Entre comedia y drama, entre risas y lágrimas,
una historia verídica, magníficamente interpretada por Melissa McCarthy,
nominada al Oscar, por primera vez en un papel inteligente.
Ficha IMDb
Obligada a trabajar hasta altas horas de la noche, Lee Israel (Melissa
McCarthy) se ayuda con algunas copas. Cuando manda al diablo su jefe por tratar
de prohibírselo, este simplemente la manda a la calle.
Sin trabajo, con una gata enferma jersey, en un departamento sucio y
cuyo alquiler no ha pagado desde meses, Lee se las ve duras. Su último y único
libro publicado, una biografía de la Cosmetóloga Estée Lauder, está de rebajas
en las librerías. Y nadie cree en su actual proyecto, una biografía de Fanny Brice,
la cantante de music-hall que lanzó a Barbara Streisand a la fama con Funny Girl (William Wyler – 1968), sobre
todo su agente, Marjorie (Jane Curtin), mujer lanzada en la sociedad neoyorquina
y organizadora de fiestas que erizan la paciencia de Lee, la cual no duda en
llevarse el abrigo “equivocado” y unos rollos de papel higiénico.
Su enorme deuda con su veterinaria le impide dar a su amada gata Jersey,
la suciedad de su departamento impide la entrada del fumigador, lo que la
obliga a seguir viviendo en medio de las moscas. Vende sus libros, a precios miserable,
y eso cuando se los reciben. Hasta el día en que encuentra fortuitamente en un
libro de la biblioteca una carta autógrafa de algún famoso. La venta le aporta
no solo dinero, sino una idea genial: se lanza en la producción de falsas
cartas de verdaderos famosos.
Un encuentro en un bar, porque sigue consumiendo mucho whisky, la
acerca a un ser extraño, Jack Hock (Richard E. Grant). Homosexual, ladrón, seductor,
amigo del alcohol y del sarcasmo auto dirigido, tiene todo para hacerle
compañía a Lee. Juntos beberán, limpiarán el departamento y lavarán los
trastes, harán bromas telefónicas y se burlarán de los tontos. Se salvará a Jersey, se escribirán y venderán cartas. Todo ira bien,
hasta que todo vaya mal, que las denuncias por fraude empiecen, que Jack deje
morir a Jersey, que Lee lo eche del departamento, que Jack se vengue a
testificar contra ella. que el FBI la arreste.
El esquema es tradicional: mala situación que empeora hasta que se
encuentre una solución, lo que lleva a un mejoramiento que acaba en castigo. Los
personajes no son tan extraordinarios y casi estereotipos: la lesbiana
solitaria que quiere más a los gatos que a los humanos, bebe sola y vive en la
suciedad, rechaza todo contacto humano al mismo tiempo que se dejaría tal vez
llevar a una amistad amorosa con la joven vendedora de libros Anna (Dolly
Wells) y en el fondo no supera la separación con su ex -pareja Elaine (Anna
Deavere Smith); el seductor histriónico, felizmente triste de sus desastres
económicos y sentimentales: sin dinero, sin casa, sin ropa, sin amante, sin
trabajo, pequeño dealer, gran ladrón. Sin embargo, seducen, atraen, divierten y
conmueven. Antes que todo porque los dos actores son absolutamente poderosos y subyugadores.
Amenazados por la angustia, el abandono, la perdida de si mismo por el alcohol,
la sordidez, la suciedad, se mantienen en la superficie casi milagrosamente, al
saber actuar con modestia y sutileza. Lo pesado se vuelve ligero, a veces cómico.
Tienen humor, conocido como la “cortesía de los desesperados”.
Lee Israel es una mujer en cierta forma indefinida, ni joven, ni
vieja. Melissa McCarthy le da una apariencia tan normal que se parece a cualquiera,
tiene los defectos de cualquiera y nos invita a identificarnos. No es en
especial divertida ni especialmente odiosa. Tiene el talento de decir lo que
opina en el momento que le place. Pero también sabe convencer cuando le
conviene. Melissa McCarthy, al no estar obligada a meterse en la interpretación
previsible de la gordita divertida, con las entonaciones, mímicas y ritmos esperados,
tiene la libertad de expresar una gama mucho más amplia. Pasa por todos los
sentimientos, enfados, ternuras, impaciencias, desesperaciones, con una gran
facilidad, ayudada por los planos cercanos reveladores.
Frente a ella, Jack es un monumento de artificio. En él, nada es
natural. El personaje se la pasa interpretando papeles y jugando. Al punto que,
cuando se porta con gentileza, cuando apoya a Lee en actividades poco relucientes,
uno se pregunta en todo momento cuando va a dejar de ser buena persona.
Los papeles secundarios están bastante bien, aunque bastante poco visibles:
la agente Marjorie, el administrador del inmueble con su mamá, el librero que
rechaza los libros, los que compran las falsas cartas. La única que resalta es Anna.
Su personaje está a punto de volverse importante, su personalidad está a punto
de enamorarse de Lee, y Lee a punto de bajar la guardia. Pero las viejas
costumbres y las viejas barreras no se derrumben tan fácilmente.
La reconstitución del Nueva York de los años 90, con sus librerías
adonde ya casi nadie va, los bares oscuros, la gente normal que escucha música
para todos construye a un ambiente reconfortante porque sumamente humano e
intimista. Gente con amor a lo que ya no estado moda, que asume con tranquilidad
y fortaleza sus decisiones. La cinta parece transmitir una verdad que rebasa el
tiempo, la asociabilidad tal vez no sea tan mala y, tal vez sea una forma mas verídica
de amor al genero humano. Esta historia, verdadera, de una gran mentira, nos da
un personaje mucho más honesto en su relación a sí misma y a los demás que
mucha gente honesta ante la ley.
Tanto la historia como la ambientación, el ritmo, la música, todo hace
de esta cinta una pequeña joya que merecía ser más reconocida en la temporada
de Oscares y otras condecoraciones.
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