Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, July 14, 2014

Un condé (Yves Boisset, 1970) – 6/10

Es tan de su época que ya no funciona. Parece que algo le falta, que no tiene fuerza suficiente para interesar o convencer. 

Ficha IMDb

Cuando salió, fue recibida, como una película fuerte, comprometida, violenta, al punto que el ministro del interior, Raymond Marcelin, trató de hacerla prohibir. Consiguió solo que se quitaran diez minutos, por violencia excesiva. 

Es un cuestionamiento de la policía, sus objetivos, sus métodos. En la cinta, varios personajes  de policías dudan de sí mismos. Ya no creen en los valores que se les pide defender. Los ataques del movimiento de 68 a todas las formas de poder les afectan. Ya  no saben muy bien si tienen la razón o no, si sirven a la sociedad en general, o si son reflejo de una moral burguesa y egoísta. Por lo tanto, se inmovilizan, dudan, piensan en renunciar o retirarse antes de tiempo. 

Este es el caso de Barnero (Bernard Fresson). Ve como Tavernier alias le Mandarin (Francis Cosne) va ganando poder, a la vez en el mundo del inmobiliario y de las drogas, lo que le permite entrar en política. Un hombre se atreve a resistirle, Robert Dassa (Pierre Massini), dueño de un bar, no quiere que la mercancía de Tavernier se venda en su negocio. Será finalmente ejecutado por los sicarios de Tavernier, conducidos por Georges Ducal alias Beausourire, Hermosasonrisa (Henri Garcin), debido a su fea cara. Cuando la hermana de Dassa, Hélène (Françoise Fabian) viene a tomar las riendas del negocio y se niega también a someterse, ella y el negocio sufren las consecuencias de su obstinación. Ella decide entonces aceptar la ayuda del amigo de Robert, Dan Rover (Gianni Garko), que su hermano no había querido aceptar. 

A partir de entonces se va a desencadenar la espiral de las venganzas. 

Con su amigo Villetti( Michel Constantin) van va a matar a Tavernier. Pero en su escape matan a Barnero quien vigilaba al gran jefe en compañía de Favenin( Michel Bouquet). Este tomará entonces la justicia en sus manos, actuando totalmente fuera de la ley, como un “condé", o sea un policía que abusa de su poder. No vacila en golpear, sembrar evidencias, huellas, amenazas o matar, golpear.

La silueta baja, densa de Michel Bouquet, su voz grave y sus silencios, su abrigo y sus guantes negros, su mirada concentrada, sus movimientos precisos, sin ninguna hesitación y filmados en planos cercanos ponen muy claro que no va a vacilar nunca, que nunca se va a detener hasta no alcanzar el objetivo que se propuso, aunque la ley, sus superiores, el poder político, o la moral traten de impedírselo. En este guerrero solitario, este samurái, es clara la influencia de Jean-Pierre Melville, referencia por excelencia del cine policíaco en Francia en esos años.

Sin embargo, le falta ritmo a la película, las escenas de acción nos parecen casi aburridas, anticipamos su final casi desde el principio. Las peleas nos parecen inverosímiles, los golpes se ven falsos. La historia de amor entre Dan y Hélène no resulta creíble, simplemente porque le falta sentimiento. Y porque los abrigos de piel de Françoise Fabian están fuera de lugar, y hacen de todo el personaje algo totalmente desplazado. 
Finalmente no hay suspenso. El espectador avanza más rápido que la película. 





Es una lástima, porque los problemas que se plantean sigue siendo, y tal vez más que nunca, actuales. Las fronteras entre honestidad y moral son igual de imprecisas que en 1970; el narcotráfico invade todos los niveles de la sociedad; la policía parece ya no saber de qué lado está ni a que amo sirve. 

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