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Después de leer la novela de Frederic Beigbeder, uno
podía esperar lo peor en los excesos y el mal gusto. Pero la cinta de Kounen
sorprende agradablemente gracias a su ritmo, su creatividad, su ironía, la
mezcla de géneros y el uso de varios estilos y técnicas. El talento de Jean
Dujardin le agrega una pizca, o cucharón, de sarcasmo nada despreciable.
Ficha IMDb
Octave Parango (Jean
Dujardin) es creativo en la agencia de publicidad, comunicación se dice ahora,
Rossling & Witchcraft, de fama y tentáculos mundiales. Octave tiene 33
años, un salario impresionante más prestaciones, un departamento de 500 m2 y nueve
cuartos, en un barrio elegante, ropa, zapatos, lentes, de los diseñadores más
lujosos. Restaurantes en boga, Cocaína de la mejor. Chicas. La vida perfecta en
la cual ya no hay nada más que desear. Sin embargo, Octave tiene una mirada muy
crítica sobre su trabajo y la gente que maneja el mundo de los productos y sus imágenes.
Es más, quiere que le despidan, con indemnizaciones, para tener tiempo para
escribir un libro de denuncia contra el mundo de la publicidad.
Por cierto, la
cinta empieza por el suicidio del personaje quien se precipita en una caída interminable,
una noche de tempestad, desde lo alto de un anuncio espectacular que invita a
la vida paradisiaca de una isla tropical.
Un tour guiado
en segway nos invita a seguir à Octave en el maravilloso edificio la Ross, en
el cual Octave en voz off y en persona nos introduce a los principales actores
de la empresa y de la aventura comercial que se está llevando a cabo. Marc Marronnier
(Antoine Basler) es el director creativo, Art
Director, en “americano”, AD. Muy talentoso, ideó hace años un eslogan exitoso.
Pero ya no se dice eslogan, se dice título. Marc tiene una vida de familia
por lo que tiene que cuidar laboriosamente sus finanzas. Charlie Nagoud (Jocelyn
Quivrin) es comercial, pasa su tiempo buscando los videos pornográficos más obscenos.
Jeff, o sea Jean-François Marolles (Patrick Mille) es el director comercial. El
tiene la responsabilidad de llevar la cuenta de la firma Madone, con la
promoción de su nuevo producto, un yogurt light.
Para eso debe darle satisfacción al director marketing de la multinacional, Alexandre
Duler (Nicolas Marié).
En una solemne junta,
en un solemne salón, con gigantesca mesa central de madera pesada, en un
edificio presuntuoso de estilo neoclásico, Charlie y Octave presentan una propuesta
de spot, absurda y totalmente incomprensible. Ante la incomprensión y el
rechazo, Octave tiene un ataque de impaciencia, de ira, o de sobredosis.
La infelicidad
de Octave se ve acentuada por la ruptura con su amada Sophie (Vahina Giocante)
quien tuvo la mala idea de embarazarse y desear conservar al bebé.
Después de una
estancia en clínica de desintoxicación, Octave vuelve al trabajo y al rodaje
del anuncio Madone, en Miami, según una trama improvisada en cuestión de
minutos con Charlie, que califican como “boñiga”. La modelo es la magrebí
Tamara (Elisa Tovati), call-girl de altura, casi amante de Octave, de piel un
poco oscura para un anuncio de yogurt, según el señor Duler. Pero eso se puede
corregir en la edición. Acabada la filmación, Charlie y Octave dejan rienda
suelta a sus instintos acelerados por todas las sustancias absorbidas, y
manejan como locos en la noche de Miami. En la novela, acompañados por Tamara,
van a asesinar salvajemente a una anciana, accionista de la Ross. En la cinta,
“solamente “atropellan a una mama con su bebé. Después de volver a Francia, nombrados
en conjunto a la dirección de arte de la firma, están arrestados, lo que lleva Octave
a lanzarse del techo para escapar: escena del principio. Se aplasta sobre la
Jaguar de Duler que estaba invitando por teléfono Tamara a cenar.
