-->
Muy decepcionante conociendo otras películas
de Miller, y sobre todo como adaptación de la novela muy sutil de Emmanuel
Carrère, quien sin embargo participó en la redacción del guion. La inmersión en
la subjetividad de un niño profundamente angustiado, y con razón, se transforma
en una extraña sucesión de pesadillas de terror. Hasta la selección de actores
sorprende. Sin embargo, la cinta obtuvo el Premio del Jurado en Cannes.
Ficha IMDb
Nicolas (clément Van Den Bergh) tiene doce años, y va retrasado en clase ya que
cursa apenas el ultimo año de primaria . Cuando su grupo se va a pasar una
semana en la montaña con su institutriz Mademoiselle Grimm (Emmanuelle Bercot) , se angustia mucho ya que no se siente muy
integrado al grupo, además de tener todavía problemas de enuresis nocturna.
Su padre(François Roy) empeora todavía las
cosas al negarse a dejarlo hacer el viaje en autobús con los demás, preocupado
por las condiciones de seguridad : acaba de ocurrir un abominable accidente que
mató a varia docenas de niños. A pesar de los esfuerzos de la institutriz para
tranquilizar a los padres, y decirles que las probabilidades de accidentes
existen en la vida diaria, hasta en casa, el padre decide llevar él mismo a Nicolas
aunque llegue un día después de los demás. Tiene la costumbre de manejar ya que
es representante de una empresa de material quirúrgico y de prótesis. Un
accidente ralentiza el trafico y pueden ver como los rescatistas tienen que
desmantelar los coches para sacar las victimas. Sin embargo, Nicolas tiene la
felicidad de poder conseguir en la gasolinera el regalo para el cual acumulaba
puntos: el dibujo de un cuerpo humano que se puede abrir para ver los órganos.
Al llegar al chalé, aislado en la montaña, el padre
olvida dejar la maleta de su hijo, por lo que se tiene que pedir prestado un
piyama para la primera noche. Curiosamente quien le presta uno a Nicola es Hodkann (Lokman Nalcakan ) , el grandulón amenazador , quien a cambio
de su ayuda le hace a Nicolas insistentes preguntas sobre el trabajo de su
padre. Eso, aunado al miedo de hacerse pipi, desencadena una pesadilla: su
padre de vuelta para entregar la maleta es ejecutado por un comando de hombres
encapuchados que masacran a todos los ocupantes del chale. Sólo Nicolas y Hodkann
pueden sobrevivir.
Un momento de felicidad entre Nicolas y Patrick(Yves Verhoeven) ,
el instructor que lo lleva a comprar algo de ropa , no impide que Nicolas siga
con imaginaciones despierto : su padre muere en un accidente de coche, o
recuerdos que sembraron en él el miedo a los demás, a los secuestros al trafico
de órganos de niños…
Las preocupaciones latentes sobre las
transformaciones de su cuerpo, que expresa bajo la forma de su fascinación para
La Sirenita, el deseo de un padre o un hermano ideal, el resfriado que
pescó al quedarse encerrado afuera en una noche de nevada, se unen al miedo
exterior: un niño de 7 años ha desaparecido de la aldea. Para establecer su
complicidad y dominación sobre Hodkann, Nicolas inventa toda una historia de
hermanito asesinado, padre investigador de trafico de órganos y perseguido por
los traficantes, a tal punto que Hodkann se siente obligado a dar información a
los gendarmes. Dicha información acabará en el arresto del padre como asesino
del niño desaparecido y el regreso de Nicolas a su casa, hacia un porvenir de
angustias todavía peores de las que se imaginó.
Emmanuel Carrère decidió escribir su novela al
enterarse que un asesino de niños era también padre, y al preguntarse cómo un
niño puede vivir tal situación. Su novela, totalmente en visión subjetiva,
transmite las angustias del niño, quien busca soluciones a través de la
imaginación, de sus lecturas, y de los recuerdos que a veces no entiende.
Amalgama realidad y ficciones, reinterpreta, inventa. Revive momentos del
pasado, se proyecta en el futuro. La angustia en la cual vive lo ha llevado a
ser retraído, a aislarse. No confía en nadie, ni siquiera en sus padres. Casi
no habla. Además, a pesar de tener un año más que sus compañeros, es el más
chiquito y frágil. Por eso sorprende tanto en la cinta ver a un Nicolas alto,
en buena saludad y que habla con facilidad. A la maestra confía su miedo de
hacer pipi en la cama, a Patrick le cuenta su gusto por la sirenita, con
palabras que transmiten, en forma inconsciente, sus preguntas sobre las
transformaciones de su propio cuerpo. Con Hodkann se deja ir a hablar de su
padre.
