Un
viejo pero clásico Chabrol, con la misma ironía fría en contra de una burguesía
con buena consciencia. La maldad revista de buenas maneras, educación y
cortesía, con la voz envolvente y el talento malvadamente suave de Philippe
Noiret. Una joya, como siempre.
Ficha IMDb
Christian Legagneur (Philippe Noiret) es un
renombrado presentador de televisión cuya especialidad son los concursos para
gente mayor. Para recompensarlos por sus talentos, su juventud de alma y su
romanticismo incansable, se les regala viajes extraordinarios. La suavidad melosa
de la voz de Legagneur , su amabilidad, su comprensión y su paciencia por esos
viejitos tan lindos, enternece a toda Francia a horario fijo.
Un día se presenta un joven periodista, Roland Wolf
(Robin Renucci), que dice preparar una biografía del famoso presentador. Nada
mejor para acariciar el ego de Legagneur quien le propone a Wolf llevarlo a su
casa a las afueras de Paris, para que pasen juntos un fin de semana de trabajo
al mismo tiempo que eso le permitirá a Wolf conocer íntimamente su forma de vivir.
La magnifica propiedad, casi un castillo, esta
habitada en forma permanente por extraños personajes. El matrimonio Marquet,
Emmanuel apodado Manu (Roger Dumas) y Patricia (Bernadette Lafont) se parece
más a unos parásitos que aprovechan las bondades de Legagneur . Ella se dedica
a los masajes para suavizar los nervios del gran hombre, al mismo tiempo que
tiene una pasión para la lectura del Tarot, el esposo es un fino conocedor de vinos,
y sabe maridar los deliciosos platillos preparados por Max (Pierre-François
Dumeniaud), cocinero y chofer. Este está tal vez, en una pareja con. Colette
(Monique Chaumette) , entre sirvienta, secretaria,
enfermera, ama de llaves, cuya principal misión es hacer que la vida de
Catherine ( Anne Brochet ) sea lo más cómoda
posible.
Catherine es una joven extraña: torpe, muy silenciosa,
fríamente bella, rígida, sujeta a migrañas por las cuales lleva grandes
anteojos oscuros. Muy reservada en presencia de su padrino, quien la sobreprotege,
se revela apasionada y audaz cuando esta sola. Y parece muy interesada por Wolf.
Pero la intención real de este es investigar sobre su
hermana Madeleine quien vivió un tiempo en la casa y desapareció de forma
extraña.
Al mismo tiempo que lleva a cabo su propio
investigación y que finge preparar su libro, Roland , cada vez mas interesado
en la extraña Catherine, hurgue en los secretos del buen presentador. Lo que
descubre es aterrador: la respuesta a la desaparición de Madeleine es al mismo
tiempo solución a los males de Catherine.
El final de la cinta es la confesión publica y en
directo de un hipócrita, cínico manipulador quien se ha burlado durante años de
todos: viejitos, público, y ahijada con el único propósito de enriquecerse.
El duelo Legagneur-Wolf, juego de escondidillas en
los cuartos, pisos y jardines del castillo, a golpe de partidos de ajedrez o
tenis, cuya prenda sería la joven princesa enclaustrada y delicadamente drogada,
lleva su ritmo bien controlado, primero tranquilo como un fin de semana de
descanso, con sol, buena comida y vinos deliciosos, para acelerarse en las
noches y los rincones oscuros. La elegancia y el humor de lord inglés de Legagneur
encuentra en la suavidad gatuna de Noiret un interprete perfecto. Su voz
profunda y suave es una caricia casi hipnótica. ¿Quién no se dejaría seducir
por los desayunos frente al jardín, las conversaciones cultas? Su poder es una mano
de hierro en un guante de terciopelo, de seda, de pastelito recién horneado.
Philippe Noiret es el padrino que todos deseamos. Más, es la generosidad hecha
televisión. ¿Cómo no caer en la trampa de sus buenas intenciones?
Wolf es un joven lobo, decidido a vengar a las
doncellas amenazadas, empezando por su hermana quien ya sucumbió. La frágil
Catherine, inestable, vulnerable, despierta poco a poco al contacto del joven
que llega del mundo exterior. Sin embargo, también él avanza enmascarado. él
tampoco es quien dice ser.
Todos en el castillo se desplazan entre espejos y
ventanas, abiertas sobre una naturaleza dominada, tan hermosa que no puede ser
verdadera. El viejo lobo Legagneur observa sus talentos en la ventanita del
televisor. el joven lobo Wolf se observa en su espejo.
El final del cuento es el esclarecimiento, la
revelación a la luz del día de los arreglos ocultos. Pero quien tiene la ultima
palabra le pertenece al malo quien triunfa al denunciar la hipocresía de la
falsa bondad de la televisión, de las falsas recompensas de los juegos: la apariencia
rosa de la televisión esconde un negocio mucho mas redituable. Como Legagneur
en la vida familiar, la televisión es un gran ogro de la vida publica. Los dos
tienen el miso objetivo: enriquecerse a costa de los crédulos. Era 1987,
Chabrol ya decía o que todavía nos cuesta aceptar. Los presentadores de esos años:
Jacques Martin con L’école des fans,
Julien Lepers con Questions pour un champion,
Patrick Sabatier con Avis de recherche
no son más que actores pagados y su amabilidad es una mascara para atraer y
hacer ganar dinero a productores y anunciantes.
Como casi en todas sus películas, Chabrol denuncia
una burguesía hipócrita y criminal, esta cinta usa esta perversidad privada
para denunciar una perversidad publica, con la misma eficiencia que siempre.
Tal vez con efectos un poco previsibles. Pero sobre todo con el actor perfecto
para este tipo de papel, por estar siempre al borde del exceso. Exceso de
gentileza que casi lleva al precipicio de lo ridículo. Noiret juega con el
peligro con un disfrute tangible, y que nos transmite, y nos da a entender muy
pronto que “hay gato encerrado”..
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