¿Todo se acabó?
¡No! Versión alterna para un grupo selecto de espectadores: llevan una vida
feliz en sus nuevos puestos, y Octave puede vengarse de la empresa al lanzar su
versión alternativa, obscena y sarcástica, y del anuncio Madone, y desaparecer
en una isla paradisíaca, donde Sophie lo alcanzará con su bebé para que vivan
eternamente en la felicidad. Esta escena, retocada, es utilizada para un
anuncio espectacular que vende los méritos de una empresa petroquímica: “Bienvenidos
a un mundo feliz”, él del suicidio de Octave al principio.
Un mensaje
antes de los créditos finales recuerda que se podría reducir a la mitad el
hambre en el mundo … con 10% de dinero gastado en la publicidad.
El libro de Beigbeder,
quien hace una breve aparición en la cinta como azafata, muy violento en su
vocabulario, muchas veces obsceno, tiene una estructura muy clara en seis
partes, siguiendo las personas de la conjugación. El procedimiento queda en la cinta,
aunque muy discretamente y permite darle énfasis a ciertos personajes o
enfoques.
Los ataques
nominales, con alusiones no disfrazadas a productos, campañas, eslóganes, le
valieron a Beigbeder su despido de la firma Young & Rubicam disimulada bajo
el nombre Rossling & Witchcraft, así como Madone es la transformación
transparente de la multinacional agroalimentaria Danone. Las explicaciones de
los principios ideológicos, psicológicos y comerciales de las campañas
publicitarias constituyen una denunciación violenta, tan eficaces como los estudios,
muy serios de Jean Baudrillard: La sociedad de consumo (1970) y Naomi Klein:
No logo (20.0).
La cinta hace
alusiones abiertas a marcas de moda: Hugo, Boss, Vogue, Castorama, Motorola,
Mercedes, Pioneer, Gucci, Coca Cola, citas claras a anuncios como el mítico de Ridley
Scott para Mac Intosh en 1984, eslóganes, músicas. ¿Como no sonreír nostálgicamente
al escuchar la música de las pantimedias Dim de los años setenta u ochenta? Una
banda sonora muy extensa utiliza con la misma pertinencia a Tchaikovski, Strauss,
Haendel, Chostakovitch, Hans Zimmer para Ladelgada línea roja (Terrence Malick – 1998) o Umebayashi para In the Mood for Love (Wong Kar-wai -
2000).
El montaje, los
juegos de encuadres, los cambios de ritmo no dejan respirar, cada instante trae
una nueva sorpresa. La escena más espectacular es la loca carrera nocturna en
Miami, que mezcla animación psicodélica y humanos, en colores y sonidos
chillantes. La presentación del estilo de vida de Octave y de los productos que
consume recuerda Fight Club (David
Fincher - 1999) o American Psycho (Mary
Harron - 2000): es un catálogo con etiquetas y precios. De la misma forma, la presentación
de los empleados de la Ross le pone a cada uno su código de barras, y Marc
Marronier hace literalmente un anuncio comercial para presentar las cualidades
de la empresa para la cual trabaja. La secuencia del anuncio para chocolate
tipo Kinder, tan parecido al los que vemos a diario, es una maravilla de demolición.
El talento de Jean
Dujardin hace maravillas. Su fineza en el sarcasmo ya vista en los Oss 117: El Cairo nido de espías (Michel Hazanavicius -2006) y Rio ya no contesta (Hazanavicius -2008) con
el personaje de Hubert Bonisseur de la Bath, espía ridículo y presumido y su
capacidad de cambiar de apariencia, de estilo, parecen no tener límites. Se
renueva en cada instante. Muestra una autosatisfacción mezclada de asco: irresistible.
La película es
exactamente lo contrario de la boñiga que denuncia: es una alucinante mina de ideas,
de humor, el director juega con maestría y cinismo de todas las técnicas visuales.
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