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A pesar
de una prestación hiperbólica de Natalie Portman y de muchos efectos de luces y
lentejuelas, la cinta no deja de ser muy superficial y casi aburrida por su
falta de consistencia narrativa.
Ficha IMDb
En 1999, Celeste (Raffey Cassidy), alumna de secundaria, vive el horror de una masacre. Un compañero, Ethan( Fred Hechinger) entra al salon de clase y dispara. Céleste sobrevive con una bala en la cadera. Con la ayuda de su hermana Stacey (Stacey Martin) compone una canción para recordar a sus compañeros fallecidos; la canta en un memorial; la canción da la vuelta a Estados Unidos, volviéndose un himno a la paz, la solidaridad, la esperanza, la resiliencia. Celeste es ahora un símbolo. Como los símbolos pueden atraer bastante bien el dinero, un empresario (Jude Law) se dedica a convertir a la joven en un ídolo mercantil de pop music.
Parece que le tiempo en la cinta salta de un episodio
a otro. Sin establecer puentes. Celeste en un momento tiene una personalidad y
un comportamiento. El carácter de la adolescente no tiene nada que ver con la
adulta famosa. La cinta no logra explicar o mostrar la evolución. La inocencia desapareció,
lo que es normal, pero la nueva persona, rígida, intolerante, egoísta, la que
habla sin dejar espacio al otro, la cínica, no se instaló de golpe. Y los
sucesos violentos exteriores no son suficientes para explicar la brutal transformación.
La tercera parte, con una Celeste adulta, dedicada
totalmente a la promoción de su nuevo disco Vox
Lux , quiere yuxtaponer la vida personal y la vida profesional : Celeste en
su papel de madre es igual de intolerante e impositiva que en su papel de
cantante. Impone su presencia, sus explicaciones, la expresión de sus
sentimientos. No deja ningún espacio para nadie. Exige compasión y comprensión,
pero es incapaz de darlas. La interpretación de Portman hace de ella un
monstruo porque es una interpretación compuesta de estereotipos. Es artificial
en su exageración. Sin ninguna sutileza o composición interpretativa, Natalie
Portman actúa con las mímicas y tonalidades de un papel falso. Se va a lo fácil:
exagerar. Celeste se revuelca en la victimización, la auto compasión, física por
la bala que sigue alojada en su cuerpo diez y siete años después, sentimental
por su situación de madre soltera, heredera de un oscuro error de juventud, jamás
explicado. De la misma forma, la interprete se queda en la superficialidad de
una interpretación que se arriesga a volver ridículo su personaje, por lo poco creíble
de su grandilocuente y caricaturesca sobreactuación
La presencia de un narrador en off, en la voz de Willem
Defoe, convierte la historia en un tipo de cuento de los tiempos modernos, y parece
proponer una moralidad: la violencia exterior nos convierte en lo que somos.
Somos víctima del mundo que nos rodea. Tal vez sea finalmente eso el tema de Vox Lux. No tenemos interioridad, somos
una forma hueca que se deja ocupar por el estimulo mas fuerte que se nos presente.
O será eso la descripción de los artistas populares, los que llenan los
estadios de reflectores y espectadores enloquecidos.
Es inevitable hacer un paralelo con el Black Swan (Darren Aronofsky – 2010):
misma hipérbole en el artificio, el maquillaje, el traje, la expresividad. el
olvido de la persona hasta el sacrificio para producir un objeto artístico efímero.
pero Brady Corbet no supo sacar de su personaje y de su interprete la fuerza
maléfica del artista poseído por la obra. como una bailarina, Celeste es disfrazada,
disimulada bajo mascaras, cabello pintado, brillantina, lentejuelas. en el Cisne negro, esos excesos contribuían a
la poesía, en el sentido propio, a la creación de la belleza. El sufrimiento
era necesario para llegar a la transfiguración, a la muerte y renacimiento del
ave fénix. Aquí esos elementos subrayan lo plástico, la artificialidad sin verdadero
objetivo. Inclusive la coreografía del espectáculo final es poco original y muy
repetitiva.
Celeste la cantante es un producto fabricado con
mucho color, brillantez y movimiento. Celeste la mujer-hermana-madre es una
persona hueca, que mueve mucho la cara y los labios, pero no expresa nada. Sus
palabras son repeticiones de frases previsibles: “Mis canciones cada vez son
peores, pero cada vez se veden den más.”; “Todo el mundo quiere algo nuevo y vacío.”
Mucho ruido, muchos colores, mucho brillante, para
cubrir un vacío que ni siquiera inspira a conocerlo mejor. Un mundo falso que
cubre una falsa profundidad.
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