La cinta da casi desde el principio respuestas que la
novela sabia destilar a cuenta gotas para infiltrar dudas, tejiendo muy
sabiamente mundo real y mundo imaginario de Nicolas, al jugar con las palabras,
los tiempos verbales. La cinta, además de enseñar escenas demasiado numerosas y
demasiado largas de pesadillas, es muy obvia, en particular sobre las angustias
sexuales, sobre la obsesión de muerte paternal.
Los miedos del Nicolas de la novela son los miedos de
un niño que ha leído demasiados cuentos de terror, son los de un niño que sabe,
sin saber, que su padre es un asesino que ha arrastrado la familia a mudarse,
esconderse. Que sabe inconscientemente que los crímenes de su padre son de
orden sexual. La novela de Carrère, al darnos la respuesta al final, nos incita
a volver a leer: tal vez el padre haya hecho algo en contra de sus hijos … tal
vez la madre sepa algo…
Con el mismo talento casi perverso, Carrère siembra
dudas y falsas respuestas. Nicolas, como Jean-Claude Romand en L’adversaire (adaptación de Nicole Garcia - 2000), encuesta psicológica sobre un personaje
real, o como el arquitecto de La Moustache (2005), cinta que el autor realizó
como adaptación de su propia novela (1986), vive entre realidad e imaginación. La
coherencia profunda y perturbadora de los textos de Carrère se construye con pequeños
detalles muy cuidados, como una telaraña que atrapa personajes y lectores.
Nada parecido en una cinta cuyos medios y efectos
carecen totalmente de sutileza. Algunas líneas parecen dibujarse como la
pregunta reiterada del padre sobre sí su hijo, sí los niños, son merecedores de
las recompensas, frente a un Patrick que da regalos aun cuando no se merecen. O
al final, el tema enunciado por el medico del “oso mal lamido”, los niños a
quien sus madres no han dado bastantes mimos, y que se ve en la relación de una
joven madre con su bebe, con quien Nicolas imagina dejar la gasolinera en su
viaje de vuelta a casa. También aparece un tema religioso, con un Nicolas
recibiendo el cuerpo de Hodkann como en una Pieta
que no tiene relación con nada. Pero estas líneas temáticas rápidamente abandonadas
no dan a la cinta la coherencia que se espera.
El uso de la música, a veces muy interesante en sus
tonalidades tan diferentes según los momentos, puede resultar absurdo como la
canción, de letra casi obscena, que los monitores cantan con los niños.
La reorganización de los personajes, al centrar en
Patrick y Mademoiselle Grimm (apellido claramente relacionado con los cuentos)
toda la carga emocional, y al hacer de Hodkann un chico bastante normal y simpático, al
contrario del provocador y manipulador de la novela, simplifica demasiado las
relaciones y anula la vida interior de Nicolas.
El niño casi autista, obsesionado, profundamente
infeliz y perpetuamente amenazado, pierde su intensidad. El espectador asiste a
una serie de pesadillas, algunas casi grotescas (el cuento de la pata de simio)
que no le provocan la angustia casi existencial de la novela. Se abusa de
planos fijos, sea planos muy cercanos a la cara de Nicolas o del padre, o
planos abiertos a elementos de paisaje, de bosque, sin que tengan un
significado o un peso real. La cinta olvida completamente el peso de la
culpabilidad en el niño. De un niño, más joven de lo que aparenta Clément Van den Bergh), fragil, enfermizo, encerrado, que vive su imaginario en la culpa y la pasividad, se pasa a un chico, fisicamente fuerte , y sobre todo activo en su deseo de muerte del padre.
No se entiende muy bien como Carrère se prestó a tal
traición de las intenciones de su texto, ni como Miller cayo en tal falta de
sutileza, después de darnos cintas muy logradas con una precisa dirección de
actores, como Garde à vue (1981), con Michel Serrault y Romy Schneider,
o Mortelle randonnée (1983) con Isabelle Adjani. Pero es cierto que su Thérèse Desqueyroux (2012), con Audrey Tautou fue también muy superficial en comparación
con la novela de Mauriac.
No comments:
Post a Comment