Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, March 18, 2019

Can You Ever Forgive Me ? (Marcelle Heller, 2018) - 8 /10


Entre comedia y drama, entre risas y lágrimas, una historia verídica, magníficamente interpretada por Melissa McCarthy, nominada al Oscar, por primera vez en un papel inteligente.

Ficha IMDb

Obligada a trabajar hasta altas horas de la noche, Lee Israel (Melissa McCarthy) se ayuda con algunas copas. Cuando manda al diablo su jefe por tratar de prohibírselo, este simplemente la manda a la calle.

Sin trabajo, con una gata enferma jersey, en un departamento sucio y cuyo alquiler no ha pagado desde meses, Lee se las ve duras. Su último y único libro publicado, una biografía de la Cosmetóloga Estée Lauder, está de rebajas en las librerías. Y nadie cree en su actual proyecto, una biografía de Fanny Brice, la cantante de music-hall que lanzó a Barbara Streisand a la fama con Funny Girl (William Wyler – 1968), sobre todo su agente, Marjorie (Jane Curtin), mujer lanzada en la sociedad neoyorquina y organizadora de fiestas que erizan la paciencia de Lee, la cual no duda en llevarse el abrigo “equivocado” y unos rollos de papel higiénico.

Su enorme deuda con su veterinaria le impide dar a su amada gata Jersey, la suciedad de su departamento impide la entrada del fumigador, lo que la obliga a seguir viviendo en medio de las moscas. Vende sus libros, a precios miserable, y eso cuando se los reciben. Hasta el día en que encuentra fortuitamente en un libro de la biblioteca una carta autógrafa de algún famoso. La venta le aporta no solo dinero, sino una idea genial: se lanza en la producción de falsas cartas de verdaderos famosos.

Un encuentro en un bar, porque sigue consumiendo mucho whisky, la acerca a un ser extraño, Jack Hock (Richard E. Grant). Homosexual, ladrón, seductor, amigo del alcohol y del sarcasmo auto dirigido, tiene todo para hacerle compañía a Lee. Juntos beberán, limpiarán el departamento y lavarán los trastes, harán bromas telefónicas y se burlarán de los tontos. Se salvará a Jersey, se escribirán y venderán cartas. Todo ira bien, hasta que todo vaya mal, que las denuncias por fraude empiecen, que Jack deje morir a Jersey, que Lee lo eche del departamento, que Jack se vengue a testificar contra ella. que el FBI la arreste.

El esquema es tradicional: mala situación que empeora hasta que se encuentre una solución, lo que lleva a un mejoramiento que acaba en castigo. Los personajes no son tan extraordinarios y casi estereotipos: la lesbiana solitaria que quiere más a los gatos que a los humanos, bebe sola y vive en la suciedad, rechaza todo contacto humano al mismo tiempo que se dejaría tal vez llevar a una amistad amorosa con la joven vendedora de libros Anna (Dolly Wells) y en el fondo no supera la separación con su ex -pareja Elaine (Anna Deavere Smith); el seductor histriónico, felizmente triste de sus desastres económicos y sentimentales: sin dinero, sin casa, sin ropa, sin amante, sin trabajo, pequeño dealer, gran ladrón. Sin embargo, seducen, atraen, divierten y conmueven. Antes que todo porque los dos actores son absolutamente poderosos y subyugadores. Amenazados por la angustia, el abandono, la perdida de si mismo por el alcohol, la sordidez, la suciedad, se mantienen en la superficie casi milagrosamente, al saber actuar con modestia y sutileza. Lo pesado se vuelve ligero, a veces cómico. Tienen humor, conocido como la “cortesía de los desesperados”.

Lee Israel es una mujer en cierta forma indefinida, ni joven, ni vieja. Melissa McCarthy le da una apariencia tan normal que se parece a cualquiera, tiene los defectos de cualquiera y nos invita a identificarnos. No es en especial divertida ni especialmente odiosa. Tiene el talento de decir lo que opina en el momento que le place. Pero también sabe convencer cuando le conviene. Melissa McCarthy, al no estar obligada a meterse en la interpretación previsible de la gordita divertida, con las entonaciones, mímicas y ritmos esperados, tiene la libertad de expresar una gama mucho más amplia. Pasa por todos los sentimientos, enfados, ternuras, impaciencias, desesperaciones, con una gran facilidad, ayudada por los planos cercanos reveladores.

Frente a ella, Jack es un monumento de artificio. En él, nada es natural. El personaje se la pasa interpretando papeles y jugando. Al punto que, cuando se porta con gentileza, cuando apoya a Lee en actividades poco relucientes, uno se pregunta en todo momento cuando va a dejar de ser buena persona.

Los papeles secundarios están bastante bien, aunque bastante poco visibles: la agente Marjorie, el administrador del inmueble con su mamá, el librero que rechaza los libros, los que compran las falsas cartas. La única que resalta es Anna. Su personaje está a punto de volverse importante, su personalidad está a punto de enamorarse de Lee, y Lee a punto de bajar la guardia. Pero las viejas costumbres y las viejas barreras no se derrumben tan fácilmente.

La reconstitución del Nueva York de los años 90, con sus librerías adonde ya casi nadie va, los bares oscuros, la gente normal que escucha música para todos construye a un ambiente reconfortante porque sumamente humano e intimista. Gente con amor a lo que ya no estado moda, que asume con tranquilidad y fortaleza sus decisiones. La cinta parece transmitir una verdad que rebasa el tiempo, la asociabilidad tal vez no sea tan mala y, tal vez sea una forma mas verídica de amor al genero humano. Esta historia, verdadera, de una gran mentira, nos da un personaje mucho más honesto en su relación a sí misma y a los demás que mucha gente honesta ante la ley.

Tanto la historia como la ambientación, el ritmo, la música, todo hace de esta cinta una pequeña joya que merecía ser más reconocida en la temporada de Oscares y otras condecoraciones.

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