Esta cinta parecerá documento histórico dentro de 20 años. En efecto, se basa sobre dos practicas totalmente de nuestra época: Ttwitter y los food trucks. ¿Será que alguno intervino como patrocinador? Así que nuestros nietos la verán seguramente con gusto. Porque hay que reconocer que es divertida.
Ficha IMDb
Parece empezar como muchas películas de cocina. Con el jefe genial e inspirado que tiene problemas de familia, con ex esposa y niño. Y problemas de trabajo con un jefe obtuso.
Carl Casper (Jon Favreau), funciona bien como chef del restaurante de Riva (Dustin Hoffman), tiene un buen equipo de trabajo y muchas excelentes ideas. Eso no le deja mucho tiempo para su hijo Percy (Emjay Anthony), lo que provoca fricciones con su esposa Inez (Sofia Vergara), latina de Miami. El día en que el famoso Ramsey Michel (Oliver Platt), autor de un blog gastronómico (otra muestra de modernidad) anuncia su visita, el Chef Gasper quiere presentar nuevos platillos, lo que el dueño le prohíbe. Obviamente cae el artículo, reprochando la falta de creatividad. Con soporte técnico de Twitter, la crítica se vuelve viral.
Favreau pone a su personaje en una situación muy frecuente actualmente: los niños saben más que los padres sobre computadoras y redes sociales. Herido en el ego, el Chef entra al juego infantil de contestar en lo que cree un mensaje personal, pero no domina la tecnología, y sus torpezas lo atrapan en la espiral de Twitter, y de la visibilidad exponencial de todas sus comunicaciones. No es una persona muy calmada; cuando se enoja, se enoja de verdad. Desafía al bloggero, y todo acaba con golpes y despido.
La ex esposa interviene, propone una idea genial que no satisface al Chef, y un viaje a Miami, para cuidar al hijo, que no disgusta al padre. Ahí encontrarán todas las soluciones.
Y la cinta se vuelve road movie, en el food truck del Jefe , de Miami a Los Ángeles, pasando por Texas, New Orleans. Haciendo escalas a disfrutar las especialidades de cada zona: lo cubano en Miami, la barbacoa en Texas. En New Orleans, los deliciosos beignets del Café du Monde ahogados en azúcar glass y acompañados de un rico café con leche.
Todas estas delicias van con la música, música de salsa, country rock en Austin, y, en el camión, música de hace algunos años, como les gusta a los dos adultos.
Es también una cinta sobre relaciones humanas, presentadas sin endulzarlas demasiado. La unión padre hijo se va construyendo con las necesidades y obligaciones de la cocina. De limpieza, trabajo duro, y compras de provisiones. Porque no todo es glamur en la gastronomía. Todo pasa con naturalidad, las peleas como el regalo del cuchillo de cocinero, simplemente acompañado de las recomendaciones sobre su uso. O la explicación de lo que va a ser la vida real cuando lleguen a casa. Se dicen las cosas y se vuelve a lo que estaban haciendo, sin más. No hay necesidad de hacer un drama con todo.
La relación de compañerismo con Martin (John Leguizamo) funciona de la misma forma. Es un ejemplo de solidaridad, igualdad y humor. Es eficaz, sencilla, basada en actos no en declaraciones.
La cinta es también la inevitable historia sentimental, con reconciliación de la pareja. Pero logra no ser demasiado melosa, y quedarse en un muy segundo plano.
Las fotografías de preparación de comida son hermosas y eficaces: tomadas muy de cerca con el detalle de los gestos culinarios: cortar, picar, pelar, disponer. Se disfrutan las texturas, los colores, el sonido del aceite, del cuchillo sobre la madera. Muchas son tomadas desde arriba. Parecen de un canal televisivo de cocina. Casi se podría tomar notas.
Los personajes malvados, como el malo dueño del restaurante o el crítico de cocina no tienen mucho tiempo de pantalla. El personaje, y el director, no se dan tiempo para lamentarse.
Otro que tiene muy poca tiempo pero lo usa con un enorme talento es Robert Downey Jr, en el papel de Marvin, ex-esposo de la ex-esposa, con su obsesión de pisos limpios. Es realmente disfrutable, entre tal vez homo, seguramente metrosexual, pretencioso y gran admirador de sí mismo, súper seductor y finalmente buena persona,
Es una cinta sentimental en el buen sentido. Porque no es tramposa, no busca la lagrima del espectador. Pero sobre todo, es muestra del poder de Twitter. Aparentemente existe una nueva técnica que permite enseñar en pantalla los SMS. Ya lo vimos en Non Stop (Jaume Collet-Serra, 2014) et parece que se está multiplicando. En Chef, se ven muy lindos los twitts que se lanzan en el aire en forma de pajaritos azules.
El resultado es una comedia muy apetitosa, clase de cocina, roadmovie, historia familiar y conyugal, historia de amistad y compañerismo. Finalmente nada más que valores positivos. A uno lo hace sentirse bien, se sale del cine muy energías renovadas.
¡Pero cuidado con Twitter!
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