El duelo de dos hombres, en el sentido del dolor después de una muerte, y en el sentido del enfrentamiento. La muerte accidental de una niña es lo que une y separa a tres adultos, la mujer puede seguir adelante. Los hombres, cada uno a su modo, no lo logran .Para ellos es indispensable para por la etapa de la venganza. Sean Penn como director firma un drama intenso con actores talentosamente expresivos.
Ficha IMDb
Seis años antes, una niña de ocho años murió, atropellada por un conductor ebrio. A lo largo de estos años, cada uno de los adultos ha hecho lo suyo.
Mary, la madre (Angélica Huston) se ha vuelto a casar. Lleva una vida normal con su esposo Roger (Robbie Robertson) y sus pequeños hijos, sin olvidar la tristeza, sin olvidar de ir regularmente sobre la tumba.
Freddy, (Jack Nicholson), el padre, rumia su irá; de día, atiende su negocio, una joyería donde regaña a todos, desde empleados hasta clientes. De noche, se la pasa con amigos en bares de strip tease. De vez en cuando se lleva a una a pasar la noche con él. Sus unas manicuradas y sus sacos impecables no pueden disimular el estado descuidado de su persona: arrugas, pelo mal cortado, fuma y toma demasiado. Pero sobre todo, cuenta el paso de los días sobre el calendario de la cocina, hasta el día marcado.
Ese día es la salida de prisión de John Booth( David Morse), el conductor ebrio. Ese nombre es conocido en Estados Unidos por ser él del asesino de Lincoln, o sea el malo por excelencia. Lo esperan sus padres,Helen ( Piper Laurie) y Stuart ( Richard Bradford) gente ya de edad, modesta, que lo llevan a vivir junto a ellos, en la camper del patio.
En la tarde, Freddie va a anunciar su plan a.Mary, y en la noche se lo anuncia a Booth en su camper: lo va a matar. Le da tres días de prórroga. Enmarca la fecha sobre el calendario de la cocina.
Vamos a asistir a esos tres días de los dos hombres, en paralelo: John se reintegra a la vida, encuentra un trabajo en el puerto, habla con un grupo de amigo y empieza una relación sentimental con la linda y pacífica Jo (Robin Wright). Cuenta lo que pasó, y como no puede deshacerse de este día, este único día en que tomó de más. De la culpabilidad que no puede sacarse de la cabeza y del cuerpo. Va al cementerio a llevar flores pero, al ver ahí a la madre, no puede acercarse.
Freddy sigue con su vida absurda, la espera lo destruye, en cada escena se ve más viejo, desesperado, feo, despreciable en su falso orgullo.
Mientras pasan los tres días de ultimátum, el culpable se vuelve más calmado, su cara se ve apacible, habla con sus padres para decirles su amor. Vive cada instante, como acercándose al momento de la liberación.
En cambio, Freddy se agita, va y viene. Se descompone y se hunde en el infierno de su obsesión. Hasta llamar a Mary en medio de la noche porque sigue con la misma pesadilla repetida del "crossing guard ", el policía que vigila el paso peatonal, y que él no puede evitar el accidente.
La última escena, muy larga es el duelo persecución. Del camper de Booth al cementerio, corriendo, arrastrándose, pasando abajo de puentes y encima de vallas, siguiéndose y esperándose. Uno ya no sabe si Booth quiere escapar de Freddie o atraerlo. No apartan la vista el uno del otro. Literalmente, no pueden separarse. Nunca hablan, nunca discuten o tratan de convencerse.
Y acaban sobre la tumba de la niña, esta tumba cuyo color Freddie no conocía, así como se lo reprochó su esposa, porque nunca había sido capaz de ir. Cuando el “asesino” sí había ido.
Los dos hombres, sin hablarse, pueden unirse en el recuerdo del momento que destrozó sus vidas. Los tres días han hecho que los dos sean igualmente víctimas, o igualmente verdugos. No importa en realidad. Lo que los une, es que los dos han pasado por un sufrimiento indescriptible, durante seis años.
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