculares de la primera víctima lleva a Niemans a explorar, con la ayuda de la alpinista emérita Fanny Ferreira (Nadia Farès) el glaciar que domina Guernon, donde encuentra un segundo cuerpo mutilado.

Kerkerian, por su parte sigue la pista de la niña muerta y de su madre (Dominique Sanda) retirada en un convento, y acaba en el domicilio del dueño del coche, Philippe Sertus (Olivier Morel) quien resulta ser la segunda víctima , antes que un oftalmólogo , el Dr Bernard Chernezé (Jean-Pierre Cassel) , por cierto padre del actor que interpreta a Kerkerian)  aparezca colgado en cruz sobre el gran vitral de su casa.

Al unir sus conocimientos, sus indicios y sus habilidades, los dos policías lograrán elucidar el misterio de una vieja historia de eugenismo, a base de sustituciones y asesinatos de niños, veinticinco años antes, que permitieron lograr la excelencia físico-intelectual de la comunidad universitaria de Guernon. Los responsables eran los padres de las dos primeras víctimas y el doctor. Las asesinas son dos hermanas gemelas víctimas de esta siniestra organización.

Kassowitz quiso hacer una cinta de pura acción, rápida, llamativa. Unas escenas bien logradas de peleas cuerpo a cuerpo, una exploracion de las entrañas blancas del glaciar, un accidente nocturno espectacular, son escenas casi de esperar en este estilo cinematográfico. Una música excelente de Colin Towns acompaña sin cesar, subrayando la intensidad o el misterio de ciertos momentos. Es de recalcar la introducción paulatina de unos elementos fantásticos: extraños atletas corriendo sobre una pista digna de los mejores campus gringos, truenos y relámpagos, luces y contrapicadas sobre cadáveres colgados en cruz, un cadáver más real que uno verdadero, filmado de tan cerca que se pueden contar poros y pelos.

Pero toda esta tecnicidad efectista camufla una deficiencia narrativa. La novela de Jean-Christophe Grangé toma el tiempo de soltar muy progresivamente los indicios, acompaña a cada detective, en historias muy alejadas, sobre sus pistas a veces erróneas. Las deducciones, reflexiones, las visitas, preguntas, observaciones, van al ritmo de la mente humana, de forma que el lector avanza al mismo tiempo y reflexiona por su mismo, feliz cuando llega a las mismas conclusiones que Niemans o Kerkerian.

La cinta revela demasiado rápidamente elementos claves, quitando el placer del suspenso, para después concentrarse en puras acciones y tiene que explicar al final los que el espectador no podía llegar a entender con los picos elementos que se le dio.

Se puede disfrutar de la cinta sin haber leído el libro, pero es un disfrute muy superficial, de acción a la gringa, llevada por dos actores famosos. En cambio, leer la novela es un gran placer intelectual, y de varios días, porque es bastante larga …

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