Adaptación de la novela por el propio autor, no tiene para nada la intensidad que el texto escrito, lo que era de esperar visto las características muy particulares de este. Los actores hacen lo suyo para mantener la extrañeza pero no funciona del todo bien.
Ficha IMDb
El texto de la novela homónima es totalmente subjetivo, en primera persona, de un hombre sin nombre. Ni siquiera en los diálogos aparecen nombre o apellido a diferencia de los que lo entourent. Podría ser el lector, un ser real, o un representante del género masculino. Es casado, arquitecto, trabaja entre un pequeño despacho, dirigido por un amigo. Vive en Paris. Tiene unos cuarenta años.
En la cinta como en la novela, todo empieza en una noche de jueves, justo antes de ir a una cena. Marc Thiriez (Vincent. Lindon), remojando en su tina, lanza como broma a su esposa Agnès (Emmanuelle Devos) la pregunta: ¿y si me rasuro el bigote? Lo lleva desde muchos años, bastante grueso y moreno. Mientras su esposa baja a comprar unas cosas, lleva su idea a la realización. Lo hace a prisa, como clandestinamente, esconde los pelitos y limpia con cuidado la tina, para eliminar toda huella de lo que resiente ahora como una acción reprensible. Cuando Agnès vuelve, esconde su cara detrás de su camisa, se hinca a anudar sus agujetas. Ella no ve nada. En el elevador, él se mira su nueva cara en el espejo. Ella no dice nada. En el coche, se ve en espejo retrovisor. Ella sigue sin reaccionar.
Y así va a seguir durante la cena con los amigos, Serge (Mathieu Amalric) y Nadia Schaeffer (Macha Polikarpova) y su hija Lara (Fantine Camus). A pesar de las alusiones y mímicas de Marc, nadie ve el cambio. Serge, ex esposo o amante de Agnès, cuenta una vieja historia de una broma de mal gusto de Agnès, prueba de su inmenso talento para mentir.
En el coche de regreso, marca ya no puede retener su pregunta. Sorpresa, Agnès le asegura que nunca ha llevado bigote. La discusión seguirá toda la noche, al punto que Agnès empieza a asustarse.
Al día siguiente, en el trabajo, nadie tampoco se da cuenta del cambio. Pero una mujer policía certifica la diferencia entre la tarjeta de identidad, con bigote, y el hombre frente a ella, sin bigote.
Por cierto, las fotos del viaje a Bali lo muestran con bigote, pero Agnès no lo ve. Será ella la loca ¿lo hará con intenciones de volverlo loco? En el transcurso de los días, Marc vera desmoronarse todo su mundo: poco a poco Agnès le revelará que su padre ha muerto un año antes, que nunca fueron a cenar con Serge y Nadia; el mismo será incapaz de encontrar el edificio de sus papas, donde ha vivido durante años. Cuando Agnès y Serge (Hippolyte Girardot), el socio arquitecto, han tomado la decisión de internarlo en una clínica psiquiátrica, Marc decide huir con solo su pasaporte y algo de dinero. Toma el primer avión, este lo lleva a Hong Kong. Allá, después de días de ida y vuelta en féretro entre Hong Kong y.Kowloon, aborda un barco a Macao.
Y al día siguiente, al volver de un paseo, se encuentra con Agnès con todo y maletas, instalada en el cuarto como si siempre hubiera estado con su esposo.
La cinta parece ilógica, como un sueño, uno acaba con la impresión que todo se debió a alguna laguna mental de Marc. Un olvido, una distracción. Y nada más. Al espectador le parece extraño, pero sea han visto tantas cosas en el cine. Otra película sin sentido, intrigante, nada más.
La novela es mucho más interesante, cautivante, es siempre lógica, de una lógica totalmente rigurosa. El narrador-personaje principal razona, reflexiona, busca explicaciones. Y encuentra algunas,cada una totalmente verosímil. El problema es que cada una excluye a las otras. De ahí nace la angustia cada vez más profunda del personaje. De ahí su necesidad de huir, para verificar que verdad subsiste si él se aleja. De ahí su necesidad de hacer y volver a hacer los mismos trayectos, marcar los mismos números de teléfono. Esto desaparece en la cinta, que, además, tiene la desventaja de enseñar, de poner imágenes objetivas sobre lo que el texto presenta como dudoso. Al principio de la cinta, el espectador ve que Marc tiene un bigote, después ve las fotos de Bali. Por lo que no duda de la sinceridad del personaje.
Carrère-cineasta cuida los efectos visuales en su cinta: imágenes repetidas de aguas, en charcos sucios, en la tina, en lluvia o en movimientos grises del mar. Reflejos en los espejos, de todos tamaños y en todos lugares. Utiliza una gama de grises, tanto en el departamento de la pareja como en la ropa que visten. Un color neutro que permite conciliar los opuestos. Y las disolvencias lentas en negro alargan la duración de las dudas.
La música, compuesta por Philip Glass, se vuelve angustiante, sombría, cuando la angustia, la extrañeza, toma posesión de Marc. Carrère la usa con mucha economía, lo que le da mucho más importancia, en contraste con los momentos silenciosos.
Pero el final de aceptación de la cinta: Marc se rasura el bigote y Agnès opina que “Esta bien.” es en total contradicción con el final de horror de la novela. Un final imposible, irreal. Que puede existir solo en un texto.
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